sábado, 26 de noviembre de 2011

EL MERCADO CULTURAL DEL CARIBE.

Amigos invisibles. Porque en estos últimos blogs hemos hablado de muertos y desaparecidos sin tomar en cuenta a la música y las expresiones artísticas tan comunes en nuestra América tropical, ahora toca esta retreta a dignificar lo sustancial que hay dentro de nosotros, ya que la música es expresión del alma que llevamos por dentro y por ello entraremos de lleno en tal campo si se quiere místico, arrebolado por muchas expresiones sentimentales venidas de fuera que se iban consustanciando con lo natural existente para así construir un sentimiento unánime como expresión de cultura e identidad, que con rasgos propios nos promueven y han llevado a la cima una síntesis del amplio espectro que cala hasta apartados rincones de la tierra, como síntesis híbrida de sentimientos indígenas, hispanos y otros europeos, fuera del enorme aporte africano que ha sabido moldear esos sentimientos de suyo triunfantes en los grandes escenarios del mundo.
Para mejor trazar una suerte de mapa del cuerpo antillano a que hacemos referencia comenzaremos por ampliar el espectro, porque si de cultura se refiere la proyección caribeña que hoy existe en los Estados Unidos es avasallante al extremo que podemos señalar a una amplia zona centrifugada por Nueva York, Atlanta Washington y algunas zonas de la Florida, como la extensión de Miami, que conllevan pegadas el alma latina por una parte de sus habitantes primarios, como de las generaciones que les suceden. Pero atendiéndonos al bendito mapa geográfico y por decirlo así, el área cultural caribeña  está circunscrita desde las islas Bahamas hacia abajo, para ocupar el golfo de México, la costa atlántica de Centroamérica, como las de Colombia y Venezuela, para adentrarnos luego en las islas antillanas, que para este examen caen bajo la influencia cultural española, desde luego, y después de la inglesa, para continuar con la francesa, holandesa y algunos pequeños restos de daneses y hasta suecos que se avecindaron por acá, para conformar un gran mercado que es puntero en el mundo de la magia mediática y de sus acompañantes.

Como quiera que en este trabajo no puedo referirme, por ejemplo a la cultura intelectual, y ustedes ya comprenderán por qué lado me reflejo, porque sería obra larga y tendida imposible de aquí caber, seguiré con mi exposición para expresar, por ejemplo, que la única isla de cierta cabida dependiente de tierra firme que hay en este contorno de millones de kilómetros cuadrados de extensión, es la isla de Margarita, que formando un estado independiente dentro de Venezuela se va acercando al medio millón de habitantes y es uno de los polos turísticos del país, pero cuya cultura, salvo alguna música típica como el polo y el galerón margariteños, tienen fuerte influencia desde luego de la tierra firme venezolana. Eso se aplica igualmente al rosario de islas o archipiélagos que ondean el pabellón patrio de los tres colores, dentro de ese contexto insular. Mas explicado este caso singular vamos ahora a referirnos a las islas anglófonas que abundan en el Caribe, tomadas a la fuerza por el imperio inglés en su lucha con España, ya que dicho imperio estaba interesado en las ricas minas de la Tierra Firme, como las de Nueva España (México) y el Perú, de donde aprovechando de la piratería poco a poco se fueron infiltrando y el amasijo de gentes que allí coloca, entre las que se cuentan, desde luego, el asentamiento de la esclavitud africana, que hoy guarda un buen porcentaje en al sangre de estos insulares, y que han sabido mezclar la música de origen inglés, con el ardiente son africano, principalmente en la más grande que es Jamaica, de donde han resultado grandes músicos como Bob Marley (inicialmente salido del mundo hippie, del rock y blues sureños americanos), miembro del grupo rastafan, que son como un reflejo de cierta cultura autóctona que le da vuelta al orbe, sobre todo imponiendo el reggaeton. Sobre esta base original  podemos contar con otras islas originalmente anglófonas, que cambiaron de manos con Francia, por ejemplo, para volver a Inglaterra mediante acuerdos o tratados alusivos, y donde en el repartimiento anglosajón algunas, como las islas Vírgenes, de ascendencia danesa luego pasaron algunas a poder americano. conservándose otras en manos inglesas, como el caso de Barbados, (que ahora tiene una magnífica cantante de pop y reggaeton llamada Rihanna) con más de cuatro siglos bajo el mando directo o indirecto británico, porque en la extensa isla de Trinidad, que antes en tiempos españoles formaba parte de la Gobernación de Venezuela, desde 1797 fue sometida por el poder colonial inglés, teniendo cierta cultura anglo africana y caribeña de bajo perfil pero con una música de calipso autóctono trepidante que nada tiene que ver con la de enfrente venezolana.
Si a ver vamos en el camino emprendido la cultura caribeña, para así llamarla en lo que toca al aspecto artístico musical, que tratamos apenas en el presente trabajo, no se circunscribe a este territorio marítimo que ocupa millones de kilómetros cuadrados, sino que se amplía con sus habitantes que han emigrado a otras latitudes y allí mantienen fervorosos el proceso de su ser como ente intelectual, porque mantienen lo genético por dentro, el calor del Caribe, y hasta siguen desarrollando esa cultura en aquellos territorios, principalmente en los Estados Unidos, donde vive latente el sabor antillano en comunidades extensas de Nueva York, verbigracia El Bronx, y otros estados establecidos en la zona Este y hacia el Sur rumbo a Florida y el Golfo de México, con algunas variaciones desde luego, para seguir latiendo por la costa atlántica de Centroamérica, de Colombia y Venezuela. De estos territorios donde se respira más ese sentimiento Caribe podemos encontrarlo por el Veracruz mexicano, tierra inmortal de la sensual Toña La Negra y del supremo compositor Agustín Lara, tan ligados como digo al Caribe, Panamá (Rubén y Roberto Blades) y Venezuela, que pareciera formar parte directa e insular del Caribe por el sentimiento y hasta por el hablar, recordando en este instante a artistas conocidos como el maestro Billo Frómeta y los cantantes Oscar de León, José Luis Rodríguez, Felipe Pirela, Ricardo Montaner y Franco de Vita, debiéndose recordar además que Venezuela tiene un Estado autónomo formando parte de la república denominado Nueva Esparta, o isla de Margarita, hoy en día de fuerte industria turística y con cerca de medio millón de habitantes, cuyos galerones y polos musicales mantienen el sentimiento caluroso del Caribe.
Para ir refiriéndonos a este inmenso bagaje cultural, porque la música siempre une, debemos comenzar expresando que este complejo a que me refiero se halla dividido en varios mundos que abarcan el sentir latino con sus desinencias, el sentir europeo, porque en esas islas se establecen colonizadores de origen inglés y francés, principalmente para de esta manera formar algo nuevo con la mixtura que se establece, y ciertas pequeñas reminiscencias de otras culturas que incluyen nuevas formas expresivas, como el holandés, el danés y algo del sueco, todo lo que comienza a dar colorido a estos territorios desde cuando se establecen los piratas en su seno, por cuanto los españoles entonces andaban más interesados  en explotar el continente americano por sus riquezas descubiertas, como en Nueva España (México) y el Perú, manteniendo por ello abandonadas muchas islas que los países mencionados aprovecharon para su establecimiento. Y a fin de ir circunscribiendo la cultura musical, que es lo de más fuerte atracción en tales islas debemos comenzar por las anglófonas y sus derivados linguísticos, que conforman nuevas formas de expresión  y de sentimientos, que se desprenden desde las  islas Bahamas para pasar por Jamaica, una de las grandes islas caribeñas y tierra de conocidos compositores y músicos como Bob Marley, miembro connotado del que impone con sus discos en el mundo el reggaeton, de influencia moderna aparecido en los tiempos hippies del rock y de la droga alucinante. De esta isla pasaremos a Barbados, cuya población es mulata ya que cuando llegaron los ingleses no existía ningún indígena y que en 400 años de coloniaje británico han podido asumir una cultura particular donde ahora destaca con soltura la sensual cantante, bailarina y compositora del mundo pop Rihanna. En la continuación de este paneo artístico pasaremos ahora a la isla de Trinidad, que perteneció a la Gobernación de Venezuela hasta 1797, cuando fue invadida por los ingleses expedicionarios, para no salir más, y por cuyo motivo fomentaron una nueva aproximación con habitantes de diversos continentes y aplicando el sistema del apharteid pero con preferencia que en la diversidad producen el famoso calipso, ejecutado sobre todo en tiempos de carnaval y que es  fuente importante de divisas turísticas. Además de estos territorios insulares existen otras bajo el dominio discreto anglosajón, con algo parecido en su cultura, mientras se especializan algunas en los llamados paraísos fiscales financieros (Caimán), y otras en el solaz y la belleza para distraer a clientes multimillonarios (Mustique).
