viernes, 29 de noviembre de 2013

ENRIQUE GALVÃO, PIRATA PORTUGUÉS DEL SIGLO XX.

 
 
 
 
           Amigos invisibles. Venezuela siempre ha tenido que ver con los piratas y su alma, por principios deterministas y valga errar quien piense lo contrario, porque para la muestra basta el botón al referirnos a pasados recientes que nos llevan a pensar en Raleigh, en Granmont, Preston y tantos de esa categoría aventurera que vivieron en el mar haciendo de las suyas, sin ser importunados y a lo más se les tuvo enojo pero no un verdadero enfrentamiento con el fin de destruirlos a como diera lugar.  Así nuestro país ha albergado y sigue en ese empeño a cuantos tiburones aparecen por allí con pieles de cordero, pero que han hecho historia  dentro de un concepto de riesgo novelesco o en la propia envergadura del delito.  En los siglos XVII al XVIII aparecieron otros donjuanes pintorescos de esta categoría cuando ya los portugueses andaban dando función por nuestras fronteras, como la vez que dejaron esperando a los enviados españoles y por tres años en las fronteras inhóspitas de Brasil, en lo que tanto sufriera el marino José de Iturriaga y el futuro gobernador marqués Solano y Bote. Pero la cosa a tratar no se quedó allí ya que el concepto de pirata es algo elástico, gelatinoso, blandengue, aterciopelado y acomodaticio que en principio se aplica a muchas situaciones fuera de lo común, donde lo que impera es la viveza y el concepto poco ético de la negociación, como los enredos que  hubo para fundar un portugués a la ciudad de Guanare (Portuguesa) y otros pleitos que por el estilo se vivieran  a lo largo del tiempo en una Venezuela diseñada para lo inexplicable pudiendo en ello entresacar a personajes fabulados (el marqués de Barinas, la familia de Bolívar, Guzmán Blanco, etc.) y tantos títeres o peleles que pueden desfilar para llenar casillas, hasta en el siglo XX. Es aquí precisamente desde donde parte una historia rocambolesca llena de sinuosidades y avatares como producto de esa olla o marmita formada en Venezuela después de la Segunda Guerra Mundial, cuando por causa de la enorme inmigración europea que se desata hacia Venezuela para repoblar a la Venezuela palúdica, aparece en la escena de los hechos caraqueños un marino portugués de simple nombre Enrique Galvão.
          
  Lo del concepto de marino portugués lo he bien expresado porque los lusitanos cargan dentro de sí algún gen que los hacen mirar y sentir el mar  como si fuera de la propia familia, porque lo llevan en la sangre desde tiempos del legendario Viriato y puesto que los herederos de esos pleitos centenarios con los españoles habían sido encasillados frente al mar y en territorio que no era óptimo para el crecer de su población, de donde a los soñadores de “Os lusíadas” no les quedó más camino que el mar, y allí se cuenta que en las islas Azores un navegante lusitano convenció al almirante Colón para viajar al mare nostrum infernal, que como premio heroico resultó ser América.   Debemos aquí hacer un paréntesis en cuanto a la navegación de los mares que primero y en el intento de buscar otras tierras se hacía costeando por los peligros a correr, con una vela pequeña que pudo llevar a este país a las Azores, pero cuando ya al comienzo del siglo de los descubrimientos esos marinos y con el impulso del gran navegante Don Enrique el Navegante que se fija en ampliar la vela de las naves, como de otros instrumentos necesarios para cruzar en los mares, de donde al poco tiempo los portugueses al mando de veleros más amplios como palos propicios,  pudieron darse el lujo de visitar comerciando con el continente africano, lo que le abre los ojos a los marinos lusos para emprender otras conquistas en que le dieron la vuelta a  África por el Sur y de allí pronto instalan colonias de negocios en la India y con el transcurso de los años estos heroicos capitanes llegaron a la propia China por camino distinto al del veneciano Marco Polo, para quedarse allí afincados por los siglos de los siglos de Macao. Sea bueno recordar que los primeros europeos en crear territorios coloniales en Asia fueron los portugueses, así como también fueron los últimos en abandonar tan preciados enclaves, al despuntar el primer día del siglo XXI. De estas resultas queda demostrado el empuje colonial y comercial de los portugueses que dieron la vuelta al mundo en negocios de diversa índole  como la esclavitud o la minería y las riquezas naturales, que los llevó con el andar del tiempo en mezclar su sangre dentro de un mulataje excepcional que domina el Brasil y que en Venezuela por sus riquezas presumidas atrajo y aún seduce a una fuerte colonia establecida portuguesa que dominan en el país rubros importantes como los hipermercados, hotelería, licores, restaurantes, vida nocturna, ventas de vehículos, repuestos,  e infinidad de otros rubros que los llevan a ser la colonia extranjera más importante de Venezuela en cuanto a los bienes que posee.
            Es importante afirmar que después de la Segunda Guerra Mundial, o sea luego de 1945 y debido a la pobreza en que se hallaba Portugal, enfrentado a la carestía de la vida, falta de trabajo y otras causas provocadas por dicha conflagración mientras gobernaba aquel país el dictador pintoresco Oliveira Salazar, quien rogaba a la Virgen de Fátima interceder por él y contra la mengua de sus colonias africanas, por cuyo motivo de enfrentamientos ideológicos y políticos la economía andaba en declive salvo en los potentados de siempre como era el capital de Oporto y los navieros, de donde una gran masa humana que luego se estimó en dos millones de personas debió exiliarse del país para poder sobrevivir, como que así  por miles fueron a sus colonias africanas y algunos a Brasil, donde muchos no eran bien recibidos por los tristes recuerdos de antaño, la manipulación racista existente y la férrea  manera como el ser y existir de los portugueses venidos de la metrópoli europea. Pero como en esos tiempos locos posteriores a dicha guerra mundial en Venezuela ya se vivía del fasto, en medio de una sociedad abierta, en atraso y desprejuiciada, con prontitud la colonia lusitana fue bien acogida, mientras llegaban casi a diario barcos repletos de inmigrantes, eran transportados esta vez por lujosas y amplias aeronaves portuguesas que servían con el doble fin comercial como también mantener una flota óptima y permanente a objeto de transportar tropas, principalmente hacia Angola y Mozambique, que andaban en plan levantisco contra el derechista gobierno de Salazar y porque la  labor de zapa izquierdosa ya había penetrado en aquel mundo chocolate de la negritud, que a la larga sería el principio del fin colonial del férreo imperio portugués.
 
