martes, 27 de mayo de 2014

UN VERDADERO Y GRAVE ENIGMA HISTÓRICO.


     
Escudo de Colombia 1820.
   
Amigos invisibles. Como en los buenos cuentos de hadas no vanos a caernos con especulaciones atípicas en la maraña que ahora pienso desenredar, porque es suficiente que casi con el paso de dos siglos, nada menos, que yo conozca nadie haya osado inmiscuirse en este laberinto del porqué aún a estos tiempos calendarios alguien con sentido de estudio hubiera analizado a fondo algo imprescindible en el conocimiento del desarrollo histórico americano, o sea todo lo concerniente a la famosa Semana Diplomática que tuvo su asiento en la ciudad venezolana de Trujillo, y donde con toda seguridad y por las evidencias que se desprenden de lo acontecido sin tener que utilizar los servicios de la sibila de Delfos, de sus discusiones sensatas y estrictamente elaboradas bajo un canon dispuesto se desprende que aquel acontecimiento  por demás importante en esencia iba a enterrar  cuatro siglos de historia compartida donde la perdidosa no por incompetencia sino por agotamiento el destino señaló a España, que ya venía cargando malestares siniestros desde los tiempos de la Armada Invencible y ahora los redoblaba con esa joya de la corona que era la América hispana, auge y caída de esa potencia colonial que con esfuerzo conocido dominara el mundo de los intereses políticos y sociales por muchas décadas de liderazgo y fuerte dirección.

     
Escudo de España 1820.
      
El problema pues, para plantearse arranca precisamente desde cuando convienen y supongo a base de discusiones de calidad y fundamentos válidos, a sentarse juntos en la mesa del posible entendimiento para salir de un lío mayúsculo por el lado de los llamados patriotas o facciosos (“facinerosos”) insurgentes, como los tildaban los monárquicos españoles, frente a frente en la mesa de la cordialidad y la elegancia diplomática para iniciar una larga discusión  que incluso en horas nocturnas  en juego de palabras y de tesis debatidas abarcara toda una semana de noviembre de 1820, realizado este esfuerzo encomiástico en la ciudad serrana de Trujillo de Venezuela, cuando en un verdadero desafío a la historia universal el gran poder que aún detenta la España del non plus ultra, entre seis eminentes personalidades escogidas para tal fin inician un parlamento discutido hasta con posiciones antagónicas en que de antemano llevaba la parte perdidosa la orgullosa flor de lis borbónica, pero que con tranquilidad y sin aspavientos de tribuna los que conformaban aquel congreso histórico con honor debían enterrar al león ibero en sus pretensiones americanas de mando y al tiempo de proceder a la creación de un nuevo estatus libertario para aquellas provincias ultramarinas españolas que así lo requerían mediante una cruenta guerra total llevada ya por años en que según sabemos con las declaraciones finales de la contienda verbal España iba con las de perder, porque no tenía otra opción a escoger, dando por supuesto la entrada al mundo de la igualdad a todas sus colonias que le dieron honor, gloria y riqueza durante cuatro siglos  en el contexto de la historia de las grandes naciones, en este caso imperios. Porque lo realizado en Trujillo trasciende de una manera frontal en el escenario de los pueblos, por cuanto a este congreso asisten altos comisionados por la parte monárquica como fueron don Ramón Correa de Guevara, quien encabeza la delegación, del aprecio de Bolívar por múltiples circunstancias y con una carrera militar pundonorosa desde el inicio de la guerra pendiente; el noble don Juan Rodríguez del Toro, Primer Alcalde Constitucional de Caracas, pariente de Simón Bolívar y de su finada esposa, e igualmente el asturiano emprendedor don Francisco González de Linares, caballero de empresas, reconocido admirador de la monarquía, propulsor  de la llamada conspiración realista de 1808, en Caracas, defensora por tanto de los derechos del Rey y persona solvente en su integridad y cultura. Los comisionados de la parte colombiana a su vez fueron el general de brigada Antonio José de Sucre, quien se inicia con maestría en el ejercicio de la diplomacia internacional, ilustre militar que llega a mariscal en el campo de Ayacucho, cumanés  ilustre cuya familia perece en la sangrienta guerra llevada a cabo, y de la absoluta confianza de Bolívar quien acompaña sin fatiga al Libertador hasta en las encumbradas nieves bolivianas. El segundo comisionado de la parte patriota fue el coronel Padro Briceño Méndez, culto e instruido barinés, emparentado por lo Briceño con Bolívar, quien ya había sido su Ministro de Estado cuando en Trujillo refrenda en l813 el llamado Decreto de Guerra a Muerte suscrito por Bolívar y quien igualmente acompañara en la larga guerra independentista al Libertador hasta en las llamadas Campañas del Sur.   

