miércoles, 17 de agosto de 2016

MI VISITA AL PRETENDIENTE EMPERADOR DE BRASIL.

Amigos invisibles. Como en estos países folclóricos de nuestra América Latina  a lo largo de una  sinuosa existencia han ocurrido tentativas imperiales tal el caso de Bolívar en sus andanzas por el Perú,  y con la seriedad del caso  otras menos afortunadas en la suerte, llegaron a existir verdaderas  intenciones para crear imperios dentro de este continente colombino, como producto de algunas desaforadas ideas provocadas por caudillos  tropicales que terminaron de mal en peor, o sea asesinados,  y más aún, en tiempos agónicos europeos  hasta algunos pretendientes nobles de aquel mundo emigraron a América estableciéndose por causas distintas y terminando a la larga en conocidos fracasos. Así pasó con el príncipe  francés asesinado en  Méjico (Querétaro), el haitiano Cristóbal, Iturbide, Maximiliano, ambos de Méjico,  o las intenciones americanas de establecerse en Nicaragua, que terminaron en otro paredón de fusilamiento.

            Pero lo que para mí tiene más atractivo en este recuerdo y que con detalles interesantes y  pintorescos detallo en mi libro “”50 veces yo” (Ediciones Best Seller, Caracas, 2.005) es la visita inesperada que este servidor hiciera  en su mansión residencial y durante  mi rápido  paso por la ciudad imperial brasileña de Petrópolis,  al distinguido Príncipe Dom Pedro Enrique de Orleáns  y Braganza, el día 17 de abril de 1968,  vinculado por sangre real a honorables  familias portuguesas y de Francia, cuando a sabiendas de que un príncipe verdadero de origen americano  vivía en aquel bello paraje escondido entre montañas y al que luego regresara de visita  veinte años después, o sea en abril de 1.988. El encuentro de aquel entonces y como lo detallo en mi libro antedicho fue por demás cordial, de este hombre elegante que entonces vestía a la inglesa y desarrollada en perfecto castellano, fuera de los varios lenguajes que dicho príncipe conocía. Un valet especial nos trae café mientras Su Alteza Real  el príncipe fumando cigarrillos ingleses  me recuerda el paso juvenil que tuvo por la Guaira y  cuando manifiesta el aprecio que tiene por Venezuela. Así duramos en esta provechosa entrevista por una media hora en ese su entonces “Palacio Da  Princeza”, y en cuyo final me obsequia un bello cuadro que conservo  y  dedicado así, desde luego con el escudo imperial  brasileño impreso.

              “a Familia Imperial em Petropolis.  Para o Dr Ramon Urdaneta recuerdo de su visita a Petropolis
                                                                          Dom Pedro.”-  17-IV-68.
                El cuadro que generosamente me obsequiara con detalles genealógicos  de su estirpe representa a  la familia cercana  antes de marchar al exílio  y por muchos años, desde su Palacio Da Princeza. Y cuando en 1995 retorné en visita a Petrópolis ya Su Alteza Real y príncipe heredero al trono había muerto   en su Granja Palacio de Rio de Janeiro, debido a un enfisema pulmonar  y de 71 años, bisnieto éste del emperador que había fundado el vasto territorio de unos ocho millones de kilómetros cuadrados, porque fueron ampliando sus fronteras con los años y la viveza de sus predecesores. En este blog me he referido a las relaciones  poco cordiales existentes  por aquello de la expansión territorial  (Pirara, Amazonas,  Upata, Roraima, Lethem, Río Branco, Solano y Bote, con el propio Bolívar, etc.) que a lo largo del tiempo han sostenido ambas naciones.   

VENTANAS AL AIRE.
1)    Escudo imperial de Brasil.
2)    El príncipe Dom Pedro Enrique y su familia cercana,  en Palacio da Princeza  (1.962).
3)    Sepultura marmórea de Dom Pedro II y su esposa, en catedral San Pedro Alcántara, de Petrópolis. Le sigue el Palacio real de Verano, en la misma ciudad.
4)    Foto del príncipe Dom Pedro Enrique de Orleáns y Braganza. (ver wikipedia).

5)    Foto con dedicatoria del príncipe a RU.

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