sábado, 27 de octubre de 2012

EL PRIMER GOLPE DE ESTADO OCURRIDO EN VENEZUELA.



                  Amigos invisibles. Como hoy el país luce en calma aparente, porque la mezcla del natural no se ha revuelto, ello me da oportunidad para retroceder el disco duro mental en busca del acontecimiento mencionado en el título, que guarda mucho de connotación histórica por ser primero, aunque luego de tal hecho triunfante, que fue lo que se llama golpe frío de palacio, se han desencadenado muchos de su calaña, y seguirán desde luego apareciendo por la idiosincrasia del venezolano, que salvo excepciones abjura de vivir en paz dentro de un sentimiento nacional extendido como las malas juntas a otras naciones, porque tal cual lo he afirmado anteriormente en la sin razón desmedida todo emana del principio que somos sietemesinos y que nuestra república, por las circunstancias riesgosas del momento fue primeriza, y ello lo hemos pagado con creces, al extremo que aún a doscientos años de esos aconteceres aún seguimos viviendo entre el sobresalto  y la impunidad. Por esta circunstancia algunos historiadores de avanzada y vistos tales sucesos inauditos para el momento de los tiempos actuales nos tienen como la oveja negra familiar, por lo atrevido y frontal de nuestro proceder con las implicaciones posteriores que marcarán la pauta a continuar, para ejemplo de muchos, aunque otros versados en historias y más precavidos por conservar el seso con cierto equilibrio, no van tan lejos de la apreciación a objeto de alborotar profundos sentimientos del destape temático, como se expresa ahora, sino que dando los hechos por consumados se dedican a estudiar el caso según el sabio entender de su reflexión, que no siempre es precisa puesto que todo  ser tiene una cultura personal cultivada y de ella emana como un substratum de consideraciones que desde luego están signadas por lo que es uno en sí. De allí que salgan tantas teorías, apreciables o no, sobre aquel hecho trascendental que una mañana no muy clara de abril de 1810 por azares del destino diera al traste con 300 años de poder para dentro de la orfandad impuesta iniciarnos con pasos trémulos de pìninos, saltos al vacío y traspiés, a veces afortunados, por lo que andamos en estas postcenturias que han corrido como fuerza telúrica, en un mensaje aún sin destino, para parodiar la expresión acertada del pensador cristiano Mario Briceño Iragorry.
            Pues bien, como dijera Don Quijote a Sancho en cuanto a toparse con los poderosos, en este caso para nosotros y ante el cúmulo de interpretaciones que se han escrito sobre dicho momento histórico, de uno y otro lado del mar, iremos asentando otras cuantas verdades que aunque dolorosas en sí no podemos edulcorar mediante fantasías y hechos cumplidos, como cuando en 1582 se sustituye el calendario Juliano por el Gregoriano para en el arte de birlibirloque ser más viejos diez días sin aprender otro tanto, de donde es bueno recordar a este nivel de la trama, que todo comienza desde cuando el desorientado almirante Colón y prácticamente por cuenta de migajas a un pequeño y pobre reino europeo como es Castilla entrega todo lo que ha descubierto, que es nada menos que medio mundo para muchos desconocido y que él con el enorme déficit mental que tiene sobre estas materias indígenas, ni por carambola puede pensar que con su arribo milagroso a Guanahani cambió la historia terráquea y marítima para con ello dar pie a tantos apetitos desordenados. La reina de Castilla y su consorte real aragonés andaban todos embrollados para ese tiempo de luchas intestinas seculares, porque como ocurre con el cuero seco que se acaba un pleito aún sin terminar otro, en ese 1492 dizque descubridor los monarcas católicos no solo combaten frente al rey moro granadino, sino que por detrás del campo batallador contra los cristianos hacen otra lucha las fuerzas vivientes de los moriscos no conversos y los soterrados judíos que a la callada con el manejo de su riqueza andan en busca de otra torta mayor que en aquel leguaje naciente llamaron Indias. Este pleito en permanencia y fuerte sin embargo no demerita el hallazgo inmenso que significa América, con lo que se abre el nuevo siglo, por lo que pronto el depauperado y al borde de la quiebra reino interior peninsular se transforma en un haz de poder, que traspasa al otro mundo desconocido y propio, salvo el pleito secular que comienza con los avispados portugueses, y así vemos como los ejes de Sevilla y Madrid van cogiendo fuerza en el contexto europeo y donde los caminos conducen hacia ellos, en busca del oro americano. Y de las princesas también, porque pronto la católica casa real de Austria, que domina una parte de Europa, con las agallas imperiales ve la oportunidad de las alianzas esponsalicias, para consolidar ampliando el poder extrafronteras, de donde el apuesto y flamenco príncipe Felipe El Hermoso a sabiendas que existe Doña Juana, la hija de los Reyes Católicos, sin conocer que de guapa nada tenía y pasada de peso, por eso que llaman alianzas de Estado se desposa con la dicha Juana, teniendo así al hijo Carlos, que al morir la reina su madre hereda el trono español, sin saber mucho de él, sino de su riqueza, lo que le llama a establecerse en España, con la ya loca entera Doña Juana en vías de enclaustramiento a vida. Así las cosas entra a reinar la casa de Ausburgo, hasta noviembre de 1700, en que muere el medio loco Carlos II, “El Hechizado”.
            El hombre que en este tiempo irá a fortificar el poder español que dejara en peligro el gotoso flamenco Carlos Iº de España, porque se enfrenta de veras a tantos enemigos que aparecen, es su hijo Felipe II, taciturno y frío, católico romano convencido, pero fiero que pelea hasta con el viento, como acaeciera con otra batalla de los molinos ventosos cual fue la conocida Armada Invencible, en las costas británicas, que es otro cuento largo de referir. Con Felipe II, pues comienza a cimentarse de veras el poderío español en América, que es conocida o descubierta para sí por los hispanos iberos, trasvasando al tiempo un poder inaudito, sin contemplaciones ni fronteras, a través de las sabias leyes peninsulares traídas a estas tierras colombinas para manejar el conjunto, las fuerzas atemorizantes y desconocidas de lo militar, y el otro poder de la Iglesia que a través de la evangelización forzada y de la inquisición comprometida sostenían sin contemplaciones críticas el “status quo”, por encima de las rencillas confusas, que muchas veces fueron ahogadas en sangre. Entonces la gente del pueblo raso para arriba podía comentar de baja voz, mas nunca desobedecer la imagen divina y poderosa del Rey español. Pero sucedió que por obra de la evolución territorial pronto aparecen