    
Su Excelencia El Libertador. 
       
 Como sabemos estos seis comisionados de categoría, todos con carácter de plenipotenciarios, es decir, “con plenos poderes para resolver los asuntos” a su leal saber y entender, es decir que sus decisiones tomadas en conjunto y debidamente sometidas a votación, automáticamente tenían carácter de ley y comprometían en lo adelante a las partes en conflicto, es decir que tanto el re8ino de España como la república de Colombia debían acatar sus resultados y en eso sí eran entonces exactos porque entonces no existían celulares ni otros medios de comunicación rápidos para mensajes, de donde la función de la plenipotencia valía en un cien por ciento. Desde luego que para iniciar  estas conversaciones formales y sus consecuencias  respectivas en el edificio de la Plaza Mayor habilitado para ello debieron prepararse de manera prolija y con el acuerdo de las partes al menos dos salones separados donde constituyeron  los delegados con funcionaros dispuestos a la labor de secretaría, engorrosa en aquel entonces, para así desde un principio preparar la diaria agenda a discutir, mientras cada grupo de plenipotentes cruzaban ideas y decisiones de cada parte que se debían llevar a la mesa del diálogo para ser aprobados o improbados, de acuerdo con las decisiones a tomar, tema por tema y artículo por artículo, con votos emitidos, en cuanto fuere necesario, lo que una vez escrito en buena mano y hecho como documentos principales en dos copias exactas a un mismo tenor y efecto, debían presentarse a la mesa de la plenipotencia para ser firmados y canjeados dichos escritos, a la espera de la resolución final. Es por ello que dentro de la diligencia necesaria cada grupo participante debió trabajar durante una semana hasta en horas de la noche (10 pm. o más tarde), como se sabe, para tener al día la documentación necesaria y aprobada, que se iba recopilando a fin de obtener resultados en la decisión final, que como sabemos fueron dos documentos, cada uno de gran importancia en los anales de la diplomacia americana y también de la regularización de la guerra que ya atemperada aún se mantenía cruel y salvaje. Sea necesario recordar, y aquí estampo algo importante que en los prolegómenos necesarios para llevar a cabo este encuentro fundamental, entre las misivas cruzadas por Bolívar y el valeroso conde de Cartagena, alguna monárquica pudo salirse del cauce, lo que enfurece al caraqueño y responde de manera agria agregando que primero se irían los españoles de América antes de él aceptar una condición previa y solapada hecha a solicitud de la parte peninsular, lo que se conoce por las cartas existentes al respecto, todo ello en base a que el Libertador entonces bien conocía la situación de penuria  en que andaba el ejército español y porque Morillo que todavía un año antes se jactaba de ganar la guerra, en cambio ahora el caraqueño se sentía seguro de ganarla.   

    
Marqués De La Puerta.
Pablo Morillo.
       
Todo en el fondo de esta semana diplomática se llevó a cabo bajo un cronograma discutido y aprobado  por las partes, salvo en el tercer día de la discusión que por lo que se desprende fue dura, con argumentos rebatibles y sin dar el brazo a torcer por cada grupo plenipotente, lo que en la tozudez llegó al extremo de sacar de quicio al grupo español por lo radical de la postura patriota, que estuvo a punto de romperse por falta de entendimiento estas conversaciones, cuando los hispanos ya estaban dispuestos a salir de Trujillo rumbo al cuartel general de Morillo establecido en Carache, aunque desconocemos, por no aparecer documentos sustentables al respecto, que deben reflejarse en la correspondiente Acta de trabajo y discusión de ese día, y lo que a última hora pudo salvarse del desastre por obra de la capacidad persuasiva del general Sucre que con su valimiento y sosiego bajando acaso un  poco la presión de lo solicitado por el bando patriota pudo llegarse a un avenimiento de las partes plenipotentes. Otro caso ocurrió al final positivo de estas conversaciones, cuando el grupo que representa a Colombia y a Bolívar desde luego, emnsistía en cambiar los límites acordados en cuanto a la división territorial para mantener el cese al fuego y el poder de cada parte en conflicto, en lo que al fin aceptó la delegación colombiana en no insistir sobre el pretendido pase a su favor de la provincia de Barinas y otras zonas llaneras, con lo que pudo finiquitarse y con buen rumbo la clausura de las convedrsdaciones y los tratados consiguientes que se elaboraron para la firma entre las partes interesadas, de todo cuyo capital político y con fundamento primordial en base a lo acordado que tiene fundamento de ley derante esa larga semana diplomática sin ninguna duda de mi parte y en base a los conocimientos que he tenido a lo largo de los años han debido levantarse actas que dieran fe a posteriori de todo lo acordado, sin considerar aquello como un conciliábulo de masones por el interés oficial y presumido de ambas partes, una de acvabar esa guerra sangrante que los ojos de Fernando VII lo twenía exhausto y sin saber qué hacer, y de la otra paerte de pronyo ganar la guerra, según bien lo tenía calculado el libertador Simón Bolívar.  

Mariscal Antonio José de Sucre.
Aquí aparece el verdadero enigma de este escrito, si bien hubo cierto secreto aunque a voces sobre lo que seis plenipotenciarios producían para el cambio político de América y sin que ni Morillo ni Bolívar se entrometieron en ello, guardando las distancias protocolares y los reglamentos marciales, no es menos cierto  que de manera diaria sobre lo convenido a diario por vías oficiales de suma rapidez terrestre, de ambas partes emanaban despachos contentivos de esos avances de tales conversaciones apremiantes, por lo que con prontitud necesaria y por esperarse tales avances ocurridos, correos especiales de información salían de la parte patriota hacia la capital de Colombia, o Santa Fé para informar al Vicepresidente Santander, como de igual manera iba correspondencia oficial al general Carlos Soublette hasta Angostura, encargado del Departamento de Venezuela, en la llamada república de Colombia, y también a otros personajes vinculados al asunto con residencia en Caracas, como con más paciencia y en base a los acuerdos y actas de este fundamental primer encuentro diplomático para el porvenir de las provincias españolas en América ya en vías de ser repúblicas autónomas, la secretaría de Estado que conduce Bolívar envía también esa correspondencia con detalles sobre todo a las provincias del Sur americano, ansiosas de esperar esas noticias, pior lo que con rapidez todo lo ocurrido en Trujillo y sus secuelas, que mediante los serios debates ocurridos, porque aquello no era juego de niños, reposan debidamente en documentos de la época, de lo cual por razones desconocidas y no por obra de terremotos, de asaltantes de caminos, porque fueron muchos y del conflicto en marcha que por cierto estaba en suspensión de hostilidades, deben existir esos documentos de base, firmados y refrendados, que considero dispersos por causas no aclaradas, siendo todavía extraño con la capacidad de los archivos actuales que nadie haya hecho seria incursión en tales documentos magistrales y de sobrada importancia, como ya lo he dicho.      

Entrevista de Bolívar y Morillo.
Por manera que (aquí record office etc) no queda otro camino que comenzar a visitar de una u otra manera los lugares oficiales o archivos y bibliotecas donde pueden existir algunos de esos documentos, para estudiarlos entre sí de lo que nunca hablaron o supieron en un silencio cómplice historiadores de la talla reverente e icónica como Mario Briceño Iragorry, Vicente Lecuna y Cristóbal L. Mendoza, porque de alguna manera debe saberse a ciencia cierta lo ocurrido con ese silencio sepulcral tan enigmático, que puede suscitar a muchas interrogaciones por esclarecer lo ocurrido de su secreto misterioso u omisión genérica y más cuando con rapidez se acercan los 200 años de su firma en la ciudad de Trujillo, que deben conmemorarse como bien corresponde. Por consiguiente no queda otra manera que proceder en consecuencia.

viernes, 16 de mayo de 2014

… Y PARADA DE BURROS.


Amigos invisibles.  Este trabajo ahora incluido en el blog   que casi se destina a un público viviente fuera de Venezuela,  lo hago por el medio apropiado con el fin de que circule a nivel mundial  para que se conozca o recuerde un hecho imperecedero  que conmueve los cimientos de mi tierra y de todo el país, porque con perplejidad inusitada en un juicio penal y ya con cuatro detenidos bien identificados en los hechos e incluso difundido a través de la radio y la prensa de sucesos, por infracciones o delitos diversos dentro de lo paradójico del caso utilizando cierto arte de birlibirloque y como espectro salido  de la caja de pandora  o la manga de algún mago charlatán, luego de haber detenido o retenido el tribunal de la causa a esos supuestos delincuentes, a los cuales se les instruye un expediente del grosor de sus delitos continuados, con diversas y comprobadas pruebas acusatorias donde a los amigos de lo ajeno  por demás se les identifica sobre los muchos ilícitos cometidos y sus graves consecuencias, mediante algún razonamiento fuera del contexto jurídico y acaso por diversas presiones desde arriba el señalado proceso de alta resonancia que mantuvo a los dichos paisanos en justa chirona pese a cohetes y pancartas de tendencia filial sostenidas por la secta en la defensa  tarifada y grupal a favor de estos encanados parientes de Alí Babá, de la noche a la mañana la señalada causa se desinfla y pierde valimiento en la primera etapa, lo que duele al colectivo trujillano por los implicados ser hijos de clase media que lucharon duro para sacar a flote su familia.

