Amigos invisibles. El concepto de división para iniciar el tema debemos señalar que es negativo y contrario a lo que al tiempo se busca con deseo, es decir, que todos estos países que abarcan tierras continentales, océanos y mares, como tierras interioranas que en misión de futuro se estructuren en un solo haz de naciones y donde se incluyen en cuanto a “latinos” a otro grupo que los circunda en intenciones, a pesar de tener otro origen, pero consustanciado con los pies bien puestos en los países que integran esta América del siglo XXI.
Para poder hablar, pues, de
En cuanto a los Estados Unidos se refiere allí sí la confrontación es mayor, porque de origen esencialmente calvinista con costumbres muy enraizadas, y exhibiendo diferencias sociales y clasistas notables, con el tiempo se fueron limando asperezas que acaban con las limitaciones y los complejos aparentemente de miedo o previsión, porque ahora los 45 millones de sureños hispanohablantes son mayoría de la minoría en la nación del Tío Sam, con lo que esto conlleva, y no solo imponen su lenguaje y modismos ajustables, ahora bajo la forma de spanglish, sino que las tortillas, el chile, tequila y tanta gastronomía proveniente del Sur, para citar solo un ejemplo mayor, han transformado la torpe idea sobre aquellas gentes pobres, analfabetas y hasta flojas con que se caracterizaban a los venidos de esos lares sureños, pero que como la constancia vence ahora son un torrente poblacional indetenible, para formar la nueva raza norteamericana, por encima de los bolsones y reticencias que aún pueden existir. Debe recordarse también en esta ayuda de memoria que hasta el siglo XIX y salvo la alejada Alaska, mucha parte de esa tierra que engloba el país más poderoso del mundo y por ahora, formaba parte de la cultura española, con sus pros y contras, que ahora ha vuelto a resaltar por la integración social donde ya las fronteras según eran analizadas de antaño, han desaparecido, viéndose pues, que enormes megalópolis como Los Ángeles, el gran Miami y hasta Nueva York, pueden considerarse como bilingües.
Por manera que haciendo la salvedad referente a esos países del vecindario norteño, ahora vamos a dedicarnos a los conglomerados que han permanecido unidos bajo un hacer y deshacer que de forma no muy exacta se ha llamado para explicar su origen como latinoamericanos, salvo los que piensan tildar a ese conjunto como hispanoamericanos, recordando quizás las hazañas iniciales de Cortés y Pizarro, como el desguazadero poblacional que por tres siglos vino a estas costas llamadas colombinas, para dejar su huesa y descendientes mestizos, aunque a fin de completar este cuadro divisorio en boga otros aplauden la idea de llamar a esa multitud policromada como iberoamericanos, en base a la enorme contribución vital aportada por los expansivos portugueses en ese nuevo imperio de Brasil que se divide en dos, es decir los mulatos al Norte y los empresarios al Sur, que buena parte hablan en “portuñol”, o más abajo con el asentamiento del “lunfardo” 
Si a ver vamos de esta división sustentada en la parte de Sur América los patrones importados de España se imponen sobre la parte fundamental que es la riqueza de sus naciones, de donde sobre la base de lo existente del mundo originario indígena, se establecen nuevos pueblos y gobiernos para formar la red de mando que se extiende del Norte, desde la cabeza lejana de Tenochtitlán, que es ahora la ciudad de México y que abarcaba más de la mitad de los Estados Unidos, mas lo que es ahora la república mexicana y algo más bajo en Centroamérica, como es el caso del territorio de Chiapas, del padre Las Casas, que pertenecía a Guatemala, a lo que se suma la enorme influencia colonial y aborigen que se generara desde la capital del Virreinato llamado de Nueva España, todo lleno de esplendor como de riqueza y de donde se comunicara España con sus colonias asiáticas, por Acapulco, tal cual lo fue con Europa por Veracruz, agregándose a ello el ejercicio de poder que siempre tuvo entre naciones autóctonas de valía, como los aztecas y los poderosos mayas.
El gobierno de dichos territorios, como lo fue hacia el Sur, sin duda que se hereda en el cambio hasta después de Ya en el siglo XVII y por obra de las guerras que se realizaron en el mar entre potencias enemigas, como Francia, Inglaterra y Holanda, el mapa de la relación geográfica y política comienza a desdibujarse, al extremo de aparecer nuevos gobiernos sustentados desde Europa y por ende desde los Estados Unidos de Monroe, que se incorpora en el interés insular, como es el caso de Puerto Rico, Islas Vírgenes, Jamaica, Barbados, Martinica, Guadalupe, Curazao, Aruba y Bonaire, mas tarde Trinidad y Tobago y algunos otros territorios adquiridos por los intrusos entre conquistas y disputas varias, cuyo reacomodo de fronteras, siempre variables y hasta todavía no admitidas, se mantienen en la espera de los acuerdos internacionales de cada potencia. Mención aparte es el de las reivindicaciones territoriales que aún existen sobre viejos dominios coloniales, como es el caso de las islas Malvinas que ocupara Inglaterra en 1833 y que se niega a discutir sobre ello en ninguna mesa de negociaciones, así también el problema de la salida de Bolivia al mar, terreno que perdiera en la guerra sostenida con Chile en el siglo XIX y por ende que no ha permitido la conclusión de un tratado sobre el mar colindante entre Chile y el Perú. Otros rezagos de esos procesos de estructuración geográfica, entre muchos, los tenemos en los territorios o país de Surinam, que fue producto de la ocupación holandesa, y el asentamiento ultramarino de Guyana, diferente a la colonia inglesa, que forma parte del poderío francés de ultramar y que ahora sirve a una importante estación de satélites para enviar objetos al exterior del mundo. Casos parecidos que aquí pueden caber, se refieren a la existencia independiente de Panamá, que fue obra de la presión de los Estados Unidos, el territorio de Belice, enclavado en el corazón de Guatemala, reconocido apenas por este país no hace muchos años, el caso de los misquitos ya solucionado y otras pequeñas demarcaciones insulares que se escapan y que tienen vida propia por el turismo o la banca secreta del paraíso fiscal como Caimán, Mustique y San Martín, que por cierto pertenece fifty fifty a Francia y a Holanda.
Cuestión aparte y porque esta crónica la escribimos desde Venezuela, es lo referido a nuestro país, por las característicos territorios del mismo y lo complejo de la estructuración de sus fronteras. Extendiendo el concepto refiero con ello a los espacios acuáticos y terrestres, ya que los aéreos más o menos se establecen de acuerdo a parámetros internacionales en la materia. En primer lugar vamos a referirnos por el Norte, donde Venezuela goza de un extenso mar territorial, apetecido por muchos y que limita con territorios insulares de los Estados Unidos, de Inglaterra, de Francia, República Dominicana y de Holanda, principalmente, por si no lo sabían, y que dada la existencia de una pequeña demarcación venezolana llamada de Aves, antes guanera y casi cerca de Puerto Rico, como que duplica la capacidad de esa amplitud marítima nacional, con la implicación de la soberanía, vigilancia, islas contenidas, turismo, riqueza superior y del lecho marino. Por el Sur Venezuela ahora limita con Otros detalles menudos de esta división característica se hallan en proceso de análisis y del acuerdo negado de las partes, como las islas de San Andrés y Providencia, entre Colombia y Nicaragua, las australes Georgias del Sur y Sandwich, con Inglaterra, y el siempre controversial golfo de Fonseca centroamericano, pero esto sería ya excedernos de límites, culturas y población en el gran marco divisorio, histórico y social que ocupa la América latina.






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