las castas y clases sociales, dando origen a situaciones diversas y difíciles de manejar, que en el curso de las décadas se hacen más complicadas, donde se tuercen intereses de toda índole, con la compleja esclavitud principalmente negroide y la aparición de una sociedad mestiza que aspira otros derechos a favor de su gente dentro de la sociedad poco permeable que existe a nivel americano, y donde ya despunta una clara división clasista imposible de detener, mediante el fortalecimiento de otro grupo social en auge correspondiente a los españoles nacidos en América, como a sus descendientes, grupo dinámico que legalmente tiene menos poderes y privilegios en comparación con los llamados españoles peninsulares nacidos en España pero en América de raigambre, situación dual molesta que comienza a profundizarse cuando los hispanoamericanos como es de suponer se enriquecen en mayor proporción a los peninsulares, lo que da motivo a hondas disputas por los fueros de clase, mientras transcurre el llamado período colonial, que desde el siglo XVII tiene visos de corrupto, a pesar de los juicios de residencia existentes, para entrar en el siguiente siglo XVIII donde prospera lo venal y aquello de que “la ley se acata pero no se cumple”, llegándose al extremo áureo de vender al mayor posiciones y títulos con el mejor descaro, como fue asentar por escrito y mediante pago impositivo que una familia negra era blanca, y que así debía de tenérsela en lo adelante, como sucedió con los mulatos Bejarano, en el hazmerreír caraqueño, donde se demuestra lo incomprensible por el afán pecuniario en que vivía envuelto el desinformado y multicornudo rey Carlos IV. Pero tan fuera de orden y falto de visión como de picardía andaba ya este monarca que con un enemigo poderoso a las puertas de su territorio como era el corso Napoleón, pronto cayó en la trampa sabida de permitir ingresar a la Península las tropas bien preparadas de este general triunfante, con la excusa consentida de cruzar los gabachos aquel tramo peninsular para someter al reino portugués, criterio ingenuo que resulta en la ocupación de España por las tropas transpirenaicas, lo que desemboca en escenas de heroísmo o valentía carentes de eficacia y como de mera espectacularidad, para quedar de todos modos así entrampados en la jaula napoleónica, con la pérdida del poder y en el fondo de la nacionalidad.
            Cuando toda esta trama de carácter grave planteándose razones vino a saberse en las colonias provinciales de América, ergo en Venezuela, el grito al cielo no se hizo esperar con la nueva situación establecida e imposible de reconocer a favor del enemigo tradicional, desde épocas del monarca francés Francisco 1º y de antes, de donde en conciliábulos de todo valer, tanto de día como de noche, se plantea el problema inmenso del divorcio existente por tan grave causa, como de la orfandad  en que se cae, porque al permanecer preso el Rey español, dueño y señor del Nuevo Mundo, al tiempo de propietario por herencia inmaculada y decisión divina de estas tierras americanas, el vínculo desaparece de ipso facto, quedando todo a merced de las ideas de diversos extremos, fuera de las débiles conciliadoras, para solucionar tan magno acontecimiento que de  momento no tenía salida. Pero la cosa se complicó aún más porque dos atrevidos oficiales franceses desembarcan en el puerto de La Guaira trayendo en su morral letras patentes donde se verificaba que en lo adelante Venezuela debía tener por Señor campante y todopoderoso al propio Napoleón Bonaparte, quien delegaba funciones de mando a todo nivel en el invasor Duque de Berg, por lo que aquello volvióse repanocha sin sentido, y mientras los delegados del referido duque Joaquín Murat corrían sin pararse hasta La Guaira, para defender la vida, en Caracas comienza a fermentar la situación en que los más avispados mediante teorías novedosas y antipeninsulares siembran el panorama con un pesimismo nada derrotista pero si aleccionador en cuanto a lo que por maniobra subterránea está germinando, porque ya los estamentos sociales se mueven de diversa forma siempre exigiendo derechos conculcados y hasta algunos originales, mientras las ideas extremas principalmente nacidas del revolcón revolucionario francés, con mucho de ateo o librepensador, y otros desmanes que aparecen como la posición republicana y el rápido ascenso de una clase poderosa por el número y la efectividad, todo lo que trastrueca la paz agrietada en que se vive, en medio de un desenvolver anormal de sus habitantes, manifestado ya en reuniones ilícitas tendiendo al desorden y a la desestabilización. En ese preciso momento de la historia y cuando todos reniegan del afrancesamiento político y privado del Gobernador y Capitán General Vicente de Emparan, vasco vecino de Francia, el caldo de cultivo  que colinda con lo anárquico va tomando cariz de verdadero peligro, porque si bien y para no levantar suspicacias, los más empeñados alegan que algo debe hacerse para defender los derechos de la corona española, que va pasando del gordiflón Carlos IV al tarado insecto kafquiano que es Fernando VII, en el fondo de la mira lo que se puede entender es el nacimiento de una verdadera conspiración antimonárquica madurada desde 1808, de la que no se puede hablar ya que ante el temor las paredes tienen oídos y la sordera abunda. El corrillo político se enardece y va cogiendo fuerza porque en ello toman la batuta figuras principales como los ya convencidos hermanos Bolívar Palacios, el frenético José Félix Ribas, Martín Tovar Ponte, Mariano Montilla, el mismo marqués del Toro y otros madrugadores de talla con tantas ideas desplegadas y entre los que descuella un sacerdote canónigo con poca congrua y amigo de la indisciplina que lo aleja de los reglamentos eclesiásticos, que es el chileno José Cortés de Madariaga.
