Amigos invisibles. Como en estos
países folclóricos de nuestra América Latina
a lo largo de una sinuosa
existencia han ocurrido tentativas imperiales tal el caso de Bolívar en sus
andanzas por el Perú, y con la seriedad
del caso otras menos afortunadas en la
suerte, llegaron a existir verdaderas
intenciones para crear imperios dentro de este continente colombino,
como producto de algunas desaforadas ideas provocadas por caudillos tropicales que terminaron de mal en peor, o
sea asesinados, y más aún, en tiempos
agónicos europeos hasta algunos pretendientes
nobles de aquel mundo emigraron a América estableciéndose por causas distintas
y terminando a la larga en conocidos fracasos. Así pasó con el príncipe francés asesinado en Méjico (Querétaro), el haitiano Cristóbal,
Iturbide, Maximiliano, ambos de Méjico, o
las intenciones americanas de establecerse en Nicaragua, que terminaron en otro
paredón de fusilamiento.
Pero
lo que para mí tiene más atractivo en este recuerdo y que con detalles
interesantes y pintorescos detallo en mi
libro “”50 veces yo” (Ediciones Best Seller, Caracas, 2.005) es la visita
inesperada que este servidor hiciera en
su mansión residencial y durante mi
rápido paso por la ciudad imperial
brasileña de Petrópolis, al distinguido
Príncipe Dom Pedro Enrique de Orleáns y
Braganza, el día 17 de abril de 1968, vinculado por sangre real a honorables familias portuguesas y de Francia, cuando a
sabiendas de que un príncipe verdadero de origen americano vivía en aquel bello paraje escondido entre
montañas y al que luego regresara de visita veinte años después, o sea en abril de 1.988. El
encuentro de aquel entonces y como lo detallo en mi libro antedicho fue por
demás cordial, de este hombre elegante que entonces vestía a la inglesa y desarrollada
en perfecto castellano, fuera de los varios lenguajes que dicho príncipe
conocía. Un valet especial nos trae café mientras Su Alteza Real el príncipe fumando cigarrillos ingleses me recuerda el paso juvenil que tuvo por la
Guaira y cuando manifiesta el aprecio
que tiene por Venezuela. Así duramos en esta provechosa entrevista por una
media hora en ese su entonces “Palacio Da
Princeza”, y en cuyo final me obsequia un bello cuadro que conservo y
dedicado así, desde luego con el escudo imperial brasileño impreso.
“a Familia Imperial em Petropolis. Para o Dr Ramon
Urdaneta recuerdo de su visita a Petropolis
Dom Pedro.”- 17-IV-68.
El cuadro que generosamente me
obsequiara con detalles genealógicos de
su estirpe representa a la familia
cercana antes de marchar al exílio y por muchos años, desde su Palacio Da
Princeza. Y cuando en 1995 retorné en visita a Petrópolis ya Su Alteza Real y príncipe
heredero al trono había muerto en su Granja Palacio de Rio de Janeiro, debido
a un enfisema pulmonar y de 71 años,
bisnieto éste del emperador que había fundado el vasto territorio de unos ocho
millones de kilómetros cuadrados, porque fueron ampliando sus fronteras con los
años y la viveza de sus predecesores. En este blog me he referido a las
relaciones poco cordiales existentes por aquello de la expansión territorial (Pirara, Amazonas, Upata, Roraima, Lethem, Río Branco, Solano y
Bote, con el propio Bolívar, etc.) que a lo largo del tiempo han sostenido
ambas naciones.
VENTANAS AL AIRE.
1)
Escudo imperial de Brasil.
2)
El príncipe Dom Pedro Enrique y su
familia cercana, en Palacio da Princeza (1.962).
3)
Sepultura marmórea de Dom Pedro II y
su esposa, en catedral San Pedro Alcántara, de Petrópolis. Le sigue el Palacio
real de Verano, en la misma ciudad.
4)
Foto del príncipe Dom Pedro Enrique
de Orleáns y Braganza. (ver wikipedia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario