lunes, 7 de julio de 2014

LAS ROBOLUCIONES EN VENEZUELA.



José Tadeo Monagas
Amigos invisibles. Les parecerá a ustedes extraño y hasta equivocado que yo así titule el nombre de este artículo con el neologismo, pero en verdad no estoy salido de quicio pues lo que quiero expresar es una realidad latente que ha existido en nuestro país casi desde el comienzo de la independencia republicana derivado ello quizás sobre ciertas formas de pobreza atávicas cuando los vivos robolucionarios salen adelante, utilizando así el neologismo de marras tan usual en la Venezuela contemporánea, y porque tanto antes como ahora excediéndose en los asuntos del estado muchas capas de la población se lucran de una manera exorbitante. No ha habido manera de que esto se pueda disminuir, ni con tribunales especiales que funcionen en tales casos, por lo que el vicio enfermizo del saqueo o la rapiña en sus diversos especímenes forman parte ya de la sociedad venezolana en especial política, aunque puedan existir islas incorruptibles que sirven de coraza a tan terrible mal. Pero como es el momento llegado en este blog quiero ahora referirme a ese señuelo de “revolución” cacareada que como montoneras o guerras civiles de poca o mayor duración y sin verdadero contenido ideológico y sí personal, tanto han enfermado enervando a la sociedad venezolana, porque cada comparsa de interesados por distintos cauces queriendo llegar hasta las ubres del poder, sobre escritos dudosos salpicados de naderías, o con la lanza y el espadón al cinto por temporadas seguidas han llenado de luto las bases familiares sobre cuyas cenizas se ha construido la patria y de aquí que las consecuencias sean nefastas, casi para recordar la “sangre sudor y lágrimas” al estilo de Churchill, o el sentencioso nido de alacranes, a que se refirió el reciente difunto general Alberto Muller Rojas. De aquí que sin más preámbulos siniestros vamos a señalar algunas de esas famosas revoluciones, que en su gran mayoría no terminaron en nada sino escaramuzas caídas en las cornucopias de las roboluciones orquestadas, sin fundamentos sólidos salvo las pinceladas izquierdistas radicales o el comienzo aparatoso que distingue a la Venezuela cursante a partir de 1945 que aún perdura en nebulosas, cambios en los hechos históricos que señalaré con cierto sentido cronológico para evitar largas explicaciones previas pero que en lo resaltante para poner un término, puede entenderse así:

Revolución de Independencia. Es la primera y más importante ocurrida entre 1810 y 1821,  con sus éxitos y desatinos en los cambios de estructuras, donde suben y bajan personajes que terminan en héroes o cobardes villanos, todo plagado de signos personalistas que desembocan en nacientes caudillos republicanos o rezagados monárquicos y cuya figura principal será Simón Bolívar, personaje de leyendas de variada forma que en medio de desengaños triunfa para construir la patria, cuando la mitad de su población perece en el holocausto  y se vislumbran años de incertidumbre  y miseria aunque algunos se enriquecían entonces como nuestro admirado llanero general José Antonio Páez. Cuatro o cinco serán los resaltantes de esa coyuntura, pudiéndose contar fuera del Libertador al mismo Páez, Sucre, y Urdaneta. Aquí se evidenciaron los futuros caudillos del país.


Antonio Guzmán Blanco.

      Revolución de Las Reformas. (1835) Nada reformó, olorosa a naftalina y al contrario quiso mantener viejos esquemas que buscaban el regreso a la Gran Colombia federalista  y el enfrentamiento de los godos y mantuanos. El eje central fue la destitución del presidente doctor José María Vargas, un tanto pusilánime, desentendido y nada afecto al poder que había pasado muchos años en Europa sin defender aquí la patria, aunque el general Páez lo protege entonces. Cerebros de esta conspiración revoltosa, antioligárquica y militarista fueron muchos bolivarianos que añoraban el tiempo pasado, y otros como el oficial acomodaticio Santiago Mariño y el traidor Pedro Carujo, miembro de la conspiración septembrista de Bogotá y capaz de cualquier cosa. Fue el primer golpe de estado ocurrido en la república de Venezuela.

            Revolución La Popular. (1846).  De origen campesino, social agropecuario y contra el poder de los terratenientes. La crisis económica y el ajetreo social, como el rechazo al presidente Carlos Soublette fueron detonantes con serios encuentros cubiertos de sangre entre facciones liberales y conservadoras, destacando el conservador Antonio Leocadio Guzmán y el temible general Ezequiel Zamora. Son tiempos del inicial y fuerte poder de los hermanos Monagas. Con la captura del general Ezequiel Zamora baja la tensión guerrillera rural y se aquieta el país en sus contiendas, mediante acuerdos positivos entre conservadores y liberales.

    Revolución de marzo de 1848. Alzamiento militar que por primera vez derroca un gobierno legítimo en Venezuela, acaudillado por el turbio traidor  Julián Castro, de la confianza anterior de los hermanos Monagas, mientras la centralización del poder es desechada en el país y aparecen el sectarismo, los abusos oligárquicos, la corrupción y el pésimo manejo del gobierno central, lo que se une a la crisis de exportación, la escasez y en cierta forma el hambre. Al tiempo de estas calamidades José Tadeo Monagas de nuevo en el poder por segunda vez se enfrenta ahora a la sublevación de Julián Castro, quien lo  derroca  mediante la revolución de marzo al mando del referido Castro, mientras el oriental cavila y piensa otra vez en el perpetuación del poder familiar mediante un gobierno nepótico. El alzamiento de Castro pudo reunir un oscuro y heterogéneo  grupo de opositores, que se unen al fantoche de Castro, mientras que Monagas como presidente  reelegido previendo la caída  del poder renuncia el cargo y se asila en el consulado de Francia, para desterrarse después.

Revolución o Guerra Federal Conservadora. 1859-1863. Fue el más sangriento de los conflictos internos del país independiente (350.000 muertos en un despoblado territorio) y revolución de verdad aunque no en el sentido estricto de la palabra. Duró cinco años en una carnicería sin pausa  para llegar a nada dentro de los conflictos s resolver, enfrentando en ideas y hechos al viejo sistema conservador  las nuevas tendencias liberales, con la aparición de nuevos caudillos en el escenario nacional, como Antonio Guzmán Blanco, triunfador final en la contienda y beneficiario del país en ruinas mientras muere asesinado el temible Ezequiel Zamora. Con deseos de autonomías provinciales fue una guerra de guerrillas y robos,  salvo la sanguinaria y pirómana de Santa Inés (muertos quemados vivos) y la numerosa de Coplé. En esta contienda surgió el Zamora popular y el Falcón (Juan Crisóstomo) enemigo en sí del poder, mientras se destruye el prestigio militar del general Páez. Al final triunfó el caraqueño Guzmán Blanco, amigo de las libras esterlinas y su idea atrayente de federalismo.

Revolución Azul y la fallida Genuina o Reconquistadora (1867-68).

Provino del descontento quedante de la  Guerra Federal, con el auge de los caudillos regionales opositores al coriano general Falcón, tendiente a reconquistar el poder con la bandera azul y la sombra de José Tadeo Monagas en la guerra civil desatada. Al final esta revolución azul tuvo más de l.000 bajas con el retiro del general Falcón y el regreso al poder del caudillo Monagas. 

Revolución de abril de 1870. En verdad sostiene actos guerreros civiles en el sur del territorio patrio por dos años luego de la marcha de Guzmán hacia la capital del país. Fue promovida contra grupos azules para instaurar en el poder al general Antonio Guzmán Blanco y que se inicia con el desembarco de dicho jefe caraqueño en aguas del estado Falcón (Chichiriviche), sumándosele en el camino numerosas tropas y líderes hasta llegar a Caracas en abril de 1870. Allí da comienzo el famoso “septenio” guzmancista lleno de situaciones picarescas cuanto lucrativas. La revolución en sí termina con la toma de Caracas, pero siguió convulso su gobierno con algunos militares inconformes, hasta 1872. El ejecutivo Guzmán enfrenta a la iglesia católica, se llena de negocios que producen riqueza, atrae a grupos liberales puestos en duda, abre las puertas a las leyes civiles y obtiene el apoyo necesario conquistando la comunidad masónica de Venezuela.

