Willian Walker. |
Pues bien, para conocer esta película secuencial debemos
decir que el siglo XIX fue difícil para ambos lados del continente americano,
porque sin andar asentado quimeras estrafalarias parecía un hervidero de
pasiones y de creencias pueriles a punto de estallar. Y si a bien vamos, por
ejemplo los Estados Unidos estaban divididos en múltiples pedazos, valga la
expresión, y el tira y encoje de los bandos extremos mantenía en un rollo permanente
que si los problemas con el Canadá inglés, que si los rusos por allá en Alaska,
que si los franchutes aspirando en el
norte otro pedazo francófono, que si los indios de la pradera con bisontes
deseando exterminar a los invasores, que si tanto buscador de oro recorriendo
extensiones para crear problemas, y más también con el mundillo navegante del
mar Caribe, y otro tanto o más injertado
con el perenne dolor de cabeza que a los gringos representaba los machos mejicanos
y las pandillas centroamericanas. Esto lo expreso para que ustedes refresquen
la memoria, como dicen los galos entendidos, “de aquellos tiempos del can-can”.
Y que nos defienda nuestro valeroso beato José Gregorio Hernández.
Actor Marlon Brando (Willian Walker). |
En ese mundillo romántico y exagerado del siglo XIX donde
todo era válido para no quedarse atrás, la inquina lejana sostenida por
intereses imperiales reflejada en los pasos a dar sin que se guarden distancias
atrevidas, estaba en marcha con la cobija de diferentes intenciones, y como cualquier
componenda era propicia para eludir la ley porque el máximo poder pendía de las
pistolas y los cañones, siempre los Estados Unidos anduvieron con la mirada
puesta en el Sur de sus intenciones conquistadoras, y porque hacía el Norte pegaba
mucho el frio, supongo yo que eso murmuraban las familias cuáqueras o no al ver
colgar los cristales de vidrio cargados de nieve fuera de sus hogares, y más
cuando apareció otro fenómeno a raíz del crecimiento poblacional esclavo, base
económica de muchos capitales en aumento, porque los americanos de este tiempo
eran trabajadores de corazón y con el problema de las dos Américas que tenían a
resolver, es decir la blanca y la negra, la libre y la servil, ello acarreaba
bastantes disgustos encontrados, y más con el asunto pendiente de la mano de
obra del algodón esclavista, importante espina dorsal de su crecimiento a
futuro. Sobre estas preocupaciones
alarmantes las relaciones Norte-Sur marchaban no “uber alles”, como se quisiera
en esa guerra de secesión no declarada o por hacerlo que como un quinquenio tuvo
incendiado a ese país dando por tanto origen a toda suerte de nuevas fantasías
bañadas en sangre y de rencores que aún pensándolo bien, pueden subsistir.
Sobre los fundamentos de estos principios antiéticos puestos al desgaire
es que nos vamos a referir al personaje y sus hechizos que encabeza el título,
expresando desde luego que dentro de las contradicciones de aquel tiempo
azaroso, grotesco y raro fue ver transitar por tanto medio falso a una persona
que desde la cuna era llamado a ser casi angelical, con predestinación para convertirse
en un emisario benefactor a objeto de ejercer la caridad y el amor al prójimo,
sin distinción de color u origen, y que mediante destinos manifiestos por obra
de aquel olor a pólvora permanente, fue todo lo contrario en su vida de
agitación, porque los padres bien le educaron, con amor a Dios y a la Iglesia presbiteriana
calvinista, con los ejemplos de la Biblia siempre presente y varias instrucciones
universitarias que obtuvo para darle el consabido prestigio suficiente, pero
que sin embargo y porque el Diablo en este caso no estaba de acuerdo, acicateó
a nuestro “hermano” William lanzándolo por el camino de la picaresca, la
subversión y de los intereses realmente aventureros.
Cornelio Vanderbilt. |
Para reescribir tantos pasajes de su vida cambiante sobre quien tratamos
de fotografiar con cámara incómoda de la época y en un carnaval de detalles
para recoger luego, diremos que el señor Walker era un hombre excepcional,
terco de ideas, digno, adusto y calvo, rubio, de ojos azulgrisosos, flaco, en esencia
puritano, de mediana estatura, encantador en el trato, culto y no del montón,
reservado, inquieto a momentos, , frío de carácter, disperso en la manera de alinear
algunos planes aunque locuaz, melancólico a veces, calculador, con riesgo de
sus obras, incansable viajero, testarudo o empecinado, político y hombre
público, con suficiente formación universitaria de la época, políglota, idealista,
utópico, de tendencia esclava por la raigambre conservadora de su estirpe,
extraño porque quería casarse con una sordomuda, Mary Ellen, quien con veinte
primaveras pronto muere de fiebre amarilla, revolucionario en algunas creencias
afrancesadas liberales con que regresa de Europa luego de 1848 pero que de
seguidas las adapta al momento, hombre de pluma también porque dirige el
periódico Daily Crescent, de Nueva Orleans (1850), como el Daily Herald de San
Francisco, y así podría anotar otros detalles máximos y mínimos que pueden extraviarse,
digo, de donde no es posible alcanzar tal abanico existencial en esta crónica que debe tener a
ustedes en ascuas, pero sí vamos a introducirnos en el personaje tan ambiguo e
impactante, interpretado en una película por Marlon Brando en 1969 (“Queimada”),
análisis interesantes de quien pude estudiar y medio comprender en el viaje que
realizara a Managua en agosto de 1972, cuando visito ese país para ampliar
conocimientos sobre el obispo y filósofo chileno fray Alonso Briceño.
Manos de Esclavos. |
El doctor universitario William Walker nació
en Nashville (8-5-824), ciudad americana sureña, conservadora y fluvial
surmontada de problemas esclavistas, obteniendo muy joven un lauro de médico por allá en 1838
(de catorce años, como lo asiento), y pronto su padre, banquero escocés, lo
envía a los centros universitarios europeos pasantes de Edimburgo, Gotinga y Heidelberg
(¡nada menos!), con lo que se titula finalmente de doctor en Medicina, (Univ.
De Pensilvania, Filadelfia, 1843, donde ejerce dos años más tarde). Regresado a
su patria y con el aliciente de más aprender inicia estudios de Leyes en Nueva
Orleans, hasta licenciarse y ejercer esta compleja profesión en tiempo
posterior, o sea en San Francisco y la cercana Marysville. Después, en 1851 con otro cosquilleo de saber
ensimismado lo encontramos regentando, pues, el periódico Daily Crescent, entonces
de tendencia liberal antiesclavista, con sede en Nueva Orleans, y luego en San
Francisco ejerce el periodismo con el “Nuevo Herald” de ese mismo nombre
portuario. Y dentro de esta cabeza privilegiada que pronto se perdiera en elucubraciones
fantasiosas, estudia igualmente Derecho, como dije, para trabajar con ello en
Nueva Orleans, la costa californiana de San Francisco y por ende la cercana
Marysville. Eso sí, es raro y excitante sujeto a mayor profundidad todo cuanto
hasta ahora he escrito sobre William Walker, porque su pasión científica y serena
de un inicio fue desviada por los acontecimientos graves que viviera lleno de
rencores raciales y acomodos económicos de aquella sociedad convulsa, de donde
pronto ese caudal de circunstancias anómalas le encaminan por la aventura sin fronteras que
lo lleva a los más insólitos teatros de actividad “filibustera” de estas
regiones sureñas, y en ello iguala con
todo lo que puede usted haber visto en la secuencia cinematográfica “Lo que el
viento se llevó”, que en esta materia es una de las joyas primarias dentro de
dicho novedoso arte de la comunicación.
