Guayana Esequiba. |
Amigos invisibles. Como
ya hemos expuesto hasta en seis oportunidades de este blog mediante variaciones
y acontecimientos suscitados sobre el mismo tema de nuestra Guayana Esequiba, ahora regreso a
intentarlo con mayor razón, fuerza dialéctica y hasta eso que llaman
desconsuelo ante las debilidades, escarceos y demás argucias pobres que se
utilizan para estos casos, en referencia a un tema preciso que concuerda con la plenitud de nuestro país o patria, es decir
sobre el fundamento de la responsabilidad que de un principio deberíamos haber asumido en
la vida diplomática reciente (“¡triunfar!” exento de circunloquios afirmó Simón
Bolívar casi muriéndose en el peruano Pativilca) sin sostener devaneos ni
débiles y confusas salidas oportunas que tendieron ya cojeando los insaciables
conquistadores ingleses a punta de cañón. Pues bien sobre estas premisas apremiantes y
sin temblar el pulso ni menos la intención ha llegado la hora de que el corrupto
y taimado por decadente imperio inglés sostenido a duras penas por el alter ego
consorte en el juego del poder mundial que son los Estados Unidos, entienda
desde tras corrales, como siempre lo ha hecho, que los territorios hoy no se conquistan
con los mercenarios y asesinos gurkas nepalíes sino con la comprensión y el
afecto de los naturales, todo lo cual de una manera arrogante e impositiva
usaron los ingleses al penetrar en nuestro territorio oriental guayanés bajo la
enseña sanguinaria de una bandera llamada de la Unión Jack que por siglos ha
llenado de luto, miseria y consternación a millones de seres en el planeta, con
el apetito voraz de la conquista indetenible y sin piedad, como fue el ejemplo
claro cuanto diáfano que tuvo el inolvidable gobierno londinense cuando
sospechara y luego ratifica sobre las enormes riquezas que en nuestra Guayana
Esequiba reposaban desde tiempo inmemorial, cuestión que les había aturdido la cabeza a
los fieros caciques de ese imperio desde cuando el navegante y enamoradizo
Walter Raleigh no dejó bien descansar a la fea reina Isabel de Inglaterra por
meterle en la cabeza cuentos de toda índole que le atolondran el sueño sobre el río Caroní y otros de tal estima, con
el apetito insaciable del oro cochano y los diamantes allí hallados, paliativo absorbente
que por unos años le salvó la cabeza al agraciado Raleigh, hasta cuando le
reina volvió a entrar en cólera real mandando
a cortarle la testuz tiempo después en la Torre de Londres, mientras los
callados cuervos por costumbre contemplaban esa barbaridad ejemplar.
Ya para el siglo XVIII y siendo Inglaterra la Reina de
los Mares en que se masacrara a poblaciones enteras con el sediento pensar del
lucro permanente, cuestión que aún se ha mantenido en esa comparsa secular de
compadres que de una y otra forma sibilina se establece entre los Estados
Unidos e Inglaterra con el resultado que ahora en el correr del tiempo ha ido transformando
a la Gran Bretaña o como se la quiera llamar, en un inseparable asistente faldero de ese poderoso
y mundial mandamás conocido por el Tío Sam, viejo zorro que maneja los espacios
terrestres y extraterrestres a su saber y entender sin que ninguna potencia competidora se le pueda apenas acercar salvo
casos aislados (Las Torres Gemelas, la insurgencia mundial musulmana, etc.). Pues
bien sobre ese contubernio eterno que ambos poderes aún ostentan, como en el
caso triste de las islas Malvinas, el ya artrítico líder que ostenta en forma
solapada y por terceras personas ese cúmulo de intereses que todavía se
mantienen avizores y taimados en las márgenes del río Támesis, aún no dejan de
significar un peligro constante para la Venezuela actual, la que nos vio nacer
y sentir esa existencia desde los tiempos iniciales.
Para simbolizar mejor este
introito que integra mucha parte de dudas por los esguinces de su trato, aunque no es mi estilo literario en temas tocantes a la Historia tan llevada y
traída hasta por intereses que silencio, vamos a remontar el tiempo desde
cuando en el parto americano los aventureros holandeses que venían avanzando por
la sureña Bahía hoy brasileña en la conquista de terrenos baldíos
como de costas desconocidas y en busca de algo tan valioso como la sal, fijando
límites inexactos entre los imperios hispánicos y portugueses, se encontraron
con que en vez de dos interesados en esa meta conquistadora y usufructuaria
otro en discordia aparecía con las
fauces abiertas y el apetito desbordado de poder, en este caso los neerlandeses
que ya ponían sus ojos en algo llamado Araya, por lo que para medir
distancias de conquista decidieron
sentar las plantas iniciales a lo largo
de un río caudaloso llamado Esequibo en honor a su descubridor y que venía a
ser precisamente un antes de los pleitos
posteriores limítrofes como algo consensual
y respetado para librarse de disputas entre los intereses hispánicos ya establecidos
con dominio o posesión y los nada esquivos
proyectos de amplitud que tenían esos fenicios holandeses en cuanto a los asentamientos pretendidos
sobre dichos cursos de agua y otros afluentes atlánticos que le recordaban la
fiereza laboral de su ancestro europeo. Mas dio la circunstancia inesperada que
en esa larga conquista marítima neerlandesa con sus flotas y enclavamientos los
empecinados invasores fueron subiendo la
costa oriental de Norteamérica al extremo de aposentar las velas de conquista frente
el río Hudson en una extraña isla larga bordeada por dicho afluente y que los
naturales llamaran Manhattan (hoy Nueva York), enclave que con diversos designios
enamora a los neerlandeses al extremo de hacer a la larga un pésimo intercambio
mercantil con los naturales del aquel sitio al extremo de canjear dicha
fabulosa isla hoy sede de los grandes negocios capitalistas por aquello que se
llamaba Esequibo, y piénsese por tanto el extraño contrato suscrito comparando
los dominios que se adquirían con lo que se dejaba atrás. Pues bien y volviendo del recuerdo a nuestro
territorio esequibano cruzado en alguna forma de grandes ríos como el Corentín,
el Berbice, Demerara y otros no menos importantes, agregaremos que las pequeñas
disputas sobre dicha provincia fueron de
poca monta porque todo ello para aquel momento inicial desde los tiempos del
recordado soberano flamenco Carlos V era de propiedad rea españolal, o sea del
mismo Carlos Quinto y Primero de complemento, Amo y Señor de tierras y de mares,
incluyendo desde luego a Holanda, Bélgica, etc., pero cuando se arma la tremolina y los conflictos
aparecen ya Surinam toma conciencia de
su ser mientras Inglaterra afila las garras de poder y se compensan algunos
territorios en litigio, respetando siempre en la disputa el lindero natural del
Esequibo a favor de la larga tradición territorial venezolana. Fue en este
tiempo aciago cuando la avilantez inglesa que ya no tenía paro porque ningún
poder la sujetaba, sostuvo permanentes guerras de conquista en los cinco
continentes, sujetando por siglos a pueblos enteros en la desgracia abyecta de
la esclavitud, cuando los apetitos imperiales que buscan a los peores andaban
desbordados sin continencia alguna llegando así los ingleses a aposentarse en
el límite oriental del río Esequibo bajo
el permiso negado de los neerlandeses y en un trato coactivo que concluye con la creación de
Surinam, tan mal embrollado todo aquello por los expertos londinenses del
despojo que aún hoy los naturales de Holanda perplejos aspiran su parte del botín sobre la presa sibilina
realizada por el poder inglés.
Isabel Primera de Inglaterra. |
En estos andares históricos que trajinamos de carrera “tapándonos la nariz”, como
asentara mediante frase lapidaria el político venezolano Rómulo Betancourt y en
ocasión oportuna, es cuando arrecia el
ultraje material y la rapiña conocida
por todos en Australia, América, África, Oceanía, Asia, Europa, y así paramos
de contar, con que alegando derechos inexistentes basados en documentos falsos
de toda falsedad como lo acontecido con Venezuela, cuando los rugientes cañones
ingleses que hasta principios del siglo XX se manifestaron belicistas (una flota de doce buques guerreros sitia y
cañonea a nuestro país por presunto impago de obligaciones, al mando del vicealmirante
inglés Archibald Lucas Douglas) en las propias fronteras marítimas de la Venezuela ya usurpada, esa vez bajo el apremio de tinterillos
experimentados en estos bajos menesteres
de seudo geógrafos al servicio sumiso y tarifado de Londres, como el caso conocido
del bucanero sir Robert Schomburgk, quien
proveniente de los desastres fronterizos que con sus famosos mapas inventados
hace una suerte de razzia territorial contra el poderío hindú entre Afganistán
y Paquistán, le valen títulos y prebendas
de la corona imperial inglesa, y con esa canción de experto truhán de
fronteras al estilo Pancho Villa es
enviado desde Londres para preparar nuevos e insólitos mapas en territorio que desde el período del Descubrimiento es de
Venezuela, y con mil argucias y sabandijas causas levanta un mamotreto de cartas
geográficas donde asienta que toda nuestra Guayana Esequiba les pertenece por
orden de Londres y sostén de tales documentos forjados de tan mala y abyecta
manera. Mas no solo en ese paso dado queda la contienda sin tomar en cuenta las
quejas legales de nuestro país sino que
de inmediato en las colonias inglesas dispersas en el mundo se comienza a preparar otro tipo de ejército colonizador
donde se mezclan diversas razas y creencias distanciadas para evitar nuevos problemas y posibles levantamientos,
mientras con rapidez llegan al suelo de nuestro país cantidad de inmigrantes de
aquellas colonias expatriados hacia Venezuela y sin ningún entendimiento entre
ellos, para explotar a favor del Reino que gobierna desde Londres una
diversidad de riquezas subyacentes, sea dicho bosques y las extensas llanuras creadoras de bovinos y otros animales, hasta
los grandes sembradíos que con mano de obra esclava ya en el siglo XX mantienen
al filo de las armas y en la pobreza que practican separando naciones hasta en
el Rupununi, como ya lo he escrito no ha mucho con detalles suficientes en este
aclaratorio blog.
Pero la rapiña inglesa no habría de parar allí, protegida con soldados
coloniales, sino que a través de los disparatados a conciencia mapas de Schomburgk
y sin tomar en cuenta los reclamos hechos por Caracas desde los tiempos (y de
antes) del presidente Guzmán Blanco, el bárbaro inglés comienza a ejercer
presión de toda clase sobre nuestro territorio, al extremo de fondear un barco
de guerra en las bocas de nuestro padre río Orinoco, desde donde esos tiranos guapetones
controlan el mar de aguas nuestras, en sus salidas y entradas de navegación, e
incluso cobrando una “vacuna” (peaje) por tal recorrido, todo en contra de los
derechos inalienables e imprescriptibles de Venezuela. Y no solo trazan los
límites de su pretensión bajo asalto permanente, sino que con lujo de detalles
y sofismas preparan un nuevo mapa territorial que incluye a su favor, repito,
toda la riqueza de oro y diamantes que para entonces posee y explota Venezuela,
llegándose al extremo vil de colocar ondeando
esos mismos ingleses y por los años cuarenta del pasado siglo, su
insignia imperial en las cercanías de nuestra ciudad de Upata. Sea oportuno recordar a los olvidadizos con
intención o no, del enorme aporte simbólico hecho por el insigne militar de
origen italiano conde Cattáneo Quirín, quien luchando el estilo quijotesco y
con alto sentido de venezolanidad defendió aquellos lugares contra las extravagantes
y traicioneras pretensiones inglesas de esos momentos trágicos. Como lo he
afirmado en varias oportunidades tanto Quirín como Lucas Fernández Peña, el valeroso
garante protector de nuestra Gran Sabana, siempre codiciada por Brasil, merecen
sendos monumentos recordatorios por su
gallardía y defensa de nuestra nacionalidad. Aunque
volviendo atrás para enlazar con más lumbre este comentario que aspiro en parte
sea demoledor, como debe ser sin egoísmos soberbios ni otros pecados capitales que
ustedes bien conocen, el problema de
Venezuela con respecto a sus fronteras frente a Gran Bretaña, que aspiraba (y
aspira) engullirse nada menos que 160.000 kilómetros cuadrados de su parte
oriental, llegó a tal extremo de vituperio, que el citado compadre
norteamericano aconseja muy en privado a Albión para mediante la estrategia descarada
urdir cierto laudo arbitral o arreglo práctico preparado con el fin de comprometer
a una conclusión definitiva y sana para ambas partes en litigio, según esos interesados
lo divulgan. Pero aquello fue algo atroz, porque con el descaro mayor la parte
inglesa ejerció una presión insoportable sobre los miembros de tal Comisión de
antemano arreglada (puede consultarse mi trabajo de este blog “El inicuo
tratado sobre el Esequibo” publicado en febrero de 2012), al extremo de obligarlos a
consentir sin otra salida sobre lo propuesto por Inglaterra, bajo pena de
peores castigos o desmembramientos territoriales, de cuya famosa Comisión y su
horrible sentencia que bien escrita
quedó en los anales de la desfachatez e
ignominia jurídica internacional, como ahora todos lo reconocen, dejando a
Venezuela perdidosa en sus reclamaciones, sin poder nada objetar, y fue hasta
los tiempos del dictador presidente venezolano Marcos Pérez Jiménez cuando mediante
pruebas convincentes aparecidas y terceras personas insertas en la historia, se pudo tener
conocimiento de aquella inmensa trampa
preparada contra la entonces desprotegida Venezuela, por lo que
aplicando el principio de “Honrar, honra”, y sin poner en ello otras motivaciones,
el nacionalista presidente general Pérez
Jiménez bajo el secreto militar preparaba un ataque relámpago para recuperar
nuestro territorio usurpado de manera tan vil, como antes lo explicara en este mismo blog de manera concreta,
lo que no se llevó a cabo porque Pérez Jiménez fue depuesto del cargo semanas
antes de este suceso definitivo, el 23 de enero de 1958. Con el enjundioso
escrito que el miembro del Tribunal doctor Severo Mallet Prevost elaborara a razón de dicho fallo tenebroso
(que obliga también a los americanos para crear su famosa Doctrina de Monroe) y
ante el disgusto terrible del recto expresidente y jurista americano Benjamin
Harrison, no quedó otra carta sino aceptar el despojo inglés, ante la amenaza
que expresara Londres de cerrar las bocas del Orinoco de pretenderse otra salida
legal. Los años han pasado en el
correveidile diplomático y Venezuela se ha fortalecido dentro del seno
internacional con alianzas y tratados respectivos que comprometen los intereses
de las partes, aunque el rugido del león británico sea cada día menos ostentoso.
Pero Inglaterra o el Reino Unido con pirotecnias verbales y otros recursos
usados de vieja data apremia no
solo a sus compañeros en los negocios de
Georgetown sino que con un nuevo cartel obligatorio e ideológico de componendas
y arreglos políticos presiona a su favor, con que así se maneja a un grupo de
pequeños países favorecidos a cuenta de sus votos, de donde Venezuela se ve
obligada a hilar fino en esta ocasión para complacer intereses errados e
incluso aceptar posiciones dudosas como
las que ahora se viven en nuestra salida al Océano Atlántico. Y ello es verdad,
porque como el petróleo sigue moviendo al mundo los disparates y aciertos
cometidos en el manejo de nuestro reclamo y devolución de aquel gran territorio
que nos pertenece de siempre, es decir desde tiempos hispánicos, cada detalle
que se observe puede ser dañino o beneficioso
para nuestra certera causa, como fue aquello de obsequiar riquezas de alto
valor a minipaíses manejados por el imperio inglés (Shell) y los Estados Unidos
(Exxon), creando o apoyando al tiempo organismos comprometidos de antemano al
patrón esgrimido, como el penetrado Caricom y Petrocaribe, y que en el momento
que sus amos dejaron de voltear la tortilla de los votos, con el mayor desparpajo
lo hicieron (no solo eso, sino que algunos más arriesgados y cínicos por encima
de recibir dádivas de petróleo venezolano ahora ponen en tela de juicio nuestra
soberanía sobre la geoestratégica venezolana Isla de Aves) pagando así las consecuencias
de aquellos Judas Iscariotes de la política internacional que ahora pretenden
desmembrar a Venezuela de su plataforma continental atlántica para impedirle la
salida al mar, e incluso ya se llegó a la
felonía quitándose la máscara por parte de Georgetown, para sin respetar los
acuerdos firmados donde siempre maneja la batuta un fungido marioneta de “Buen
Oficiante”, por demás británico, a objeto de dirigir la mesnadas con sus
intereses particulares, y desde luego contra claros y contundentes derechos
venezolanos.
Severo Mallet Prevost. |
Ahora pagamos las consecuencias,
pues, esos errores crasos cometidos porque en la comparsa internacional sin
tomar en cuenta a Venezuela el gobierno guyanés marxistoide que ahora nuestra
Casa Amarilla respeta y apoya por convenios políticos (el extinto Cheddy Jagan
y otros camaradas de poder seudo marxista tras bastidores de antaño manejan a
gusto este caso emblemático desde los conciliábulos neocoloniales de Georgetown
con el consentimiento vedado de Londres mediante la adición fundamental que lo
encerca en la farisaica Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth), o sea
el oro negro depositado en las entrañas
de esas ricas aguas nuestras. Y para completar el desmadre de la situación ya el gobierno
negativo del vecino British Empire (y no lo nieguen porque hay mucha tela que recoger)
en la desbordada de sus intenciones sin tomar en cuenta a Venezuela y como otro
caso tipo Malvinas (¡Hay!, Mr. Alex Haig, que mal te recordamos en América
Latina) por órdenes superiores de las empresas aceiteras aviesamente ordenan al
pirata buque aceitero Deepwater Champion, de perforación profunda y contratado
por Guyana, para que penetre en nuestro territorio marítimo por cuenta de la
célebre Exxon Mobil (“cría cuervos y te sacarán los ojos”, en 27.000 km2 de
exploración), pudiendo trabajar perforando dentro del Delta del Orinoco, a dos
mil metros de profundidad, o más, en el llamado Bloque Star Broek y sobre una
amplia área petrolífera sin explorar de 70.OOO kms2, mientras Guyana trata de
establecer otro Buen Oficiante a su favor. Pero ya para estos momentos de
piratería marítima al menos nuestro país debió llamar en consultas a su
embajador en Georgetown, aunque en un
arresto nacionalista para solventar la situación y limando asperezas entre
camaradas había capturado en esas mismas intenciones a otro buque pirata, el
TedikrikEN-102-O13, que campeaba en aguas jurisdiccionales con el apoyo
circense del círculo marxista guyanés y la claque traidora que patrocina este
engaño de los votos, en buena parte alimentada por Venezuela. De esta manera
simple por la cambiante diplomacia del dólar esa poderosa Exxon olvidando el
pasado y sin notificación previa a
nuestro país invertirá en este solo negocio la suma de 200 millones de dólares dentro
de un campo asegurado con estudios previos donde se halla el oro negro del que
en gran parte depende el mundo que nos acompaña.
Mapa de Colombia 1830. |
Y como quiera que nuestro país se halla asediado por un grupo de
sociedades poco sinceras con nuestros intereses desde cuando el finado
Presidente Chávez propiciara su creación con fines eminentemente políticos, ya ahora
la Venezuela pensante sin dejar miras
que alcanzar debe poner coto a la vendida Caricom, que juega entre dos aguas, y
de igual forma a la famosa Petrocaribe (acaso Jamaica la suplante), chupasangre
de nuestra economía, o a cuantas siguen esos mismos procedimientos
proselitistas de mentira, que han dañado al patrimonio nacional de una manera ostensible,
como el caso de la reciente deuda petrolera dominicana. Por tanto es hora
oportuna de elaborar un torniquete para contener la sangría extendida en este
caso por toda América Latina de la manera más flagrante, cambiando el eje de
orientación en la defensa de los intereses que nos restan y recordando la
máxima latina “si quieres la paz prepárate para la guerra”, por lo que pienso
como venezolano adolorido que es necesario, por ejemplo, ampliar con esos fines
protectores nuestra base militar en Anacoco, establecer otra base de vigilancia
logística y defensa en Macuro, que sirva también contra el contrabando de
extracción (gasolina), mientras equipos marítimos con unidades navales
vigilantes y un comando adecuado tecnológico defiendan aquellas nuestras aguas
de intrusos (la droga), interesados gavilanes y ladrones de profesión, como es
la fachada atlántica y su plataforma, tan acariciadas por los angloguyaneses,
lo que no obsta para revisar a fondo la suerte futura de numerosas sociedades
de fachada creadas a la bartola con
fines también políticos, en cuyo mantenimiento innecesario la nación dilapida
buenas sumas de dinero utilizables en otras áreas de recuperación humana.
