Amigos invisibles. En verdad que a veces se aplica cualquier terror social en cuanto a ciertas materias escabrosas que aquí debemos tratar, a nuestro humilde entender desde luego, porque están saturadas de misticismo y otros excesos anacrónicos que remiten a tener la lengua o la mente amarrada a ciertos convencionalismos para que todo quede bien, como antes, al estilo gatopardista, tapándose así lo que de veras podríamos aclarar sobre algunos aspectos puestos en el tapete de la crítica que a estas alturas del calendario debemos sincerar, aunque prosiga la espinita doliente porque si a ver vamos y lo he dicho muchas oportunidades, por la verdad murió Cristo. De aquí que nos doliera cuando hace poco tiempo un grupo de zulianos amantes de su entorno y en vista de situaciones acaecidas que afloran en la piel de los sucesos pesarosos hacia esa tierra del sol amada, comenzó a enarbolar la tesis de una independencia relativa, al estilo de Cataluña, para el manejo de sus propios bienes tangibles y la herencia cultural, lo que dándose por entendido el gobierno supremo de Caracas la emprende con el desprestigio de la patriotería que esgrime, calificando aquellos personajes que osaron hablar de sus recuerdos como que podían ser llevados a juicio por traidores a la patria y otros denuestos recogidos de la sensiblería parroquial, por lo que con dicho terror sembrado se vieron obligados a dar marcha en retroceso y a establecerse en esa especie de letargo destructivo utilizado desde hace años en que vive el país auténtico, que tantos próceres incluso zulianos aprendieron a querer y construir en medio de vicisitudes y de la nada.
Para comprender lo que es una
realidad vista a los ojos de cualquier indagador es necesario remontarnos al
tiempo colonial cuando el Zulia o provincia de Maracaibo abarcaba una enorme
extensión no solo en territorio sino en pobladores y riqueza consensual, cuando
vive más cerca de la Colombia
virreinal por la comunicación permanente que sostiene y no de una provincia de
Venezuela aún en pañales por el asunto de sus límites, dificultades del
territorio y los problemas internos que la azotaban, dando cabida abierta a la
pujanza de Maracaibo a partir del siglo XVII, porque el lago marabino era de
una riqueza sostenible, con extensas propiedades en su derredor, donde abundaba
la esclavitud para trabajar, las ciudades en progreso como el propio Maracaibo
y Gibraltar y siendo un nudo de comunicación importante con el llano barinés a
través de Trujillo y el fondeadero de Moporo, que luego sería La Ceiba , por donde se
exportaba principalmente hacia Veracruz, puerto mejicano de gran atractivo
comercial, numerosos artículos como el cacao, las piedras preciosas, tabaco,
trigo y productos pecuarios que iban a abastecer la canasta peninsular rica en
oro por la riqueza que se importaba de otras regiones de Indias. Demás está el
decir que esta opulencia lacustre, llena de barcos y barcazas de todo tipo que
se adentraban por los espaciosos ríos descendientes de la montaña andina,
hicieron de esas vías acuáticas un verdadero transporte que le da gran
vitalidad al lago marabino y sus
entornos, de donde aquellos hombres y mujeres de su tiempo debieron luchar con
firmeza no solo contra forajidos piratas que infestaban sus riberas, sino
contra las numerosas naciones indígenas (aliles, toas, zaparas, motilones,
wayúus, etc.) que descendientes de naciones caribes y enfurecidos con los
españoles de aquel tiempo, mantuvieron en vilo la bonanza y pacificación de tan
extenso territorio, hasta que apaciguados pudieron convivir con los
colonizadores territoriales.
Es oportuno dejar constancia que el
lago natural de Maracaibo, o de Coquivacoa como también se le llamara, es el
lago más extenso de América Latina y que aún perdura en esas condiciones,
aunque hoy en día su cabida está rodeada por la industria de petróleo que era
una de la más potentes de su tiempo en el mundo y lo fue dentro de Venezuela hasta
cuando algunos años atrás comienza a aparecer los campos petroleros del Oriente
patrio, que por ser más productivos dada su juventud cambian el panorama geográfico
de dicha industria. Sin embargo la multifacética producción que de antaño se
cobija en dicho lago y sus contornos territoriales adentrándose hasta en
lugares lejanos y que se canalizan a través de ese emporio marabino, mantiene
un fervor de actividad demostrada mediante el trabajo permanente de aquel
pueblo, llamado por antonomasia popular “maracucho”, en recuerdo de su preciada
capital. Para incidir un poco más en su tarea debemos ser precisos en que fue
duro el poder dominar aquel ambiente difícil de acceder, desde la parte
delantera de la puerta del lago, que es llamada Golfo de Venezuela y luego
traspasar los restos de las defensas (castillo de Zaparas, Bajo Seco, Paijana)
y otras instalaciones como las de isla de Toas) que se construyeron para luchar
contra la fiera indiada subversiva y los numerosos piratas franceses, ingleses,
holandeses y de otras procedencias que con argucias penetraron en sus dominios,
lugares donde ahora se cuenta con balnearios y sitios de expansión o de pueblos
y ciudades importantes que gracias al petróleo existen en la llamada Costa
Oriental marabina, como Cabimas, Lagunillas, Bachaquero, Ojeda, Mene Grande y
muchos conglomerados más hoy unidos por autopistas desde donde en ciertas
oportunidades y ya entrada la noche se puede percibir en el firmamento lejano el
amado por ellos relámpago del Catatumbo.
Los zulianos como reitero son gente
de paz, pero que nadie se meta con ellos [basta recordar las permanentes
vendettas ocurridas entre las familias Semprún y Meleán, de indiscutible origen
goajiro, o los llamados pozos secos, donde en años recientes desaparecieron
numerosos sindicalistas enviados por el gobierno central], alegres,
dicharacheros, abiertos a más no poder y trabajadores insignes que han hecho de
aquellos lares agrestes un emporio de riqueza. Hasta hace poco y antes de que
la producción desapareciera por obra de pésimas políticas dirigidas desde la
capital de la República ,
andar por el Zulia era recrearse con la vista en la actitud empresarial de sus
gentes [incluidos maifrenes y orientales] que en algo así de 50 años trasformaron
la región para ponerla a producir con altura y eficiencia [incluidas familias
emigrantes colombianas], de donde es impresionante ver cómo de unos humedales
lodosos y poco habitables gentes provenientes de Perijá convirtieron el sur del
lago de Maracaibo en un inmenso fundo
platanero que surtía el país y las Antillas holandesas con excelentes productos
de sus cosechas, como también el Central Venezuela de la zona cubrió buena
parte de la producción azucarera de aquella comarca del país, o los inmensos
establos de ganadería cruzada que exportaban por doquier leche cremosa o en
polvo para surtir el consumo nacional, o la enorme cantidad de carne de calidad
que se produjo en regiones como Perijá y Machiques, todo lo cual hoy lamentablemente
ha descendido a extremos por obra de una política agropecuaria errátil y depresiva,
y donde desde luego y para lucrar la corrupción prospera de lo lindo la llamada
agricultura de puertos y por ende lo demás importado que se dejó de producir.
En la actualidad Maracaibo es una
gran ciudad que supera con creces los dos millones de habitantes, dentro de sus
problemas desde luego, sin la ayuda del gobierno central y que empuja la barca
del desarrollo como nunca. Pero de lo que me interesa ahora tratar es en sí del
título de este trabajo histórico, porque ya vamos en la mitad del blog, y es en
referencia a lo que se ha llamado por siempre la República del Zulia.
Debo por tanto comenzar exponiendo que desde el tiempo de la Colonia española y a pesar
de las subdivisiones territoriales para el ejercicio del gobierno y por cuanto
el enorme lago marabino se presentaba como la despensa comercial de un territorio
mediando entre Colombia y Venezuela de mucha actividad, por estar más cerca de una
vía de penetración como era en este caso la lacustre, todo lo concerniente a la
vida cotidiana hecha desde los altos páramos que van a Sogamoso y que caían hacia
el corregimiento de Pamplona, la dinámica capital de entonces, pues Cúcuta
andaba de pañales, como también el extenso páramo de Berlín en la vía a
Bucaramanga y hasta la misma templada Ocaña como otras zonas que penetran en
aquel amplio espacio geográfico cuna del emblemático río Catatumbo, todo ello
dependía entonces del hacer y deshacer de Maracaibo, conectándose con aquel
puerto por vías internas fluviales y entre ellas la muy intensa del transitado Catatumbo,
que tuve el placer de visitar cuando en mi infancia viajé por vía lacustre de
Cúcuta a Maracaibo. Pues bien visto el movido trajinar entre Pamplona y
Maracaibo que eran por tanto dos polos de actividad mercantil y familiar,
cuando se presenta la división de la llamada Gran Colombia, a partir de 1830,
Pamplona y Cúcuta quedaron arrinconadas con respecto a Colombia por las enormes
montañas interpuestas, mientras que con Venezuela tenían una salida libre a
través de Maracaibo como puerta hacia el mundo exterior cuando ya de Colombia
se exportaba por dicha ciudad marabina una enorme producción de café liderizada
por capitales alemanes con grandes haciendas en Colombia y Venezuela, que luego
dieron mayor empuje cuando se construye el ferrocarril de Cúcuta a Encontrados,
puerto fluvial a la orilla del río del mismo nombre.