 
En aquel momento caraqueño de los años sesenta se encontraba en esa capital un inmigrante de ese origen europeo, siendo entonces más emigrado político del dicho Salazar que una persona venida aquí para rehacer su vida y su destino. Me refiero en este caso al político y hombre militar llamado Enrique Galvão.    Enrique Galvão era un soldado de prestancia guerrera nacido en 1895 y que como “self made man” había hecho su vida en  medio de vicisitudes conjeturales que lo llevan a ser revolucionario desde 1926, con buena inclinación para la cultura según lo demuestra después (en cierta forma es geógrafo, antropólogo, naturalista, explorador, zoólogo, escritor), y como hombre de recio carácter que pronto en medio de la revolución portuguesa liderada por Antonio de Oliveira Salazar que llama “Estado Novo”, es tomado en cuenta por su valer y en consecuencia para resguardar los intereses coloniales lusitanos se le destina  para ciertos altos servicios en África portuguesa, sobretodo en la rica posesión de Angola donde marca huella por su compostura, bienandanza y porque con la educación que ha adquirido deja verdaderas obras materiales hacia el bienestar de sus habitantes y de dicha propiedad ultramarina. Regresa a Portugal luego de un tiempo pasado en funciones administrativas y militares, con deseos de ayudar a los súbditos coloniales que se mantienen casi en la esclavitud, pero ya en esas nuevas andanzas desde 1947 tuerce su rumbo frente al dictador Salazar y por ello temiendo la cárcel como residencia larga huye de carceleros cuando se ha puesto de acuerdo y apoya las pretensiones presidenciales del disidente general de aviación Humberto Delgado, que alejado del dictador presidente combate desde afuera la dictadura salazarista y por ende a su colega amigo gallego el general Francisco Franco Bahamonde, decide Galvão expatriarse y su primer andar en estos menesteres políticos agresivos es en  los países del Sur americanos y en especial en Buenos Aires, donde en 1959 con el destino político que lleva y realiza se codea con gente política de izquierda, mientras prepara luego establecerse en la ciudad de Caracas, epicentro activo de una rica comunidad portuguesa por lo que con prontitud y de acuerdo con las pretensiones de cambio del general Delgado, recoge maletas y se traslada para residenciarse en esa colorida, febril y  con aires revolucionarios ciudad que al momento es Caracas.
Caracas a comienzos de los años 60 era un hervidero de noticias y una colección de nacionalidades, con las puertas aún abiertas para el ingreso de cuantos extranjeros desearan establecerse en el país, de donde pronto a Galvão no le fue difícil encontrarse con la vasta colonia portuguesa hostil a  Olivera Salazar, como convencer mediante su palabra fácil a muchos de ellos de sus propósitos demoledores en contra de esa dictadura que ya iba para 30 años en el poder. En los encuentros cercanos a la Plaza Bolívar o a la de Candelaria, casi tomada por la colonia española de expatriados, se sucedían conversaciones para acabar al mismo tiempo con esa suerte de gemelos totalitarios  que entonces significaban Franco y Salazar. De allí que con las manos en la masa y porque Venezuela vivía un régimen democrático bajo el comando severo de Rómulo Betancourt, pero entonces lleno de disidencias ideológicas que desembocaron pronto en notables divisiones del partido gobernante Acción Democrática, pues su juventud quería dirigirse más a la izquierda revolucionaria manejada en sus cúpulas por el Partido Comunista de Venezuela, lo que incluía el respaldo ideológico a las ideas sostenidas por Galvão y de este desde luego a las que practicaban los jóvenes izquierdistas en toda la región del Caribe, de donde con su apoyo triunfa Castro en Cuba, se desestabiliza Trujillo en la República Dominicana y el dictador Anastasio Somoza pronto será ajusticiado, todos cuyos procedimientos en pro de una apertura progresista en el Caribe permiten instalar en Venezuela diversos grupos guerrilleros filoizquierdizantes que desde luego estaban de acuerdo en la lucha titánica de Galvão  y a quien le acompañaron entonces valiosos hombres de la emigración republicana española que residían en Venezuela.   
Vistos estos apoyos de importancia encontrados en Venezuela para acomodar su proyecto del secuestro de un buque de pasajeros a la manera pirata, lo que ocurriría de esta forma y por primera vez en aguas del Caribe, el marino Galvão y sus seguidores revolucionarios comenzaron a urdir un plan que en cierto sentido sería el primero de su clase como fue el asalto y toma por fuerza del trasatlántico portugués Santa María, gemelo de la igual nave moderna  Vera Cruz, con un arqueo superior a 20.000 toneladas, perteneciente a la Compañía Nacional de Navegación. Para llevar a cabo ese plan discutido a los altos niveles con exiliados portugueses, españoles y hasta cualquier amigo venezolano de estas conductas románticas de pensar, donde se contaban, porque brillan como cerebro de esta operación llamada como la novia de El Quijote, “Dulcinea”, lo que tiene mucha connotación,  el gallego José Velo Mosquera, viejo luchador antifranquista con trece años de permanencia en Venezuela, quien fungía de segundo Jefe, porque el primero era Galvão, y  el gallego también José Fernandes Vázquez, alias Comandante Sotomayor, militar de escuela, experto para más importancia en asuntos marítimos y ex combatiente en la Segunda Guerra Mundial. La Operación Dulcinea comenzó a desarrollarse a desarrollarse con el apoyo total de sus comandantes y  seguidores cuando 20 miembros del comando operacional una vez pasados los servicios de inmigración y el visto bueno respectivo para salir, subieron a sus camarotes asignados y de seguidas como buenos pasajeros de regreso al Viejo Continente  una vez alejados de la rada guaireña se reunieron sin demostrar peligro para coordinar los detalles finales en cuanto al secuestro de la nave y de su tripulación. La parada próxima a tener desde luego que era isla holandesa de Curazao, no lejos de la costa venezolana, en donde  en la mañana siguiente descienden a esa tierra insular algunos pasajeros mientras el Santa María llena sus tanques de fuel oil o petróleo pesado  en la refinería lugareña para realizar una larga travesía oceánica hasta llegar al destino final o sea a Lisboa. Por conocer muy bien el itinerario de viaje, el despierto Galvão, junto a dos acompañantes allí se agregan a la navegación, para evitar sospechas, y así luego la nave portuguesa emprende el camino marítimo en que se desarrollará un episodio verdaderamente insospechado, hasta por los gobiernos mismos y su tren de inteligencia.
Al día siguiente de esta navegación de altura ya el comando de 23 hombres  que han recorrido el barco para ajustar los detalles finales, en la madrugada del 21 de enero de 1961 y una vez vestidos con los correspondientes trajes para esta operación, como el caso del comandante Galvão que ostenta su indumentaria militar con boina y charreteras  respectivas, suben hasta el cuarto de dirección y en rápido despliegue que ocasiona algún ruido se apoderan del mando de la nave mientras allí sucede una escaramuza con pistolas de potencia, de donde pronto  cae muerto un oficial del barco y son heridos dos marinos más. En cosa de minutos y de acuerdo al plan urdido el Santa María quedó en manos de estos novedosos piratas de mar, mientras Galvão y sus hombres ya al mando de dicho barco proceden a desconectar todo tipo de comunicación con el exterior, por lo que el buque desaparece de las pantallas del radar, sin conocerse lo acontecido y menos si ocurrió alguna desgracia de marca mayor. En este momento de la hazaña y mientras arrían la bandera naviera y enarbolan otra con la palabra “Libertad”, el Estado Mayor del golpe triunfante se reúne para comenzar la larga travesía en que tenían prevista viajar hasta Angola y desde allí con otras fuerzas de combate agregadas e incluso las prevenidas peninsulares, llegar a un acuerdo para poner fin a la dictadura salazarista y al mismo tiempo buscando la salida del caudillo español Francisco Franco que si bien ahora los americanos le ayudaban la situación interna era de penuria y de intensa emigración.