Biblioteca Centro de Historia.
“No me mueve mi Dios para quererte, el cielo que me tienes prometido”, y sigo escribiendo sobre este lacerado tema con el verso glorioso de santa Teresa de Jesús, porque quiero  recordar el porqué de mi interés no solo profesional vindicatorio y para defender la justicia cegata, sino por la vinculación estrecha y familiar que tengo con el llamado Centro de Historia del Estado Trujillo, que ahora al ratificarse su paso al patrimonio nacional más me conmueve el camino a trazar y porque además sin quererlo soy el decano de los individuos de número de dicho Centro cuya calidad no se pierde  porque tal título se otorga oficialmente con carácter vital. Pues bien, e incidiendo sobre la misma llaga, comenzaremos por añadir que la sumatoria de tales crímenes también calificados de lesa patria, o fechorías maduradas en pandilla  con un plan bien orquestado, para expresarlo en lenguaje coloquial, tanto en el derecho nacional y sobretodo en la jurisprudencia internacional (se llama extracción ilegal de bienes culturales) por abocarse a defender tales posturas altos organismos sin fronteras como pudiera citar la Corte Internacional de Justicia de La Haya (Holanda), la ONU con los organismos culturales que se protegen desde París (UNESCO) y cuya eficiencia y éxito se ha demostrado últimamente frente a los saqueos culturales habidos con la revuelta egipcia y caída del gobierno de Mubarak, cuando se han reencontrado y devuelto patrimonios de la humanidad de extrema importancia que usted puede conocer a través de Google, cuyos autores intelectuales y materiales luego del juicio debido y la dura sentencia impuesta descansan con trabajos pesados en ergástulas egipcias, algunos con cadena perpetua, cuando todos sabemos que estos delitos contra el patrimonio cultural y la labor defensiva de los derechos humanos, por sus características especiales son duramente castigados y bajo ningún respecto prescriben, o sea que se mantienen latentes a la espera de la vindicta que ha de caer sobre los responsables en su oportunidad. Otro tanto se ha demostrado con rapidez en la búsqueda permanente de los culpables, que ocurre con el desastre cultural y la insensatez del dinero mal habido por robo y algunos accesorios especuladores, como fue el reciente caso de la llamada Guerra del Golfo, en Irak, dirigida contra Sadam Hussein, cuando fuerzas americanas ingresaron en dicho país milenario en culturas  y los vivos de siempre como el alacrán aprovechan para saquear y hasta en la ignorancia que es complaciente y por ende agravante, destruir piezas de arte de incalculable valor que abarcan hasta cuatro mil años de antigüedad, muchos de cuyos causantes de la terrorífica rapiña manejados por sabandijas conocedoras del valor de esas obras de arte, condujeron a incautos y entre ellos a soldados del ejército invasor, para expoliar tal patrimonio cultural, por lo que guardan debido presidio como pago por sus atroces fechorías.  Pero aún otros andan sueltos o al escape, como los que acabaron a golpes de mandarria con la portentosa estatua del sagrado Buda en Afganistan, obra de talibanes ya identificados y a la espera de su detención, si es que  aún viven, porque recuerde siempre que esos hechos delictuales nunca prescriben.

