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Amigos invisibles. A partir de este momento estimo cometer cualquier pecado mortal para algunos incrédulos de lo
que voy a dirigir como cruzada, aunque para otros pensantes y analistas de la
realidad en que vivimos mi intención supone
adentrarnos en ciertos aspectos vitales que antes eran como inconcebibles y
llenos de peligros o tabúes hacia quienes los trataban porque las ciencias
históricas en medio de críticas retorcidas por amañadas y alegres no habían
aterrizado en los meandros evolutivos de
Carlos Darwin o bien porque el pavor quedante
de la Santa Inquisición con aquella frase eterna de “delenda est Carthago” servía
para de inmediato impedir cualquier estudio de envergadura que se pretendiera
realizar. Ello desde luego devino en un
cambio sustancial de la realidad a veces debido a que en boca cerrada no entran
moscas, y otras tantas para ganar puntos
a
favor en la búsqueda de ciertos privilegios o arrimos, y desde luego que
las más deleznables razones estribaron en eso que se llama torpeza, aunque no
sea supina, porque de falsas circunstancias que se manipulen plenas de
compadrazgos y de otras no menos
interpretaciones excedidas a lo largo del tiempo se han elevado argumentos
fútiles sobre hechos de la realidad mal concebidos y hasta encima de bases fuera
de contexto que hacen mal sin saberlo, tomando así el rábano por las hojas para sentirse mejor en
el equívoco, mientras crece el galimatías y se enreda más el papagayo. Por ello esta cruzada que ahora voy a
emprender y que con anterioridad lo he expresado dentro del blog no intenta deslucir
a nadie sino al contrario poner los puntos sobre las íes porque es absurdo que
a estas alturas del almanaque se sigan acumulando textos cargados de
irrealidades infantiles salidas desde mentes afiebradas y hasta drogómanas como
ustedes habrán podido apreciar oportunamente, que en vez de esclarecer confunden
cada vez más el espíritu profundo de los hechos y la presencia convulsa de los
personajes contradichos.
Pues bien sobre esos caminos tortuosos y llenos de otras dificultades presumibles
comenzaré a referirme en varios trabajos para meditar ustedes sobre la vida y
misterios, los desaciertos y los triunfos del más importante de nuestros
personajes a historiar, o sea del
nombrado caraqueño Simón Bolívar Palacios, y como la Santa Inquisición a la
cual me he referido ya no existe, puedo con amplitud discrepar dentro de una sociedad ajena de complejos en la cual vivimos y sin que
desde luego todos no comulguen con las ideas y conclusiones que se expondrán
porque ello sería como pedirle peras al olmo ya que cada uno anda por el lado más conveniente a
sus intereses en este inmenso valle de lágrimas de diversa procedencia y porque
muchos con aquello de la ley del menor esfuerzo se dejan convencer en las
primeras de cambio, convirtiéndose luego en apóstoles de lo absurdo y siguiendo
por esos caminos innobles que han deformado nuestro verdadero ser y de cómo por
supuesto el país y su historia es otra, debido una vez más a tantas debilidades
de raciocinio que mal interpretan, o lo que es más crítico, al tener otros
compromisos que sin saberlo y dentro de la filigrana tejida cambian el ritmo
musical de la Historia cuando los arúspices se entrometen y casi prohíben que
la verdad sea dicha aunque duela, como se ha insistido en tantas ocasiones. De donde sobre estos parámetros del buen
sentido social y aunque todavía pudieran existir aquellos que en el eufemismo
llamaron “vacas sagradas”, vamos a irrumpir contra ese pensamiento caduco,
caudillista y totémico que tanto daño causara sobre todo a partir del siglo
XVIII cuando el gobierno de las tribus se alza en demasía, lo que provoca desde
luego los contrasentidos del siglo venidero para bañar con sangre hasta
inocente tantos desaciertos alocados acaso tenidos en el equívoco por
simbológicos, que llenaron las páginas de América Latina de una desolación
incontrolable y que aún hoy dentro de ese panorama falto de espíritu conmovedor
trata de robustecer una presencia que mucho daño ha causado a nuestra
colectividad donde algunos pontifican sobre hechos escasos de mesura y otros por compromisos
ideológicos de amaño en escuelas de terror e ignorancia con tendencia a
proventos posteriores, juegan en ese charco de la estulticia convencional
aislados del temor olvidándose al tiempo que tantas faltas puedan sancionarles
en el decurso de sus vidas actuales y futuras.