            Ya en funcionamiento este tinglado subversivo, que contrario a los previos alzamientos de Bolivia y Ecuador va por buen camino triunfal ante la displicencia de las autoridades y la mediocridad de sus funcionarios, dentro de un disimulo aleccionador se preparan nuevos pasos a dar,  aunque ya el espionaje del gobierno anda en su función normal y los informantes, traidores y alcahuetes no cesan de aparecer, de donde el cura Juan Vicente Echeverría sin temblor alguno delata ante el gobernante Emparan buena porción de la trama que está al estallar, como por otra vía también lo denuncia el luego famoso Andrés Bello, mientras Emparan trata de lavarse las manos y da poca importancia a lo ya conocido, que forma parte de la otra trama mayor llevada a cabo por aquellos vigilantes mantuanos que habían sido confinados preventivamente en sus haciendas y que ahora gozan de libertad. El golpe de Estado, pues, que sería el primero triunfante en América para acabar con el imperio español, fue algo cosa de la suerte, porque muchos errores se cometieron, sin contrapartida exterior, de donde luego de vivir conspirando en escenarios como la casa del río Guaire propiedad de los Bolívar, donde los Ribas, el conde de San Javier y el cuartel de la Misericordia, desde las tres de la madrugada del día 19 de abril de 1810 se inició este movimiento para derrotar 300 años de convivencia, 300 años de cultura, 300 años de legalidad, 300 años de mestizaje e identidad, 300 años de tantos éxitos superiores a los angloparlantes, a pesar de los errores cometidos, con el uso de las costumbres comunes, la familiaridad, la creencia cristiana y la unidad dentro del desorden de una sociedad cambiante, que todo y en un día ocre para el recuerdo fue tirado por la borda, y hasta siempre, mientras se dejaba atrás una estela de odio y de terror. Y como era día jueves consagrado por tanto a las festividades religiosas de la Semana Mayor, el incrédulo Emparan pasó por el Cabildo sesionante, donde se detiene poco tiempo, para sosegados los ánimos en apariencia, atravesar la Plaza Mayor caraqueña, con la intención de penetrar al templo catedralicio a objeto de presenciar el acto religioso conmemorativo. Mas como ya andaba en grado de ejecútese el despiadado golpe, heredero de la conspiración fraguada en 1808 por las clases criollas dirigentes, algunos patricios se adelantan al mandatario, quien antes de penetrar en el recinto de la Fe es detenido por el fogoso Francisco Salias, al tiempo manifestándole que debe regresar al Cabildo, mientras el oficial de a pie Luis de Ponte ordena bajar las armas a la tropa que ya apuntaban defensivas hacia el pueblo.
            El la efervescencia de este golpe de Estado, de tan mal ejemplo en la historia política de Venezuela y de América, cuando Emparan regresa ante el Ayuntamiento ya encuentra caras poco amigables y dispuestas a todo, porque con rapidez e irrogándose representaciones inexistentes empiezan las exigencias que se esgrimen impetuosas ante el asustando vasco Gobernador, que ahora no cuenta con nadie que lo acompañe en el destino final, porque los cabildantes fruncen el ceño y piden la renuncia de este funcionario, mientras en las 200 personas que pueden estar congregadas frente a ese histórico edificio que de tiempo atrás le llaman Casa Amarilla, varios exaltados maquinan entre esta gente muchos de ellos analfabetas para en definitiva manifestarse a todo dar contra la autoridad legítima española. Allí en el recinto estrecho de la plaza desde la mañana se han colocado ciertos personajes con el fin de convencer a los analfabetos de cultura, que eran aplastante mayoría, como sabemos, siendo los cabecillas del motín el médico yaracuyano Rafael Villarreal, el mulato Pedro Arévalo, Dionisio Palacios y otros que por fuera o por dentro del escenario en ciernes, pensaban cumplir a pie juntillas con el enojoso golpe institucional. Entretanto el gobernador Emparan asediado adentro de la Cámara por los cultores de la infamia, para ponerle a ello algún nombre certero, en un momento de debilidad y sin saber lo planeado, propone que a objeto de dilucidar la situación de angustia presentada saldrá al balcón para en un referendo popular amañado someterse a la decisión del mismo pueblo de si quería o no continuar con su gobierno, por lo que acto seguido se asoma en traje de gala al tétrico balcón y pronuncia el brevísimo discurso de si querían su mando, aunque los confundidos presentes en la plaza que no entendieron la propuesta de Villarreal y Arévalo, encargados de soliviantar a un pueblo extraño a lo planteado, cuando Emparan adujo si querían su gobierno, todo confundido y a ex profeso este inocente “tercer estado” ante la presencia augusta de Emparan afirma que “Sí lo queremos”, pero de inmediato y ante la reacción necesaria el demagogo cura Madariaga atribuyéndose una supuesta defensoría del pueblo sin empacho se coloca detrás de Emparan, alza las manos  y con señas expresivas comienza a hacer signos de “No”, con lo que el vecindario presente en la maniobra alevosa, que siempre como pueblo se equivoca, porque aquí ello se demuestra sin excusas, cambia de parecer y cual loro amaestrado continúa el canto lastimero esta vez en coro hacia el grito hueco de “No”, de donde frente a tan tremendo desengaño Emparan regresa consumido a su asiento y declara imperturbable, a la luz de los siglos, “!Pues yo tampoco quiero mando¡”.
Al día siguiente comenzaron los preparativos para disolver el poder español, aunque a objeto de evitar posibles disturbios los complotistas maniobran una tal Junta Defensora de los Derechos de Fernando VII, que en el fondo era todo lo contrario. Así las cosas y dentro de la detención arbitraria de los funcionarios hispanos, ya en camino del desgobierno a continuar las principales autoridades  como Emparan, Anca, Basadre, oidores de la Real Audiencia y tres militares que prefieren emigrar, luego de la resaca fiestera habida por el triunfo golpista, bajo custodia de húsares son transportados al puerto de La Guaira, donde se les expulsa de Venezuela a bordo del bergantín Nuestra Señora del Pilar, patrona por cierto de la hispanidad. Así termina el ciclo tricentenario que abriera el inefable Don Cristóbal Colón cuando en 1498 sin descubrir (¿quién descubre a quien?) se acerca a los naturales que perplejos le miraban en las costas del oriental Macuro, para iniciarse el encuentro de dos mundos, mientras algún avispado marino español llegado a tierra a las escondidas y con rapidez hacía uso de alguna indígena americana. Pronto, pues, los demagogos de siempre enardecidos por la Sociedad Patriótica que se crea, el club afrancesado de los Sin Camisa, y otros grupos parecidos, darán la estocada final, para que en la reacción a esperar pronto aparezca dentro de la escena revoltosa a quien le toca en suerte continuar la severa contienda, en este caso el canario Domingo Monteverde, figura al azar con el que de veras se enciende la guerra llamada de Independencia, que durante cerca de diez años construyó un país en medio de la sangre y la desolación. Así fenece el “non plus ultra” de las columnas hispanas en América, mientras va hacia el tacho de la basura histórica todo un recio andar en que trascurren doce reyes soberanos de poder, seis títulos nobiliarios de extracción criolla y multitud de otros personajes distinguidos que forman parte de esta patria permanente, porque todavía dentro de la confusión que anda suelta  la mayoría se olvida de aquel secular tiempo creciente y en el desconcierto que siempre ha existido considera que dentro de lo iluso Venezuela existe a partir del 19 de abril de 1810.     