Salón de Sesiones Del Centro de Historia.
Y como lo expresara en poema de fuste nuestro amado Zorrilla en su Don Juan,  “Clamé el cielo y no me oyó, y pues sus puertas me cierra por mis actos en la tierra responda el cielo, no yo”, quiero ahora repasar para los extranjeros poco sabedores de este intolerable caso, un resumen de las atrocidades cometidas en Trujillo de Venezuela, tierra tranquila que vive bajo la advocación de su patrona la Virgen de la Paz y su escultura de más de 47 metros de altivez erigida en el pico de una montaña, cuando otra suerte de talibanes de igual monta o calaña por debilidades e impericia de la democracia en que se viviera y con órdenes desprendidas  desde salas situacionales manejadas por ideas fuera de foque que entre sus pretensiones absurdas e ignorantes y siendo ateos quieren igualar la religiosa leyenda de David contra el gigante Goliat, que en este caso son los Estados Unidos.   Pues bien, haciéndose del poder a través de un juego de elecciones amañadas entre estos juegos de la política llegó para gobernar en Trujillo un grupo desaforado, tira piedras, desconocedor de los conceptos necesarios para ser útiles en el progreso social, y sin otros miramientos con padrinos de fuerza mantenidos en Caracas y hasta con un catecismo labial de mentiras preparadas y mejor difundidas en mentes débiles sujetas a la pretendida captación doctrinaria, se dieron a la tarea inaudita de querer formar una nueva Venezuela sobre los escombros que produjeran y entre las barbaridades tipo Atila que crearan, lo que desde luego le ha hecho mucho daño moral y material al país con esos nuevos pretendidos capos que aparecieron como la marabunta hambrienta para destruir todo, robarse lo más que pudieran y mentir mintiendo, para recordar al famoso Chavo, de donde con prontitud la cultura que nos atañe cayó en barrena sin detención alguna, porque aves de rapiña y uñas afiladas con rapidez la cercan para vivir de sus entrañas. A estas alturas de la narración espeluznante sobre todo por “no conocerse” la cúpula de los solapados autores, debo decir que en la ciudad donde se da el primer juicio penal en América, el primer derecho de asilo en América, el temible decreto de guerra a muerte (que en este caso ahora narrado también debe aplicarse a los ladrones que se indican), el primer posible santo de Venezuela y hasta el seguro y no posible diablo de Venezuela, y  ahora el segurísimo primer latrocinio cultural de esta categoría resaltante en América, y vaya que no es para menos, digo, no había sucedido ni se pensaba acaso que pudiera ocurrir tal descalabro, pero como la marabunta desquiciada bajo el apoyo gubernamental de entonces se apropia de dos inmuebles pertenecientes  al patrimonio de la nación, o sea sendas instituciones de solera que una es artística y otra histórica, entre el odio que se protege y esparce como componente social, la ignorancia de otros más que raya en lo funesto, la malcriadez supina de alguien que se tilda caudillo inventando los más disímiles, absurdos, disparatados y esperpénticos relatos salidos de una cabeza insana como para distraer a sicólogos y acaso a los siquiatras avezados, mediante dinero oficial a fin de mantener a la pandilla y desde luego con el impulso pecaminoso de un santurrón experto en este tipo de delitos culturales (por cierto ahora supe como apéndice de la relación criminal, que el nudo gordiano de las fechorías existente entre el loquito de Trujillo y el santurrón caraqueño, es a través de un hilo familiar de apellido Carrillo, de la llamada Calle Arriba) que es buen conocedor de esos valores educativos a precios de subasta y sobretodo monetarios calculados en dólares y euros que ahora los denunciados manejaban sin siquiera tener inventarios de carácter moral y menos material de las fechorías a desarrollar en un plan bien urdido y mejor ejecutado con el cerebro de Caracas. Un vez que tomaran posesión de tales incalculables bienes culturales el plan lento pero seguro comenzó a funcionar bajo la advocación de espíritus supremos como se estila en esos medios diversos de la brujería, ergo los babalaos, Sai Baba, María Lionza, el Negro Felipe y otros santones del altar de la patria, en intercambio de borracheras alucinógenas y otras tentaciones conocidas por la aguantadora sociedad trujillana, de donde pronto se hicieron perdidosos de la Pinacoteca del Ateneo de Trujillo buena parte de la colección (Poleo, Dámaso Orgaz, Monasterios, Garbin, Rodríguez, Colmenares, Godoy, Piquer, pero bastantes más) de muy valiosas pinturas que albergara por setenta años tal renombrado lugar donde se celebraron exposiciones anuales debidamente premiadas, muchos de cuyos exponentes en agradecimiento donaban algún óleo a la institución, que con el tiempo y la fama de sus pinceles ahora guardan un inmenso valor coleccionista,  sin olvidar además la rapiña de otros bienes que eran propiedad del Ateneo y también el numeroso repertorio artístico del pintor trujillano doctor Rosales Albano (hoy comercializado por Mercado Libre y otros vendedores), autor que obsequiara a tan digna institución antes de su muerte. Y yo me pregunto, con aquello popular que no hay ciego peor  al que no quiere ver, ni sentir, ni darse por enterado, o hacerse el loco, o falto de ética o ser cómplice porque el que calla otorga, o sea por omisión, y así otras penalidades que cualquier juez justo las conoce y aplica, ya que de lo contrario peca en sus obligaciones y está sujeto a posteriores reclamos públicos y privados, por encima de que tenga  acomodada la espada de Damocles, es decir de ser juez provisorio y sujeto a su destitución cuando viniere en gana y de acuerdo a lo perentorio del caso.  Me pregunto pues, ¿Es que acaso toda la colección de pinturas y muebles sustraídos en el Ateneo de Trujillo que debe alcanzar millones de bolívares, no tienen valor alguno, artístico, histórico o patrimonial, etc., para el juez decisor de esta causa penal, quien sin temblarle el pulso, según se me ha dicho en el lamento popular, ordenó poner en libertad inmediata a los causantes de estos execrables delitos contra la humanidad, el patrimonio y los derechos humanos, aduciendo sencillamente que lo cursante en el expediente para decidir de acuerdo con su escaso argumento lo consideraba una minucia o de menor cuantía y que por tanto tales vándalos peseteros podían seguir en libertad y apenas bajo régimen de presentación en este juicio ahora famoso en los anales de esa interpretación tan personal y lesiva a los intereses patrimoniales del estado, de la cultura, de la trujillanidad y de los que fueron también saqueados en sus ideales y disposición porque con el pensamiento altruista habían dispuesto obsequiar sus bienes a un  patrimonio universal con el fin  de ser expuestos ante el público a objeto de mejorar la cultura en todos sus sentidos y no para que cayeran esos objetos invalorables en manos de forajidos ladrones muy bien manejados por supremos coyotes de carácter mafioso que se lucran y lucrarán, como se hizo en tiempos nazis, con bienes de riqueza universal mal apropiados y que algunos se dejan en descanso y alza de precios hasta por años, para luego salir al mercado internacional con pingues ganancias delictuales. Y aquí viene a la memoria el comentado libro que el periodista caraqueño  Willian Ojeda publicara hace algunos años e intitulado “¿Cuánto vale un juez?”, quien por vueltas del destino que a veces parece como también ciego, ahora forma parte de la bancada oficial entre los representantes que se tienen en el Congreso Nacional.

Diego García de Paredes.
“Vivo sin vivir en mi y tan alta gracia espero, que muero porque me muero”, verso acaso producto del aeda san Juan de La Cruz, es como corolario de lo anterior, donde se resume la barbaridad de lo ocurrido, que  considero salvo ser decisión de carácter político, como se me señala, pueda reformarse en el dictamen posterior, porque el pueblo trujillano no podía creer en lo que según tengo entendido expresa la sentencia sobre esos niños de pecho o angelitos caídos del cielo en la ubérrima tierra para cambiar la faz del universo.  Pues bien como hemos señalado de manera muy clara según puede desprenderse de los hechos ilícitos realizados, la primera parte  de la operación malandra consistió en tomar por la fuerza y sin que nadie se opusiera debido a ese mismo carácter violento y para despistar, el edificio del Ateneo de Trujillo, donde pudieron sentirse a las anchas estos antisociales, al estar en todo apoyados con dinero y protección  del anterior cuanto desastroso ejecutivo regional  través de la dirección de Cultura y según se declarara a la prensa nacional. Una vez tomado el inmueble por los apoyados amigos de los ajeno se entró en la segunda parte de la operación malandra, con despistaje o confusión  incluso, en donde aquí entra el apoyo incondicional del cerebro que desde Caracas dirige toda la operación, con lo que se calcula al detalle cuanto sirve y justiprecia o no de esos bienes “en custodia” por ser ya funcionarios públicos del lugar, porque los otros empleados anteriores son despedidos para hacer el trabajo a las anchas, ayuno de testigos, con la meticulosidad para cada caso dictada desde Caracas. Allí salieron a relucir precios de avalúo y merchantes de profesión, mientras iban desapareciendo con el agravante de la oscuridad nocturna y el robo solapado  todos los lienzos y objetos de valor, transportados en camionetas propias en bolsas plásticas grandes y negras, hacia lugares de escondite y de plena seguridad, mientras se resolvía el envío posiblemente a Caracas, aunque algunas piezas de poca monta pudieron quedarse en el propio Trujillo. Y acto seguido con el curso de los días para más desorientar en el despiste o distracción se procedió ante testigos a incinerar en el mismo recinto del Ateneo, o fuera de él, las piezas y los papeles que no interesaban y se tenían de poco valor comercial en el mercado fraudulento de estos bienes  protegidos por especiales y únicos.

