sábado, 29 de octubre de 2011

LOS DOS HIJOS DEL ESTÉRIL SIMÓN BOLÍVAR.

Amigos invisibles. Aunque parezca contradictorio con el título certero de este trabajo voy a demostrar de una manera lógica y cargada de fuentes diversas la maniobra tiempos ha urdida, para acabar de manera definitiva con aquella idea mitológica que sostienen algunos, contando entre ellos a varios científicos de obra calificada, en que Bolívar no tuvo hijos, porque sencillamente era estéril, cosa por demás obra de la imaginación y sin ningún fundamento siquiera histórico, ya que las pruebas en su contra son apabullantes y por tanto dignas de toda estimación, que al ser imbricadas con otras testimoniales demuestran de manera clara y palpable todo lo contrario, es decir que tuvo descendencia, en lo que desde luego hay que tener mucho cuidado ya que puede haber infiltración sentimental en ese sentido, lo que no descarto por consiguiente.
            Sin embargo voy a tratar puntos conceptuales como el aspecto social de dicho intríngulis, desde luego una visión genética hereditaria, la conocida vida amorosa del Libertador, en lo que fue prolífico, y por razón desprendida de esa compostura la descendencia supuesta que tuvo Don Simón, primeramente entre numerosas mujeres con quienes sostuvo relaciones sexuales, según fue comentario general con diversas pruebas escritas y orales sobre su donjuanismo, aunque sometidas a un análisis más riguroso del que se puede acometer en este escrito, pero hay otras más íntimas, más cercanas al propio Bolívar, que exudan cierta seguridad en cuanto a las ejecutorias planteadas. Y por último presentaremos la realidad de los dos hijos ilegítimos del caraqueño Simón Bolívar, sobre los que yacen suficientes pruebas familiares, emocionales, declarativas, de recuerdos históricos y hasta de características fisonómicas, como de tratamientos genealógicos que confirman la realidad de lo que hoy sostengo ante el mundo interesado en este trabajo, por demás fundamental en la vida del caraqueño, que ahora estudio de la siguiente manera:
1)      La cuestión personal,  se refiere a su calidad de hombre viudo, sin hijos aparentes y que por la vida trashumante a caballo que llevara dentro de aquel tiempo sujeto a leyes severas de conducta, le impedía así excederse y en su condición de líder revolucionario, lo que le imposibilita construir un hogar donde tener hijos legítimos, pues como sabemos su esposa fallece pocos meses después de estar casado y sin dejarle descendencia. Por ello siempre eludió referirse a este tema sino al final de su vida, para no desfavorecer la condición mítica que lo cercaba hacia el mundo femenino tan proclive a yacer con los héroes, al estilo antiguo, porque era simpático cuando le interesaba una mujer. Por otra vertiente el hecho de tener hijos fuera del matrimonio era condenado por la Iglesia y en ello la sociedad colonial tenía temor de las consecuencias, de donde se extremaba el cuido a fin de evitar los hijos bastardos y aún realengos (como los expósitos), que podían afectar un apellido, provocando en el infante así nacido cierta minusvalía tácita que lo hiciera mantener siempre en un segundo plano, sin poder aspirar una mejor condición social, al extremo de tener prohibido hacer mención de su origen ilegítimo y menos de mencionar a su presunto padre, a quien por excepciones se podía recordar como el “padrino”, y aquel preguntar a hurtadillas sobre “el ahijado”.
2)      La cuestión genética se refiere en lo que nos concierne a las ramas ascendentes de Simón Bolívar, que fueron prolíficas y salidas del giro normal de lo pacato, como era menester, porque si a ver vamos en su árbol genealógico de lo heredado desde los ancestros que llegaron a Venezuela dieron quehacer en la cuestión de faldas, y no se diga del famoso tatarabuelo Francisco Marín de Narváez, que entre otros tuvo una hija escondida para evitar las malas lenguas, aunque las paredes tienen oídos, y también, que se sepa los abuelos Ponte y Jaspe de Montenegro, éste de origen gallego, con el dinero que tenían se unieron con negras ricachonas en carnes y mezclaron la sangre en medio del desenfreno de la pasión. Pero el que más se excede es el propio padre de Simón, llamado Juan Vicente Bolívar y Ponte, hombre libidinoso, erótico de fama, que dejó regados numerosos hijos en la provincia aragüeña, cercana a Caracas, dueño prácticamente de todas las infantas de la región, sostenedor de celestinas que lucían bien en su papel, y que con el diablo lujurioso metido en el cuerpo el obispo Díez Madroñero le siguió un  juicio por el pecado de la carne, con 23 mujeres que declararon en su contra, muchas de las cuales confesaron tener hijos de este sátiro, y que por ser hombre de poder, la sentencia salió prácticamente a su favor, porque las pecadoras fueron las mujeres involucradas, y él devino en un santo varón. El hijo mayor de este superman sexual se enreda con una mujer caraqueña con quien pronto tendrá cuatro hijos bastardos, y no tuvo más porque pronto murió ahogado. Pero la hermana María Antonia se dejó de cuentos y del apellido cuando le pone cuernos a su vejuco y paralítico marido para tener dos hijos extramatrimoniales, uno con cierto juez picaron de la corte provincial caraqueña, el Oidor Felipe Martínez, y otro con un almirante familiar cercano de los Bolívar, de apellido Clemente, y hasta ya pasada de edad termina en brazos de un carpintero, que en la chulería le birló mucho dinero, mientras la sobrina Felicia era vox populi en Caracas que había terminado en serios coqueteos románticos con un portugués brasileño, porque hija (o nieta) de gato, caza ratón. Sobre esta base genética, temperamental y nada tímida, no es de extrañar que el Bolívar cundido de testosterona hubiera resultado, tal como fue, un hombre cazador de mujeres, que las tuvo a montones en muchas oportunidades, siendo padre de escondidos retoños pasajeros.
3)      Las mujeres de Bolívar. En mi libro “Los amores de Simón Bolívar y sus hijos secretos”  hago un amplio comentario  sobre este aspecto de la vida íntima bolivariana, donde me refiero a las clases de mujeres con que se relacionó el caraqueño en este sentido, no solo por el temor a enfermedades sexuales de carácter grave, sino por las consecuencias de un embarazo no deseado, en un tiempo en que no se podían esconder aquellos episodios por la falta de contraconceptivos ante estas calamidades. Fue poco lo que anduvo sobre el particular con mujeres que lo pudieran atar en un momento, dada su vida mundana y aventurera, por lo que prefirió la presa fácil que no pudiese comprometerlo y en lo que sobresalieron, que conozcamos por encima, damas casadas, mujeres liberales aunque de recato y en especial servicios y muchachas jóvenes sin problemas personales, que encontró en el camino de su vida y en especial donde posaba. Dentro del análisis que he realizado pude conocer que desde los 16 años de edad el caraqueño mantuvo relaciones de alcoba con damas de diferente índole y por 31 años seguidos, hasta que murió acosado por la tuberculosis, recordando en este momento que tanto el padre como la madre de este caraqueño murieron afectador por tal enfermedad enervante, que entre sus características hace lujurioso al que la sufre, por aquello de la defensa de la especie y que en ese caso heredó también con mucha fuerza este Bolívar que tenemos presente.
        