Precisamente sobre esas falsías y superabundancia errónea de los hechos
es que voy a tratar en este cuaderno de detalles que puede usted considerar un
libro (25 trabajos a publicar aquí), porque a lo largo del tiempo y del trajín
en que incursiono he podido encontrar cierta verdad necesaria no para destruir
sino para ir colocando en su justo pedestal a ese personaje pétreo que llevamos
por dentro llamado Simón Bolívar, tan lleno de equívocos temporales como
producto de la audacia o en la interpretación, según lo digo ahora, cuanto de triunfos hasta sortarios, porque aquello de los dislates
sostenidos por más de dos siglos fueron enterrados mediante malabaristas oportunos
para no dañar su divina presencia, pero
que en estos días y por fuerza de la verdad analizada con la aparición de
trabajos de diversa factura y ahora más copiosos como los de Herrera Luque,
Carrera Damas, Sañudo y otros más que recuerdan su presencia y aquí reseñaré,
incluyendo mi contribución escénica a tanta realidad dolorosa, donde se ha
podido ir abriendo paso la trémula realidad
en medio de esa selva oscura a que aludiera el visionario Dante florentino,
para decir lo cierto, elemento vital que nos conmueve y que a partir de ahora
será el estandarte de nuestro mayor problema indagatorio. Pues bien, según he podido encontrar fuera de
otros conceptos atinentes a la figura de este caraqueño libertador (aunque
otros no lo consideren así) como dije algunos
veinticinco estudios sobre el personaje
recojo en las páginas de este blog, donde al movido actor de nuestra trama trato de pintarlo de frente y perfil, o sea
con sus éxitos bien calculados cuanto de posibles desaciertos de todo lo cual dejo
que se encarguen a completar los buenos críticos históricos y no comprometidos
(emanados muchos en la nueva cosecha de ese cenáculo o sancta sanctorum caraqueño
llamado Instituto Pedagógico), desechando incluso algunas teorías incrédulas según
sea mi opinión del momento, siempre de acuerdo
con lo poco de humildes conocimientos que mantengo.
Y como para la muestra basta el botón en este sentido con el pensado título
parcial “LA TIRRIA DE MARX CONTRA BOLÍVAR” iniciaré el análisis presente trayendo
a colación la figura paradigmática de Carlos Marx y el combo ideológico portador
a la cabeza, con sus largas tenidas metafísicas para de esta manera amparar lo
filosófico de las propias creencias esotéricas de lucha, pensador éste prusiano
decimonónico nada creyente del caraqueño
que por antonomasia adversaba de corazón
a nuestro Simón Bolívar (en ello al no
estimar las ideas bolivarianas dada la condición mantuana del caraqueño y por
ende ciertas concepciones poco liberales de sus planteamientos, o sea a causas
conocidas con que chocaban sus pensamientos políticos) y otras tendencias oportunas
que le dieron de comer mediante encargos editoriales por cierta temporada tanto
a él como a su empobrecida familia, cuando se comprometió a sustentar una columna de
opinión especializada en la “Nueva Enciclopedia Americana”, donde demostrando con
detalles ubicuos el desconocimiento sobre la realidad de nuestro continente en
vía de revueltas, como ya estaba en trance de enterrar un imperio ultramarino y
de soslayo descubrir otro más impositivo siendo buen heredero del inglés,
teóricamente esclavista. El ideólogo y teórico sistemático Marx admirador en cierta forma de Hegel y con
ayuda de su alter ego adinerado Federico Engels, al digerir interpretando en
conciliábulos oscuros la historia que de
manera equivocada se escribiera en América y a contraluz podía analizarse en
Europa, se dio a la tarea de estudiar por contrato la figura de este capitán
histórico y cargado de ilusiones, en cuyo trabajo erró algunas veces por la
distancia de sus conceptos y la visión
subestimada que se tenía entonces de la
América española, convirtiendo aquellos escritos especiales que produjo en algo
endeble, mal informado pero que causaron conmoción momentánea en esa época de
cambios industriales y del pensamiento fosfórico a la par que se desarrollaba
un siglo XIX europeo lleno de contrastes y como afirmo, de equívocos, dudas y
rodeos, mientras Marx seguía sin descanso en los empeños de construir sus
palabras sobre tantos aconteceres americanos a veces de cuestionable
interpretación, de cuyas resultas
inexplicables provino, por ejemplo, la sarcástica idea de comparar a
Bolívar con el siniestro gobernante de origen africano conocido como emperador
mandinga haitiano Faustino Souluque.
