Francisco De Paula Santander. |
Amigos invisibles.
Hurgando entre papeles importantes me he topado con un trabajo que publicara en
el diario El Nacional de Caracas el 23 de diciembre de 1988, y que por su
importancia vuelve hoy al tapete de las noticias a tomar en serio, porque con
esto de la nacionalidad del presidente de la república Nicolás Maduro Moros en que tanto se discute
si es venezolano por nacimiento, o colombiano, y por ende si su firma tiene la
validez requerida para dirigir el país, o como igual si lo encerca la norma
constitucional que le impide ejercer tan alto cargo porque al no aparecer su
partida de nacimiento pone en tela de duda y lo declara inhábil, o porque su
madre es colombiana con los resultados
inherentes, y en fin, con toda esa parafernalia a que se ha sometido tal
nombramiento sin llegar hasta ahora a
nada, y por ello vengo a traer de nuevo dicho artículo periodístico a la
actualidad donde se demuestra que Venezuela y Colombia desde tiempo atrás
guardan estrechos lazos que son indisolubles por tantas razones entre las
cuales un nacimiento viene a ser cotidiano, ya que como lo explicara antes y para
el caso recuerdo el hecho coincidente ante los miles de venezolanos que ahora
viven en Colombia y están allá sembrando familias, y los cuatro millones de descendientes
neogranadinos que habitan en Venezuela según estimaciones del último censo
electoral (en Zulia, Táchira, Apure, Barinas, Valencia, centro del país, etc.),
todo ello da pues motivo a refrescar el trabajo premonitorio de aquel tiempo
hecho realidad y que como repito por la importancia que de él se desprende a los
momentos actuales es bueno de tomar en cuenta una vez hecha la lectura
correspondiente a objeto de sacar tantas cuentas y refrescar la historia tan
necesaria para la tranquilidad común. Y
así lo digo, comienzo y termino.
Rafael Urdaneta. |
Ignacio Andrade. |
Tampoco vamos a referirnos a la legión de leguleyos,
generales y retóricos que de aquel país fronterizo tuvieron influjo en el
ejercicio de la Presidencia de la República de Venezuela, como los casos de
Diógenes Arrieta, Alirio Díaz Guerra, José María García, Ricardo Becerra,
Benjamín Ruiz, (que llegó a ser
Presidente de los estados Carabobo y Zulia), y hasta del propio José María
Vargas Vila, intelectual de influencia palaciega (era su secretario privado) que
pudo escribir de encargo una “autobiografía” de Joaquín Crespo, publicada sólo
en dos ejemplares y para la cual el autodidacta llanero le pagó la suma de
treinta mil bolívares, cantidad enorme para aquel entonces.
¡No¡. Ahora voy a referirme al ilustrado doctor Manuel
María Ramírez Fortoul, un raro ejemplar de político binacional que trabajó
tanto en el país hermano como en Venezuela, a donde llega a ser Gobernador de
la Provincia de Mérida , en 1849, y en la que además ejerció el magisterio y el
profesorado universitario por varios años, así como su profesión de abogado,
siendo miembro de colegios profesionales de ambos países. En este tiempo y
durante la época del cuarenta decimonona casó en Mérida con la mantuana Teresa Monreal Roth, mujer blanca, de origen
trujillano y pariente cercana del
ilustre político y escritor Ángel Carnevali Monreal, con ascendencias de Italia
y Escocia, en quien tuvo dos hijos, que se sepa.
Manuel Ezequiel Bruzual. |
El doctor Ramírez nació el 5 de mayo de 1817 en el actual estado Apure,
entre las anchas sabanas guerreras situadas
en los bordes ribereños del los ríos Arauca y Apure y posiblemente por Achaguas,
cuando sus padres Antonio María Ramírez, de ancestro barinés, y la viuda Dolores Fortoul Jaimes, trashumantes vivían en esos llanos cálidos
cerca de las campañas militares de José
Antonio Páez y debido a la emigración de las familias patriotas, contándose allí
el contingente andino. Vivió muy joven este liberal entre Bogotá y Cúcuta, y en
el colegio jesuita y cundinamarqués de
San Bartolomé hizo el doctorado en jurisprudencia. Trabajó luego en aduanas,
asambleas departamentales, como Gobernador de Santander y fue revolucionario (por
lo que se asila en su propio país venezolano, -dígame- en 1841). Magistrado
del Tribunal Superior y de la Corte Suprema de Colombia, era Procurador General
cuando por ausencia del santandereano
presidente Aquileo Parra, autodidacto y enfermizo, debió ejercer la Presidencia
de la República colombiana con todas las de la ley sentándose en silla
virreinal para gobernar, convocando reuniones ministeriales y disponiendo
órdenes a objeto de cumplirlas, entre el 22 y el 24 de diciembre de 1877, horas
de mucho trajín aunque don Aquileo presuroso quiso comer tamales y ajiaco
bogotanos en esa Nochebuena, otra vez como Primer Magistrado Nacional.
