Amigos invisibles. !Caramba¡, cuando escribo este trabajo con la intención
de desenmascarar hechos pasados que se tienen
como en el olvido eterno para no dañar imágenes preconcebidas pero que andan sustentadas
apenas mediante el argumento del silencio cómplice ayudado por la falta de saberes
al respecto (ignorancia nada supina) y porque el siglo XIX con sus vaivenes trágicos
permitió la aparición de personajes
dudosos y hasta con doble cariz, ya que
“sin querer queriendo” al estilo
mexicano y ante la falta de medios adecuados para descubrir a los tramposos y
culpables, ello trajo por consecuencia y
para colmo de la realidad que muchos aventureros se hicieron pasar por quienes no eran
varones de rectitud acrisolada y, en consecuencia, para aclarar el currículo de tantos caballeros de
industrias que andan haciendo de las suyas como falsificando personajes y hasta con
historias que parecían cuentos de la irrealidad más obtusa pero que por esos
acasos del destino desconocido y sin fuentes certeras pasaron a volverse personajes
reales y que hoy ya sosegado el tiempo de la intriga o la sin razón mediante algunos documentos aparecidos se viene
a comprobar la mentira sustentada con el
daño correspondiente para el proceso vivencial de los pueblos.
Sin embargo en nuestro caso el hecho histórico
planteado es aún más grave porque toca claves
de nuestro pretérito irregular que aún anda en pañales o la inopia,
creyendo por tanto no en la mala fe de quienes desde antaño se refirieron al
personaje que ya voy tratando en el recuento y hasta con dolor dado el daño
ocurrido o por lo incauto de nuestros antecesores que vivieron muy juntos de aquel extraño
cuanto enorme estafador. Y no lo digo yo sino por las investigaciones que se
han hecho para demostrar la calaña de
este caradura quien de tantas engañifas oportunas se rió cruelmente y que hoy
pueden compararlo sin excusas nada menos, porque así está escrito y estimado,
con el célebre Bernard Madoff (uno de
los grandes estafadores inversionistas que han existido entre los diez
primeros, como igual se hace con nuestro temible Mac Gregor) y quien recluido
tras rejas de protección cumple hoy condena en cárcel segura americana por la
bicoca de 150 años. Nada menos. Y que no
se olvide al rufián Carlo Ponzi, célebre por sus estafas piramidales.
Vamos ahora a razonar
por partes, pues encontrándome en lecturas de valía sobre casos posibles en tal
escenario imprevisto me hallé con la presencia escrita de la psicóloga, periodista, investigadora rusa de Harvard y PHD interesada en el atrayente tema policial
de nombre María Konnikova (quien trabaja
en BBC. Future), la que de entrada asegura en su escrito al respecto que el
escocés Gregorio Mac Gregor, “héroe venezolano” de la guerra independentista, como gran vendedor de
ilusiones que lo era desarrolló una
psicología suficiente a fin de permitir caer en su trampa a muchas personas incautas,
con la técnica y el impulso de la motivación humana persuasiva, disminuyendo
así resistencias opuestas para desinhibirlas en sus frenos, con la promesa por
ende de atractivos paraísos adornados
con falsedades históricas, llegando a convencer con este ingenio característico a tantos crédulos que con el
atractivo de la riqueza fácil se dejaron llevar por la corriente y el interés sobrepuesto de embaucadoras ganancias.
Por tanto, siendo oportunidad para razonar algo sobre el personaje y su entorno
fascinante hoy conocido en el mundo
entero, haremos hincapié en sus orígenes remotos, que proceden de un férreo
clan familiar escocés de poder regional, de familia cristiana con gallardía
mantenida por eso en dispersas disputas
con los anglicanos dentro de guerras sin
final y dada la descendencia irlandesa
de sus ancestros, llegados a esa tierra neblinosa y fría desde las intranquilas
costas de Eire para sentarse en la historia local con importancia y también por
un valor histórico, pues el ya dicho clan Mac Gregor a punta de combates
guerreros y otras disputas salpicadas de
sangre se granjeó un puesto de
importancia en la historia de la norteña Escocia y más cuando él era de
religión protestante, igual que nuestro recordado general masón Francisco de Miranda,
como también lo era del rito escocés el prenombrado general Mac Gregor.
Nacido el 12 de julio el
año 1786 en la urbe escocesa Grendyle y de
familia antigua militar, durante su
infancia crece corpulento, guerrero carismático y amante del espirituoso whisky escocés, siendo entonces
de poca formación estudiantil y ya en su juventud actúa temprano dentro de la armada británica, alcanzando el grado de teniente.
Con cierta rapidez, y aquí comienza parte del misterio intrigante, en 1804 se
desposa con María Bowater, huérfana de
un almirante inglés , “y en 1805 se volvió rico”, o sea un año más tarde,
circunstancia que desde luego nos deja qué pensar. Nada he podido saber sobre
el origen de esta pronta riqueza que presumo, aunque se queda en duda, por
parte de dicho almirante. Con esa
condición de la Fortuna fácil asciende a
capitán y Jefe de Compañía, mientras estudia un breve año (1809-1810) en la
Universidad de Edimburgo, de donde sale “por problemas con sus superiores” (wikipedia dixit). Como este es un trabajo amplio y para todo
público me eximo de colocar detalles al margen o datos parciales y notas técnicas que en nuestra oportunidad
entorpecen el interés aleccionador de la reseña). Y siguiendo con nuestro personaje mediante ese
ímpetu personal el inestable escocés actúa con los militares ingleses en el peñón de Gibraltar y en Portugal, “servicio
que abandona poco después” “de manera también obligada”. Así las cosas dentro de algunas
elucubraciones juveniles que ya marcaban su existencia para decir verdad asombrosa, a partir de aquel tiempo formativo
“vivió con un supuesto título nobiliario de Coronel” en Edimburgo, y por
ocurrir la temprana muerte de su esposa
María, en 1811, Mac Gregor “perdió el
apoyo social y financiero de su familia”, en este caso de los ricos Bowater. Saquen ustedes cuenta de ese Mac Gregor liberal,
de buena presencia, corpulento, robusto, comelón, dicharachero, arriesgado, perseverante,
ingenioso masón del rito escocés, agudo,
hábil, amigo de los tragos y observador, que anda sobre las 25 primaveras, en
el caso o reacción de la adinerada familia Bowater.
Viaja entonces a
Venezuela, epicentro de guerra sin cuartel que comanda el masón grado 33 general Francisco de Miranda, quien pronto le
contrata, llegando entonces este militar
escocés a General de Caballería , mientras el despierto oficial de quien
hablamos con astucia demostrada saca
cuentas y nuevamente contrae nupcias en Caracas con la linajuda y esbelta señorita
Josefa Aristeguieta Lovera, prima cercana del adinerado Simón Bolívar, quien
desde luego le abre sus puertas familiares. Pero como en la recia campaña que realiza el español canario Domingo Monteverde
es derrotado el ejército patriota, para evitar la cárcel Mac Gregor con su
esposa Josefa va a Cartagena de Indias, actúa de nuevo en Colombia como militar
y está en la toma de Bogotá, capital del virreinato de Nueva Granada, luego anda
en Pamplona, Cúcuta y reitera su presencia en Cartagena de Indias, permanece en
Rio Hacha donde se hace llamar “Inca de Nueva Granada”, está en Portobelo en rencillas armadas prosiguiendo
a Haití en la expedición de los Cayos, dirigida ella por el propio caraqueño Bolívar.
En este trashumar de las campañas vuelve
al oriente de Venezuela, donde combate en otras acciones militares. Durante 1817 con el apoyo de Simón Bolívar (a quien
conociera en Londres, en 1810) viaja a los Estados Unidos para lograr la Independencia
de Florida (“efímera república de las Floridas”), siendo ya General de División
(sería bueno consultar dicha pasantía
histórica en mi trabajo de este blog
(8-2-2013) sobre la toma de la Isla Amelia). Y en ese andar liberador norteño queda por
poco tiempo, pero rodeado de pomposo título, “hasta que no consiguió más el apoyo de sus mecenas”, dejando entonces el
poder insular “en manos de un corsario francés” (Luis Aury). Durante 1820 encontramos a Mac Gregor en la isla de
Margarita, donde le nombran Diputado al Congreso republicano de Cúcuta,
cuestión que obvia ejercer por un mejor interés ocurrido, viajando entonces a
la caribeña isla de San Andrés para unirse al corsario galo y amigo Aury, sin conseguir entonces el supuesto
objetivo de ir a Panamá para buscar fortuna.
Meses más tarde el
escocés se encuentra en las costas de
Mosquitos (Honduras y Nicaragua), las que visita con cuidado y atención, aunque
al momento aquellos sitios andan vacíos de colonos europeos (ingleses entre
otros) por la insalubridad y el poco
interés económico de dichos lugares. Sin
embargo Mac Gregor planificando como estaba
por aquel sitio a futuro, entonces con
su facilidad de entrada el sortario escocés convence y firma allí un tratado con el rey indígena de aquel entorno, o sea el
cacique George Frederick I°, negro originario de África colocado allí por los
ingleses, con lo cual el incauto cacique se convence del plan esbozado por Mac Gregor, cediéndole desde entonces 122.000 kms2 de esa época en propiedad (vid.
Wikipedia) para la colonización del territorio ”de los indígenas “poyais”. Y aquí es cuando comienza la parte más pícara
de esta historia estafadora, porque en 1822 con la máscara seductora que ya posee el farolero Mac Gregor proclamó falsamente en
Europa que era hijo de un banquero y
cacique o Príncipe de Poyais , tierra
paradisíaca que según él existía a lo
largo del río Negro, en Honduras, o sea en territorio centroamericano. La por demás fértil Poyais, que así se
llamaba, según inventos engañosos producía tres cosechas de maíz al año y su agua como cuenta tranquilo era pura y refrescante, que no había sed a la que
no pudiera saciar, y que además las pepitas de oro forraban el lecho de sus ríos, llenos de árboles desbordantes
de frutos y los bosques lucían cubiertos de verdor, por lo que aquello era un Edén
en comparación con la oscura y lluviosa
Escocia, y así fue como Poyais con la campaña desatada perseguía inversionistas
a fin de desarrollar proyectos
en tierras y colonos para el provecho de sus recursos , en este tiempo
en que los empresarios en América
hispana buscaban esos destinos inexplorados para la inversión extranjera, tal
el caso del nombrado e inexistente Poyais. Viéndose ya como dueño de esa parte costera
(Nicaragua y Honduras) Mac Gregor con el instinto psicológico que posee comienza
a preparar todo un tinglado de expertos entrenados
para convencer a tanta gente incauta que
con el apoyo del ingenuo rey indígena caen
en la trampa engañosa que Mac Gregor
elabora sutilmente, dejándose seducir por tan capaz timador. Y
pronto este escocés caradura, que era
buen dibujante, comienza a diseñar su
estrategia de ventas donde incluso para engañar a cientos de escoceses edita un atractivo y amplio folleto
aleccionador en que resalta las bellezas insólitas de ese territorio etéreo que
él denomina Poyais, y tan sinvergüenza fue
que además a fin de una mayor confianza
de posibles compradores entrega este libro de 350 páginas sobre las virtudes del lugar referidas a tal
paraíso encontrado que para más grande embuste fue escrito
por el acucioso investigador capitánThomas
Strangeways, quien en la sorpresa de la falsedad sin límites resultó ser su autor el mismo Mac Gregor. Y así muchos cayeron en la trampa. Como comerciante
amoral del ramo especulador dicho escocés
además falto de vergüenza como nato o
experto vendedor tenía el don del convencimiento y la motivación humana para
desinhibirlos en sus frenos sobre gentes
tolerantes , educadas pero codiciosas sujetas a riesgos, como buenos británicos
de su época, por lo que el tal Gregorio aplicó
una sicología suficiente a fin de hacer creer su trampa en la mente de muchas
personas con la técnica y el impulso de la motivación humana, de donde incluso
llega a dibujar una bella estampa de la supuesta Poyais, llena de lagos y
montañas idílicas. En los tantos viajes
que realiza de regreso en
Inglaterra Mac Gregor ofreció entrevistas a diarios locales (Escocia) y nacionales, demostrando
los beneficios de invertir estableciéndose incluso en el fabuloso Poyais
a estos hombres duros, aventureros y
valientes, como reto y regalo a la vez, mientras dentro de la osadía y sed
monetaria en Escocia el astuto Gregorio diseñó e imprime billetes de dólares para su país de mentira,
como también moneda de uso y curso legal (cuyo lema fue “Gregorio, cacique de
Poyais”) y una bandera con escudo incluido donde resaltan la cruz de San Andrés sostenida a los lados
por dos indígenas empenachados y lugareños.
Mac Gregor mediante
esta tramoya infernal no solo recibió
directamente 287.000 dólares americanos
en sus locas vivezas convenidas, sino que los bonos garantizados que emitiera
por el reino Poyais (1822) con intereses
del 6% mediando el apoyo por supuesto del inexistente enclave hondureño, llegaron
a valer cada uno en el mercado 3.600 dólares de hoy, como indica la mencionada
investigadora Konnikova, desconociéndose el destino final de aquella enorme suma para entonces en manos
del soñador Mac Gregor. Si nos atenemos
a lo escrito sobre el particular y por el enorme interés que desarrolló en
Londres y París para estas ventas, el
negocio fraudulento de Poyais en tal
momento le dio a Mac Gregor ganancias
montantes a 5.000 libras esterlinas, porque además en esta trampa de inteligencia fraudulenta emitió bonos certificados montantes a 1.300 millones de las libras famosas, ganancias que se
esfumaron, supongo, con la molicie y la vida principesca que el escocés mantuvo
por un largo tiempo. Para aquella época
de esplendor en los negocios y cuando proclamó falsamente que era hijo de un banquero y cacique o
príncipe de Poyais, Mac Gregor tenía a su lado de asistente y
conocedor de intimidades financieras al también astuto y mayor William John Richardson,
que sabía interpretarlo y acomodar las finanzas a su gusto, como en el mantenimiento de las extensas relaciones sociales, al extremo que pronto y
en su visita a Escocia el soberano monarca del Reino Unido Jorge IV en momento
oportuno y oficial lo inviste con el título honorífico de “Sir”, o sea en lo
adelante llamado Sir Gregor, con las
prerrogativas cortesanas correspondientes, lo que más le abre puertas en el
mundo de los negocios grandes, como las finanzas y los bancos, ampliando así su
cartera de colocaciones de tierras en el
mítico Poyais, a un precio de venta montante a cuatro chelines por unidad de lote, que cambia
en moneda corriente inglesa a objeto de colocar
estos ingresos en las personales cuentas
bancarias del Honorable Sir Gregor.
Pero como siempre todo no
es Jauja pronto se corrió la voz en cuanto a que los negocios
de Sir Gregor no andaban tan bien como se suponía, por algo que restaba
creencia a la realidad, en cuyo caso y
para frenar dudas con la posible
avalancha de demandas el escocés mediando rápida acción y palabras lisonjeras avanza
en su proyecto especulativo de Poyais en cuanto a la necesidad del presto envío de colonos compradores de
lotes hacia aquel territorio escogido,
por lo que con la celeridad necesaria y con
su imaginación desbordante comienza la preparación colonial de un primer despacho
de los incautos compradores rumbo a la
capital San José (Saint Joseph), incluidas sus familias, que sumaron 70 colonos
(entre ellos iban doctores, militares, abogados, y un banquero convencido),
todos viajeros ansiosos de fortuna, dándose por ello a la vela desde el Támesis
londinense en el “Honduras Packet” con
alborozo, en septiembre de 1822 y rumbo al inaudito espejismo del nombrado Poyais. Así pudo llenar las naves de emigrantes rumbo a la mítica Poyais en dos barcos de colonos escoceses salidos entre
agosto de 1822 y enero de 1823, con 250 colonos a bordo, pero cuando los
escoceses en el primer viaje de setenta pasajeros dos meses después llegaron a la tierra
prometida por Mac Gregor la realidad fue otra, de terror, pues en el sitio no había nada salvo una selva
inhóspita, plagada de mosquitos y nativos hostiles, ni pueblo, ni colonos
ingleses como se había dicho, de Banco de Poyais, Palacio Real, ni hasta el proyectado “hebreo
colonia”, ni inmuebles , sin el oro prometido,
ni las 12.500 millas cuadradas
convenidas para fundar un estado monárquico, ni la supuesta amistad de
los indígenas con los británicos, ni nada, y pronto los recién llegados comenzaron a enfermarse y
morir, algunos de tristeza, sobreviviendo una tercera parte al ser luego
rescatados por un barco inglés que los
llevó a Belice (Honduras Británica). Y
ante el temor que el desgraciado envío de colonos provocara peores
consecuencias sobre sus negocios o su libertad personal, Sir Gregor esperando
mejor ocasión huye a Francia aunque poco después desde París intenta de nuevo engañar con el mito de Poyais y
mientras el arte de la persuasión la mantenía intacta, de donde meses más tarde
reúne otro grupo de inversores ultramarinos y colonos con el fin de trasladarse
rumbo a Poyais desde Francia, pero para
emitir numerosos pasaportes requeridos el gobierno galo toma precauciones por esa oleada de solicitudes rumbo a un país
desconocido (Poyais), de donde se opta
por abrir una comisión investigadora
sobre el caso que entra en sospechas, y
así las cosas pronto se detiene a Mac Gregor abriéndose juicio por fraude en 1826, que le lleva a la prisión
parisiense La Force (sitio en que anduvo
preso Francisco de Miranda), aunque por los contactos que mantiene Sir Gregor no tarda ser puesto en libertad regresando de
nuevo a la natal Escocia (Edimburgo), donde huye de nuevo ante la ira de los
compradores originales de bonos de
Poyais, estableciéndose otra vez en Francia y mientras todavía tiene el valor
de vender acciones de Poyais en 1825 y
1826, convertido ahora dicho supuesto reino en república, y así por sus altas
relaciones internacionales en 1822 el
sortario escocés obtiene de un banco de
Londres 200.000 libras esterlinas para continuar en el desarrollo del famoso y fantasmal
Poyais, por lo que se viaja a París, donde funda asociaciones para promover esta alocada mentira, mientras el Banco de Londres entonces le presta 300.000 libras esterlinas,
al 2, 5% de renta. De vuelta en Londres (1827)
Sir Gregor es detenido nuevamente y sin mucho aspaviento, por el delito
de “falsas promesas” aunque por sus relaciones
masónicas, empresariales y dado el título real que ostenta, como por los
amigos masones y bancarios de importancia, supongo, pronto es liberado y exento
de cualquier pena posterior. Así regresa a Francia para vivir de sus riquezas y
fama ahora intachable, aunque como buen comerciante siempre ofreciendo acciones
de Poyais, volviendo a Escocia en 1834 para negociar otras acciones de aquella inmensa
estafa, como si nada hubiera pasado. En mayo de 1838 lamentablemente cerca de Edimburgo fallece su
esposa caraqueña Josefa Aristeguieta Lovera, prima de Bolívar, que le diera
tres hijos y quien lejos de esta enorme comedia delictiva nunca hizo parte de las finas trampas preparadas por Sir Gregor. Pero en verdad esa desgracia familiar cambia
el destino cierto del adinerado escocés, que en el transcurso de estos años ya
no es el hombre de antes, por lo que haciendo nuevas cuentas que le producirán
dinero y títulos decide regresar a Venezuela
y en agosto de 1839 vuelve a Venezuela, donde de inmediato luego de
recibir la nacionalidad recupera su
rango militar, su pensión consiguiente de alto oficial y el pago de todas las prebendas
que se le adeudan desde los tiempos de
la Independencia, en lo que se le complace
dado que además es pariente de los Bolívar por su esposa Josefa Aristeguieta
y porque el Presidente de la República, general Carlos Soublette, amigo desde
los tiempos guerreros, está también casado con una Aristeguieta.
Sir Gregor, que así por
un respeto no se le llama en Venezuela, pronto entra en relación con la
distinguida colonia inglesa que luego de
la guerra se ha establecido en el país, y como no puede andar tranquilo, fuera de
los oficios protestantes a que asiste anda en buena amistad con los ingleses
residentes y además como hobby placentero provisto de mucha paciencia se dedica a la
sin igual cría del exótico gusano de seda.
Finalmente el extraordinario
por raro ser falleció en Caracas casi ciego por parte de la vista, valga la
redundancia, casi sexagenario, el miércoles
3 de diciembre de 1845, siendo enterrado en la Catedral dada su
condición de prócer, aunque fuese de religión protestante y con la asistencia
de ilustres personalidades, entre ellos el tren ejecutivo oficial. Y ahora yo me pregunto: ¿es posible todavía
que esta figura tan extraviada por la irrealidad de sus hazañas delictuales
aquí descritas dentro de lo que cabe, pueda continuar sepultado en el Panteón
Nacional de Caracas cerca del libertador y padre de la patria Simón Bolívar?.
En la bondad de ustedes
dejo abierto el enigma sapiente para descifrar tamaño error que fue obra de la
improvisación momentánea y porque además para ese tiempo la masonería venezolana tuvo mucho poder, cuyo
conductor principal venía a ser el presidente de la república general Antonio
Guzmán Blanco, ilustre masón que como
dije ordena construir el referido Panteón Nacional. Y lo demás es cosa de bien entender.
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