Dentro de los desaciertos habituales el hebreo prusiano Marx consideró a
Bolívar como “el canalla más cobarde,
brutal y miserable” conocido (carta a Engels del 14-2-1858), continuando con su
concepto adverso al alegar que el caraqueño era “un mito de la fantasía
popular”, y siguiendo por esa vía lo
designa claramente dentro de lo peyorativo que era “un mantuano español”,
cuando todavía se interpretaba el mantuanismo clasista y su descenso de valor como algo en vías de perecer.
De aquí prosigue la posición bolivariana entonces mantenida cuando este
caballero teutón exclama que en la revuelta de 1810 (19 de abril) rehúsa Bolívar adherirse
a la causa del Rey (ya antes lo he explicado aquí con detalles suficientes), y
que solo le interesó tal contienda revoltosa para salir de la apatía cuando por
mediación de su exaltado primo hermano José Félix Ribas dadas las condiciones
económicas y sociales en curso lo buscan para que encabece una misión especial
enviada a Londres en solicitud de ayuda política y militar, la que por su
inmadurez para encarar este tema difícil terminó en un fracaso, pues como era
de suponer y hasta de esperar Londres no
quiso indisponerse con la Casa Real española, porque a ella le unían fuertes
lazos de diversa índole y entre ellos sanguíneos, de donde temerosos de perder
capital luego impagable a los fanáticos
solicitantes apenas se permitió la venta de algunas armas pagadas de contado con fuertes tributos impositivos.
Y dentro de lo que escribiera Marx en aquel tiempo lleno de contrastes
como reitero hablando en general sobre Bolívar, a este joven e inexperto caraqueño
el prusiano le achaca la pérdida de Puerto Cabello (julio de 1812) una vez
emprendida la guerra, e incluso Marx afirma que para paliar ese desastre Don Simón en la derrota huyó a esconderse en sus propiedades de San Mateo (Aragua) , y que luego de pasado
el peligro personalmente va al puerto de La Guaira para lleno de ira detener
sin mayor respaldo de certeza a ese gran venezolano cultivado y guerrero o sea
el general Francisco de Miranda, a quien traiciona igualmente creyéndolo vendido,
y por ende en la madrugada con oscuros subalternos del momento arresta sin
otras consideraciones a su antes admirado amigo y lo entrega sin más a las
autoridades españolas, o sea al feroz canario Domingo Monteverde, analizando
Marx que este favor a la causa real fernandina con la rendición del ilustre
guerrero caraqueño, en recompensa el gobierno en funciones a Bolívar le entrega
pasaporte español para poder viajar a Europa, según lo consigna Iñaqui
Anagasagasti. Y de esta misma forma a
discutir aunque mediante pruebas suficientes y no calcadas en notas alusivas a
pié de páginas con que se pretende distorsionar la realidad entonces viviente,
el poco conocedor de esta etapa americana que fue Marx asegura de igual manera que
Bolívar por disgustos supuestos con el cartagenero Manuel del Castillo y Rada
entregó la ciudad combatiente de Santa Marta al pillaje o rapiña de la
soldadesca ansiosa, en 1814 y ya rendida dicha capital samaria colombiana, produciéndose luego un
saqueo general que duró 48 horas, con los desastres consiguientes. Otros datos
más resaltantes para el esclarecimiento del suceso no aporta este prusiano
Marx, cuando el caraqueño tenía órdenes a cumplir para actuar desde Bogotá. Y sigue en la discusión el tan amigo de Engels
al tiempo de sostener que el viaje de
Don Simón a Caracas es una suerte de huida hacia adelante por un período de
ocho meses, queriendo todo ello justificar luego con la acomodaticia y frívola
conocida Carta de Jamaica, todo lo cual requeriría un estudio más detallado
porque pareciera que los datos que aportase no concuerdan con la realidad. De
igual modo ligero también lo explica el alemán tratando el año 1816, al Don
Simón escaparse de la “diminuta” fuerza que comanda el canario Francisco Tomás Morales
en Valencia, cuando este caraqueño retrocede de Ocumare de la Costa rumbo al
mar y se embarca con rapidez junto a la
“señorita Pepa”, su amante de entonces, dejando
a los que se quedan, como opina Bideau, por falta de capacidad “sin el menor
auxilio”, lo cual no es del todo verdadero y lo ignora el señor Marx, según antes
explico en este blog investigativo.