Alto, flaco, de ojos hundidos y frente despejada, la barba en cierre, al
estilo francés, despierto y capaz, el llanero venezolano Manuel María Ramírez
Fortoul tuvo el raro privilegio de ejercer el Poder Ejecutivo de Colombia, sin
ser cuestionado, y murió tranquilo, en fría casa de parquet y maderas, en
Bogotá, a los setenta y cuatro largos años de agitada vida, “rindiéndosele
entonces las honras correspondientes, en ese día luctuoso que fue el 3 de marzo
(mayo) de 1891”. Hasta aquí el trabajo publicado hace 26 años en el diario El
Nacional, que por su interesante contenido de visión a futuro parece que fue
ayer impreso. Pero dado que este recuerdo tiene una proyección más amplia voy a
comenzar diciendo que así como colombianos por multitud desde los tiempos perezjimenistas vinieron a
Venezuela hasta el momento de la crisis venezolana que coincide con el
despertar económico del hermano país, por otro campo del cuadrante y debido a los
riesgos mantenidos en el hermano país por diversos conceptos como para criar
familias, hoy muchos venezolanos que se calculan en trescientos mil han
decidido instalarse en sitios tan importantes de Colombia como Bogotá y la ya
numerosa colonia, llena de negocios venezolanos como de productos que allí
fabrican (Polar, Locatel, etc.), o en la costa Caribe colombiana, con el
geocentro de Barranquilla y las industrias venezolanas allí establecidas, o
Medellín, Barrancabermeja, Cúcuta y la empresarial Bucaramanga, para no citar
más, sin dejar el regocijo que sentimos en lo interior cuando conocemos que la
capacidad de producción petrolera en Colombia ha duplicado (más de un millón de
barriles diarios de petróleo, sin contar
el gas) en los últimos tres años debido al apoyo pujante de los técnicos
venezolanos allí establecidos.
Manuel Ramírez Fortoul. |
Pues bien, todo ese intercambio sanguíneo y laboral productivo que desde
la formación de Colombia existe, arranca a partir de tiempos pretéritos, o sea
desde el propio nacimiento bolivariano de Colombia y los desplazamientos
familiares, porque si a ver vamos comenzando con el río Esequibo hasta las encumbradas
y níveas montañas bolivianas una legión de tropas americanas se juntaron para
morir viviendo en los escenarios de la libertad de nuestros pueblos, y pongo
como ejemplos cimeros de colombianos aquí muertos en la defensa de sus
principios a Ricaurte en San Mateo y a Girardot en Bárbula, haciendo patrias
como las hizo Bolívar siendo Presidente primero de Colombia, o Rafael Urdaneta
que fue el último Presidente de la llamada Gran Colombia, y así siguiendo hacia
el Sur venezolanos al mando libertario del propio Bolívar y de Antonio José de
Sucre que organizan al Ecuador, con la conocida gesta independentista de
venezolanos en Guayaquil, y las presidencias hasta vitalicias de Bolívar en
Perú, y de Sucre en Bolivia, aunque en ese camino tuvieran ribetes
dictatoriales. Para cerrar este párrafo histórico entendible dentro de la vida
siamesa que ambos países han mantenido bueno es recordar la tesis sustentada con
fundamentos sólidos sobre que el rayano general Francisco de Paula Santander era
venezolano de nacimiento, pues fue alumbrado en San Faustino de los Ríos
(situado en la banda del río Táchira “forma propiamente una incrustación
anómala sobre el territorio venezolano”.
Arbitramento, límites, 1887), territorio que entonces era parte de Venezuela, y
después dicho general llegó a ser Presidente de Colombia. Por manera que nada es de extrañar dentro de
los cambios e interpretaciones legales y hasta constitucionales que ocurran sin
conocer el fondo de lo pisado sobre el tema, pudiendo así tener como actual Jefe
del Estado a un paisano político de oriundez humilde, autobusero de ocasión y
ahora sentado con las prerrogativas de Miraflores, sin saber a ciencia cierta
de éste si nació más acá o allá de la línea
fronteriza, lo que en el fondo salvo en lo constitucional no tiene la
relevancia que pueden darle algunos, si es que lo hace bien, a favor de todos,
reitero todos, los venezolanos porque lo que importa es la eficiencia en la
gestión pública y aquella riqueza de las naciones tan pregonada por Adam Smith,
bien entendida para ayudar al desarrollo del venezolano y sin injerencias
extranjeras como el caso patente de Cuba,
que tanto se pregona.
José María Vargas Vila. |
Por manera que hoy dos o tres décadas transcurren con suma ligereza y el
derecho que tienen todos los venezolanos a aspirar mejorías es inalienable e
imprescriptible, de modo que cuando nuestros nietos, los de todos ustedes se pongan a cavilar allá
por mediados de siglo sobre lo bueno o lo peor que haya ocurrido, no esperemos
un trágico recuerdo que a nadie va a gustar sino a destruir, para que nuestra
conciencia esté tranquila, porque así se los escribe un hombre que ha recorrido
muchas partes del mundo viendo y cavilando desde su larga infancia y juventud,
para con voz propia ayudar a que el país salga adelante sin traumas ni odios o
rencores de ninguna especie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario