Amigos invisibles. Como me estoy insertando en problemas más
complejos a los del año anterior, hoy voy a tratar sobre algo que siempre me ha
llamado la atención y de lo cual se han escrito montañas de tesis y antítesis
sobre el tema, creyendo que tal debate
formativo puede arrancar desde la misma Babilonia, y más atrás a partir de los
pueblos llamados bárbaros que se manejaban a través de un lenguaje nada escrito
y muy gestual. Pero como a uno se le calienta la oreja de tanto oír o de leer,
o de escuchar sobre el repertorio de temas referidos a este problema que
evoluciona con los siglos para transformase en debate, voy a penetrar en las
honduras casi inaccesibles de la sabiduría infusa no porque yo sea algún
conocedor a fondo de la materia, en la cual me integro como cualquiera, un
neófito, salvo algunos especialistas que así se consideren, sino dado que
siempre este conocimiento filosófico-teológico de la humanidad ha puesto
quehacer al extremo que sin equivocarme las guerras más sangrientas y
exterminios llevados a cabo por los seres humanos, han derivado en algo de
asuntos referidos a cualquiera de las tantas religiones y sectas que
existieron, y que aún subsisten, a pesar de los embates del tiempo que con la
andanada de sus saberes e interpretaciones aclara un nuevo panorama donde por
fuerza de la realidad demostrable, las religiones han retrocedido a pesar del
empuje de muchos por sostenerlas como filón ideológico y hasta material, pero
que su asidero en la conciencia humana ya no es indeleble y sobre todo desde
cuando el siglo XX irrumpió con grandes conocimientos de toda índole, entre
ellos los científicos, que pusieron en jaque los fundamentos básicos y las
estructuras dialécticas de muchas creencias espirituales mediante lo cual se
dio al traste con tantos exponentes de tales ideas echadas al voleo en un mundo
plural.
Sin
embargo y a fin de no introducirme en
complicaciones previas debo decir para sentar el precedente, que por tradición
y en eso que denominamos familia de un principio y sin entrar en réplicas, por
algo que se llama fe soy cristiano, apostólico y romano, como fueron mis
padres, y los abuelos y los bisabuelos, pensando así de los demás en el
retroceso genético, y ello lo tomo como un detalle más de la formación
adquirida desde la infancia, porque la religión en nuestros hogares fue como
una segunda madre instructiva, y yo no voy a pelear en cierto boxeo de sombras
contra este sustento que ha mantenido una posición gemela de la vida, dejando
para otros religiosos y seglares que se extiendan o desestimen en esos vastos
estudios y razones del más allá, donde todos tienen las de ganar y menos de
perder. Salvo los espíritus malignos. De
aquí que como un diletante de lo que razono a medias en este sentido debo
afirmar primero y sin saber cuál es su posición al respecto, que admiro el esfuerzo
cultural mantenido dentro de esa sapiencia que como un amparo general envolvió
buena parte de la cultura de los pueblos en desarrollo, desde los más
primitivos e infieles, hasta los que ahora pretenden enhebrar un nuevo camino
religioso mezclando algunos de estos saberes ancestrales con otros de novedoso
cuño para crear un híbrido con todas sus consecuencias, por donde andan los
avanzados ensayos religiosos como la llamada cienciología, o los mormones, a
los agnósticos, rosacruces y otros grupos nacidos en los últimos tiempos. Pero
bueno y oportuno es recordar que en cuanto a esta materia tratada, existen dos
grandes corrientes que se van por el camino espiritual de la humanidad, o sea
la religión en sí, decantada y siguiendo un orden preestablecido dentro de su
ejercicio secular, tal el caso de la católica romana y de sus hijas que
nacieron de la misma energía, que son muchas, vale decir, ortodoxas y
heterodoxas, cuya mayor representación viene a caer en el grupo protestante,
que se ha expandido en numerosas iglesias de fieles que habitan en cinco
continentes con sus reglas y costumbres bien cimentadas. Pero existe otro grupo
y hasta peligroso, para llamarlo de algún modo, que es el referido a eso que se
tilda como sectas, que han existido por siempre, desde las más primitivas que
incluyen en sus normas crueles castigos y hasta la muerte por diversas causas
con ritos salvajes, o ese florilegio de seudo iglesias fabricadas por mentes
traficantes de almas y de dinero, no solo las que no se reconocen oficialmente
sino que viven al amparo del engaño, lo confuso y la mala información, sino
otras que con la publicidad dirigida han penetrado seriamente y se
transformaron en imperios de negocios lucrativos, como el caso de la manejada
por el extinto doctor Moon, coreano de éxito que incluso casi domina un pequeño
país latinoamericano.