sábado, 20 de octubre de 2012

LOS SEUDOLÍDERES DE LA GUERRA FEDERAL.



               Amigos invisibles. Uno de los períodos más trágicos que ha recorrido Venezuela a lo largo de su historia convulsionada es el denominado por algunos la Guerra Federal, que en verdad comenzó por apetitos desordenados de poder en aquel país decimonónico consumido por un absoluto analfabetismo al que se agregara toda suerte de enfermedades y pestes que impedían el crecimiento poblacional, como producto desordenado de los defectos y ambiciones que se arrastraban desde el período de la Independencia, y porque los jerifaltes de la política que no tenían idea de lo que este panorama representa, se ensañaron en acabar con el país desde diversos frentes y para beneficio propio, de donde todo terminó en una espantosa carnicería humana que desatara el odio y la venganza en aquel tiempo primitivo, y que al final de esa guerra sin cuartel nada se ganó y todo se perdió, porque queda exangüe el país como antes, o peor, con el apetito desaforado de la rapiña, la muerte y el exterminio.
            Ahora vamos por partes para tratar de entender aquel episodio destructor que se fue cocinando por algo más de tres décadas donde reinó el desafuero e incontinencia de los hechos a raíz de terminar la cruenta guerra civil que viviéramos con el episodio de Carabobo, lo que pronto se traslada a Bogotá por ser la capital del país, mientras que en Venezuela persisten las heridas sin sanar de tal conflagración porque la sangre que corrió fue mucha y además a ello se agrega el detalle social de un arrastre continuo como resultado posterior a la contienda, lo que desde el inicio se comienza a vivir en medio de serias dificultades, por mantenerse las opiniones divididas con respecto a lo que está pasando y además ante la aparición de merodeadores de los desperdicios restantes por andar sueltos tierra adentro, como de la presencia de otros más avispados, tal el caso del general José Antonio Páez, quien salido de la nada como sabemos a fuerza de empuje y de superación llega a colocarse para el momento de la muerte de Bolívar como el personaje más importante de Venezuela, a quien pronto lo rodean personajes misteriosos ávidos de cuotas de poder que dañan en cierta forma la imagen del centauro llanero, amigo de comprar deudas militares a bajos precios como en un gran mercado de remate y que a lo largo de su azarosa vida política se rodeará de personas que hoy llaman de derecha, porque de manera tímida pero empeñosa al aparecer gacetillas y papeles de imprenta en el mercado nacional se forma también un pequeño grupo adversario de carácter liberal opuesto al conservador paecista, con Antonio Leocadio Guzmán a la cabeza, que en medio de pujas y traspiés van comiéndose esos lustros seguidos y que dan paso al próximo nepotismo de la familia militar de los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas, con una claque de diez favoritos pudientes, lo que da origen a que se atice el odio y los mal entendidos, que ya para mitad de siglo van corroyendo la identidad y la paz social poniéndolos al extremo de las dificultades, por lo que ya se encuentran nubarrones sobre la faz del país, que es cuando en medio de las consuetudinarias peleas caudillescas, que no caudillistas, aparece otra figura de las que llenan el panorama nacional, llamado Juan Crisóstomo Falcón, quien con su familiar Ezequiel Zamora tienen otras ideas para llevar a la práctica, o sea con el fin de tomar el poder, en lo que el relumbrón paecista no está de acuerdo, y como consecuencia pronto, en medio de tanto desacuerdo, mientras unos burros distraen a los vigilantes del cuartel militar establecido en Coro, un grupo de desafectos encabezados por Tirso Salaverría toman ese lugar de escopetas y otras armas de fuego para iniciar una guerra llamada Federal porque aún se disputaba tal palabra mimética desde los tiempos de la Independencia y entre las tesis de la federación o el centralismo, todo como digo mientras en el sube y baja de la historia el poder de los Monagas desaparece, sucede el episodio triste como valiente del doctor José María Vargas, asciende al poder de carambola un loco en la presidencia del país, que es Julián Castro, y el general Páez va inserto en una decadencia que lo lleva al ostracismo y a la muerte política.
            En este momento entre tumbos comienzan a emerger personas de esas que se cuelan en la pequeña historia que por azares del destino se hace grande y que dadas sus ejecutorias, en este caso por demás malsanas, no deben ser dejadas de soslayo porque con el salvajismo que utilizan dan ocasión a un colorido más teñido de púrpura en este grave encuentro nacional, lo que permitiera el destape guerrero por cinco años de una pesadilla mortal y permanente, que en resumidas cuentas consumió a 350.000 venezolanos en un país despoblado, mientras surgen en la contienda algunas figuras del bajo pueblo y se aniquila  a los restos aún dispersos de la aristocracia mantuana colonial. Me refiero, pues, en este caso al bandolero José de Jesús González, alias “El Agachado”, quien luego de herido y muerto a sablazos en el guariqueño Tiznados, para desvergüenza nacional sus huesos por obra y gracia de la politiquería de entonces reposan en Caracas nada menos en esa caja de pandora que se llama Panteón Nacional. Carabobeño, temible bandolero y guerrillero campesino, dio mucho quehacer en aquel tiempo tempestuoso, que le da fama porque a la tropa variopinta que dirigía con la astucia del perseguido aconsejaba a sus seguidores que marcharan “agachados, agachaditos”, para mejor defenderse, de donde a este criminal enfermo se le conoció en los medios que visitaba con este singular apelativo.
            Ya enfrentados los grupos guerreros y guerrilleros en el combate que no tiene fin, ni menos un correcto origen, ni menos un correcto final, en este vaivén de la campaña emprendida algunos se perfeccionan en artes marciales características, como el caso del pirómano Ezequiel Zamora, que de pulpero corriente pasa a conducir un grupo irregular de cierta significación para azotar más el llano, donde ahonda este empeño característico, y el que dentro de otra guerra interna de castas y peonadas predica una insensata igualdad, como la comunista, mientras en forma sangrienta dicho general de kepis y sombrero prende fuego al llano barinés y portugueseño, en un combate sin cuartel, mientras con ímpetu arrollador aplica técnicas naturales de bandolerismo, pericia y estrategia, hasta que en la toma de San Carlos para la bendición de muchos cae muerto de balazo certero que le atraviesa el ojo derecho, y con cuya muerte comienza a desfallecer la lucha sostenida para penetrar luego en manos de usufructuantes de tal contienda, cuyo mayor exponente es el caraqueño Antonio Guzmán Blanco, quien se beneficia del poder directa o indirectamente por casi tres décadas, o mejor veinticinco años, haciéndose millonario con los sucios negocios que sostiene o aúpa.
            Y como el país estaba sumido dentro de la trifulca en que la ley se ejecuta con la fuerza temerosa del machete, pronto aparece otro bandolero ladrón, llamado Trinidad González, conocido en los medios criminales como Mataguaro, quien trabaja asolando lo que encuentra por el centro de la república y mientras el hambre impera por doquier. Este facineroso por cierto tenía una presencia horrible, que asustaba a cualquiera, desde cuando por un trabucazo bien apuntado le volaron la quijada, “teniendo que alimentarse de líquidos, sostenerse la lengua con un  pañuelo y recibir el alimento acostado boca arriba, por mano ajena”. Y así siguió robando, hasta cuando le llegó la hora de morir sin compasión en un asalto ocurrido en el neblinoso Los Teques. Como además la guerra y su entorno se llena de personajes extraídos de novelas de horror colocaremos ahora y en este desconcierto macabro al brujo, ignorante cuanto agorero portugueseño y salteador Tiburcio Pérez, quien al momento de morir y dentro de la enajenación que hace rato comporta, a fin de ser purificado pidió lo dejaran tendido y desnudo en la ardiente sabana, para que así lo devorasen los zamuros, pues según soñara en elucubraciones dispersas dio por cierto que esos negros voladores sin peso eran sencillamente “ángeles de la tierra”, quizás por la limpieza de carroña que realizaban con el apetitoso yantar. Este retraído mestizo bronceado, de la servidumbre de los mantuanos caraqueños Ustáriz y a quien llamaron “El Adivino”, porque gustaba de interpretar el futuro, también era herbolario a su entender, pues igual al padre del general Crespo, Ño Leandro, recetaba yerbas ancestrales a fin de curar trastornos físicos recios y reacios para la sanación, mientras dentro del teatro previo que para ello montara se hacía besar un anillo de hojalata que porta como de la buena suerte, todo en medio de cantos y oficios religiosos imaginarios, al estilo de María Lionza, para darle más sentido divino a su loca actuación.
            Por este tiempo de desastres aparece en la escena de lo inconcebible un feroz guerrillero liberal llamado Martín Espinoza, quien sin entender el significado de la manoseada palabra en el desborde de las pasiones que mantiene “mira como enemigo a quien supiera leer o fuese de color blanco”, y quien para activar las canalladas tenía bajo su mando a trece lugartenientes de confianza, llamados la “Guardia de Honor”, que para completar el disfraz terrorista, llevaban los siguientes apodos de claro índice guerrero y animal, o sea Pantera, Tigre, Tiburón, Lobo, Caribe, Caimán, Raya, Temblador, Zorro, Alacrán, Mapurite, Perro y Bachaco, demostrando así las características personales de cada uno de estos salvajes guerrilleros.  Al susodicho Espinoza la vida lo había tratado mal porque los contrarios le asesinaron a su mujer, al tiempo de ultrajarla, de donde juró exterminar a todos los “colorados” gubernamentales, y con furor, rabia y bebidas acaso psicotrópicas que a los prisioneros les hacía ingerir para consumar los crímenes, donde al tiempo momentáneo les decía con frialdad “engrille”, que en el dialecto localista valía tanto como expresar “baje la cabeza”, a fin de inmediato descargarles sobre la nuca un repentino machetazo.
            Para más detallar sobre Espinoza, como ejemplo digno de esta pelea guerrera sin cuartel, diremos que a su paso solo quedaba  sangre y desolación, sin perdonar en el entorno a hombres, mujeres y niños, permitiendo robar cuanto quisieren a los matreros indios y mestizos como signo de astucia primitiva, por lo que siempre sostuvo un temeroso prestigio entre su hueste bárbara. Espinoza era un mulato aindiado, hosco y bajo, feroz e inhumano que por aquello de las leyes de Mendel luciera unos ojos verdosos. Analfabeto y bonguero fluvial de oficio, vestía a la llanera, con algún pantalón garrasí y sombrero pelo’eguama, a quien siempre acompañaba nada menos que Tiburcio Pérez, alias El Adivino, antes aludido, quien partía convite con Espinoza y se encargaba a través de su “sapiencia” de escoger las víctimas para darles tormento antes de inmolarlas de horrible manera, en signo de venganza, como era clavando al condenado en una pared, o sobre cierta estaca por encima del suelo, y en el “divertimento” previo obliga al hijo de la víctima a  bailar de continuo en torno a este desgraciado, algo así como el melancólico “piquirico” que utilizara el general José Tomás Boves, previo de inmolar a sus preciadas víctimas. Pero la paciencia llegó a su fin porque las atrocidades inhumanas colmaron el vaso, al extremo que el propio general Ezequiel Zamora, uno de los radicales líderes de la revolución, trama el ardid bien orquestado para poder apresarlo, con lo que rodea a este peligroso bandolero, y caído ya en las redes suyas a la carrera se le somete a un Consejo de Guerra que lo condena a muerte, siendo pasado por las armas en el pueblo de Santa Inés, lugar al que tiempo antes el caudillo bigotudo en forma de cepillo había quemado, reduciéndolo a cenizas y muertos por la candela  que aprisiona a todos cuantos se le oponían en tal campaña de pavor, estimados por las cuentas en más de mil personas. Ya para este 20 de febrero de 1859 y hasta el 20 de diciembre siguiente, según se anota en la cuenta guerrera, se han dado 130 acciones de choque marcial, buena parte de ellas con resultados atroces, lo que demuestra la ferocidad de la contienda. Valga recordar en ello que el comandante Rafael Capó en el barloventeño Río Chico “pasó a cuchillo a más de cien (100) prisioneros, porque “es preciso acabar con todos lo negros”, según comenta la información requerida.
            Para más demostrar las salvajadas cometidas en esa guerra sin sentido, como hemos pregonado, agregamos que en Pariaguán a Manuel Días lo mataron de dos trabucazos y luego en la saña corrida mutilaron el cadáver cortando el miembro genital para ponérselo de cigarro en la boca, a objeto de que el desgraciado siga fumando tabaco en la otra vida. Y no muy lejos el mismo genocida Capó a quien acabo de referirme, sin inmutarse con la sangre corriente en Caucagua decapita a 51 personas, y entre ellas a 14 pobres mujeres, que las considero por su condición de indefensas. Mas siguiendo con la vesania de la tal guerra nos encontramos con que en el llanero Guadarrama a la soldadesca le entregaron las mujeres del pueblo para el gusto y regusto de la violación, incluso virginal, y en el cercano Cojedes, como otro ejemplo más, llegó un piquete del gobierno y a la familia Sandoval enciérrala en su casa, para luego dentro del mayor desparpajo prenderle fuego por el techo a este hogar a punto de desaparecer, donde desde luego mueren calcinados todos sus ocupantes, lo que me recuerda los episodios candentes de ¡Arde, bruja, arde!, y los parecidos por hechicería en Salem de Massachusetts. Y así la guerra destructiva no termina ya que para muchos y entre ellos por el interés de los propios militares, seguiremos viendo episodios como el de Gregorio Delgado, que de siete lanzazos lo asesinan rendido y desarmado, mientras sepultaban hombres vivos y a las mujeres les inventan suplicios “que la decencia no permite referir”. Calcule usted con un buen pensamiento. A Juan Romero lo amarran de un poste para darle muerte cruel, partiéndole sus huesos a palos y luego lo rematan de innúmeras puñaladas. En San Sebastián de los Reyes amarran a los prisioneros de las ventanas y de seguidas los lancean con sadismo. En Villa de Cura el brutal isleño Ramón Valero arrastró vivo a Demetrio García, pendiente de la cola de su caballo, hasta que expira, con las entrañas y sesos afuera. Y en la recordada Santa Inés del pleno corazón llanero, a un oficial indefenso y con la pierna rota, el comandante Simón Muñoz “echó mano del pelo del herido desarmado y rendido y suspendiéndole la cabeza le degolló con el sable a toda comodidad”. Con el hambre a cuestas en que hasta se come carne de perro, dura este horror por cinco largos años como si se viviera en los tiempos de Atila y Gengis Khan, en las estepas rusas, en la Mongolia tártara o en renovados tiempos de nuestra bárbara Guerra a Muerte.  Ese fue el resultado de este período negro que siguió proveyendo al país de caudillos y caudillejos para mantener los males centenarios en que hemos vivido, porque aquel tiempo muerto fue un gran fraude, una gran estafa, de lo que nada quedara provechoso sino el recuerdo de tantos pillos y asesinos bandoleros, como a su manera lo describe el académico José Luís Salcedo Bastardo. ¡Que Dios nos coja confesados!.      

viernes, 5 de octubre de 2012

CHÁVEZ FIRMÓ LA RENUNCIA PRESIDENCIAL



            Amigos invisibles: Uno de los hechos más controversiales de nuestra historia nacional reciente se refiere al episodio grotesco acaecido con motivo de los acontecimientos desarrollados en Caracas en abril del año 2002, cuando el presidente constitucional Hugo Chávez Frías es retirado del gobierno mediante un golpe de estado y se produce un vacío de poder con funestas consecuencias
Juramentación de Hugo Chávez 1999
desde luego. Para discernir un poco mejor la tramoya de la cuestión que produce una desestabilización en el país durante muchos días teniéndolo en vilo y que aprovecha Chávez mediante el plan de emergencia que ha tejido a través de la inteligencia cubana, debemos pues remontarnos a eso que él llamó la Cuarta República, período acaecido entre 1958, cuando huye del país el dictador Marcos Pérez Jiménez, y febrero de 1999, cuando por los juegos sucios de una política desgastada en contra de las encuestas y de la opinión sensata en estos menesteres tan cambiantes, surge de atrás un retirado militar golpista que por debilidades de los otros pretendientes a la Silla de Miraflores y astucias de última hora, como fue la célebre entrevista que hace el comunicador Alfredo Peña al candidato Enrique Salas Römer, surge del rincón de la historia una figura muy polémica desde el mismo momento de la jura del cargo, cuyo proceso formativo intelectual arranca desde el llano inhóspito y miserable, atrasado, lleno de odios zamoranos, para cuajar en este militar que no tenía para dónde seguir porque su deseo era ser beisbolista, y con unas cuantas dosis de adiestramiento ideológico extremista le sonaron flautas soñando en campanas presidenciales, que a poco y a través de figuras de bajo perfil pero que medran alrededor de la piñata presupuestaria, lo empujan hacia el anhelo de la Primera Magistratura, abriéndole bien los ojos, y por ese desfiladero disparatado y sin una fuerte oposición gana las elecciones presidenciales.


Hugo Chávez y Fidel Castro
            Ya instalado en el palacio presidencial, del cual despotrica inicialmente, comienza a reunir cierta claque advenediza de personajes desconocidos, que los ha soportado sumisos con prebendas y regaños durante catorce años de mando, al estilo de cuartel,  como el famoso actor de cine en el film Los doce del patíbulo, mientras de una manera ingeniosa a sus ideas anárquicas y fascistas, por no tener otra salida pecuniaria el presidente Fidel Castro, con mucha labia que convence logra atraer a Chávez para representar en América Latina el dúo “anti” Estados Unidos, el llamado imperialismo que omite a Rusia, China, Brasil, y otros a conveniencia, con lo que empieza a gobernar haciendo caso omiso de las leyes, que luego transforma a su interés y adueñándose de todo el aparato del Estado, donde no se mueve una mosca si el águila imperial del natal Sabaneta no lo ordena. Ante esta situación pronto comienza a cambiar de raíz, con un plan preestablecido, donde la economía y el bienestar con rapidez descienden, en medio de una molestia colectiva que se nota a todo nivel, lo que da pie al auge imprevisible de una oposición, inicialmente desorientada. Pronto comienza la política feroz contra los opositores a sus deseos, como es el invento del socialismo que Castro más real en el decir lo llama comunismo, en lo que ahonda la división del venezolano, proyectada con astucia desde Miraflores, mientras el presidente se alía de mucha amistad con personajes tiránicos como Sadam Husseim, Gadafi, Al Bashir, Mugabe, Castro desde luego, Al Assad, Putin, Lukashenko, Ahmadinejad y el eje de Pekín, entre los más 

