martes, 17 de mayo de 2011

DESPIERTA EL IMPERIO DE BRASIL.

Amigos invisibles: Como siempre mucha gente ignora que Brasil ha sido durante bastante tiempo un imperio conquistador, de hecho y de derecho, aunque esa ignorancia puede ser motivada a prejuicios políticos, es necesario afirmar ahora que el extenso país vecino de Venezuela por el Sur gozó de estos privilegios monárquicos tanto en tiempos coloniales de su dependencia de Portugal, cuando tuvo tres monarcas constitucionales que fueron Juan VI de Portugal, al huir de su tierra peninsular hacia esos feudos eróticos por causa de la invasión napoleónica, y después su hijo y su nieto se montan en el trono del Imperio del  Brasil bajo los nombres de Pedro Iº y Pedro IIº, todos de la real casa de Braganza.
Los portugueses, antiguos propietarios  de aquel extenso territorio, que de un  millón de kilómetros cuadrados según el tratado de Tordesillas  hoy alcanza ocho veces esa cabida en detrimento de vecinos, repito, los portugueses de familia marina cuando las velas de los buques se ampliaron en el siglo XV para evitar la navegación de cabotaje y pasar a la de altura, se dieron a la tarea de conquistar por el mundo vastos territorios, a sangre, fuego y esclavitud, siendo así los primeros dueños del mar, y con un  férreo poder sostuvieron el mundo colonial en África y América y en Asia por muchos siglos,  hasta el año dos mil, cuando bajo mandato internacional descolonizante termina su dominación, la primera y la última del orbe, en este sentido geográfico, primero con  la indonesa isla Timor, y luego con Macao, ubicado en China y gran centro mundial de manejar el oro.
Con este currículo,  para así llamarlo, el pequeño Brasil y el imperio que lo apoya se introduce lentamente en América del Sur, siendo hoy  dueño de gran parte de esa América inicialmente española, y de sus riquezas al extender corriendo linderos sin  miramientos, país donde “no brasil deus non dorme”, o que Dios es brasileño, como ellos se vanaglorian decir y cada día ganan más a su favor, a base de una política diplomática expansiva que parte del barón de Río Branco y la astuta trampa jaula que llaman de Ytamaraty. Por ello Bolívar no los quería, porque además de apoyar a sus enemigos como la Santa Alianza, en la geofagia acostumbrada se había apoderado en un tiempo de la provincia boliviana de Chiquitos, de buena parte de lo que es hoy Uruguay amenazando también a la Argentina, y en cuanto a lo que corresponde a Venezuela los linderos los corrieron presurosos desde el imponente Amazonas hasta las sierras hoy limítrofes de Guayana, por lo que Venezuela perdió el territorio del río Branco, donde moraban diversas misiones capuchinas dependientes de la casa central del Caroní.
Pero aún hay más tela que cortar, porque a la chita callando el desarrollo de ese país es indetenible y en la actualidad exhiben un potencia tan grande que ya están situados entre los diez países más poderosos de la tierra y entre los cuatro primeros emergentes como para tener vara alta en cuanto a decisiones a tomar en el  ámbito mundial. Los brasileros fueron a la guerra de Corea, estuvieron en el desembarco de Sicilia e Italia, han colaborado con personal en misiones de paz, como en Haití, y su industria es de tal amplitud en el campo tecnológico que con la empresa Embraer están a la altura de la producción de naves muy competidoras en el campo de la aviación. La capital Sao Paulo y su bolsa dinámica hoy puede compararse con Nueva York, y el crecimiento del último decenio es espectacular, al extremo que ha descendido por millones la pobreza sobretodo del mulato nordeste imperial, y ha aumentado por millones lo producido de la industria total y la agropecuaria, habiendo dado paso a la utilización del etanol para el consumo en vehículos de motor, aunque últimamente se ha descubierto inmensos depósitos de petróleo en las fronteras marítimas sureñas del país. A ello hay que agregar una suerte de satelización de pequeños países fronterizos, como el Paraguay. con la electricidad, el Bolivia gasífero [a este país en la viveza bandeirante le cambiaron el territorio de Acre por la simple hechura de un ferrocarril] y el Uruguay pecuario, conglomerados que viven por mucho a expensas de los negocios que sostienen con Brasil.
 Tierras de turismo, de samba, de  Río y Niemayer. En lo que concierne específicamente a Venezuela las relaciones fueron distantes desde tiempos de la Independencia, hasta cuando se interesan por este país a razón de su importante producción de petróleo y desde luego su cercanía a los mercados brasileros, y porque la extensa y nutrida selva amazónica impedía el desarrollo del intercambio comercial. Pero desde el primer gobierno del doctor Rafal Caldera, allá por los años ochenta del siglo XX,  el imperio brasilero despierta y se da cuenta de la importancia que representa Venezuela, o sea su frontera norte, al poder desarrollar de nuevo el puerto de Manaos, que lo declaran libre, y a la nueva ciudad de Boa Vista, cerca de la frontera venezolana, porque el imperio necesita salir hacia los mares. Al construir Venezuela una magnífica carretera por la Gran Sabana hasta la frontera del Sur, Brasilia ya mueve sus tentáculos para obtener el paso de su industria desde la desarrollada Manaos hasta Puerto Lacruz, con lo que en el triunfo manso de la diplomacia Brasil abre la puerta al importante Mar Caribe y se acerca al mercado americano y al europeo, con el consabido triunfo de su diplomacia de fútbol, dando en compensación a este gol perfecto,  el préstamo que hace para construir el segundo puente sobre el río Orinoco, y hasta uno tercero, que es de carácter estratégico, al tiempo de atender en el negocio del metro de Caracas, a través de la compañía brasilera Oderbrecht, fuera de otros contratos concertados y lentamente ejecutados.
             Con ese triunfo entre las manos, y por si acaso pudiera cambiar la política en Venezuela, previendo posiciones del futuro Brasil dispensa concesiones especiales a la atrasada república federativa de Guyana, con lo que coarta y enreda los reclamos territoriales venezolanos en aquel territorio usurpador de origen inglés, pero que en la soberanía le asegura la construcción de una gran carretera por el Rupununi, que une también a Manaos con el Caribe y el Atlántico, en otro paso de su viveza persuasiva. Y así, como este siglo mira en los negocios hacia la cuenca del Pacífico, ya Brasil ha convencido a Bolivia, al Perú y al Ecuador para que sendas autopistas o algo parecido atraviesen desde la tierra imperial aquellos países montañosos para desembocar en el océano Pacífico, consolidando así sus pretensiones y su dominación. Esto a grandes rasgos es lo que acontece en el país cuya bandera tiene pintado y se precia de tener el globo terráqueo entre sus manos, como un signo premonitorio, y donde se ufanan de decir que allí “no Brasil deus non dorme”. Veremos las consecuencias futuras de estos  gestos políticos para Venezuela.

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