4)    Información sobre amantes e hijos.   En  el libro en referencia se señalan 27 amantes, de diferentes nacionalidades, y otros amores menos conocidos, que suman nueve más, con veinte supuestos hijos y algunas hijas,  que suman nueve, tenidos la mayoría en países que hoy llaman bolivarianos, lo que no quiere decir bajo ninguna forma que toda esta andanada de supuestos retoños sean en verdad su herederos, porque muchas vivarachas pueden habérselos adjudicado, por diverso interés, entre lo que más vale es el dicho de “ser hijo de Simón Bolívar”, aunque ese supuesto no se pudiera comprobar. Sin embargo sea oportuno traer a la memoria y antes de referirnos a los hijos verdaderos, que entre los que andan en fila para ser reconocidos en este sentido están Flora Tristán (1803-1844), la primer líder feminista europea con ideas sociales, cuyo físico y espiritual era muy parecido a Bolívar, y el sacerdote colombiano José Secundino Jácome, nacido en 1814, cuya estatua en Gramalote, frente a la iglesia del pueblo santandereano, tiene escrito en su base “Hijo de Simón Bolívar”. Otro sería el “ahijado”  Simoncito Froissart, de quien encomienda su educación, en París, a la pariente Fanny Du Villard, y el señor Ricardo Segovia, quien iba a llamarse Ricardo Bolívar, según pretendía la enamorada madre, como me lo contara personalmente en Caracas su bisnieta nonagenaria, con puntos y señales, la delicada dama Ana Segovia.
5)      Otras damas  que dijeron tener hijos de Bolívar  y que en cierta forma son reconocidos por los lugareños, sin mayores pretensiones dentro de la historiografía, fueron las madres de Socorro Bolívar (Magangué, Colombia), Manuela Josefa Cuero (Yumbo, Colombia), un N. Vernaza (Popayán), Ángel Bolaños (El Trapiche, Colombia) Engracia Salinas (Angostura, Venezuela), Rudecindo Caicedo Mosquera (Popayán), N. Vallejo (Carlosana, Nariño), N. Jarrín (Tacabundo, norte de Quito), un “retardado mental” con Joaquina Garaicoa, en Guayaquil, Manuel Ortega (Nabón, Ecuador), Juan Antonio Fernández (Cuenca), N. Rojas Ayacaba (Saraguro), José Manuel Perú Arrieta (Pisco, Perú), Simona (San Borondón, Guayas), y Dolores Zambrano (Otavalo), fuera de otros muchos que no cito, por tener incompletos esos testimonios.  
     6)     LOS HIJOS CIERTOS DE BOLÍVAR  que he podido averiguar son, el primero JOSE ANTONIO DE LA TRINIDAD COSTAS,  hijo de María Joaquina Costas, boliviana, nacido en Potosí el 5 de julio de 1826 y muerto en Caiza el 8 de octubre de 1895, con descendencia.  Siendo muy niño de apenas meses de nacido es llevado por 400 leguas y a caballo desde Potosí hasta Lima, para que lo conozca su padre Bolívar, según disposición expresa del Libertador ordenada al general José Miguel de Velasco, luego Presidente de Bolivia, por 20 años. Allí en el Rimac pintó a la madre Joaquina (separada de un general argentino) el famoso retratista José Gil de Castro, que había hecho otros óleos al Libertador. Siempre fue mencionado este hombre culto como “hijo del finado Simón Bolívar”, llevando incluso sus nombres, salvo el de Simón, para evitar atentados, según se prueba con la partida de matrimonio, del 2 de octubre de 1895.  A la madre de tal preciado hijo Bolívar le escribe, para los recalcitrantes que todavía desconfían de su paternidad (“…seguiré muy de cerca  el desenlace [del embarazo], ya que fuera de Bolívar y Ponte  pondré a buen recaudo la honra de usted en cuanto a mi conducta personal…”.  Más claro no canta un gallo.
     7) MIGUEL SIMÓN CAMACHO, es el otro hijo cierto de Bolívar, engendrado por el Libertador en octubre de 1819 cuando el viajero pernocta por varios días en la ciudad de Pié de Cuesta (Santander, Colombia), siendo su madre la lugareña Ana Rosa Mantilla. A sabiendas de tal alumbramiento, en julio de 1820, poco tiempo después el Libertador comunica del hecho a su hermana y confidente María Antonia, de modo tal que “con el vivo retrato de Bolívar” se traslada a Caracas, donde admitido el infante “la tía” María Antonia se preocupa en la educación de su sobrino, asentándolo en casa de su hija Valentina, casada con don Gabriel Camacho, de donde Miguel Simón tomó el apellido Camacho. Poco después Miguel Simón fue enviado a Lima para su educación, a quien acompañó por mucho tiempo y de servicio, desde Caracas, el mulato Lorenzo Camejo, hijo del célebre Negro Primero.  Hombre culto y educado, ya hombre Miguel Simón se establece en Quito, ejerce de comerciante y funda su familia que con el tiempo se residencia en Francia. Al morir en Quito, el 10 de julio de 1898, encabeza el cortejo fúnebre el Presidente de la república Eloy Alfaro. Sobre su origen como hijo de Bolívar existen numerosas cartas que así lo prueban, incluso dando fe de ello el ilustrado arzobispo de Quito, González Suárez, asentando además que su nieto Manuel Benalcázar Camacho tenía los mismos rasgos fisonómicos del Libertador. De esta rama Camacho (Bolívar) existen descendientes que aún moran en el extranjero, entre ellos Margarita Camacho , quien casa con Manuel Benalcázar, con 4 hijos nacidos, y el vástago Manuel tuvo a la hija María Eulalia, madre a su vez de Martha A. Ordóñez Benalcázar, quien vivía en Europa para el año 2.008, según me fue comunicado.
8)      He aquí la respuesta indubitable a cierta célebre frase que Bolívar en Ocaña comunica y para la posteridad al coronel Luis Peru de Lacroix, cuando le expresa de manera enfática “No soy estéril y tengo pruebas de lo contrario… El Potosí tiene para mí tres  recuerdos: Allí me quité el bigote, allí usé vestido de baile, y allí  tuve un hijo”. Sobran los comentarios. Los pájaros agoreros y quienes arropados con la ciencia infusa piensan en lo contrario, deben guardar sus trabucos naranjeros para otra mejor ocasión.
                                                               
 ramonurdaneta30@hotmail.com

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