Amigos invisibles.
Venezuela siempre ha tenido que ver con los piratas y su alma, por principios deterministas
y valga errar quien piense lo contrario, porque para la muestra basta el botón
al referirnos a pasados recientes que nos llevan a pensar en Raleigh, en
Granmont, Preston y tantos de esa categoría aventurera que vivieron en el mar
haciendo de las suyas, sin ser importunados y a lo más se les tuvo enojo pero
no un verdadero enfrentamiento con el fin de destruirlos a como diera lugar. Así nuestro país ha albergado y sigue en ese
empeño a cuantos tiburones aparecen por allí con pieles de cordero, pero que
han hecho historia dentro de un concepto
de riesgo novelesco o en la propia envergadura del delito. En los siglos XVII al XVIII aparecieron otros
donjuanes pintorescos de esta categoría cuando ya los portugueses andaban dando
función por nuestras fronteras, como la vez que dejaron esperando a los enviados
españoles y por tres años en las fronteras inhóspitas de Brasil, en lo que
tanto sufriera el marino José de Iturriaga y el futuro gobernador marqués Solano
y Bote. Pero la cosa a tratar no se quedó allí ya que el concepto de pirata es
algo elástico, gelatinoso, blandengue, aterciopelado y acomodaticio que en
principio se aplica a muchas situaciones fuera de lo común, donde lo que impera
es la viveza y el concepto poco ético de la negociación, como los enredos
que hubo para fundar un portugués a la
ciudad de Guanare (Portuguesa) y otros pleitos que por el estilo se
vivieran a lo largo del tiempo en una
Venezuela diseñada para lo inexplicable pudiendo en ello entresacar a
personajes fabulados (el marqués de Barinas, la familia de Bolívar, Guzmán
Blanco, etc.) y tantos títeres o peleles que pueden desfilar para llenar
casillas, hasta en el siglo XX. Es aquí precisamente desde donde parte una
historia rocambolesca llena de sinuosidades y avatares como producto de esa
olla o marmita formada en Venezuela después de la Segunda Guerra Mundial,
cuando por causa de la enorme inmigración europea que se desata hacia Venezuela
para repoblar a la Venezuela palúdica, aparece en la escena de los hechos
caraqueños un marino portugués de simple nombre Enrique Galvão.
Lo del concepto de marino portugués lo he bien expresado
porque los lusitanos cargan dentro de sí algún gen que los hacen mirar y sentir
el mar como si fuera de la propia
familia, porque lo llevan en la sangre desde tiempos del legendario Viriato y puesto
que los herederos de esos pleitos centenarios con los españoles habían sido
encasillados frente al mar y en territorio que no era óptimo para el crecer de
su población, de donde a los soñadores de “Os lusíadas” no les quedó más camino
que el mar, y allí se cuenta que en las islas Azores un navegante lusitano
convenció al almirante Colón para viajar al mare nostrum infernal, que como
premio heroico resultó ser América. Debemos aquí hacer un paréntesis en cuanto a
la navegación de los mares que primero y en el intento de buscar otras tierras
se hacía costeando por los peligros a correr, con una vela pequeña que pudo
llevar a este país a las Azores, pero cuando ya al comienzo del siglo de los
descubrimientos esos marinos y con el impulso del gran navegante Don Enrique el
Navegante que se fija en ampliar la vela de las naves, como de otros instrumentos
necesarios para cruzar en los mares, de donde al poco tiempo los portugueses al
mando de veleros más amplios como palos propicios, pudieron darse el lujo de visitar comerciando
con el continente africano, lo que le abre los ojos a los marinos lusos para
emprender otras conquistas en que le dieron la vuelta a África por el Sur y de allí pronto instalan
colonias de negocios en la India y con el transcurso de los años estos heroicos
capitanes llegaron a la propia China por camino distinto al del veneciano Marco
Polo, para quedarse allí afincados por los siglos de los siglos de Macao. Sea
bueno recordar que los primeros europeos en crear territorios coloniales en
Asia fueron los portugueses, así como también fueron los últimos en abandonar
tan preciados enclaves, al despuntar el primer día del siglo XXI. De estas
resultas queda demostrado el empuje colonial y comercial de los portugueses que
dieron la vuelta al mundo en negocios de diversa índole como la esclavitud o la minería y las
riquezas naturales, que los llevó con el andar del tiempo en mezclar su sangre dentro
de un mulataje excepcional que domina el Brasil y que en Venezuela por sus
riquezas presumidas atrajo y aún seduce a una fuerte colonia establecida
portuguesa que dominan en el país rubros importantes como los hipermercados,
hotelería, licores, restaurantes, vida nocturna, ventas de vehículos, repuestos, e infinidad de otros rubros que los llevan a ser
la colonia extranjera más importante de Venezuela en cuanto a los bienes que
posee.