En la siguiente fase de la operación malandra (sinónimo de delincuente) ya se pasa a ocupar el histórico inmueble que hace tiempo fue declarado oficialmente como parte inalienable y en todo protegido del patrimonio artístico y cultural de Venezuela, para lo cual se formó un zafarrancho mayúsculo con presencia de la prensa y todo lo demás, donde premunidos  de aquel viejo poder oficial que los respaldaba  invadieron de pronto el sagrado monumento nacional, e incluso hubo un pleito inicial porque los invasores acompañados de policías no quisieron firmar una acta de entrega del inmueble y los bienes allí contenidos, mientras ellos expulsan del recinto a los directivos e Individuos del Número de ese Centro de Historia presentes, ufanándose en borrachera de gobierno con lo que habían hecho y pasando a ocupar de inmediato todo el inmueble que es recinto nacional protegido desde el año 1943.  Allí fue cuando comenzó de verdad y con suma precisión a expoliarse todo lo útil y de gran valor en ese lugar contenido, cuando previamente incautos propietarios prefirieron donar esas pertenencias históricas al renombrado Centro Cultural para evitar su pérdida, lo que en realidad fue un boomerang, porque el mayor capo de la operación exterminio en la fase tercera del asalto ya tenía con antelación y años de estudio o conocimiento sobre el inmueble y sus pertenencias lo que era susceptible de negocios desde luego inescrupulosos y lo que se podía excluir, para también desorientar sobre el inmenso robo perpetrado paulatinamente y durante varios meses sin vigilancia,  con el mayor sigilo, preparación  y nocturnidad, repito, sobre piezas por encima de cualquier cálculo que ascienden en su valor comercial a varios millones de dólares, vamos a decir imposibles de creer tales sumas en un medio conservador y recatado como es la ciudad de Trujillo y sus habitantes, en la mayoría excelentes personas y sus familias.

Para concluir esa exposición dolorosa y sin guardarles rencor a algunos de los participantes en el saqueo y enriquecimiento ilícito, porque varios  pertenecen a familias honorables del lugar, aunque fueron llevados de la mano del diablo y de la ostentación truncada, con un seudo gurú que los entrenaba entre discursos vacuos y drogas alucinógenas, y hasta con el cerebro director ubicado en Caracas, que tiene años de manejar estos negocios raros con suficiente  viveza mercantil,  y en vista de que la sentencia supongo no definitiva adujo, según me han informado que los delitos cometidos eran de poca monta y por tanto esos detenidos podían  continuar siendo enjuiciados en libertad y con apenas un régimen de presentación que desconozco, en el tribunal de la causa, y antes de que posiblemente por malabarismos jurídicos prescriba cualquiera  de esos delitos o minucias ilegales como lo dispone la referida decisión, para dar libertad plena, en lo que algunos alegan es una decisión política y menos jurídica, a fin de que el juez tenga conciencia sobre las “minucias” o poca monta referida en la decisión señalada y basados en la deontología profesional, la ética mantenida por el magistrado y los principios universales sobre la carta de los derechos humanos que rigen en nuestro país, fuera de otras leyes y disposiciones de carácter interno obligados de su uso, voy a dejar abiertas unas cuantas interrogaciones que el ciudadano juez deberá resolver para juzgar debidamente sobre los paradigmas legales que a mi humilde entender se contendrán en la sentencia definitiva sobre el caso, para la tranquilidad ciudadana y el éxito de la gestión, como fue el caso renombrado en Trujillo sobre la decisión tomada por el juez Lomelli Rosario en tiempos de la Junta de Gobierno que entonces presidía los destinos de Venezuela.  Así:

1)    ¿Es acaso algo de poca monta el robo de toda la colección realizada por el renombrado pintor y muralista ucraniano Yvan Belsky, fallecido en Canadá, donde se incluyen grandes y pequeños cuadros, alrededor de cien, incluidos una pinacoteca histórica trujillana, cuyo precio es incalculable?

2)    Es acaso algo de poca monta el robo de la colección de pequeñas estatuas del tiempo faraónico egipcio (4.000 años atrás) cerca de 15 piezas cotizadas en el mercado internacional en las mejores pujas de casas especializadas (londinenses Sotherby’s y Christie’s) en tal mercadeo, adquiridas al embajador Antonio Martín Araujo y que reposaban con sumo cuido en el museo de la institución, por ahora bien escondidas para su venta y cuyo precio es por demás incalculable?

3)    ¿Es acaso algo de poca monta el robo de toda la colección biblioteca del ilustre pensador trujillano Mario Briceño Iragorry, debidamente empastada y con algunos y tantos 3.000  ejemplares cuidados, que donara su familia al Centro de Historia, incluidos sus correspondientes escaparates de madera fina y cuyas dedicatorias en libros allí incluidos tienen igualmente  un gran valor, cuyo precio en conjunto es por demás incalculable?

