Al cronista,
historiador e investigador Alí Medina
Machado,
Profesor de la
Universidad de Los Andes (Trujillo).
Dedico.
Alfredo Jahn |
Amigos
invisibles. Como continuación de este
trabajo que trata de los indios cuicas trujillanos y ya para darle un final feliz
hemos tratado diversos tópicos que les son entrañables con lo que podemos
darnos una idea de su conformación social, como el desarrollo adquirido por
estos aborígenes y donde existen relaciones sustanciales con la cultura muisca,
entre otros planteamientos aquí hechos sobre la geografía, genética, el impacto
acaecido por la penetración española, aspectos poblacionales y de familia, la
vida en sociedad, la temática agrícola,
su indumentaria y el trabajo manual, la medicina, el campo de su visión
guerrera, la importancia de los caciques en las tribus, relaciones mercantiles
de su comunidad, una mirada
antropológica, la importancia legendaria del mohán y la religión en sí,
mientras que a partir de ahora abarcaremos otra visión de conjunto para llevar
a cabo la propuesta emprendida.
EL MINTOY.
Este nombre genérico cuicas abarcaba una serie de sitios escogidos que
podían servir de silo, granero, osario,
cueva sepulcral (misá) y santuario, emplazamiento este reverencial que
establecían en lo alto o prominencia de los cerros, y hasta de habitación para
algunos indígenas, considerando que en investigaciones arqueológicas se han
descubierto más de 32 cavernas identificadas, y de grutas también. Como
cementerio de uso comunal, salvo en casos parameros cuando estaban dedicados
dichos lugares de ofrenda al culto de los ídolos heréticos y no de sepulcros, estos
sitios sirvieron para dar sepultura a los naturales junto con algunas
pertenencias y comestibles, en el viaje sin retorno hacia la eternidad. En
homenaje y profundo respeto a los antepasados y a la muerte, “primogénita de la
noche y hermana del sueño”, a los recién fallecidos (knach) como hecho normal
se les enterraba en forma sedente o en cuclillas, dentro de grandes botijas
alfareras o urnas de barro, y en el caso de los prisioneros mediante la condena
a sufrir se los sepultaba vivos.
Osarios
indígenas se han encontrado en las
alturas de Miquinoco, Esdorá, Siquisay, partes bajas de Niquitao (montaña
venerada por ser la más alta de la
región), Durí, Visún, Chejendé y otras. De igual forma recordaremos algunos
santuarios o adoratorios cuicas de importancia: Mocoy, Siquisay, Mitán,
Visnajacito, Castil de Reina, parte alta de Niquitao, Cordoncizal (cuya cueva
adoratorio tiene cuatro departamentos y en una de esas habitaciones altas caben
hasta cincuenta personas), Escorandí, y la profunda cueva carachera de Kaneva.
Como otras cavernas o grutas descubiertas, donde se han encontrado algunos
objetos utilitarios cuicas y de importancia, señalaremos las de La Chapa,
páramo de Los Linares, Teta de Niquitao, La Peña (Agua de Obispos), Los Muñecos
(Escuque), Tuñame, Cuchillo (Santa Ana), La Candelaria, La Quebrada, Peña
Colorada, La Pilaria, Gendé (con varias grutas), y la Cueva de Santo Domingo,
donde se encontrara un porta ofrenda con figura de cocodrilo, cripta que en
algunas partes interiores tiene seis metros de altura y la que alberga varias galerías, con paredes pintadas. Dentro
de las numerosas excavaciones hechas por especialistas, otra zona arqueológica
en estudio es el sitio betijoqueño Los Tiestos.
Es necesario traer ahora al
recuerdo que en muchos lugares del territorio cuicas se han encontrado
numerosos
ídolos, muñecos, vasijas, adornos, tiestos y otros utensilios cuicas,
que luego de pasar por manos particulares de preferencia hoy se hallan integrados
en colecciones privadas y en museos nacionales y extranjeros. Por ejemplo en
este andar aborigen el año 2.013 la conocida londinense galería Sotherbys sacó
a subasta varios objetos provenientes de la cultura cuicas, a lo que el
gobierno nacional y entidades particulares se opusieron razonadamente.
Rafael Maria Urrecheaga |
EL ELEMENTO POPULAR.
Así como
los cuicas eran trabajadores y sumisos a las órdenes de la tribu, en el aspecto
espiritual fueron también dados a las festividades, reuniones, mercados,
ferias, a los juegos como la ruleta humana cucurumbamba, y a la música que
acompañaban de tamborcillos, alguna flauta a manera de quena, maracas, fotutos
(caracolas), chirimías, o guaruras (cochas de caracol o “muséu”, con
hendiduras) y cantos monótonos rituales, mientras danzaban en redondo, comían
bollos picantes de maíz, carabinas (bollos con caraotas negras) o atoles, masatos
y mazamorras mielosas (tsatsá) sacados de ollas (nayú) e ingiriendo al tiempo
chichas (tsambay o kombeuch) enfuertadas, guarapos y licores de alta gradación
alcohólica, como el llamado y popular aguardiente catalán competitivo, licor de
apio fermentado, arifuque ((licor hervido de maíz tierno y tostado) y aguardiente
criollo de panela o miche, que llegaban a embriagarlos. Las mujeres por su
lado, cuya virginidad o doncellez no era de respeto, jugando un segundo papel
debían trabajar más que los indios, y usaban para estas ocasiones solemnes además
de collares, como también los hombres, láminas o placas pectorales de dos alas
(gem kikache), en forma de ave estilizada, gargantillas, otros adornos,
colgantes, mantas, esteras, etc. Tanto en la guerra como en reuniones tribales
estos indios acostumbraron a tatuarse los cuerpos, para lo cual usaban pintar
de negro la cara con el fruto del árbol jagua, parecido a la manzana, y en
otras partes corporales se untaban por franjas con la hoja de bijao (que da una
secreción encarnada), o el rojo extraído de la frutilla onoto (en muisca
llamado achiote), y luego podían danzar entonando cantos guerreros que los
incitaban a la rebelión, como ocurrió en época de los invasores españoles, en
que por largo tiempo se mantuvieron indomables muchos indios, valga asentar los
cabiscús, cumbes y carambúes, al mando de sus bravos caciques. Además se engalanan
la cabeza con plumajes, taladrándose los lóbulos de las orejas (kusmen) y otros
lugares faciales para colocar signos de adorno.
LA ESTRUCTURA LINGÜÍSTICA.
Dentro de
esta nación desarrollada en sus límites naturales podemos abordar el tema de la
estructura linguística, semiológica, que en parte fue penetrada por lenguajes
vecinos,
en especial de origen mucus, como era lógico pensar por el provenir de
un mismo tronco fonético, palabras y frases sueltas, que pudieron ser recogidas
dentro de la aislada población de los altos parameros hace ya más de un siglo y
gracias a los apuntes del maestro Rafael María Urrecheaga, cuando estaba a
punto de extinguirse este hablar característico, ya deformado por cierto con
los viejos modismos y neologismos hispanos.
Tulio Febres Cordero |
Debemos observar
que el avance de los conquistadores hispanos para preservar la unidad de ese
imperio prohibió tajantemente el uso de las lenguas indígenas (1.770), como de
los cultos religiosos heréticos ancestrales, que así sufrieron un serio revés
en su normal desarrollo. Sin embargo, podemos decir que la lengua cuicas
utiliza frases cortas, es sencilla, de pocas palabras y mejor entender, con
tendencia formativa onomatopéyica en aquello de la ley del menor esfuerzo,
simbólica e ideográfica, que proviene del tronco mayor muisca y su uso fue generalmente
oral y nunca escrito, como aconteció con las otras lenguas de los naturales,
salvo los empleos criptográficos, glifos e ideogramas, de donde hubo
necesidad de aplicar la escritura
española en la versión americana, para un mayor entendimiento. Algunas
pictografías expresivas pueden encontrase olvidadas a lo largo de las sierras
trujillanas, entre piedras y grutas, pero no existe ninguna escritura formal,
ni siquiera del tiempo de los españoles. Vale decir, pues, que esta es una
lengua simple, monótona y sin dificultad alguna, aunque en parte carece de
varios sonidos correspondientes a las letras castellanas. Hay fuerte pronunciación
hacia una “ch” suave (sh), y es común también el uso fuerte de la “k” (de
origen semítico, de poco empleo real y extraño al castellano). En la intercomunicación
lexicográfica abundan muchas partículas del lenguaje mucus, como existen
cambios en la acentuación fonética en referencia con el castellano, lo que es
importante indicar porque ello distorsiona el sentido de las palabras o ideas,
y no existe el acento esdrújulo, e igualmente señalamos que el sustantivo de la
oración permanece indeclinable.
Entre otras
características orales en el lenguaje cuicas se encuentra abundancia de
topónimos parecidos, y así también sinónimos y homónimos, utilizándose además
muchas palabras compuestas que cambian de significado, como en igual forma ocurre
con los prefijos, lo que podría ser importante en el nuevo estudio semiológico.
Dentro de la traslación subjetiva al castellano, en sonido y escritura
posterior a sus raíces se usa indistintamente y como asiento una letra extraña,
que es la señalada “K”, y existen sonidos acomodados al lenguaje que tienden a
confundirse, como la trasliteración de la “I” por la “Y”, encontrándose
afinidades de esta lengua con la hablada por los chibchas colombianos y alguna
relación con lenguajes indígenas de Costa Rica y Honduras, que en el curso de
los siglos prehispánicos mediante migraciones costeras pudieron penetrar en la
hoya del lago de Maracaibo. Finalmente esta lengua por obra del mestizaje
cultural y traslados poblacionales que se realizan durante el período colonial,
fue perdiendo su independencia homogénea para terminar en una suerte de jerga de
dialecto regional que perduró débilmente hasta entrado el siglo XX, allá, en lo
más alto y alejado de las montañas
trujillanas.
EL CAMBIO VITAL.
Los indios
cuicas para el comienzo del siglo XVI se hallaban bien identificados como una
sola nación manejada por caciques, dentro de un contorno de pueblos unidos por
el tronco común y bajo ciertas vinculaciones que los ataban a los muiscas y las
más recientes a través de los vecinos chamas, y hasta con ciertos jirajaras y
betoyes pacíficos y sedentarios.
Dr. Ramon Urdaneta con Amigos. |
Así, por imperativo obligatorio del tiempo fue
diversificándose el singular cuanto saudoso reino de los cuicas, a través del
silencio y la montaña, del trabajo y la muerte, para de este modo acceder en
otro reino, el de los inmortales y el recuerdo, que aquí es detallado como
parte de su propia historia.
CONCLUSION.
Amigos
invisibles. He tratado de ser cauto dentro de este estudio para intentar
reconstruir la vida y tiempo de los cuicas, que sea fácil de entender a pesar de los tropiezos
existentes por la escasez de materiales necesarios que permitan profundizar su
conocimiento y las desviaciones ocasionales que se tienen fijando ciertos análisis
debido a cualquier desproporción de esta vida indígena por obra de escasos y
ligeros rastreos, como el insuficiente indagar de las fuentes seguras, donde la
fantasía e inventiva como es de suponer vibran con múltiples leyendas que acaso
desfiguran su realidad histórica, lo que en el fondo desvirtúa el estudio orgánico
de esta cultura regional desviando la seria misión de cuanto en una y otra
forma, según el ángulo del interés deseado, tratan y consiguen corregir distorsiones
y sentar cátedra de conceptos para el estudio de su verdadero aporte en el
contexto étnico indigenista del país. Estoy entendido que muchos de un tiempo
para acá y sobre todo a nivel universitario han estudiado de manera metodológica
algunas fases de la valiosa historia y el climax en que se desarrolló esta
cultura superior, ya que he podido indagar en ciertos trabajos publicados
mediante experticias y manejos de campo que se especializaron en diferentes áreas
del conocimiento. Pero aún hay mucho por conocer y como buenos pacientes con la
lupa de la instrucción se debe continuar resolviendo enigmas en el empeño para
conseguir los méritos y lauros atribuibles a su estudio, aunque a objeto de llegar
a esas etapas últimas de satisfacción es necesario alimentarse del tiempo. Por
mi parte he querido rendir un nuevo tributo de su pre e historia indígena, ya que
en los entresijos de mi ser absoluto conllevo gotas de aquella sangre por decir
milenaria, y eso me enorgullece.
Finalmente debo recordar en esta materia específica
a ilustres sabios, científicos, maestros y pensadores que de una forma personal
y con diversos campos de visión ayudaron a mantener encendida la llama de ese
pueblo orgulloso, tranquilo, tenaz, que forma parte esencial de nuestra
nacionalidad. Entre tales maestros del ayer y de hoy que a manera de colofón apenas
recuerdo, porque profundizar en sus trabajos sería materia de otro largo
ensayo, menciono a Rafael María Urrecheaga, Julio Cesar Salas, Alfredo Jahn, Tulio
Febres
Cordero, Amílcar Fonseca, Mario Briceño Iragorry, Numa Quevedo, Emigdio
Cañizáles Guédez, Mario Briceño Perozo, Arturo Cardozo, Manuel Andara
Olívar, Américo Briceño Valero, Hermano
Nectario María Pralon, Miguel Muñoz de San Pedro conde de Canilleros, J.
Segundo Salas, Lisandro Alvarado, Gilberto Durán y otros estudiosos perspicuos con
cuyo conocimiento y exposición para siempre vive el verdadero reino de los
cuicas. Gracias a todos por seguirme en
este empeño laborioso al que así he dado término.
Dr. Numa Quevedo |
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