jueves, 11 de diciembre de 2014

EL BANDIDO DE POSTÍN WILLIAM WALKER.

 
Willian Walker.
 
Amigos invisibles. Como en todas partes se cuecen habas en esta oportunidad vengo a reseñar la historia de un brigante y nada menos que de los Estados Unidos, suerte de antepasado en los asuntos de Bonnie y Clyde, artistas escénicos  en los anales de lo rocambolesco que dejaron una fama casi increíble de hazañas delictivas terminando su andar en la Bolivia de aquellos tiempos indígenas que se recuerdan hasta en la pantalla chica de Hollywood y cuyo paso agridulce se mantiene presente como parte de los sinsabores americanos.  Sobre esos parámetros excitantes expresaremos que juntas pero no revueltas  han existido por mucho tiempo las relaciones americanas norteñas con los países del Sur, ya que para extraer ejemplos si bien el bucanero o mejor ”filibustero” Walker proviene del Norte tan arraigado a los principios cristianos, Pancho Villa es otro ejemplo mayor de quien aquí hemos contado historias espeluznantes que provienen del Sur y con ellas hizo también de las suyas a pesar de los pesares, porque a todos estos personajes se les recuerda y pone atención pues son piezas casi de museo dentro de las fatalidades en que anduvieron pellizcando noticias en los andurriales de la historia latinoamericana. Y anoto todo este reclamo metafórico porque siempre se ha pensado que entre los malos y buenos a señalar tenemos mejores ejemplos escogidos de la raya fronteriza mej(x)icana para abajo, y que los otros actuaron ayunos de mayores problemas a puntualizar, lo que sin tapujos es una real mentira.
            Pues bien, para conocer esta película secuencial debemos decir que el siglo XIX fue difícil para ambos lados del continente americano, porque sin andar asentado quimeras estrafalarias parecía un hervidero de pasiones y de creencias pueriles a punto de estallar. Y si a bien vamos, por ejemplo los Estados Unidos estaban divididos en múltiples pedazos, valga la expresión, y el tira y encoje de los bandos extremos mantenía en un rollo permanente que si los problemas con el Canadá inglés, que si los rusos por allá en Alaska, que si los  franchutes aspirando en el norte otro pedazo francófono, que si los indios de la pradera con bisontes deseando exterminar a los invasores, que si tanto buscador de oro recorriendo extensiones para crear problemas, y más también con el mundillo navegante del mar Caribe, y otro tanto o más  injertado con el perenne dolor de cabeza que a los gringos representaba los machos mejicanos y las pandillas centroamericanas. Esto lo expreso para que ustedes refresquen la memoria, como dicen los galos entendidos, “de aquellos tiempos del can-can”. Y que nos defienda nuestro valeroso beato José Gregorio Hernández.  
Actor Marlon Brando (Willian Walker).
            En ese mundillo romántico y exagerado del siglo XIX donde todo era válido para no quedarse atrás, la inquina lejana sostenida por intereses imperiales reflejada en los pasos a dar sin que se guarden distancias atrevidas, estaba en marcha con la cobija de diferentes intenciones, y como cualquier componenda era propicia para eludir la ley porque el máximo poder pendía de las pistolas y los cañones, siempre los Estados Unidos anduvieron con la mirada puesta en el Sur de sus intenciones conquistadoras, y porque hacía el Norte pegaba mucho el frio, supongo yo que eso murmuraban las familias cuáqueras o no al ver colgar los cristales de vidrio cargados de nieve fuera de sus hogares, y más cuando apareció otro fenómeno a raíz del crecimiento poblacional esclavo, base económica de muchos capitales en aumento, porque los americanos de este tiempo eran trabajadores de corazón y con el problema de las dos Américas que tenían a resolver, es decir la blanca y la negra, la libre y la servil, ello acarreaba bastantes disgustos encontrados, y más con el asunto pendiente de la mano de obra del algodón esclavista, importante espina dorsal de su crecimiento a futuro.  Sobre estas preocupaciones alarmantes las relaciones Norte-Sur marchaban no “uber alles”, como se quisiera en esa guerra de secesión no declarada o por hacerlo que como un quinquenio tuvo incendiado a ese país dando por tanto origen a toda suerte de nuevas fantasías bañadas en sangre y de rencores que aún pensándolo bien, pueden subsistir.  