Hugo Chávez y Sadam Husseim
Muhamar Gadafi y Hugo Chávez

Mugabe, Lukashenko y Chávez
Al Assad y Hugo Chávez

Ahmadinejad y Chávez

Chávez y Putin
renombrados, atendiendo con esos fines a la revolución mundial en conchupancia de las FARC y ELN de Colombia, ETA española, con las vinculaciones narcóticas desde luego, y a los extremistas palestinos, sirios, iraníes, algunos grupos de América Latina y al famoso caraqueño extremista Carlos El Chacal, que purga cadena perpetua en Francia, entre otros corros

FARC
ELN

Grupo terrorista ETA

Terrorista Carlos Ilich RAmírez

y personas conocidos por sus andanzas. Pues bien, con ese pedigree que ostenta el caballero de marras, hasta los militares que le fueron afectos comienzan a conspirar, porque ven un destino muy negro para la patria.


            Y como la situación política, económica y social ante esta situación tan rápidamente descrita comienza a cambiar, varios grupos civiles se organizan en defensa de sus derechos puestos en duda, porque el Comandante Chávez ha comenzado una guerra hipotética donde ve fantasmas por doquier al estilo malparido de Hamlet, de donde comienza a fondo con destruir la propiedad, la familia, a cerrar empresas y fábricas que en mayoría salen de Venezuela, a empobrecer a la población con políticas salariales de miseria apuntaladas por eso demagógico que llaman “misiones”, y o ofrecer castillos encantados que nunca lleva a cabo, hasta cuando piensa dar el tiro maestro con las empresas básicas de Guayana y con el verdadero sustento económico que es el petróleo en una política ya abierta de expropiaciones sin sentido, que muchas no se pagan, y eliminando la meritocracia, que es la base tecnológica del desarrollo. 

Empresas básicas de Guayana
SIDOR
PDVSA
Para ir destruyendo todo lo que sirve al país comienza de mano dura con el cartel estatal llamado PEDEVESA, y como él mismo lo explica en su cháchara irrefrenable designa altos directivos a dos personas repudiadas por dicha magna empresa, que fueron los señores Parra Luzardo y Mendoza Potellá, con lo que la compleja industria al defenderse de tamaño ultraje entra en receso paralizándose todo el sistema, desde la producción hasta la venta del producto a nivel nacional y externo, en una huelga que pronto es incontrolable porque muchos servicios básicos se paralizan.

Concentración autopista Francisco Fajarado 11 abril 200
         En el intermedio de los acontecimientos y ante  este  paro  que  se desborda el gobierno   reprime con fiereza y la sociedad de entonces se muevecon rapidez, atenaceada por los medios de comunicación que entonces y hoy juegan un gran papel en estos casos, de donde la oposición al ejecutivo excluyente, que ya es muy grande, convoca a concentrar la masa humana en la llamada avenida
Marcha a Miraflores 11 abril 2002
Francisco Fajardo de   Caracas, para realizar una manifestación en contra de los graves acontecimientos que suceden, lo que esa mañana del 11 de abril de 2002 y ante la sorpresa  de  todos  se  desborda la concu-
rrencia que sobrepasa el millón de personas, acaso la más grande ocurrida en América Latina,
mientras un pequeño grupo de entre ellos y con la euforia habida no grita ¡Hacia la Bastilla! de París, sino hacia Miraflores, con el fin de solicitar reformas y acaso la renuncia del Presidente, por todos los desmanes que se le atribuían. Entre tanto Chávez y ante la inminencia de la multitud que se acerca ordena al general Manuel Rosendo desplegar elterrorífico Plan Avila, de carácter militar,
Generales Vásquez Velascio, Rosendo y García Carneiro
a lo que se opone éste al pensar en las consecuencias sangrientas, mientras miembros de los cuerpos policiales y de la Guardia Presidencial como amigos tarifados del régimen inician tiroteos sobretodo desde azoteas de edificios adyacentes y se baña de sangre dicha marcha democrática, todo lo que queda grabado por un  canal de televisión dando la vuelta al mundo. 
Represión marcha 11 abaril 2002
Pistoleros en Puente Llaguno 11 abril 2002
Represión cerca de Miraflores 11 abril 2002
Pronunciamiento militar
Y mientras los muertos y heridos siguen cayendo a tierra por docenas las fuerzas militares se rebelan en contra de Chávez, que permanece en el sitiado bunker de Miraflores, y entonces desde Fuerte Tiuna el alto estrato de oficiales desconocen el mando del Señor Presidente. De inmediato
Palacio de Miraflores
                                     se establece un forcejeo entre el Comando del bastión de Fuerte Tiuna y Miraflores, pidiendo con firmeza la renuncia de Chávez por varias causas como lo incompetente de ese régimen empobrecedor, el derroche presupuestario y el adoctrinamiento social comunista que 
Negociaciones para la salida de Chávez en Fuerte Tiuna
se impone, por lo que ante la arremetida organizada de más de 60 oficiales insubordinados y luego de conversaciones permanentes entre los golpistas y los pocos gubernamentales que existen, Chávez acepta dimitir al cargo de Presidente de la República en la noche de ese día mientras busca seguridad para sí y su familia, que aspiran refugiarse en Cuba. 
Pedro Carmona Estanga
Y mientras se prepara la asunción de un régimen de facto presidido por el industrial y factor principal de Fedecámaras Pedro Carmona Estanca, en calidad de Presidente, porque con la renuncia realizada y la ausencia del Vicepresidente Diosdado Cabello, refugiado en una embajada, según entendidos juristas existe la acefalía ejecutiva de gobierno que se considera vacío de poder, de donde a Chávez en Miraflores las Fuerzas Armadas le presentan un documento mecanografiado para que lo firme dimitiendo, cuestión ya aceptada aunque alega reformar en detalles el contenido de dicha clara renuncia, que al aceptarse dicha manifestación la escribe al reverso de esa carta abierta, abandonando el cargo de puño y letra bien visible, como para que no haya duda alguna, y que así expresa en forma clara e indubitable para la Historia, tal Documento de Renuncia:

Renuncia de Hugo Chávez

            En la parte superior existe dibujada una suerte de cónsola para ver televisión, en apariencia y a medio terminar como presa de nervios, obra supuesta de quien luego escribe la siguiente:

“YO, HUGO CHÁVEZ FRÍAS, C.I. 4. 258, 228,  ANTE LOS HECHOS ACAECIDOS  EN (tachado) EL PAÍS DURANTE LOS ÚLTIMOS DÍAS Y (tachado) CONSCIENTE DE (tachado) QUE HE SIDO DEPUESTO DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA (hay dos líneas tachadas) PARA EL QUE FUI ELEGIDO LEGÍTIMAMENTE POR EL PUEBLO (tachado) VENEZOLANO Y EL QUE HE EJERCIDO DESDE EL 2 DE FEBRERO DE 1.999.
IGUALMENTE DECLARO QUE HE REMOVIDO DE SU CARGO, ANTE LA EVIDENCIA DE LOS ACONTECIMIENTOS, AL VICEPRESIDENTE EJECUTIVO (tachado) ING.(eniero) DIOSDADO CABELLO RONDÓN.

EN LA ORCHILA, A LOS 13 DÍAS DEL MES DE ABRIL DE 2.002.

¡!PARA SIEMPRE!!

(Fdo)    HUGO CHÁVEZ FRÍAS.”
 
           Como se observa en este instrumento auténtico, redactado atrás del documento que le presentan hecho a máquina y firmado luego de una discusión entre oficiales donde se afinan detalles que pueden observarse como la destitución inmediata del Vicepresidente Cabello para poder dar paso al nuevo nombramiento presidencial, ante la presencia de testigos de marca como los monseñores Porras y Azuaje, fue firmado con la mano izquierda que utiliza Chávez para escribir, con su grafía alargada y prepotente característica que un grafólogo experto determina como cierto y claro el contenido de la carta renuncia. Otra causa de la improvisación y el deterioro mental transitorio en que incurre el expresidente es haber señalado en la misma que la firmó en la isla y base naval militar La Orchila, lo que demuestra su nerviosismo soñador, equívocos y  postración psíquica en que pudo encontrarse para aquel momento. Acto seguido de la firma, con los resguardos del caso el expresidente Chávez fue conducido hasta una habitación preparada para darle cabida a dicho personaje, donde pasa su primera noche de prisión. Entre tanto en Miraflores se reúne un grueso contingente de personas y personalidades donde ya están presentes las figuras a sustituir el tren político chavista, como el contralmirante Héctor Ramírez Pérez, general Vásquez Velasco, contralmirante Molina Tamayo y otros ciudadanos que apoyan el nuevo régimen, muchos de los cuales firman un  libro de visitas. Para entonces
Lucas Rincón Romero y el Alto Mando Militar
ha sucedido la cadena nacional en que a las 3,45 am del día 12 de abril y desde Fuerte Tiuna el Inspector General de la Fuerza Armada Nacional Lucas Rincón Romero con el Alto Mando Militar presente y ante la presencia de más de cien periodistas nacionales y extranjeros se dirigió a la nación mediante un Comunicado referente a los acontecimientos de la renuncia del expresidente, dijo que ante los hechos lamentables ocurridos “se le solicitó al señor Presidente de la República la renuncia de su cargo “la cual aceptó”, como lo asienta este militar a cuatro vientos, parodiando en ello al famoso fraseo de Chávez, “por ahora”, dicho a las puertas del Museo Militar de La Planicie.

            A la madrugada del 13 de abril a Chávez bajo resguardo se le traslada hasta la base naval de Turiamo, en el Estado Aragua, donde en sitio vigilado y aparte y con ciertos contactos que posee logra convencer un guardia para sacar de la prisión un papel quizás aconsejado que escribe nervioso también a mano y que igualmente se exhibe en este trabajo, redactado en tono imperativo y por demás corto, que para confundir sobre lo hecho, que es parte de la Historia, Chávez redacta de la siguiente manera escueta:

Descpnocimiento de la renuncia

“Turiamo, 13 de abril 20 (sic), a las 14:45 ººHRS.

Al pueblo Venezolano….
(y a quien pueda interesar).
Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano, Presidente de la República  Bolivariana de Venezuela, declaro: NO HE RENUNCIADO AL PODER LEGÍTIMO QUE EL PUEBLO ME DIO”.
Y vuelve así con la coletilla de ¡! PARA SIEMPRE!!.

                         (fdo.)  HUGO CHÁVEZ F… “.

 
            Entretanto en Miraflores con un gobierno títere, de fachada, y sin ningún verdadero apoyo, los grupos militares se distancian por cuotas de poder y preeminencia, lo que da pie a nuevas discusiones sobre el destino final de Chávez, porque unos piensan enviarlo al exilio de Cuba, otros seguirle juicios en Caracas y los más ardientes hasta proponen aplicar el sistema usado por el colega almirante Massera en Argentina, para desaparecer los cuerpos sobre el Río de la Plata. Y Chávez, que se encuentra ya recluso en La Orchila, ante el temor de lo que le puede pasar pide la confesión y ser auxiliado espiritualmente por la Iglesia, de donde el propio cardenal Ignacio Velasco y monseñor Baltasar Porras viajan hasta esa isla para auxiliar al peticionario, de lo que nada se sabe, porque hasta ahora permanecen esos diálogos ateos como secreto de confesión.

Regreso de Chávez 13 abril 2002
            Lo demás es cuento conocido, ya que los militares no llegan a definirse y ante cierta presión popular que movilizan desde los barrios cercanos a Miraflores la cúpula militar ordena el retorno de Chávez para volver el preso a Miraflores, con aquella marcha triunfal poética al estilo de Rubén Darío, porque cuando se fue vivió una etapa angustiosa y disparatada de La Renuncia, de Andrés Eloy Blanco, que acaso la escribiera libando buenas copas de brandy con el defenestrado general Medina Angarita en el bar La Península, del caraqueño El Silencio.

            Y así se despertó todo, al estilo de fray Luis de León en su “como decíamos ayer”, de disparate en disparate, en que ya nadamos durante catorce años. La moraleja del cuento que es historia la puede usted agregar, esperando los acontecimientos electoreros del 7 de octubre de 20012.