Por esos desafueros tan controversiales
del general Manuel Piar, que era familia del Libertador mediante
fundadas noticias genealógicas y ya con esperanzas de suceder al caraqueño, ofreció
llevar a este pariente a un Consejo de Guerra “por deserción y cobardía” (“Marx
dixit”), siendo para entonces Piar “héroe singular” y Bolívar “dictador,
traidor y cobarde” que abandona en la isla de Margarita para poner en manos españolas al general Juan
Bautista Arismendi, según así lo aprecia el referido Marx. Cosa parecida ocurrió en Barcelona con el
general Pedro María Freites cuando el sitio de la Casa Fuerte (1817), por cuyo motivo este valioso militar del
Oriente venezolano tiene que inmolarse
peleando en aquel encuentro traidor, aunque como sabemos que el fondo del
problema era una disputa permanente
entre ambos guerreros y sobre todo desde cuando el valeroso y aherrojado Piar
llamara a Bolívar ante un grupo nada discreto que este caraqueño al que cita en
ese momento, era el “Napoleón de las retiradas”, por cuya causa considero Piar
de entonces firmó su propia sentencia de muerte, que en poco tiempo y mediante
artificios oportunos permitieron a Bolívar con justa razón para el momento ordenar
la prisión de su pariente, seguirle un juicio militar y pasarlo por las armas a
este digno soldado entre los más valientes de nuestra Guerra de liberación pero
que falto de prudencia y a través quizás del engaño se enfrentó con valentía
ante el pelotón militar en Angostura. De eso nada sabemos por escrito del
filósofo y entendido, que no en todo, Carlos Marx.
Carlos Marx |
Ahora escribiendo de nuevo sobre Bolívar Marx repite ideas
propias fuera del contexto real dentro de sus parlamentos con Engels y otros
seguidores de la intimidad, afirmando por tanto que con la “mise en scene” que pusiera Bolívar en el
Congreso de Panamá (1826), donde muchos dirigentes se oponían a sus propuestas al pretender unificar a Suramérica en una
república federal “cuyo dictador sería el propio Bolívar”, por cuanto asentaremos
que para aquella época ya andaban en curso corrientes antibolivarianas diversas
y por distintos factores cuyo líder en eso que pretendía llamarse
Colombia era el general Francisco de Paula Santander, aunque el caraqueño por
causa de aquel conflicto sangriento y tan difundido permitió desviarse de los
cauces para defender otros intereses propios que enseñaban apetencias y poderes
dictatoriales, según deja entrever el filósofo alemán. Pero cuando en 1826 intenta y
luego realiza la marcha sobre Venezuela
proveniente desde Bogotá, para someter nada menos que al general Páez, quien
como se dice en criollo tenía el toro cogido por los cachos (cuernos), es decir
entiende que gran parte de Venezuela seguía al llanero Páez alegándose que el
país ahora por cuenta de Bolívar era apenas un departamento de la Colombia
construida por el terco Don Simón, por cuya causa en mayoría eran opuestos a sus planes, lo cual entonces “asusta” al caraqueño una vez que
conoce esta realidad inocultable y bien coteja al ejército de que dispone Páez,
por lo que analizando a fondo la crisis instalada Bolívar piensa retirarse al extranjero con una pensión anual.
Quiero dejar sentado ya para concluir este primer trabajo
sujeto a una mayor profundidad en un futuro porque es claro comprender que tantas
divagaciones, inexactitudes, errores sustanciales y otros defectos del texto
que señalo no pueden interpretarse en su justa medida mediante un artículo como
este falto del espacio suficiente y de la profundidad a tener, con que algunos
ya lo han intentado y dejando para mí cierto
sabor agridulce necesario de explicar. No es que yo quiera y menos aspire a deslucir
la figura intelectual y desde luego teórica del empeñoso prusiano cuyas tesis
ya han sido más que superadas, quien con sus ideas extremas cambió la historia de la humanidad desde los
trabajos iniciales del siglo XIX, que desgraciadamente dieron término en
guerras continuas y millones de muertos, como ocurre en estos mismos días por
obra de las confrontaciones religiosas permanentes según se puede entender. Porque ese tema así enfocado
para estudiar y por demás extenso no fue de mis cabales pretendidas, de donde se lo dejo a otros amantes de esos exámenes
históricos. Para finalizar esta cuestión marxista sobre un hombre tan lleno de
problemas y miserias que entonces lo entornaban y que ello en algo debió penetrar
la pluma con que escribiera, aclararé que el texto de Marx por mí señalado y para
todos, estuvo en abandono cuanto como
desconocido por tantos investigadores acuciosos entre legajos y papeles insertos
en su pérdida, pero por obra de la casualidad fue descubierto en 1935 entre
legajos mal puestos o acaso escondidos bajo los conflictos sociales de aquel tiempo. El
texto finalmente fue publicado en Buenos Aires, en 1936, donde se demostraba
esta tendencia antibolivariana, carácter de fondo y opinión que cambia a favor del caraqueño cuando por obra
de los sucesos ocurridos con ribetes de
tragedia interior sucedieron mutaciones dentro del pensamiento político de la
URSS, manteniéndose así los criterios de
nueva factura hasta 1959, época con viraje sustancial de mayor amplitud en que se critica confesando
entonces esa posición absurda o antihistórica venida desde atrás y por ausencia
de conocimientos y profundidad suficiente sobre la figura paternal de Simón
Bolívar.
Para concluir esta suerte de réquiem frente a tanto de lo que
se ha escrito en materia histórica añadiré algunas opiniones sobre Bolívar que en
el siglo XIX se paseaban por las mentes extremas y liberales de Europa, como el
caso significativo del anticapitalista Marx y su íntimo Engels, cuando el
prusiano dice que las campañas castrenses de Bolívar “fueron un alarde de
mediocridad”, o los arrebatos de ira que sufre el caraqueño, “que entonces se
pone como loco”, siendo “incapaz de todo esfuerzo de largo aliento” (sic), y
que su dictadura degeneró en una
anarquía militar. El comentarista José
Toro Hardy recoge también fuertes expresiones
marxistas sobre el oligarca caraqueño, cuando este prusiano expresa que era “bribón,
inescrupuloso, aristócrata, y que las campañas exitosas que tuvo en Colombia y
Ecuador se debieron a las tropas inglesas y no a Bolívar, remachando así lo de
este “pequeño burgués de ideas reaccionarias”. Por su parte el economista y
político José Guerra aclara que Marx considera a Bolívar como un traidor,
cobarde, desleal, militarmente inepto, racista y dictador. Veremos, pues, cómo
reaccionan los testarudos panegiristas de Marx sobre esos conceptos propios del
silogismo y quién daña o confunde a quien en este torneo de gladiadores
temperamentales. Porque la verdad sea dicha, aunque dure rato para comprenderla.
Ya de sobremesa para la buena digestión de lo entendido agregaré que el famoso
creador de “El Capital” tuvo una vida por demás agitada, donde fuera de ser dipsómano
lleno de controversias, procreó tres legítimas hijas a quienes maltrataba por
ser hembras y no les dio educación, que se suicidaron. Además, para sorpresa de
todos y de quien aún no lo sepa, tuvo
una esclava fiel a su orden, “secretaria” sin ningún sueldo, que le dio un hijo
natural (Freddy Demuth, al que nunca tomó en cuenta), llamada ella Helena
Demuth (1820-90), agraciada, natural de El Sarre, a quien trató en tal
condición servil y le dio ese hijo natural a escondidas de todos.
Ojalá ustedes apreciados lectores repasen algunos aspectos
vitales del señor Marx para que se enteren por sí mismos de estos tremendos
datos que aquí inscribo.
Caricatura de Bolívar y Chávez |
Por lo que sé con
respecto a la devolución de nuestro Territorio Esequibo
ojo pelao con la Corte Internacional de Justicia, organismo que está
controlado por Inglaterra. Recuerden el
caso reciente sobre la increíble repartición acuática en Nicaragua.
También estoy de acuerdo y por lo
que represento en este mi país, con la creación inmediata del Estado Esequibo, el número 25, pues su
no erección sería como un contrasentido
de la lucha desatada y ya emprendida con total augurio. Recuerden nuestros
representantes diplomáticos igualmente
el cuidado a tener con la imperial Brasi, el caso de Roraima y el tratado de Pirara (1904) que le dio luz
verde a la vieja pretensión de ellos en en su salida atlántica (que se las dio
el Presidente Caldera), el caso de Rupununi, como lo que pasó fijando límites
con Venezuela (dejan tres años esperando
a la comisión encargada), ahora la grave
cuestión financiera de Odebrech, la jugarreta
y otras salidas diplomáticas delicadas
que luego trataremos para apropiarse del
río Branco. Recuerden pues que en eso Brasil son peligrosos. Ojo pelao, con las
sonrisas de doble intención, cuando de un millón de kilómetros cuadrados de
territorio ahora tienen ocho, y lo que se espera. Gracias.