Con ese camino unitario andado en
el siglo XIX por ambas fajas fronterizas comienza a formarse otra opinión
favorable sobre el mismo problema regional en zonas muy afines con el lago
marabino, como son los estados andinos o algunos lugares del interior
falconiano y de Lara que por naturaleza versan hacia la cuenca natural del
Zulia, de donde ello se traduce en un interactivo comercio que da frutos
óptimos y porque el gobierno central del país se halla incapacitado para
atender estas provincias dada la lejanía existente y la ausencia de vías de
comunicación. Ya desde los tiempos del final de la Independencia los
maracaiberos actuaban por sí solos para defender la integridad territorial y su
comercio, por lo que justo es reconocer que con la batalla naval sobre el lago
de Maracaibo realizada por valientes marinos venezolanos y colombianos, en 1823
se selló el final de la guerra contra España, brindándosele la salida de sus
restos marciales a través del mismo lago y con honores correspondientes de
acuerdo al tenor militar. Pero luego las salvajadas cometidas por los continuos
pleitos entre el poder central y el regional siempre encontrados, ocasionaron
muchas muertes y la separación mayor de ambos campos de ideas, lo que dio pie a
que distinguidos caudillos zulianos conversaran con gente de igual pensar al
otro lado de la frontera para constituir el piso superior a la realidad
política con el fin de crear un territorio independiente entre ambos países
para proseguir en la búsqueda del bienestar de las familias y del comercio de
la región, por la salida propia que era Maracaibo. En este hinterland que se
desarrolla mientras ambos países se desangran con revueltas intestinas,
mediante acuerdos de los intervinientes que superan los hechos, se va
cimentando, pues, el origen de eso que se llamó la República del Zulia,
porque entre ambas partes señaladas escogieron como realidad tal término, al
llevar la voz cantante de los acontecimientos
esa provincia en cierta forma tan rica y arrinconada de Venezuela. Pero había
que esperar para que el devenir de la Historia tuviera un asiento firme debatiéndose
así la idea entre políticos regionales de todo aquello que impulsaba la unión,
a concretar especialmente entre el propio Zulia, los estados andinos del sur
del lago marabino, el mismo estado Barinas separado ya de la original Caracas y
las provincias [departamentos] dichas de Colombia cuyo eje central pasaba desde
el alto Pamplona para caer en los valles de Cúcuta y todos los aledaños
fluviales extendidos por varios caminos acuosos que descendían hacia Maracaibo.
Faltaba para entonces el detonante necesario o sea el nacimiento de caudillos
zulianos para llevar a cabo dicha empresa, que estaban pronto por aparecer.
Los comienzos para madurar en la
idea como siempre son difíciles por la oposición venida de Caracas y el
centralismo que quisto tener dicha capital en los asuntos internos del país,
sobre todo en el período del general José Antonio Páez y en lo adelante y salvo
el general Juan Crisóstomo Falcón, que no vio mal en apoyar la idea porque
vivía metido en sus próximas haciendas corianas. Como la historia es larga de
contar y no se ha escrito un libro definitorio e imparcial sobre el problema
que es de vasto alcance, me referiré someramente a situaciones específicas de tal independencia
fundándome en una cronología de los hechos resaltantes y sobre la base de que
dos personajes maracaiberos, amigos y adversarios a la vez, fueron los artífices
principales de tal intento que llevado a cabo en ambos países, por disensiones
internas y guerras mantenidas han dado como un compás de espera en la solución
de los problemas zulianos y de cuanto les atañe.
1777:
La provincia de Maracaibo al crearse la Capitanía General
de Venezuela expresa a Carlos III su deseo de permanecer unida al virreinato de
Nueva Granada.
1821:
El Zulia independiente aspira unirse a Colombia para restablecer vínculos rotos
con Bogotá en la guerra desatada, lo que se refleja en el Acta de Independencia
del Estado Zulia.
1858:
En marzo el general gobernador colombiano Vicente Herrera permite tomar cuerpo
a la idea unionista de los territorios señalados con el Zulia. Eso lo propone a
Bogotá, llamándolo Estado soberano del Zulia, bajo la protección de Colombia y Venezuela., que en nuestro
país se llamará luego República del Zulia, bajo el liderazgo de los hombres de
acción generales Jorge Sutherland y Venancio Pulgar.