Sobre los fundamentos de estos principios antiéticos puestos al desgaire es que nos vamos a referir al personaje y sus hechizos que encabeza el título, expresando desde luego que dentro de las contradicciones de aquel tiempo azaroso, grotesco y raro fue ver transitar por tanto medio falso a una persona que desde la cuna era llamado a ser casi angelical, con predestinación para convertirse en un emisario benefactor a objeto de ejercer la caridad y el amor al prójimo, sin distinción de color u origen, y que mediante destinos manifiestos por obra de aquel olor a pólvora permanente, fue todo lo contrario en su vida de agitación, porque los padres bien le educaron, con amor a Dios y a la Iglesia presbiteriana calvinista, con los ejemplos de la Biblia siempre presente y varias instrucciones universitarias que obtuvo para darle el consabido prestigio suficiente, pero que sin embargo y porque el Diablo en este caso no estaba de acuerdo, acicateó a nuestro “hermano” William lanzándolo por el camino de la picaresca, la subversión y de los intereses realmente aventureros.
Cornelio Vanderbilt.
 Para reescribir tantos pasajes de su vida cambiante sobre quien tratamos de fotografiar con cámara incómoda de la época y en un carnaval de detalles para recoger luego, diremos que el señor Walker era un hombre excepcional, terco de ideas, digno, adusto y calvo, rubio,  de ojos azulgrisosos, flaco, en esencia puritano, de mediana estatura, encantador en el trato, culto y no del montón, reservado, inquieto a momentos, , frío de carácter, disperso en la manera de alinear algunos planes aunque locuaz, melancólico a veces, calculador, con riesgo de sus obras, incansable viajero, testarudo o empecinado, político y hombre público, con suficiente formación universitaria de la época, políglota, idealista, utópico, de tendencia esclava por la raigambre conservadora de su estirpe, extraño porque quería casarse con una sordomuda, Mary Ellen, quien con veinte primaveras pronto muere de fiebre amarilla, revolucionario en algunas creencias afrancesadas liberales con que regresa de Europa luego de 1848 pero que de seguidas las adapta al momento, hombre de pluma también porque dirige el periódico Daily Crescent, de Nueva Orleans (1850), como el Daily Herald de San Francisco, y así podría anotar otros detalles máximos y mínimos que pueden extraviarse, digo, de donde no es posible alcanzar tal abanico  existencial en esta crónica que debe tener a ustedes en ascuas, pero sí vamos a introducirnos en el personaje tan ambiguo e impactante, interpretado en una película por Marlon Brando en 1969 (“Queimada”), análisis interesantes de quien pude estudiar y medio comprender en el viaje que realizara a Managua en agosto de 1972, cuando visito ese país para ampliar conocimientos sobre el obispo y filósofo chileno fray Alonso Briceño.
Manos de Esclavos.
  El doctor universitario William Walker nació en Nashville (8-5-824), ciudad americana sureña, conservadora y fluvial surmontada de problemas esclavistas, obteniendo  muy joven un lauro de médico por allá en 1838 (de catorce años, como lo asiento), y pronto su padre, banquero escocés, lo envía a los centros universitarios europeos pasantes de Edimburgo, Gotinga y Heidelberg (¡nada menos!), con lo que se titula finalmente de doctor en Medicina, (Univ. De Pensilvania, Filadelfia, 1843, donde ejerce dos años más tarde). Regresado a su patria y con el aliciente de más aprender inicia estudios de Leyes en Nueva Orleans, hasta licenciarse y ejercer esta compleja profesión en tiempo posterior, o sea en San Francisco y la cercana Marysville.  Después, en 1851 con otro cosquilleo de saber ensimismado lo encontramos regentando, pues, el periódico Daily Crescent, entonces de tendencia liberal antiesclavista, con sede en Nueva Orleans, y luego en San Francisco ejerce el periodismo con el “Nuevo Herald” de ese mismo nombre portuario. Y dentro de esta cabeza privilegiada que  pronto se perdiera en elucubraciones fantasiosas, estudia igualmente Derecho, como dije, para trabajar con ello en Nueva Orleans, la costa californiana de San Francisco y por ende la cercana Marysville. Eso sí, es raro y excitante sujeto a mayor profundidad todo cuanto hasta ahora he escrito sobre William Walker, porque su pasión científica y serena de un inicio fue desviada por los acontecimientos graves que viviera lleno de rencores raciales y acomodos económicos de aquella sociedad convulsa, de donde pronto ese caudal de circunstancias anómalas  le encaminan por la aventura sin fronteras que lo lleva a los más insólitos teatros de actividad “filibustera” de estas regiones sureñas,  y en ello iguala con todo lo que puede usted haber visto en la secuencia cinematográfica “Lo que el viento se llevó”, que en esta materia es una de las joyas primarias dentro de dicho novedoso arte de la comunicación.