Revolución de Matías Salazar. Vuelto del exilio en 1872 y rodeado de jefes conservadores Salazar se alza en armas contra su protector Guzmán Blanco, quien dispone tropas para ir en su aprehensión. Luego de algunos encuentros guerreros el general Salazar es hecho preso y traído a Tinaquillo, donde se le sigue juicio militar y  de sus resultas es condenado a muerte por traición a la patria, ante un pelotón de fusilamiento, previa la degradación militar. Su ejecución, dirigida por el expresidente Julián Castro, fue vista por el propio Guzmán, y luego ante su traición castigada tranquilo dijo el Presidente “Ese muerto es mío. Yo lo maté”.


Revolución de Coro, o La Colinada. Ocurrida entre 1874 y 1875 en dicha región para derrocar al gobierno del general Guzmán Blanco, con ideas reformistas de la constitución en boga. Debe su nombre en honor al general León Colina, alto jefe de la revuelta de 1870, siendo importante dentro del llamado septenio guzmancista. Colina una vez que se distancia de Guzmán y por considerarlo de autoridad tiránica y usurpada, se alza en Coro con otros cuatro jefes liberales y el conservador Galán, a lo que se unen con sus hombres el barinés general Pulido. La revolución terminó en un fracaso guerrero por lo que Colina con los suyos capitula ante la solidez del guzmancismo con los caudillos regionales, expatriándose del país hasta 1877.

Revolución  Reivindicadora (1878-79).  De las glorias guzmancistas, fue una disputa personal por el poder llevada al campo de las armas y habida entre compañeros y adversarios del general Antonio Guzmán Blanco por causa desatada en la dura oposición a este caraqueño que lidera el general Francisco Linares Alcántara, mientras se derriban sus estatuas  porque el mentado Linares no quería que Guzmán se eternizara en el poder, de donde los guzmancistas con Gregorio Cedeño y Joaquín Crespo a la cabeza, en febrero de 1879  al frente de 14.000 soldados entran a Caracas y toman la ciudad esperando a que el Congreso al europeísta (vivía en Europa) Guzmán lo nombre Presidente por cinco nuevos años, devolviéndole así el poder  y llamando a dicho período “el Quinquenio”. La revuelta se inició en Valencia el 28 de diciembre de 1878,  con Cedeño a la cabeza de los insurgentes, mientras que el gobierno de turno debió capitular en La Victoria, donde se inmolan 2.000 combatientes y respetándose  la vida de los demás derrotados.

Revolución Legalista (1892). Tuvo lugar en el fondo porque el vivo presidente llanero Raimundo Andueza Palacio quiso continuar prolongando su permanencia en el poder mediante una reforma constitucional, con que amplía el período de dos a cuatro años como lo estipula la constitución llamada “suiza”. Por esta circunstancia el siempre aspirante a dicho cargo ejecutivo general Joaquín Crespo se alza en armas en su hato guariqueño El Totumo, el 11 de marzo de 1892, y se va a la guerra acompañado de varios generales de importancia e ideas también guzmancistas en una revolución que se extiende por el país. Esta guerra civil termina cuando Crespo y los suyos entran a Caracas con aguacero encima el 6 de octubre de 1892, a la cabeza de 10.000 combatientes y con un saldo de 4.000 muertos y 2.600 heridos, con que se inicia una nueva dictadura militar del segundo mandato crespista. Desde luego que se procedió a una reforma constitucional sobre votos y el cambio del período presidencial  a cuatro años que beneficia por tanto al llanero Crespo.

Revolución de Queipa (1898).  Es un típico movimiento caudillista como guerra civil que se inicia  por el enorme fraude electoral en elecciones viciadas (1897) ocasionado contra la candidatura del general José Manuel Hernández, ganada en buena lid por este opositor y desconocida por el gobierno. La contienda duró del 2 de marzo al 3 de junio de 1898, iniciándose con el alzamiento del general Hernández y los suyos en Queipa de Carabobo, como reclamante del triunfo. Y para combatirlo  a favor del régimen en el poder aparece la figura de Joaquín Crespo,  que protege al presidente Andrade y quien luego de algunos  enfrentamientos muere en el aciago combate de la Mata Carmelera (Cojedes), al que asisten 2.300 soldados de ambas partes.  Con la prisión del valioso e inteligente Hernández finaliza esta  frustrada revolución.