1863:
El presidente general Juan Crisóstomo Falcón que en lo personal como anecdótico
contemporiza con Sutherland y Pulgar sobre la República bajo soberanía
autonómica del Zulia, para apaciguar las intenciones que desestabilizan su régimen por decreto divide a ese Estado en cuatro
porciones territoriales, o sea Maracaibo, Táchira, Mérida y Trujillo.
En el mismo año Sutherland y Venancio
Pulgar aliados en la lucha contra el centralismo paecista firman un documento para la separación de Maracaibo del resto de
Venezuela.
1864:
En los estertores de la Guerra Federal
la provincia de Maracaibo ahora se llama Estado Zulia.
1866:
Trujillo, Mérida y Táchira por decisión propia se incorporan al Estado Zulia,
que se llama entonces República del Zulia.
1868:
El Zulia bajo el mando de Jorge Sutherland se declara república independiente,
siendo su primer Mandatario. Treinta y cinco días consecutivos durará la independencia
del novel Estado, pagando las consecuencias de ello con la intervención de José
Ruperto Monagas. Pronto como Estado Soberano del Zulia estrenará Constitución,
sancionada el 18 de enero de 1868 en la andina ciudad de Mérida.
1869:
En mayo el general Venancio Pulgar desconoce al gobierno centralizado de
Caracas para intervenir la aduana de
Maracaibo, expulsando a los administrador e interventor como enviados de la
capital de la república. Así declara la autonomía del Zulia. De seguidas Maracaibo
nombra agentes confidenciales en Curazao y Saint Thomas. Luego la Legislatura zuliana
corroborando los hechos acaecidos declaró al Estado con autonomía plena.
1881:
Los estados Zulia y Falcón celebran un pacto de alianza territorial.
1890:
El presidente Raimundo Andueza Palacio devuelve al Zulia la autonomía perdida.
1928;
para presionar al gobierno y al estilo de la secesión de Panamá, algunas compañías petroleras del Occidente,
entre ellas la Shell ,
reavivan la idea de crear la República
Independiente del Zulia, suerte de estado tapón, ofreciendo por
ello apoyo y armamentos al general Vicencio Pérez Soto.
1930:
En plena producción petrolera del Zulia que enriquece a Venezuela, las empresas
americanas en el país durante esta década preparan en secreto un plan para
emancipar al estado Zulia, algo parecido a Puerto Rico, con el apoyo de dichas compañías,
lo que se viene abajo con el descubrimiento de suficiente petróleo en el
oriente de Venezuela.
I999.
En Cúcuta el alcalde José Gelvez mediante exposición alusiva propone crear de nuevo la República del Zulia.
2006:
En el curso de este año vuelve a florecer un movimiento de independencia relativa
sobre aspiraciones zulianas de longa data y debido a que el gobierno regional
permanece en manos de la oposición frente al mando absorbente central, castigando
por ello al pueblo zuliano y mermándosele buen número de entradas por partidas
presupuestarias. Sobre este hecho que se impulsa el gobierno de Caracas
reacciona de inmediato ofreciendo cárcel y condenas por traición a la patria a
sus patrocinantes. Por ello bajo presión todo vuelve a la quietud octaviana,
mientras se llega a algún arreglo sobre el particular.
Ahora para concluir este ligero
recuento histórico que se podría robustecer en archivos de Venezuela y Colombia,
voy a dejar con ustedes algunas apreciaciones contundentes que esgrimen los patriotas
zulianos y por ser tan regionalistas de corazón.
Que han sido discriminados
cuando mantuvieron y aún en buena parte sostienen el presupuesto de Venezuela.
Que mediante técnicas
consensuadas nunca fue escogido para Presidente del país a algún valioso personaje
zuliano.
Que si el Zulia fuera
independiente con la riqueza que genera en comparación, sería el Estado de
origen hispano más rico de América Latina y con el PIB más alto.
Que el Zulia ahora salvo lo
que ellos pueden generar con las uñas, se encuentra en el caos deprimente,
llenos de hampa y rodeados de miseria.
Y
porque ante lo dicho, la mayoría de los zulianos se sienten en el país como ciudadanos
de segunda.
Dejo a usted pensando lo que quiera y en especial si tienen razón los actuales cuatro millones de “maracuchos” sobre el tema aquí esgrimido. Que la milagrosa Chinita [virgen de Chiquinquirá] por siempre los ampare. ramonurdaneta@hotmail.com
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