Lápida de William Walker. Trujillo-Honduras.
 Pues bien, premunido de esas ideas extremas  y ante la necesidad de encontrar un camino esclavista para obtener refuerzos en caso de triunfar los proyectos libertarios de la mano de obra barata que aún existe en el Sur americano, al frente de un grupo de mercenarios entrenados en 1853 cruza la árida frontera e invade el territorio mejicano, proclamando la independencia de la Baja California y de Sonora (que convierte en República), con el fin de su anexión posterior a los Estados Unidos, cuestión que luego se viene abajo al no encontrar medios de subsistencia en tales lugares inhóspitos, de donde en mayo de 1854 con los suyos debe regresar sin éxito a los Estados Unidos, siendo liberados de culpas casi de inmediato, mientras  lo aclaman en San Francisco como a un héroe. Pero ya encendido con la política de entonces y como la idea esclavista seguía pendiente en la cabeza de Walker, lo que luego dio pie al concepto trillado de América Latina (1856), en 1855 reúne otro grupo de seguidores alucinados y con un rifle nuevo tipo winchester (Minie, y revólveres Colt)  el incansable aventurero parte del inquieto puerto de San Francisco hacia la revoltosa Centroamérica, llena ella de pequeños caudillos, de facciones y de posibles componendas políticas, llegando así a Nicaragua por la vía del Pacífico y entendiéndose allí con una facción  liberal y falangista insurgente que lucha por el poder al estilo de la famosa y posterior “Legión del Caribe”, por lo que luego de desembarcar en El Realejo se atreve con los suyos a abordar un barco del millonario norteño y halcón yankee Cornelio Vanderbilt, que hacía el transporte de pasajeros y carga por el Gran lago de Nicaragua para evitar el viaje pedestre atravesando a Panamá.   Una vez cumplidas estas hazañas bandoleras preñadas de historia que recuerdan a nuestro admirado general Augusto César Sandino, con la mente hacia adelante Walker y los suyos en rápida sucesión de hechos toman la fortificada ciudad nicaragüense de Granada y con ello olvidando los aspectos legales de su correría en junio de 1856 el filibustero (nombre puesto a estos grupos enguerrillados) Walker asume sin más la dictadura del país, se eleva a General en Jefe, derogando con una farsa electoral la ley que prohíbe la esclavitud, y por ende los cuestionados atributos presidenciales.  Así, ya dueño de Nicaragua, el norteamericano es ascendido de otra forma inelegante a General en Jefe de sus fuerzas y mediante una farsa descarada electoral a troche y moche gobierna el pequeño  país por sí mismo o mediante el títere que nombra, Patricio Rivas, como Presidente de la República, de donde pronto se incauta de los barcos de tránsito del norteño Vanderbilt, con fines pecuniarios  y para traer nuevos mercenarios del Norte americano, pues mantiene la idea atrevida de apoderarse de toda Centroamérica, con fines esclavistas y que vive entre discordias, para confederarla con los Estados del Sur de la Unión, de donde proviene este aventurero  de sueños indigestos por demás extraño. Y para proseguir en la carrera iluminada que se ha impuesto reforma el gobierno en junio de 1854, se erige a su vez en Presidente (1856) y  de seguidas el 22 de septiembre  alegando necesidades económicas y en apoyo a los estados esclavistas de Norteamérica el discutido Walker anula en el país centroamericano todo lo referente a las leyes abolicionistas, de donde el gobierno del negrero y terrateniente Walker (ojo) en 1856 fue aceptado oficialmente por los Estados Unidos y se le reconoce  en la majestad presidencial ese mismo año.
En vista de los descaros de tan insostenible situación de horror  y despotismo se forma una coalición de estados centroamericanos apoyados por el poderoso Vanderbilt, que declara la guerra frontal al Presidente Walker, y éste con un heteróclito ejército compuesto por norteamericanos, alemanes y franceses de fortuna a las órdenes del coronel Schlessinger invade a Costa Rica, de donde pronto son expulsados  los mercenarios mediante la bizarría  de las tropas conducidas por el Presidente Mora Porras. Mientras Walker recibe  por la vía del tránsito acuático (Gran lago de Nicaragua) varios refuerzos y auxilios de los Estados Unidos, donde en el Sur de este país la imagen de Walker se perfila como la de un héroe, de otro lado se suceden los combates sangrientos de Santa Rosa y Rivas, al tiempo que Guatemala y El Salvador se suman a esta guerra ideológica, extraña, y por ello sitúan sus fuerzas en León de Nicaragua. Dentro del generado conflicto  en el combate de San Jacinto cae Byron Cole, lugarteniente de Walker, quien entonces ataca a Masaya, sin poderse en verdad medir con las tropas aliadas, y entre esta última ciudad y Granada  se entabla un pugilato de fuerzas y encuentros que terminan cuando el británico Henningsen por orden de Walker desocupa, incendia  y destruye a la ciudad granadina, que perece en una gigantesca hoguera. Luego ante tales circunstancias pirómanas Honduras se incorpora a la guerra fratricida y filibustera, con fuerzas opuestas bajo el mando del general Florencio Xatruch, lo que no fue obstáculo para que  Walker con buena táctica que usa embarcara a sus hombres a fin de librarlos del duro asedio emprendido por la coalición militar.
Presidente Abraham Lincoln.
 Se realiza entonces una segunda campaña de exterminio, bajo el mando de Mora, con el objeto de cortar a Walker  la productiva vía de Tránsito (Gran lago de Nicaragua) que se hallaba bajo el dominio de los filibusteros del sedicioso Walker, y así por sorpresa los aliados centroamericanos fueron apoderándose de los vapores embargados a Vanderbilt, con lo que el poder económico que sostenía al destacado pirata americano, fue herido de muerte. Los combates continúan  y un auxilio de 400 hombres llega para reforzar a Walker. Pero al reorganizarse el sistema designando a Mora como General en Jefe de las tropas Aliadas, bajo su férreo comando  el grueso del ejército liberal  sitia a Walker en Rivas, hacia el Oeste, quien después de dos años de enconados combates capitula en mayo de 1857 con todos los honores que guarda la guerra caballeresca, interviniendo en ello el capitán Carlos Davis, comandante del buque de guerra americano Saint Mary. Luego de este episodio singular el optimista Walker fue recibido triunfalmente en los Estados Unidos y sus amigos esclavistas  con prontitud le proporcionan nuevos recursos para volver a la tierra del cacique Nicarao, por lo que repuesto de los tráfagos coyunturales intentará tres veces de retomar aquel poder ansiado que lo enloquece en sus proyectos. Por esta causa punzante cuyo fondo es esclavista negrero, en 1857 Walker regresó a Nicaragua desde Mobile (Alabama), pero el marino comodoro Hiram Paulding lo detiene en sus intentos y le hace devolver a los Estados Unidos.   Vuelto a la libertad planea una nueva invasión a dicho país (1858), y con las mismas recalcitrantes ideas dos años después prepara otra expedición en Mobile, Alabama, con la que finalmente desembarca  en Trujillo de Honduras, mas al oponérsele en el intento el buque de guerra inglés “Icarus” (entonces los británicos tenían mucha importancia en su región marítima y hasta dependencias coloniales) cambia de estrategia internándose en el territorio que ataca, y viéndose perdido resuelve rendirse con los suyos al comandante del buque “Salmon” que está al mando del capitán británico  Norvell Salmon, quien de seguidas y en contra de lo acordado bajo engaño lo pone en manos de autoridades hondureñas y no inglesas, de donde en Consejo de Guerra sumario juzgan al detenido y en consecuencia lo condenan a muerte frente a un paredón de fusilamiento en la plaza local de Trujillo, pasándole por las armas un pelotón de soldados desnutridos y a quien sentado, a sangre fría y estoico e impasible le atraviesan el alma a las ocho a.m. del miércoles 12 de septiembre de 1860, en sus primeros y últimos 36 años de rebeldía. Así concluye todo un rosario de aventuras vividas  por este aventurero inteligente, precoz y con alto cociente mental pero por demás extraño en el proceder, con delirio de grandeza, quien siempre creyó en el destino manifiesto y en aquella buena suerte riesgosa que también  traicionándolo esta vez le costó cara. 

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