Pero a lo
que más aspiro referir en este palabreo sostenido viene a ser el aún no deslindamiento definitivo de ambos
poderes, el espiritual y el estatal u oficial contrapuesto, que todavía a estas
alturas del calendario existente por no solucionar ese problema de carácter
mundial comporta un sufrimiento doloroso a los pueblos que padecen ese peso
inusual de los poderes por no estar precisamente separados, y porque como
viviendo aún en la Edad Media de los prejuicios dentro de la edad científica
que nos rodea, tal desajuste humano mantiene un grado de conmoción permanente
en el interior de las sociedades que viven este flagelo (sharia, yihad, etc),
como bien se demuestra con las guerras endémicas sostenidas por muchos pueblos
bajo sustratos de antecedentes religiosos y como el caso presente que conmueve
la opinión mundial en referencia con los países islámicos, que elevados y
mantenidos bajo creencias esclavistas muy severas que datan nada menos que del
tiempo existencial del profeta Mahoma, han sido objeto de ríos de sangre
permanente y lo serán por mucho tiempo si no se pone coto a esta desgracia a
nivel de una comprensión o entendimiento en beneficio de los pueblos
sacrificados por las consignas místicas, como lo podemos ver palpando en esa
suerte de epidemia con trasfondo religioso y cultural desde luego que se debate
entre bombas, el genocidio estéril y tanto fuego cruzado en muchos países cuya
fe religiosa es el Islam. No quiero con ello decir que por esta vía voy a
entrometerme en sus asuntos teologales, que muy graves los están viviendo al
calor de las ideas contrarias a la vida actual y a lo que se aspira, sino
porque el salvajismo ha vuelto a aparecer, con grupos como Alquaida y su jefe
extinto Bin Laden, sino en pueblos con grupos afines pero no gemelos en cuanto
al pensamiento en esta materia, como el caso de Siria, y el problema que sufren
Nigeria, Mali y Egipto con las parcialidades cristianas que son fuertemente
abatidas mediante grupos contrarios a sus religiones. Esto, apreciados
lectores, con el raciocinio expedito del siglo XXI se debe acabar, porque con
el manejo de los medios publicitarios y la uniformidad de las costumbres todos
los del planeta tierra, incluso los menos desarrollados, debemos pensar en ir
limando tantas asperezas extremas, poniendo en ello mucho empeño sus dirigentes
religiosos, porque a esto me refiero, para que exista una paz verdadera en
nuestro mundo actual, por encima de sectarismos, abusos de poder y sentimientos
hegemónicos de los grupos y las
creencias a que estoy dirigiendo mi palabra. No puede ser por absurdo desde
todo punto de vista racional que mientras el ser humano conquista la luna o
marte o las estrellas, con la alta tecnología que desarrolla y mirando las
cosas con visión de futuro, por el contrario existan mentes ciegas y no
ruborizadas que ordenen la muerte de pueblos enteros, hasta por placer
vengativo, o que sacerdotes de esas creencias alejadas del siglo pensador en
que vivimos que aún luchan con métodos inquisitoriales, valga el caso de colgar
seres humanos por delitos que hoy no pueden ser reconocidos como tal, o el
ejemplo muy específico del reino Saudita, en Arabia feliz (¿?), que por la
circunstancia de tener en el ámbito de su geografía lugares sagrados de la
creencia mahometana, se dan el lujo de someter al martirio feroz a la
población, y en el caso específico de las mujeres que en siglo XXI por
minusvalía enfermiza se les prohíbe manejar algún vehículo motor si un familiar hombre no las acompaña, o si por
causa de la comprensión en eso común de la humanidad que se llama amor, y el
culto mundo árabe tiene bellas narraciones en ese sentido erótico, cualquier
desaguisado ocurre, por sí o de causa extraña, la mujer es condenada a la
lapidación hasta la muerte, o si una miembro de la familia real se casa con
alguien que no es de su clase, al hombre se le decapita en la plaza pública,
tal cual vio un amigo diplomático acontecer en una plaza colmada de público en
Ryad, o a un ladrón se le corta una mano y si reincide se le corta la otra, o
se entierra viva a la mujer adúltera o casada como en el caso de los drusos, y
tantas barbaridades sadomasoquistas se pueden traer aquí a colación que son
aceptadas y hasta protegidas por absurdas y retrógradas leyes del siglo VII de
nuestra era, tan alejadas de la realidad para vivir en otro mundo cavernario,
protegidas y aupadas por sacerdotes doctos y hasta universitarios que no
entienden suavizar tales barbaridades en este siglo de vida cómoda y
satisfactoria en que vive la civilización y sus habitantes, como el caso
trágico del poeta hindú Salman Rushdie, que como pensador libre osó tocar un
tema referido a la presencia física del venerado profeta Mahoma y por ello fue
cruelmente condenado a muerte y hasta en el ensañamiento procaz ofreciendo
recompensa atractiva a quien cometiera ese vil
asesinato, como obra dispuesta por altos jerarcas de la iglesia
mahometana, que no quisieran tales castigos para los de su intimidad.
Pues bien,
sobre dicha misma armadura ideológica y sin que se toque temas de profundidad,
otra antigualla inútil y desconcertante por esa estimada religión monoteológica
es en referencia con la prohibición absoluta de interpretar al patriarca
Mahoma, según pueda bien concebirlo cualquier creyente en su santidad
bienhechora, exhibiendo una pintura idealizada de su creación, como lo hacen
las demás grandes religiones del orbe, sea dicho la representación simbólica de
Buda, Cristo, Confucio y cuantas puedan aparecer, porque al contrario de dañar,
ayudan a los fieles creyentes en cuanto a la firmeza del culto mismo de esa
grandes figuras de la humanidad. Eso
reitero, debe suavizarse y cambiar, para el bien de todos, el conocimiento de
sus figuras y la paz de las iglesias, que en cierta forma es la paz de la
humanidad, y para lo cual los grandes centros docentes como El Cairo, Damasco,
Marraquech y tantos otros existentes deben entender que los fieles creyentes
viven en el siglo XXI y hacia adelante, y no estancados por caducas interpretaciones
fuera de sentido y espacio, en el tiempo en que el gran profeta Mahoma impulsó
con fuerza y fe esa religión tan expandida en el mundo pero con fuertes
retrasos emotivos por causa de intérpretes obtusos.
No vamos a
sacar ejemplos de cultos caníbales que aún pudieran existir en Borneo, Papúa o
Sumatra, ni el exceso de los tamiles de la India, tantos inmolados del Tibet,
de los talibanes en Afganistán, entre otros, pero si quiero dejar sentado que
la religión ha ejercido y ejercerá cierto freno en la conducción de los
pueblos, como el caso judío y sus reglas
estrictas de conducta, por lo que de una u otra forma han sabido enrumbar a sus
creyentes dentro del vasto mundo en que ahora se mueven las iglesias y creencias
del orbe, cuando muchas de esas conductas
escritas tantos siglos atrás chocan de una manera irremediable contra las
realidades presentes que mueven a los pueblos mediante razonamientos probados
ante toda consideración y estudio, porque si a ver vamos, en lo poco que
conocemos de la religión católica cristiana, desde que la perrita Layka le dio
vuelta a la tierra buena parte de aquellos principios morales religiosos y de
conducta fueron sacrificados en aras de la verdad científica, porque de otra
manera no pudo ser, quedándose para los
fieles creyentes y apenas en supuestos de fe aquellos antecesores llamados por
la Biblia Adán y Eva, y de allí en adelante todo lo que ocurrió especial por
miles de años, como acaece con las demás religiones serias, digo yo, porque si a ver vamos dentro de la probanza
científica, por ejemplo, el Diablo o como se le llama, el espíritu del mal, el
rey de las tinieblas y otros nombres asignados, desapareció por siempre cuando
el inventor de la luz artificial, Thomas Alva Edison, acaba con tales tinieblas
y Mandinga o Lucifer o Belcebú se
esfuman por la vida eterna, o como cuando en probetas de laboratorio se puede
concebir un ser humano, o clonar un animal, la oveja Dolly, o volver a crear
otros seres homínidos ya desaparecidos, como es el caso de los neardenthales,
que pronto volverán a ser realidad. ¿I qué dice sobre esto las tantas
religiones existentes?. Ahora tendrán que pensarlo muy bien porque de otra
forma el tsunami que arrasa es indetenible. Y es por ello que esto repito, para
bien de la humanidad. Sea mediante la sabiduría de organizaciones
internacionales como la ONU o cuantas científicas se dediquen a los temarios expuestos, a fin de que se reúnan
para tratar esta materia candente, bajando cada uno la guardia de sus
pretensiones, porque aunque sabemos que el hombre y la guerra son dos asuntos
consustanciales, debemos pensar tantas desgracias habidas para evitar colapsos
posteriores que arruinarían el planeta en que se habita. Aquello de que quien
desee la paz debe armarse para la guerra
como se pensaba a lo antiguo, es cosa de pan comido, porque el ser
humano debe en todo caso buscar la conciliación y nunca más los trastornos
sociales que aquí a grandes rasgos he señalado, en lo que repito las diferentes
religiones y sus altos dirigentes tienen la última palabra, para que el género
humano pueda convivir sin el temor del apocalipsis, que de una u otra forma y
sin escape alguno podría ocurrir.
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