Es importante afirmar que después de la Segunda Guerra
Mundial, o sea luego de 1945 y debido a la pobreza en que se hallaba Portugal,
enfrentado a la carestía de la vida, falta de trabajo y otras causas provocadas
por dicha conflagración mientras gobernaba aquel país el dictador pintoresco
Oliveira Salazar, quien rogaba a la Virgen de Fátima interceder por él y contra
la mengua de sus colonias africanas, por cuyo motivo de enfrentamientos
ideológicos y políticos la economía andaba en declive salvo en los potentados
de siempre como era el capital de Oporto y los navieros, de donde una gran masa
humana que luego se estimó en dos millones de personas debió exiliarse del país
para poder sobrevivir, como que así por
miles fueron a sus colonias africanas y algunos a Brasil, donde muchos no eran
bien recibidos por los tristes recuerdos de antaño, la manipulación racista existente
y la férrea manera como el ser y existir
de los portugueses venidos de la metrópoli europea. Pero como en esos tiempos
locos posteriores a dicha guerra mundial en Venezuela ya se vivía del fasto, en
medio de una sociedad abierta, en atraso y desprejuiciada, con prontitud la
colonia lusitana fue bien acogida, mientras llegaban casi a diario barcos
repletos de inmigrantes, eran transportados esta vez por lujosas y amplias
aeronaves portuguesas que servían con el doble fin comercial como también
mantener una flota óptima y permanente a objeto de transportar tropas,
principalmente hacia Angola y Mozambique, que andaban en plan levantisco contra
el derechista gobierno de Salazar y porque la
labor de zapa izquierdosa ya había penetrado en aquel mundo chocolate de
la negritud, que a la larga sería el principio del fin colonial del férreo
imperio portugués.
En aquel momento caraqueño de los años sesenta se encontraba en esa
capital un inmigrante de ese origen europeo, siendo entonces más emigrado político
del dicho Salazar que una persona venida aquí para rehacer su vida y su
destino. Me refiero en este caso al político y hombre militar llamado Enrique Galvão. Enrique Galvão era un soldado de prestancia guerrera
nacido en 1895 y que como “self made man” había hecho su vida en medio de vicisitudes conjeturales que lo
llevan a ser revolucionario desde 1926, con buena inclinación para la cultura según
lo demuestra después (en cierta forma es geógrafo, antropólogo, naturalista,
explorador, zoólogo, escritor), y como hombre de recio carácter que pronto en
medio de la revolución portuguesa liderada por Antonio de Oliveira Salazar que llama
“Estado Novo”, es tomado en cuenta por su valer y en consecuencia para
resguardar los intereses coloniales lusitanos se le destina para ciertos altos servicios en África portuguesa,
sobretodo en la rica posesión de Angola donde marca huella por su compostura,
bienandanza y porque con la educación que ha adquirido deja verdaderas obras
materiales hacia el bienestar de sus habitantes y de dicha propiedad
ultramarina. Regresa a Portugal luego de un tiempo pasado en funciones
administrativas y militares, con deseos de ayudar a los súbditos coloniales que
se mantienen casi en la esclavitud, pero ya en esas nuevas andanzas desde 1947
tuerce su rumbo frente al dictador Salazar y por ello temiendo la cárcel como
residencia larga huye de carceleros cuando se ha puesto de acuerdo y apoya las
pretensiones presidenciales del disidente general de aviación Humberto Delgado,
que alejado del dictador presidente combate desde afuera la dictadura
salazarista y por ende a su colega amigo gallego el general Francisco Franco
Bahamonde, decide Galvão expatriarse y su primer andar en estos menesteres políticos
agresivos es en los países del Sur
americanos y en especial en Buenos Aires, donde en 1959 con el destino político
que lleva y realiza se codea con gente política de izquierda, mientras prepara
luego establecerse en la ciudad de Caracas, epicentro activo de una rica
comunidad portuguesa por lo que con prontitud y de acuerdo con las pretensiones
de cambio del general Delgado, recoge maletas y se traslada para residenciarse
en esa colorida, febril y con aires revolucionarios
ciudad que al momento es Caracas.
Caracas a comienzos de los años 60 era un hervidero de noticias y una
colección de nacionalidades, con las puertas aún abiertas para el ingreso de
cuantos extranjeros desearan establecerse en el país, de donde pronto a Galvão
no le fue difícil encontrarse con la vasta colonia portuguesa hostil a Olivera Salazar, como convencer mediante su
palabra fácil a muchos de ellos de sus propósitos demoledores en contra de esa
dictadura que ya iba para 30 años en el poder. En los encuentros cercanos a la
Plaza Bolívar o a la de Candelaria, casi tomada por la colonia española de
expatriados, se sucedían conversaciones para acabar al mismo tiempo con esa
suerte de gemelos totalitarios que
entonces significaban Franco y Salazar. De allí que con las manos en la masa y
porque Venezuela vivía un régimen democrático bajo el comando severo de Rómulo
Betancourt, pero entonces lleno de disidencias ideológicas que desembocaron
pronto en notables divisiones del partido gobernante Acción Democrática, pues
su juventud quería dirigirse más a la izquierda revolucionaria manejada en sus
cúpulas por el Partido Comunista de Venezuela, lo que incluía el respaldo
ideológico a las ideas sostenidas por Galvão y de este desde luego a las que
practicaban los jóvenes izquierdistas en toda la región del Caribe, de donde
con su apoyo triunfa Castro en Cuba, se desestabiliza Trujillo en la República
Dominicana y el dictador Anastasio Somoza pronto será ajusticiado, todos cuyos
procedimientos en pro de una apertura progresista en el Caribe permiten
instalar en Venezuela diversos grupos guerrilleros filoizquierdizantes que
desde luego estaban de acuerdo en la lucha titánica de Galvão y a quien le acompañaron entonces valiosos hombres
de la emigración republicana española que residían en Venezuela.
Vistos estos apoyos de importancia encontrados en Venezuela para acomodar
su proyecto del secuestro de un buque de pasajeros a la manera pirata, lo que
ocurriría de esta forma y por primera vez en aguas del Caribe, el marino Galvão
y sus seguidores revolucionarios comenzaron a urdir un plan que en cierto
sentido sería el primero de su clase como fue el asalto y toma por fuerza del
trasatlántico portugués Santa María, gemelo de la igual nave moderna Vera Cruz, con un arqueo superior a 20.000
toneladas, perteneciente a la Compañía Nacional de Navegación. Para llevar a
cabo ese plan discutido a los altos niveles con exiliados portugueses,
españoles y hasta cualquier amigo venezolano de estas conductas románticas de
pensar, donde se contaban, porque brillan como cerebro de esta operación
llamada como la novia de El Quijote, “Dulcinea”, lo que tiene mucha connotación,
el gallego José Velo Mosquera, viejo
luchador antifranquista con trece años de permanencia en Venezuela, quien
fungía de segundo Jefe, porque el primero era Galvão, y el gallego también José Fernandes Vázquez,
alias Comandante Sotomayor, militar de escuela, experto para más importancia en
asuntos marítimos y ex combatiente en la Segunda Guerra Mundial. La Operación
Dulcinea comenzó a desarrollarse a desarrollarse con el apoyo total de sus
comandantes y seguidores cuando 20
miembros del comando operacional una vez pasados los servicios de inmigración y
el visto bueno respectivo para salir, subieron a sus camarotes asignados y de seguidas
como buenos pasajeros de regreso al Viejo Continente una vez alejados de la rada guaireña se
reunieron sin demostrar peligro para coordinar los detalles finales en cuanto
al secuestro de la nave y de su tripulación. La parada próxima a tener desde
luego que era isla holandesa de Curazao, no lejos de la costa venezolana, en
donde en la mañana siguiente descienden
a esa tierra insular algunos pasajeros mientras el Santa María llena sus
tanques de fuel oil o petróleo pesado en
la refinería lugareña para realizar una larga travesía oceánica hasta llegar al
destino final o sea a Lisboa. Por conocer muy bien el itinerario de viaje, el
despierto Galvão, junto a dos acompañantes allí se agregan a la navegación, para
evitar sospechas, y así luego la nave portuguesa emprende el camino marítimo en
que se desarrollará un episodio verdaderamente insospechado, hasta por los
gobiernos mismos y su tren de inteligencia.
Al día siguiente de esta navegación de altura ya el comando de 23 hombres
que han recorrido el barco para ajustar
los detalles finales, en la madrugada del 21 de enero de 1961 y una vez
vestidos con los correspondientes trajes para esta operación, como el caso del
comandante Galvão que ostenta su indumentaria militar con boina y
charreteras respectivas, suben hasta el
cuarto de dirección y en rápido despliegue que ocasiona algún ruido se apoderan
del mando de la nave mientras allí sucede una escaramuza con pistolas de
potencia, de donde pronto cae muerto un
oficial del barco y son heridos dos marinos más. En cosa de minutos y de
acuerdo al plan urdido el Santa María quedó en manos de estos novedosos piratas
de mar, mientras Galvão y sus hombres ya al mando de dicho barco proceden a
desconectar todo tipo de comunicación con el exterior, por lo que el buque
desaparece de las pantallas del radar, sin conocerse lo acontecido y menos si
ocurrió alguna desgracia de marca mayor. En este momento de la hazaña y
mientras arrían la bandera naviera y enarbolan otra con la palabra “Libertad”,
el Estado Mayor del golpe triunfante se reúne para comenzar la larga travesía
en que tenían prevista viajar hasta Angola y desde allí con otras fuerzas de
combate agregadas e incluso las prevenidas peninsulares, llegar a un acuerdo
para poner fin a la dictadura salazarista y al mismo tiempo buscando la salida
del caudillo español Francisco Franco que si bien ahora los americanos le
ayudaban la situación interna era de penuria y de intensa emigración.