Bueno es ahora recordar que este hidrocarburo viene a ser el maná de
nuestra civilización, con que se mueve todo, aunque por los desastres consentidos
lo hayamos transformado en otro
estiércol del demonio. Pos estas circunstancias apremiantes con un fondo imperioso de riqueza desde 1.999
la nada complaciente y sí interesada Guyana ha otorgado concesiones petroleras en nuestras
aguas marinas, violando así y sin respeto alguno los acuerdos establecidos en la
materia. Guyana ha radicalizado su posición en contra de Venezuela, con los
daños consiguientes. Guyana ha tendido una maraña de actividades inescrupulosas
en el plano diplomático que busca maniatar a nuestro país a través de intrigas
y golpes bajos, con el apoyo de ciertas potencias ajenas al conflicto, para
desconocer el acuerdo de Ginebra. De aquí que sea necesario fortalecer nuestros
bastiones legales sobre todo con el indestructible trabajo probatorio y conocido
del jurista internacional Mallet Prevost,
presentado oportunamente ante la ONU, que demuestra la patraña existente,
mientras que Guyana aún aparece en
nuestras costas como el pirata
Barbarroja sediento de riqueza y poder, sin importarle un bledo la realidad y
menos la vergüenza de su latrocinio. Y como yo a sabiendas siempre digo la
verdad para que me entienda todo el pueblo siguiendo en ello al Dante
florentino, así sea de manera escueta por no estar sometido mediante papeles
firmados, corruptelas y otros males de nuestra sociedad tan golpeada por los
vaivenes temporales, sí puedo opinar a cuatro vientos sobre este caso que da grima, cuando los
taimados de Georgetown desde el marxista confeso Cheddy Jagan andaban de
jugarretas con el poder de Londres y Guyana, que bajo otras condiciones seguía
siendo británica, y ahora más continúa veladamente cuando por causas obvias de
la libra esterlina el imperio los protege pretendiendo limitar con artimañas nuestra soberanía en la salida plena hacia el
Océano Atlántico, mientras los Estados Unidos (que no es el caso de Grenada o
Panamá), como digo, también los apoyan, porque la actual hostilidad demostrada
por el gobierno de Venezuela en su relación diplomática con el país del Norte
ha hecho que ello ocurra, junto a sus secuelas, tal el caso de los intereses
propios de que hablamos. Y así es la consecuencia reciente del descubrimiento
de petróleo en esta área marítima, que se sabía de antemano en las altas
esferas de ese aceite deseado, para a la callada invertir como digo 200
millones de dólares en espera de sus
grandes ganancias posteriores.
Benjamin Harrinson. |
Por tanto y es mi criterio particular, frente a la hostilidad permanente
con diversas potencias importantes del mundo energético dentro del clima
continuo de confrontación que a las claras existe, el país debe perseverar creando
zonas de salvaguarda, estudio y desarrollo poblacional, para no contribuir en
la pérdida de miles de kms2 que nos pertenecen. No quiero recalcar en vano
aquello de “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre” aplicado
entonces al incapaz monarca granadino Boabdil. El gobierno al parecer nacionalista de Maduro
por encima de compromisos ideológicos necesita dar protección a nuestra vital
salida al Atlántico, siempre recordando y como ejemplo contundente que los
ingleses ya perforan también cerca de las islas Malvinas y sin mayor oposición
cacareada entre los bandos.
Espero pues que mis palabras tengan eco o sentido y se
comprendan en su justa intención.
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