viernes, 7 de diciembre de 2012

EL INMOLADO PRIMO LUIS DE URDANETA.

             Amigos invisibles. Siempre consideré complicado escribir sobre algo íntimo porque como es lógico suponer, la pluma y el numen pueden excederse en los campos de la fantasía retórica, que por supuesto deforma sobre lo que se quiere expresar, pero como en este caso no hay otra manera de entenderse dedicaré este estudio a una figura interesante de nuestro patrimonio del procerato histórico, ya que por raíces desconocidas y fluctuantes aún no se ha escrito un trabajo riguroso sobre Luis de Urdaneta Barrenecha y Farías, quien en la vida dio mucho por la patria, hasta su sangre y que por olvidos de la suerte no se le ha elevado al pedestal que merece dentro del panteón de los héroes patrios. Y para hacer el empeño en este caso me referiré a la familia Urdaneta, de origen vasco guipuzcoano, que es la rama venida a Venezuela en 1645 para establecerse en Maracaibo, y en cuya undécima generación nace Luis de Urdaneta Barrenechea, cuyos padres Joaquín José y Francisca Farías son tíos del General en Jefe Rafael Urdaneta Farías, que es primo hermano doble de este importante prócer por ser casados dos hermanas con dos hermanos, como era costumbre de la época y entre los que llamaban “gente blanca”. Nació nuestro biografiado en los Puertos de Altagracia el 25 de agosto de 1796, frente al lago marabino y dicha capital, dentro de propiedades rurales que eran la vida de entonces y de allí paso a Maracaibo para su educación, pero por obra de la guerra de Independencia que se extiende a los l4 años de edad en Maracaibo se enrola en el ejército monárquico claro está en defensa de los ideales existentes y para ir contra la insurgencia desatada, en que pronto se destaca Simón Bolívar. Así sienta plaza de cadete en las Milicias de Blancos de Maracaibo, el 27 de agosto de 1810, bajo el impulso del Capitán General Fernando Miyares y pronto el bisoño cadete es destinado el 6 de noviembre a la Campaña de Coro, junto con otros marabinos, que persigue al ejército bajo la conducción del republicano marqués Francisco Rodríguez del Toro. A pesar de las lagunas que existen en cuanto a su permanente hoja militar, sabemos que Urdaneta y dentro de la guerra en marcha después de distinguirse como subteniente actúa en el entorno barinés a las órdenes del impetuoso canario estratega y soldado llanero José Yánez (alias Ñaña) y su grupo Voltígeros de la Guardia, en combates como la terrible batalla de Araure (5 de diciembre de 1813), en un año de muchos conflictos guerreros, y ya ascendido por méritos al grado de Teniente (1815), dentro de su trayectoria militar según el estudioso Francisco Alejandro Vargas por disposición del general español Pablo Morillo en el mismo 1815 pasa a formar parte  del cuerpo de oficiales  del Regimiento Numancia, tropa de elite traída por el pacificador Morillo desde España y constituido por tres batallones fogueados, donde Urdaneta forma parte del Primer batallón, por lo que combate al lado de Sebastián de la Calzada en Chire (Casanare, 31-10-1815) al que pronto se le une el batallón creado en Barinas el 17 de diciembre de 1813,  por Yánez, que había sido reorganizado por el mismo Calzada mediante incorporación de marabinos realistas y que también luchara con denuedo en el período de la Guerra a Muerte.
            Y como la guerra pacificadora que conduce Morillo está que arde y ya Nueva Granada y el Perú participan en tal contienda, por dicho motivo el general español dispone que el laureado Numancia para la reconquista española sea destinado en 1816 a la campaña neogranadina, en la que concurre desde luego Urdaneta con una buena hoja de servicios y donde parte así para triunfar en Venezuela, Nueva Granada, Ecuador y Perú, participando por el Occidente inicial en acciones militares efectuadas en Málaga (Santander), Páramo de Cachirí (Santander, 22-2-16), y también dentro de Nueva Granada  proseguirá hacia el Sur (Cauca), donde interviene que sepamos en Cuchilla de Tambo (Popayán, 29-6-1816) y La Plata (Popayán, 1816). Luego de estacionarse por un tiempo en territorio neogranadino los jefes realistas destinan a Urdaneta y con ese cuerpo militar en que milita, para seguir rumbo al virreinato del Perú, por lo que llega a Lima luego de recorrer más de 1.000 leguas terrestres, en febrero de 1819. Sin embargo Urdaneta y algunos venezolanos que actuaran en esa campaña militar hacia el Sur, luego de ver tanta desgracia y retraso, como de la posición de los peninsulares dentro de la misma tuvieron entre sí ciertas conversaciones atinentes que pronto fueron detectadas por los servicios de inteligencia hispana, de donde durante su estancia en Lima fue segregado de ciertas comisiones por el mismo hecho de que se temía la defección militar de Urdaneta hacia el bando patriota, donde se luciera el primo Rafael, y por cuya causa junto a otro puñado de venezolanos el gobierno virreinal por los medios oportunos decidió devolver a ese grupo hacia Venezuela, al desconfiar de su posición ideológica respecto a la guerra en marcha.  Por este motivo pronto el contingente señalado sale de regreso a su lugar de origen. Así, permaneciendo en Guayaquil al ahondar más en la posición del marabino Luis y del grupo republicano que se menciona, por las dudas fue retirado del servicio militar, mas siendo capitán y ya en inteligencia abierta con oficiales realistas americanos, de pensamiento liberal como él, el lunes 9 de octubre de 1820 y gracias a su accionar relevante el marabino a la cabeza de 34 hombres  en el centro de la ciudad guayaquileña asalta y toma el cuartel Dualde, que aloja el importante Escuadrón de Caballería, como es sede de numerosos pertrechos militares, entre ellos el abastecido parque, en cuya acción muere el comandante hispano Joaquín Magallar, y rinde la estratégica batería de Las Cruces con la entrega incondicional de sus tropas, al sur de este puerto, proclamando de esa forma la República y siendo allí Urdaneta el oficial de mayor graduación, cuando se declara también la libertad de Guayaquil y su amplio territorio de Guayas, abriéndole así las puertas del Sur a Colombia, como lo asienta Adolfo Romero Luengo. Ascendido a Teniente Coronel por la Junta Superior de Guerra elegida en el lugar, es designado Jefe de Fuerzas en campaña, por lo que el  9 de noviembre de 1820 derrota al español toledano Antonio Forminaya, en Camino Real, pero luego junto a su paisano gracitano León de Febres Cordero y en el primer combate de la llanura de Huachi, cerca de Ambato y Tungurahua, el 22 de noviembre siguiente en el ajetreo guerrero por desavenencias internas y cuando la victoria parecía segura, mediante la deserción inesperada del cacique Álvarez, inacción de García, mala logística, etc., vence al ejército patriota el brigadier español Francisco González, retirándose Urdaneta hacia Babahoyo en táctica desplegada. Entonces nuestro personaje dirige las tropas del primer ejército guayaquileño en calidad de Comandante en Jefe, formado para la liberación (o protección) de Quito. Sobre este ordenamiento militar Urdaneta el 3 de enero de 1821 con el Batallón “Voluntarios de la Patria”, que lidera, tendrá importante ingerencia en el combate de Tanizahua.        
             Una vez que termina la investigación militar ordenada por lo ocurrido en Huachi y libre de toda responsabilidad, Urdaneta deja a Guayaquil y viaja al Perú, para unirse al general San José de Martín, de donde el 6 de julio de 1819 hace su entrada a Lima. A poco junto esta vez con el general Antonio José de  Sucre, como 2º Jefe de la División Piura, conformada por 1.000 hombres, el 24-5-22 al lado de su buen amigo general Sucre hace la campaña interior militar correspondiente, y luego acompañando al cumanés triunfa en la conocida batalla de Pichincha, frente a Quito, luciéndose contra el realista mariscal Melchor Aymerich.
            Vuelto a la capital virreinal, en 1823 a las órdenes de Simón Bolívar, en el Perú el ya coronel desempeña importantes comisiones que le son confiadas. Así el 13-9-24 Bolívar le concede el mando político y militar  de los territorios peruanos  de Pativilca e Ica. Igualmente en 1824 y desde el Puerto de Supe, al norte de Lima, Urdaneta contribuyó con el eficaz despacho de fuerzas colombianas a los triunfos de Junín (6-8-824), donde asiste personalmente, y Ayacucho. Y de esta forma, como asienta Nicolás Perazzo, “siguió de cerca el curso  del nacimiento y consolidación de la nacionalidad boliviana”. Continuó en cargos civiles, pero en febrero de 1827 a consecuencia de la sublevación en Lima de las fuerzas colombianas al mando del coronel granadino José María Bustamante, de 2.700 hombres, dispuesto y rebelado por insinuaciones del general Francisco de Paula Santander, el Intendente de Guayaquil Tomás Cipriano de Mosquera y vista esta situación delicada encarga a Urdaneta ponerse al frente de aquellas fuerzas sediciosas.
Condecorado por el gobierno del Perú con la medalla Busto del Libertador (Lima, 10-6-825) y ya de General de Brigada, regresó a Bogotá en 1827 a rendir cuenta de su misión, pero al iniciarse el combate interno del Perú que le declara la guerra a Colombia y la invade, Urdaneta vuelve al sitio de los acontecimientos y esta vez acompaña a su amigo el mariscal Sucre para la defensa del país, por lo que de regreso en el Ecuador enfréntase primero el 12 de febrero de 1828 a las tropas peruanas en Saraguro capitaneadas por Lamar, que con engaño trataban de sorprender a los colombianos, por la espalda, infringiéndoles una derrota, y luego vencen a las mismas tropas de José de Lamar en Portete de Tarqui, cerca de Cuenca, donde el 27-2-1829 junto a Sucre y Juan José Flores bajo el comando personal de los escuadrones 2º y 4º triunfó en la batalla atacando los puntos más avanzados del enemigo, que así acaba con el ejército invasor peruano.
Entretanto el general Rafael Urdaneta como Presidente interino de Colombia (debido a la negativa de ejercer ese cargo los colombianos Domingo Caicedo y Joaquín Mosquera) llama en su auxilio al primo Luis, para que de Panamá donde se encontraba vaya a Guayaquil con intenciones de oponerse a la separación de Guayaquil de Colombia y detener la avanzada política del general Flores, insurreccionando esa plaza portuaria, para debilitarlo en su poder autoritario y deseo expansionista, por lo que el primo Luis en la goleta  “Istmeña” llega a Guayaquil en septiembre de 1830 y pronto, enfrentándose a la separación de dicho territorio de Colombia (3-5-830) prepara un golpe de Estado (23-11-30) contra Flores, mediante el cual con rapidez gana a la causa colombiana gran porción del territorio de Ecuador (Zamborondón, Cuenca, Quito, e Ibarra), que cae en su poder, insurreccionando luego el 28 de noviembre de 1830 las tropas de Guayaquil y Azuay,  para así afirmar el mando centrista bolivariano. Pero al conocer la dolorosa muerte de Bolívar con su ejército regresa de Latacunga a Guayaquil y de seguidas embarca de nuevo rumbo a Panamá, que es un bastión de los bolivarianos, para evitar ser detenido.  
Los acontecimientos de 1830 lo encontrarán en Panamá, siendo precursor de su independencia, y donde de acuerdo con el itsmeño y probolivariano José Domingo Espinar de inmediato a finales de 1830 regresó a Guayaquil, puerto en que entendido con otros oficiales antes de terminar el año (28-11) como dije proclaman la integridad de la Gran Colombia, dando así apoyo a la dictadura de unidad bolivariana ejercida por Rafael Urdaneta y frente a las apetencias contrarias de Juan José Flores, por lo que le secundan en esto varios pueblos del Ecuador, iniciando así una corta guerra civil en la que llevaba de triunfar el general Luis Urdaneta.  Mas colocado frente al opositor Juan José Flores, con cuyas fuerzas sostiene combates en Ambato y Latacunga, para salvar las divergencias grupales habidas ambos jefes venezolanos firman un tratado con el bando opuesto, o sea el grupo de Flores y los otros contendientes, donde dentro de lo inseguro declaran que si regresaba Bolívar al mando todos lo reconocerían sin objeción, pero si ocurriese lo contrario, Urdaneta se retiraría del Ecuador, lo que a poco en efecto sucedió. Al conocer la muerte de Bolívar todo el plan en marcha para la recuperación del Ecuador a la Gran Colombia se frustra y de acuerdo con lo pactado Urdaneta regresa con su ejército desde Latacunga a Guayaquil, combate en La Ciénega y depone las armas, embarcándose luego rumbo a Panamá para esquivar ser detenido, aunque otros alegan que sí lo fue y se le expulsó del país por ser defensor incondicional de las ideas bolivarianas y del propio Bolívar.
Sale de Ecuador en mayo del 31 hacia Panamá “el último adicto incondicional del Libertador”, como lo llama Juan José Flores, en la goleta de guerra “La Guayaquileña”, desde isla Puna, y llegado al istmo se une al coronel venezolano Juan Eligio Alzuru, probolivariano, y junto a otros 50 oficiales venezolanos provenientes del Ecuador en calidad de Comandante de las Fuerzas Sutiles del istmo participa en los movimientos secesionistas de 1831 en ese bastión de las ideas bolivarianas, que ya  tenían raigambre de atrás, considerando convertir a Panamá en una suerte de ciudad anseática, con el apoyo de importantes familias como “los Arosemena, Obadía y algunos otros vecinos principales”. Presente en Panamá, allí continúa sosteniendo la dictadura provisional de su primo hermano general Presidente de Colombia Rafael Urdaneta, que defiende a ultranza la causa de Bolívar, pero separado éste del poder supremo en su propio deseo por el Convenio de Apulo, del 28 de abril de 1831, lugar situado a noventa kilómetros de Bogotá, por consecuencia de la muerte de Bolívar, con prontitud Luís luego de tres combates consecutivos (entre ellos el sostenido el 25 de agosto con el propio  Tomás José Herrera) y replegándose tras encarnizada lucha en que privó el potencial armamento del mismo Herrera), y caído en poder de sus enemigos enviados a combatirles desde Cartagena de Indias mediante órdenes del radical antibolivariano José María Obando (recordemos que en esos días Luis de Urdaneta había escrito una “relación desnuda” sobre el asesinato de su gran amigo el mariscal Sucre, donde imputaba o daba a entender que en ello tenían interés los generales Obando y López, para el momento supremos conductores de las armas colombianas), como también allí cae prisionero Alzuru, pues bajo promesas fingidas y garantías  hechas en un pacto incumplido ambos próceres se entregaron rindiendo las armas, por lo que sin fórmula de juicio y de orden del iracundo coronel Herrera, enviado desde Bogotá por Portobelo a objeto de combatir la insurgencia aún separatista, dos horas después y traicionando el caballeroso pacto acordado, en forma drástica y brutal a los oficiales detenidos sin entrar en capilla y apenas con el sacramento de la penitencia los fusilan, a él de 35 años casi exactos, el 27 de agosto de l831, y a 19 oficiales más, entre ellos los oficiales cirujano de tropa Francisco Araujo y al zambo libre Manuel Estrada. Es de anotar que los bienes secuestrados a Urdaneta para ese momento (50 onzas de oro, joyas con diamantes, un esclavo, 3.000 pesos en plata, reloj de oro y otras prendas de equipaje, en la rapiña nunca aparecerían para entregárselos a sus deudos, que lo requirieron). Así acabó “el reinado  de Urdaneta, Alzuru y compañía”, en Panamá, como con sorna lo relata el historiador colombiano José Manuel Restrepo. Había caído el prócer con una situación personal muy comprometida por su defensa a la causa bolivariana, debido a lo que se destierra del Perú, se mal entiende por estas mismas causas de lealtad con el caudillaje ejercido por Juan José Flores en Ecuador, se le cierran también las puertas de Colombia al fallecer Bolívar y por estar el país en manos de Santander, e imposible también de viajar a su patria Venezuela, porque entonces gobernaba José Antonio Paéz y sus áulicos antibolivarianos, de donde no le quedaba otro camino que permanecer en el bastión de Panamá, pese a las dificultades que viera a la distancia. Con este panorama se estrena el nuevo país aparecido luego de la disolución de la Gran Colombia y que se llamará por poco tiempo Estado de Nueva Granada.
Urdaneta, bravo general maracaibero, en ocasión guerrillero audaz y de fuerte carácter, se destacó en todas las acciones de armas en que intervino y en especial las que le dieron la libertad al virreinato del Perú, comprendido en ello el Ecuador. Habría de pasar 70 años más para que la aspiración autónoma de Urdaneta sobre Panamá se convirtiera en realidad, al constituirse en república independiente y soberana el 13 de noviembre de 1903.
Por obra de la casualidad nació un 25 de agosto, ingresó de cadete al ejército  un 27 de agosto, y murió un 27 de agosto. Diez años sirve al ejército realista y once al patriota. Sus restos no reposan aún en el Panteón Nacional de Caracas, y vaya usted a saber porqué, según lo acordado por el Congreso Nacional en 1920.

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