Amigos invisibles. En este segundo capítulo referido al bello sexo que pudo rodear como una aureola la testa coronada de El Libertador Simón Bolívar y donde ya hemos traído a dieciocho amantes con currículo histórico elaborado por destacados conocedores del tema y hombres de preferencia que se empeñan en el esclarecimiento de los pasos de Clío, donde sobresalen mujeres de la calidad de María Teresa del Toro, su esposa, de Josefina Machado, conocida entre los íntimos como la “Señorita Pepa”, tan vinculada al caraqueño por varios años, la fascinante Manuela Sáenz, que le dedica una década y toda su vida además, la encantadora Julia Cobier, que a base de cariños le salva la existencia llenándolo de fantasías nocturnas, y la boliviana María Joaquina Costas ¡ah¡, que como la colombiana Ana Rosa Mantilla con certeza demostraron la no esterilidad del héroe, de lo que desde luego el caraqueño murió convencido por estar ello fehacientemente demostrado.
Pero en este segundo aparte del corazón bolivariano, que a veces fue duro y otras supongo que cariñoso, debido como he contado a las complicaciones de su vida trashumante por nómada que le impedían enseriar esta parte de su razón, comenzaremos por mencionar otras damas que también tuvieron sus enredos sentimentales y hasta más allá con Bolívar, como lo demuestran algunas crónicas de aquel tiempo, o ciertas referencias descontextualizadas pero indicadoras de esos sentimientos, y en fin que por diversas fuentes advenidas se cae en razón de la intimidad que existiera entre las parejas ocasionales. Así acontece con la caraqueña Gertrudis del Toro, casada en dos oportunidades, por Ahora con respecto a tantas mujeres que afloran en este ramillete incansable de cultivadoras del amor bolivariano, y piénselo usted a su entender, voy a utilizar el sistema de el alimón para referirme a tantas de ellas que en diversos países, con nombres y señales en su oportunidad formaron la legión cultivadora de su imagen en este sentido, habiéndolas engarzado para su conocimiento de diversa manera y que aparecieron oportunamente en la soledad del héroe para darle calor y cobijo sentimental a lo largo del derrotero marcial en que peregrinaba. Dejo a ustedes, amables lectores y para que se distraigan, el encargo de colocar tantas damiselas y hasta señoras de respeto y devoción local, no solo en el sitio que les corresponde dentro de aquel corazón compartido con la militancia amorosa, sino el lugar y el tiempo en que las hazañas escondidas o públicas ocurrieron, de acuerdo con el desplazamiento del Libertador en los diversos lugares de visita, para lo cual pueden valerse de su cronología contenida en la página web. Gracias de antemano y que en ello me ayuden, como a los interesados en este tema tan lleno de vivencias.
Pues bien, así señalaremos a Josefina Núñez, Isabel Jiménez y a la venezolana de Margarita (Juan Griego) Asunción Jiménez, nexo ubicado en 1816 como lo asienta el conocido oficial y marinero Bernardo Jurado Toro, relacionándola a esta última con las permanencias de Bolívar en Margarita y Tierra Firme después de las expediciones de Los Cayos y Jacqmel. Otra señora que asocia ese escritor al alma divina de Bolívar, es la dama tachirense Juana Pastrano Salcedo, humilde, nacida en Piedra Gorda cerca de Capacho Viejo, en 1795, quien en sus 25 años acompañara la expedición bolivariana de
Si bien en la primera parte de este trabajo amatorio o mujeriego resalté la figura de la señora Costas, por ser la madre de don Pepe Costas, el hijo de Simón Bolívar, ahora señalaremos también a Ana Rosa Mantilla, a quien Bolívar encuentra en octubre de 1819 al llegar a la fresca San Carlos de Pie de Cuesta, cerca de Bucaramanga, en Colombia, bella y coqueta vecina, con dos trenzas de cabello anudadas en rojo, y con quien pasa dos noches de placer, al estilo Musset, de lo que nos referiremos oportunamente, quien en la consagración espiritual nueve meses después y como hijo le oferta al robusto Miguel Simón Camacho. Otra mujer que por allí se acuesta con el caraqueño es Lucía León, mulata de origen esclava, “muchacha bien parecida y sugestiva”, la que vivía en Ocaña donde unas señoritas de apellido Jácome y fue madre de un sacerdote presunto hijo del caraqueño. Por ese camino del querer Juana Eduarda de
Puede ocurrir que alguna de tantas “morlacas” se me haya escapado desde el redil del cuadro vital bolivariano, pero lo aquí inserto deja por conclusión inequívoca que el caraqueño a partir de su tierna edad del 16 cumpleaños seguidos y por 31 años más, el mundo erótico siempre lo persiguió, en una u otra forma. En las dos partes de este trabajo sentimental e histórico he traído al recuerdo algunos rasgos importantes en la relación de Bolívar con 27 amantes, todo de diversa factura, cosa que le coloca como sujeto de colección, de eso que ahora moderno llaman Guinness, y que entre tantas damas señaladas, en la diversa escala social que tenía sin cuidado a Don Simón, aquí por lógica razón y como afirma el dicho, no son todas las que son ni están todas las que deben incluirse, y por motivos obvios. Pero lo que no se puede obviar en esta ruta bolivariana de algunas 40 ciudades y sitios escogidos para el amor casual, es que por encima de haber sabido disfrutar de la vida para quizás compensar la pesada carga de su diaria faena, con toda seguridad esas tantas mujeres no se pueden esconder debajo de la alfombra, como algo imposible de su existencia, porque el número es apabullante y valga decirse que entre todo este sortilegio femenino mucho tuvo y tendrá de qué hablarse. Eso está más claro que la luz del sol y en lo adelante con ciertas interpretaciones científicas, sutiles e historiadas habrá de tratarse este paso bolivariano con todo el rigor lógico a que es menester, así existan cabezas calientes que cultivando el fallido mito de la pureza lo nieguen todo y sean pesimistas de nacimiento.En este viaje ligero pero sustancioso hemos podido encontrar rescatando a mujeres como la mejicana (1), española (1), francesas (4), venezolanas (muchas), dominicana (1), colombianas (muchas), ecuatorianas (muchas), peruanas (más de 3 conocidas, fuera de la cohorte de Lima), bolivianas (2) y una norteamericana. Dejo así a las vista de los lectores todo este acervo informativo, acaso único, que podrá completar con sus otros conocimientos sobre la materia. En el futuro trataré en este blog el tema de los hijos de Simón Bolívar, que destruye una mentira más y bien falsificada con aires de científica, sobre que el reservado caraqueño era estéril. Otra falacia que por engañosa hemos inserto con la adoración perpetua, en el tacho de la basura. Ya lo verán.


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