Ahora toca continuar con la isla de Haití, cuyo nombre es el original taíno, pero que ahora se divide en dos naciones, al occidente situada la república de Haití, y al oriente la república Dominicana, y cuyas relaciones por cuestiones raciales han sido muy tensas. Sucede entonces que por causa de tratados que se firman antes de los tiempos napoleónicos tocó la parte occidental a Francia, donde establece la más grande factoría de azúcar del mundo, por lo que inunda de africanos laborales dicho territorio, quienes al posesionarse de ese país lo llevan a la ruina, porque talan todos sus árboles para la combustión casera, y luego invaden a Santo Domingo para establecerse por 25 años y cambiar con melanina la faz de aquel país hispano. Sin embargo, como para esos tiempos ya el sentimiento musical se siente con aspectos donde reina el tambor africano, si bien en Haití por la pobreza no despunta sino el vudú y otros signos religiosos de origen africano, al contrario en Santo Domingo sí despunta con prontitud el alma popular del canto, del baile y la composición, teniendo como signo evidente de este progreso el ya implantado a nivel mundial y  electrizante merengue dominicano. En la actualidad los grandes estadios y salas de fiestas del mundo se colman de público para escuchar a artistas de la calidad de Juan Luis Guerra y su bachata, Fernando Villalona, Wilfrido Vargas, Johnny Ventura, Porfirio Jiménez y tantos más que se destacan en ese país atacado por la enfermedad de la música y el baile.
En la continuación del recorrido nos referiremos en este aparte a Puerto Rico, llamada la isla del encanto y cuarta en tamaño de las islas caribes, diferentes a la demás porque ha sabido conservar un sabor colonial español que la distingue y una música que se imprime de la balada antigua con el sabor moderno tan bien llevado por sus hijos. Puerto Rico ha sufrido de una gran emigración hacia los Estados Unidos, por aquello de que es Estado Libre Asociado con el imperio gringo y ello la favorece en cuanto al trabajo, la educación y la ausencia de impuestos, que le permite incluso mantenerse como Estado Asociado. Su música es suave, tropical, llena también de encanto, con grandes compositores y músicos de fama internacional que sabido copar la audiencia dejada por Cuba en este sentido, todavía viviendo en los años cincuenta del pasado siglo por obra y gracia del torpe y miope gobierno que preside la isla. Por ello vamos a comenzar la lista con el inmortal Rafael Hernández compositor de muchas canciones como Tú no comprendes, Capullito de alelí y Campanitas de cristal, que son un hito dentro de la música antillana, para seguir y dentro de otro estilo con otros inmortales, como Héctor Lavoe, Ismael Miranda, la India, Cheo Feliciano y José Feliciano, Boby Capó, Chucho Avellanet, Tito  Rodríguez, la Sonora Ponceña, el Gran Combo de Puerto Rico, el grupo Fania, y los que están de moda Jennifer López y Marc Anthony, que aunque nacidos en Nueva York y bilingües son parte de la cultura puertorriqueña. A esto debemos agregar algunas bailarinas que hicieron estremecer el pensar masculino, como Mapita Cortés e Iris Chacón, “la bomba de Puerto Rico”.
Fuera de otras islas que se expresan con dialectos y otros lenguajes locales, tal el caso de las islas de Curazao, Aruba y Bonaire, vamos ahora a referirnos a la gran isla de Cuba, con más de mil kilómetros de largo y que por más de 50 años anda en poder del castrocomunismo, lo que le ha impedido desarrollarse con entera libertad, como en el caso de la cultura musical, cuyos habitantes de ancestro llevan prendido en el alma este concepto con mucha honra y que sufren por ello. Antes de 1958 las mejores orquestas, los mejores músicos, las mejores bailarinas, la mejor y primera estación de televisión en el Caribe, la inigualable CMQ, las mejores salas de fiesta, como los grandes casinos, la inmejorable vida nocturna, los incomparables shows de artistas de todo tipo, los restaurantes marineros rociados con el “mojito” y el Cuba Libre (¡Qué contrasentido¡) en La Bodeguita del Medio, se encontraban en Cuba, y excuse usted lo que parece ser un exceso porque en mis veinte y tantos años allá yo lo viví, pudiendo dar cuenta de ello (además de que tres veces visité la isla en época posterior), y quién no se acuerda por tanto de los rutilantes cabarets Tropicana, Montmartre o Sans Souci, y las mujeres cienfueguinas que los colmaban, como María Antonieta Pons, la asimilada Tongolele, Ninón Sevilla, Amalia Aguilar, Blanquita Amaro, la espigada Rosa Carmina, mientras en México, Caracas y La Habana descollaban orquestas cubanas a la altura de la Sonora Matancera, Aragón, Lecuona, Casino de la Playa, y la que impuso el mambo con Pérez Prado en la batuta. Para completar este cuadro de luminarias que se fueron sin reponerse, salvo con baladistas que aún componen viejas canciones al estilo de congas, guarachas y boleros, por orden censurable del gobierno, debemos en este recuento apretado recordar también voces cubanas que no desaparecen como las de Olga Guillot, Miguelito Valdés, Rolando Laserie, Barbarito Diez, Benny Moré y la sin igual por todos los conceptos Celia Cruz, artista inigualable  que fuera de cualquier distancia es la más completa de Cuba, por su voz, su “savoir faire”, su meneo permanente, su bulla en el escenario y tantas cualidades que tuvo suficientes para no morir, aunque aún el cavernícola régimen actual la mantiene prohibida por el hecho de haber sido opositora de quienes arrasaron con bello su país. Y pensar que toda esta salsa llevada en las venas por los cubanos sortarios de afuera y los que sufren mediatizados adentro se debe a esa profusión de razas entremezcladas con indio, africano ancestral y español, lo que a lo largo de 400 años dieron templanza a ese pueblo que ha sabido sufrir de su miseria impuesta pero que canta y cantará por siempre porque el gorgueo de las cuerdas vocales y el cimbreo de su esbeltez femenina corporal, les sale desde muy dentro, o sea del corazón.

ramonurdaneta30@hotmail.com

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