Mientras los gobiernos amigos de Salazar buscaban una salida al
conflicto, que todavía desconocían los pormenores, los
tripulantes (350) y los pasajeros (612) se ponían de acuerdo y ante la
impotencia de los secuestrados para manejar la situación imprevista con
serenidad y porque hasta ahora no se presentaba ningún peligro a sus
vidas. Ya con el andar de las horas y
porque algún herido en la trifulca habida podía desmejorar, previa consulta
entre los 23 secuestradores se decidió arribar de urgencia a la isla de Santa Lucía, situada al sur de
la francesa Martinica, con la intención de dejar allí al enfermo o herido de
cuidado. Para este momento ya cinco naves de guerra buscan con intensidad al
fantasma de las Antillas, desconcer5tasdos como andaban, lo que por casualidad
fue superado al informar un buque mercante que de lejos había visto a la nave
perdida y que pos sus ceuntas podía dirigirse a la isla Santa Lucía, mientras
para el momento con las máquinas plenas de acción cinco buques guerreros ya persiguen a dicho fantasma, o sea dos americanos, dos británicos y uno holandés, andan en su caza por llevar como pasajeros a
súbditos de esas naciones. Entre tanto con los medios de comunicación el secuestro
del buque portugués como noticia comenzó a dar vueltas en el mundo,
magnificando el hecho por lo espectacular de tal hazaña y porque sus
consecuencias podían ser terribles. Mas en el intermedio de los hechos y ya
para llegar a la isla inglesa de Santa Lucía aparecieron ciertas discrepancias
entre los grupos terroristas del secuestro porque entre unos anotaban que ya el
mandado estaba hecho es decir recordar la existencia de ambas tiranías
peninsulares a la faz del mundo, mientras los más recalcitrantes seguían en el
empeño de continuar hasta Angola y de allí a Europa, mientras entre ellos se
afirmaba que este último empeño era por demás arriesgado por cuanto para tal larga
travesía y sin poder hacer escala tanto
el combustíble como la alimentación, cesarían de abastecer, por lo que entre
ellos triunfa la tesis de la entrega de tal operación, de acuerdo a las
condiciones que en un acuerdo se cerraran. Entre tanto y ya con los medios de
comunicación abiertos por fin se acordó que los secuestradores conducirían el
barco hasta el puerto norteño brasilero de Recife, para allí entregar la nave,
con la condición expresa que el gobierno de Brasil les concedería el visto
bueno de entrada y la residencia de los mismos, sin mayores inconvenientes,
todo lo cual fue aceptado para dar fin a este escandaloso conflicto que desde
la prensa británica sin excepción hasta la francesa y todas sin para mantenían
paso a paso informados a sus lectores de tal acontecimiento expansivo. Es necesario dejar constancia, que para llevar
a cabo los términos del acuerdo firmado entre las partes el almirante americano
Allen Smith en un buque guerrero de su país viajó directamente hasta el Santa
María a objeto de en tres horas de parlamento sellar los acuerdos, con los
debidos protocolos como es menester durante este tiempo que dicho alto oficial
estuvo en el paquebote para cumplir su cometido.
En Caracas la comidilla matutina eran las noticias sensacionales
difundidas por la prensa amarillista y
otra seria, como EL Universal Nacional, Ultimas Noticias, La Esfera, el Mundo, que agotaban rápidamente sus ediciones
por la afluencia de extranjeros y sus intereses, mientras en el Colegio Nacional
de Periodistas de la Avenida Andrés Bello, y los clubs respectivos o bien en la
playa Los Caracas, donde los secuestrado res se reunían, mantenían en velo a la
población interesada, cuando los miembros de Acción Democrática y Unión
Republicana Democrática por sendos acuerdos apoyaron la intrepidez y la
intención política de los plagiarios. El resultado final de esta epopeya un tanto
soñadora fue que una vez aceptada por Brasil el asilo polít6ico de l0s secuestradores,
descartando así el tema de la piratería estos portugueses y españoles
descendieron del Santa María en la dicha Recife, con el avenimiento del recién
Presidente Janio Quadros, que apoyaba el fin del salazarismo, mientras los
ocupantes del buque se desparramaron por el continente brasileño y Galvão
vuelto a ser Galvão se estableció en Sao Paulo, escribiendo recuerdos de la
hazaña que le dieron vida y esperanza. La muerte se lo llevó en esa industriosa
ciudad en 1970. Pero quien salió más perdidoso de este conflicto emocional fue
su patrón en el espíritu y motivo o razón de tal lucha, pues poco tiempo
después engañado por pretensos demócratas portugueses y españoles llegó a la
frontera extremeña con España, y detenido allí en tierra portuguesa fue
vilmente asesinado. Piense usted quien o quienes lo mandaron a matar.