Revolución Liberal Restauradora. (23-5-1899 a 23-10-1899). Revolución romántica y liberal con carácter epopéyico liderizada por el intrépido y valiente general Cipriano Castro contra el desgobierno del general Ignacio Andrade, violador de la Constitución Nacional, quien con apenas 60 hombres invade a Venezuela por el río Táchira, reúne inicialmente 1.500 seguidores y con otros contingentes que se le unen, como los del general José Manuel Hernández, cinco meses después luego de una inusitada campaña militar con triunfos seguidos como el feroz de Tocuyito (donde luego de derrotar a 5.500 soldados del ejército nacional éste tiene 1.000 bajas), asciende a la Presidencia de la República, en Caracas, una vez que el expresidente Ignacio Andrade temeroso ha huido del país. Como resultado comienza a participar en la política nacional  el grupo humano andino,  al tiempo que desaparecen también el hegemónico y llamado Liberalismo Amarillo y muchos viejos generales.


Juan Vicente Gómez.

Revolución Libertadora.    (La Victoria 19-12-1901—Ciudad Bolívar  22-7-1903). Formada por una coalición de caudillos cuya cabeza era el banquero Manuel Antonio Matos y aliada con empresas transnacionales que por los desafueros políticos y económicos que llevaba a cabo el general Cipriano Castro, buscaban derrocarlo  del poder. Tuvo varios detonantes, como el cruento vejamen con los banqueros y su obligación de préstamos al gobierno, so pena de ser encarcelados, el ingreso inculto y mal visto de los andinos al poder (queriéndose así liberar los centralistas de ellos), los desafueros y desatinos presidenciales, el intento descentralizador y aislante castrista para restarles importancia a los caudillos regionales, la invasión guerrera por el Táchira de Carlos Rangel Garbiras, el alzamiento en Trujillo de Rafael Montilla (“Tigre de Guaitó), etc., por lo que una coalición de catorce caudillos regionales van a la guerra civil con Matos a la cabeza del levantamiento, apoyados por empresas transnacionales acreedoras del país (que luego ejecutan un bloqueo naval a las costas nacionales) sucediéndose combates y batallas diversas como la impar de La Victoria, con duración de veintidós días de pelea y miles de muertos cual fue su resultado. Ya en enero de 1902 la guerra civil se ha extendido por el país librándose muchas batallas como la célebre de La Victoria, la primera de su género y moderna en Venezuela y donde se encuentran 23.500 hombres (nov. 1902) luchando sin ceder, durante el mes de combate, mientras se derrotan definitivamente con rendición  los viejos caudillos por diversas rencillas  internas, poniéndose así fin a la guerra en Ciudad Bolívar, el 22 de julio de 1903, con lo que desaparece la última contienda intestina en el país.

La paz guerrera del general Juan Vicente Gómez  (1909-1935).

Al ser Castro alejado del poder  por su compadre Juan Vicente Gómez, hombre taimado, sereno y de una capacidad política reconocida, el país entra en una suerte de sosiego contrario a lo que desde la Independencia había ocurrido, mientras la economía con el café, el cacao y el petróleo marcan otra pauta en el desarrollo incipiente del país. Serán 27 años de poder sin pestañar, con el hombre duro que mantiene cárceles abiertas, estudiantes presos y políticos de bajo perfil, porque quien manda en Venezuela es Gómez. Sin embargo los intentos desestabilizadores no cesan porque es natural,  como el alzamiento del General Gabaldón en Santo Cristo,  las intentonas por el llano del doctor Vargas y Arévalo Cedeño, la actividad del heroico Juan Pablo Peñaloza y otros líderes andinos o la intentona severamente castigada por el desembarco de Delgado Chalbaud en Cumaná y algunos supuestos caudillos orientales cuyo destino final fueron las cárceles gomecistas o el exilio hacia el extranjero. Por ello el tiempo de Gómez fue de una paz fundada en las bayonetas y eso que llaman la delación o el espionaje. Sin embargo durante su largo mandato siempre existió una sórdida lucha contra la dictadura, como se expresa con los estudiantes del año 1928, el alzamiento del cuartel San Carlos, la huelga de los tranvías y la aparición de las ideas marxistas en cierta parte específica de la juventud venezolana, a la que ya se incorpora la participación de la mujer. Gómez muere en su cama de Maracay, tierra de militares, sin  que nadie hubiera podido destronarlo, salvo la muerte, dando así paso a un cambio de estructuras políticas en el país que se sedimenta para desaparecer la viejo, y se siembra la semilla de otra Venezuela que tiene como meta los negocios, el petróleo, la riqueza angular y al tiempo los negocios de lucro especulativo poco recomendables.  
Marcos Pérez Jiménez.

La revolución del 18 de octubre de 1945. 

Su triunfo fue resuelto por el descontento de los jóvenes militares, con bajos sueldos, frente a la casta incrustada que llamaran de la vieja guardia, y  que en mayoría no eran oficiales de carrera sino a la carrera, hecho de guerra que fue bastante lamentable, porque en tres días de combate de fuego y como 400 muertos y heridos de saldo, se saca del poder al primer militar demócrata que ha tenido el país, hecho repudiado mediante una coalición de civiles y militares desafectos cuyo ideólogo político era el señor Rómulo Betancourt, de extracción comunista y ahora de tendencia democrática, por conveniencia propia. En los tres años de este gobierno revolucionario que encabeza el dicho Betancourt se dictan nuevas leyes acordes con su tiempo y se toman medidas de carácter administrativo como en el campo petrolero, para diseñar una nueva estructura política del país. Sin embargo la nación no gozó de una completa paz por los enfrentamientos políticos ocurridos como de sediciones y alzamientos en algunas plazas militares, que fueron debidamente sofocados por fuerzas entrenadas,  valga recordar el alzamiento militar del general Juan Araujo Briceño, en el páramo trujillano de Tuñame, (12-12-1946), quien al mando de 2.300 dispersos campesinos que esperan armarse con fusiles traídos desde Maracay, no les llegó tal encomienda, lo que fue sofocado con tropas leales provenientes de Maracaibo, siendo este el último alzamiento caudillista ocurrido en Venezuela. Desde esa fecha y hasta la asunción al poder del novelista Rómulo Gallegos todavía hubo nueve conspiraciones de estado (enero de 1946, julio de 1946, septiembre de 1946, noviembre 1946, diciembre idem, julio de 1947, septiembre idem, febrero de 1948 y noviembre  idem, hasta derrocar definitivamente al presidente Gallegos el 24 de noviembre de 1948, con un cambio revolucionario de pensamiento. (para leer esto en detalles consúltese mi libro “Historia Oculta de Venezuela. Caracas, 2007).
Carlos Andrés Pérez.

La robolución entra por casa.  
A lo largo del presente trabajo explicativo   he llegado a aquello que se llama “noli me tangere”, o sea a lo intocable porque causa escozor o piquiña para expresarlo en término popular, pues con el arribo director al poder del general Marcos Pérez Jiménez, que hoy se le reconoce como el gran constructor de Venezuela, aunque no de sus mañas, a partir de ese final de año y durante la década que anduvo atornillado en el poder, al lado de dichas obras y por causa del impulso petrolero de capital se comenzó a incluir de manera descarada lo que ya el general Crespo llamaba la  corrupta “pichagua”, y otro tanto utilizó el bandido negociante general Guzmán Blanco. Para esa época del comienzo de los cincuenta en que  la robolución y el poder de hicieron uña y carne de manera definitiva  recuerdo como si fuera ayer las comisiones que por debajo de la mesa se entregaban a los robolucionarios de aquella ocasión, que tímidamente consistían en el tres o el cinco por ciento del valor de la obra y que ya al final de la época del ministro Gerardo Sansón todo el mundo sabía que era el 10% de su valor, sin aspavientos ni sustos, fuera de otras pequeñas comisiones extras que debían darse. Recuerdo también que en el entretiempo al merideño gobernador de Caracas, general por cierto, se le llamaba “general diez por ciento”, en alusión al caso, y así por el estilo.  Y ya de aquella época en adelante, para no cansar a mis estimados lectores fue subiendo la cuenta de pichagua hasta llegar a cantidades exorbitantes en cuyo meollo de dólares, interpuestos, testaferros, familiares y paraísos fiscales no quiero meterme, por ser el tema de muchos conocido. Y así habrá de continuar por bastante tiempo hasta cuando la verdadera ley se acuerde de estos delitos millonarios.  Oni soit qui mal y pensé.

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