4)    ¿Es acaso algo de poca monta el robo de toda la colección de la nutrida Biblioteca 24 de Julio, integrada al Centro de Historia por el ejecutivo regional con piezas únicas de alto valor y rareza, como las otras colecciones de libros y entre las donadas por mí (colección colombiana, de guerrillas, etc.) y de otros distinguidos escritores que antes de venderlas prefirieron obsequiarlas como medio de instrucción especial,  y cuyo precio en conjunto es por demás invalorable?

5)    ¿Es acaso algo de poca monta la colección completa de algunos 70 números del Boletín del Centro de Historia, que resume buena parte de la historia e historiografía trujillana, núcleo de información perdido para siempre, cuyo precio en conjunto es por demás incalculable?

6)    ¿Es acaso algo de poca monta la colección completa de libros y folletos trujillanos no comerciales, como el famoso semanario Presente y otros regionales, para disimular el latrocinio botado en el quemadero de basura de Jiménez, cuyo precio para el estudio de la cultura regional es por demás incalculable?

7)    ¿Es acaso de poca monta la colección de monedas, medallas y billetes internacionales, de bastones, de cartas originales, la colección de cuadros diferentes, la magnífica colección indigenista trujillana y la de armas  antiguas, estas últimas desaparecidas en parte y en sus piezas de mayor prestancia, cuyo precio en conjunto es por demás incalculable?

8)    ¿Es acaso de poca monta la variadísima colección de cuadros coloniales y diversas pinturas que colgaban en sus paredes, como el hecho en gran tamaño por Antonio Herrera Toro (1857-1914), famoso y entre los mejores maestros cotizados con Michelena de la pintura venezolana, o el del general americano Lee (¿Grant?), de la guerra de secesión americana, cuadro de buen tamaño y en magnífico estado, con un valor arriba de los 30.000 dólares, según entendidos, cuyos precios en conjunto son por demás invalorables?.

9)    ¿Es acaso de poca monta la cantidad de muebles antiguos que los cacos se llevaron del Centro de Historia, incluidas las computadoras y otros utensilios eléctricos de trabajo, grupo de enseres útiles y necesarios para la institución cuyo valor es por demás incalculable?

La relación de bienes aquí señalados viene a ser una pequeña parte de lo que se conservaba en el Centro, pues es lo que a grosso modo recuerdo sobre la infinidad de bienes desaparecidos.

Catedral de Trujillo.
Sea oportuno señalar además la avilantez delictual de este mismo grupo ladrón  que en una noche oscura y solitaria a golpes de mandarria destruyó la enorme estatua en bronce del fundador español de la ciudad,  Diego García de Paredes, obra del reputado escultor hispano Juan de Ávalos y cuyo valor apenas del bronce robado esa trágica noche a razón actual de unos cien (100) dólares por kilo, multiplíquelos usted por cinco mil kilos de peso, y verá que solo el volumen del bronce (aleación de cobre y estaño puros) allí timado alcanza a la fabulosa cifra de medio millón de dólares. A ello hay que añadir el enorme retrato de Diego García de Paredes, pintado  en España por el conocido maestro Solís Ávila, el busto del ilustre Sancho Briceño, primer embajador de Venezuela ante la corte de Felipe II, el busto en mármol de almirante descubridor (se los repito) Cristóbal Colón, el cuadro sobre la Declaración de Independencia de Trujillo y otras perlas que quedan  en la tinta, porque están al voleo. ¿Y usted qué dice luego de esta lectura?, ¿Y qué pensará el juez?. Sobran las palabras.   

Bueno, ya voy a terminar esta suma de datos certeros, porque considero más que suficientes para dictar una mejor y sabia decisión sobre este sonado y espinoso caso aún en pendencia de litis, porque con los señalamientos aquí exhibidos, que no se pueden esconder y las otras pruebas susceptibles aún de aportar, el probo juez que se luzca con la sentencia quedará para siempre honrado en los anales de la jurisprudencia venezolana, lo que esperamos de todo corazón que así se resuelva en el bien nacional y universal.  Desde luego que para completar este informe casi detectivesco deben leerse mis anteriores tres crónicas al detalle  sobre el doloroso caso que se contienen en este blog  en octubre y noviembre de 2.013  e intituladas “Don Corleone: un robo casi perfecto (I y II)”, y “El síndrome trujillano de Estocolmo”.