Mientras los gobiernos amigos de Salazar buscaban una salida al conflicto, que todavía desconocían los pormenores,   los tripulantes (350) y los pasajeros (612) se ponían de acuerdo y ante la impotencia de los secuestrados para manejar la situación imprevista con serenidad y porque hasta ahora no se presentaba ningún peligro a sus vidas.  Ya con el andar de las horas y porque algún herido en la trifulca habida podía desmejorar, previa consulta entre los 23 secuestradores se decidió arribar de urgencia  a la isla de Santa Lucía, situada al sur de la francesa Martinica, con la intención de dejar allí al enfermo o herido de cuidado. Para este momento ya cinco naves de guerra buscan con intensidad al fantasma de las Antillas, desconcer5tasdos como andaban, lo que por casualidad fue superado al informar un buque mercante que de lejos había visto a la nave perdida y que pos sus ceuntas podía dirigirse a la isla Santa Lucía, mientras para el momento con las máquinas plenas de acción cinco buques guerreros  ya persiguen a dicho fantasma,  o sea  dos americanos, dos británicos y uno holandés,  andan en su caza por llevar como pasajeros a súbditos de esas naciones. Entre tanto con los medios de comunicación el secuestro del buque portugués como noticia comenzó a dar vueltas en el mundo, magnificando el hecho por lo espectacular de tal hazaña y porque sus consecuencias podían ser terribles. Mas en el intermedio de los hechos y ya para llegar a la isla inglesa de Santa Lucía aparecieron ciertas discrepancias entre los grupos terroristas del secuestro porque entre unos anotaban que ya el mandado estaba hecho es decir recordar la existencia de ambas tiranías peninsulares a la faz del mundo, mientras los más recalcitrantes seguían en el empeño de continuar hasta Angola y de allí a Europa, mientras entre ellos se afirmaba que este último empeño era por demás arriesgado por cuanto para tal larga travesía y sin poder hacer escala  tanto el combustíble como la alimentación, cesarían de abastecer, por lo que entre ellos triunfa la tesis de la entrega de tal operación, de acuerdo a las condiciones que en un acuerdo se cerraran. Entre tanto y ya con los medios de comunicación abiertos por fin se acordó que los secuestradores conducirían el barco hasta el puerto norteño brasilero de Recife, para allí entregar la nave, con la condición expresa que el gobierno de Brasil les concedería el visto bueno de entrada y la residencia de los mismos, sin mayores inconvenientes, todo lo cual fue aceptado para dar fin a este escandaloso conflicto que desde la prensa británica sin excepción hasta la francesa y todas sin para mantenían paso a paso informados a sus lectores de tal acontecimiento expansivo.  Es necesario dejar constancia, que para llevar a cabo los términos del acuerdo firmado entre las partes el almirante americano Allen Smith en un buque guerrero de su país viajó directamente hasta el Santa María a objeto de en tres horas de parlamento sellar los acuerdos, con los debidos protocolos como es menester durante este tiempo que dicho alto oficial estuvo en el paquebote para cumplir su cometido.
En Caracas la comidilla matutina eran las noticias sensacionales difundidas  por la prensa amarillista y otra seria, como EL Universal Nacional, Ultimas Noticias, La Esfera,  el Mundo, que agotaban rápidamente sus ediciones por la afluencia de extranjeros y sus intereses, mientras en el Colegio Nacional de Periodistas de la Avenida Andrés Bello, y los clubs respectivos o bien en la playa Los Caracas, donde los secuestrado res se reunían, mantenían en velo a la población interesada, cuando los miembros de Acción Democrática y Unión Republicana Democrática por sendos acuerdos apoyaron la intrepidez y la intención política de los plagiarios. El resultado final de esta epopeya un tanto soñadora fue que una vez aceptada por Brasil el asilo polít6ico de l0s secuestradores, descartando así el tema de la piratería estos portugueses y españoles descendieron del Santa María en la dicha Recife, con el avenimiento del recién Presidente Janio Quadros, que apoyaba el fin del salazarismo, mientras los ocupantes del buque se desparramaron por el continente brasileño y Galvão vuelto a ser Galvão se estableció en Sao Paulo, escribiendo recuerdos de la hazaña que le dieron vida y esperanza. La muerte se lo llevó en esa industriosa ciudad en 1970. Pero quien salió más perdidoso de este conflicto emocional fue su patrón en el espíritu y motivo o razón de tal lucha, pues poco tiempo después engañado por pretensos demócratas portugueses y españoles llegó a la frontera extremeña con España, y detenido allí en tierra portuguesa fue vilmente asesinado. Piense usted quien o quienes lo mandaron a matar.



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