Lápida de William Walker. Trujillo-Honduras. |
Pues
bien, premunido de esas ideas extremas y
ante la necesidad de encontrar un camino esclavista para obtener refuerzos en
caso de triunfar los proyectos libertarios de la mano de obra barata que aún
existe en el Sur americano, al frente de un grupo de mercenarios entrenados en
1853 cruza la árida frontera e invade el territorio mejicano, proclamando la
independencia de la Baja California y de Sonora (que convierte en República),
con el fin de su anexión posterior a los Estados Unidos, cuestión que luego se
viene abajo al no encontrar medios de subsistencia en tales lugares inhóspitos,
de donde en mayo de 1854 con los suyos debe regresar sin éxito a los Estados
Unidos, siendo liberados de culpas casi de inmediato, mientras lo aclaman en San Francisco como a un héroe. Pero
ya encendido con la política de entonces y como la idea esclavista seguía
pendiente en la cabeza de Walker, lo que luego dio pie al concepto trillado de
América Latina (1856), en 1855 reúne otro grupo de seguidores alucinados y con
un rifle nuevo tipo winchester (Minie, y revólveres Colt) el incansable aventurero parte del inquieto
puerto de San Francisco hacia la revoltosa Centroamérica, llena ella de pequeños
caudillos, de facciones y de posibles componendas políticas, llegando así a
Nicaragua por la vía del Pacífico y entendiéndose allí con una facción liberal y falangista insurgente que lucha por
el poder al estilo de la famosa y posterior “Legión del Caribe”, por lo que luego
de desembarcar en El Realejo se atreve con los suyos a abordar un barco del
millonario norteño y halcón yankee Cornelio Vanderbilt, que hacía el transporte
de pasajeros y carga por el Gran lago de Nicaragua para evitar el viaje pedestre
atravesando a Panamá. Una vez cumplidas estas hazañas bandoleras preñadas
de historia que recuerdan a nuestro admirado general Augusto César Sandino, con
la mente hacia adelante Walker y los suyos en rápida sucesión de hechos toman
la fortificada ciudad nicaragüense de Granada y con ello olvidando los aspectos
legales de su correría en junio de 1856 el filibustero (nombre puesto a estos
grupos enguerrillados) Walker asume sin más la dictadura del país, se eleva a
General en Jefe, derogando con una farsa electoral la ley que prohíbe la
esclavitud, y por ende los cuestionados atributos presidenciales. Así, ya dueño de Nicaragua, el norteamericano
es ascendido de otra forma inelegante a General en Jefe de sus fuerzas y
mediante una farsa descarada electoral a troche y moche gobierna el pequeño país por sí mismo o mediante el títere que nombra,
Patricio Rivas, como Presidente de la República, de donde pronto se incauta de
los barcos de tránsito del norteño Vanderbilt, con fines pecuniarios y para traer nuevos mercenarios del Norte
americano, pues mantiene la idea atrevida de apoderarse de toda Centroamérica, con
fines esclavistas y que vive entre discordias, para confederarla con los
Estados del Sur de la Unión, de donde proviene este aventurero de sueños indigestos por demás extraño. Y para
proseguir en la carrera iluminada que se ha impuesto reforma el gobierno en
junio de 1854, se erige a su vez en Presidente (1856) y de seguidas el 22 de septiembre alegando necesidades económicas y en apoyo a
los estados esclavistas de Norteamérica el discutido Walker anula en el país centroamericano
todo lo referente a las leyes abolicionistas, de donde el gobierno del negrero
y terrateniente Walker (ojo) en 1856 fue aceptado oficialmente por los Estados
Unidos y se le reconoce en la majestad
presidencial ese mismo año.
En
vista de los descaros de tan insostenible situación de horror y despotismo se forma una coalición de estados
centroamericanos apoyados por el poderoso Vanderbilt, que declara la guerra
frontal al Presidente Walker, y éste con un heteróclito ejército compuesto por
norteamericanos, alemanes y franceses de fortuna a las órdenes del coronel
Schlessinger invade a Costa Rica, de donde pronto son expulsados los mercenarios mediante la bizarría de las tropas conducidas por el Presidente
Mora Porras. Mientras Walker recibe por
la vía del tránsito acuático (Gran lago de Nicaragua) varios refuerzos y
auxilios de los Estados Unidos, donde en el Sur de este país la imagen de
Walker se perfila como la de un héroe, de otro lado se suceden los combates sangrientos
de Santa Rosa y Rivas, al tiempo que Guatemala y El Salvador se suman a esta
guerra ideológica, extraña, y por ello sitúan sus fuerzas en León de Nicaragua.
Dentro del generado conflicto en el
combate de San Jacinto cae Byron Cole, lugarteniente de Walker, quien entonces ataca
a Masaya, sin poderse en verdad medir con las tropas aliadas, y entre esta
última ciudad y Granada se entabla un pugilato
de fuerzas y encuentros que terminan cuando el británico Henningsen por orden
de Walker desocupa, incendia y destruye
a la ciudad granadina, que perece en una gigantesca hoguera. Luego ante tales
circunstancias pirómanas Honduras se incorpora a la guerra fratricida y filibustera,
con fuerzas opuestas bajo el mando del general Florencio Xatruch, lo que no fue
obstáculo para que Walker con buena
táctica que usa embarcara a sus hombres a fin de librarlos del duro asedio emprendido
por la coalición militar.
Presidente Abraham Lincoln. |
Se
realiza entonces una segunda campaña de exterminio, bajo el mando de Mora, con
el objeto de cortar a Walker la productiva
vía de Tránsito (Gran lago de Nicaragua) que se hallaba bajo el dominio de los
filibusteros del sedicioso Walker, y así por sorpresa los aliados
centroamericanos fueron apoderándose de los vapores embargados a Vanderbilt,
con lo que el poder económico que sostenía al destacado pirata americano, fue
herido de muerte. Los combates continúan
y un auxilio de 400 hombres llega para reforzar a Walker. Pero al
reorganizarse el sistema designando a Mora como General en Jefe de las tropas
Aliadas, bajo su férreo comando el
grueso del ejército liberal sitia a
Walker en Rivas, hacia el Oeste, quien después de dos años de enconados
combates capitula en mayo de 1857 con todos los honores que guarda la guerra
caballeresca, interviniendo en ello el capitán Carlos Davis, comandante del
buque de guerra americano Saint Mary. Luego de este episodio singular el
optimista Walker fue recibido triunfalmente en los Estados Unidos y sus amigos
esclavistas con prontitud le proporcionan
nuevos recursos para volver a la tierra del cacique Nicarao, por lo que
repuesto de los tráfagos coyunturales intentará tres veces de retomar aquel
poder ansiado que lo enloquece en sus proyectos. Por esta causa punzante cuyo
fondo es esclavista negrero, en 1857 Walker regresó a Nicaragua desde Mobile
(Alabama), pero el marino comodoro Hiram Paulding lo detiene en sus intentos y le
hace devolver a los Estados Unidos. Vuelto a la libertad planea una nueva invasión
a dicho país (1858), y con las mismas recalcitrantes ideas dos años después
prepara otra expedición en Mobile, Alabama, con la que finalmente
desembarca en Trujillo de Honduras, mas
al oponérsele en el intento el buque de guerra inglés “Icarus” (entonces los
británicos tenían mucha importancia en su región marítima y hasta dependencias
coloniales) cambia de estrategia internándose en el territorio que ataca, y
viéndose perdido resuelve rendirse con los suyos al comandante del buque
“Salmon” que está al mando del capitán británico Norvell Salmon, quien de seguidas y en contra
de lo acordado bajo engaño lo pone en manos de autoridades hondureñas y no inglesas,
de donde en Consejo de Guerra sumario juzgan al detenido y en consecuencia lo
condenan a muerte frente a un paredón de fusilamiento en la plaza local de
Trujillo, pasándole por las armas un pelotón de soldados desnutridos y a quien
sentado, a sangre fría y estoico e impasible le atraviesan el alma a las ocho
a.m. del miércoles 12 de septiembre de 1860, en sus primeros y últimos 36 años
de rebeldía. Así concluye todo un rosario de aventuras vividas por este aventurero inteligente, precoz y con
alto cociente mental pero por demás extraño en el proceder, con delirio de
grandeza, quien siempre creyó en el destino manifiesto y en aquella buena
suerte riesgosa que también traicionándolo
esta vez le costó cara.
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