Amigos
invisibles. Escribo esta presente crónica para que el mundo sepa mediante su estudio
en el blog que ya han leído más de 250.000 interesados, como se puede
constatar, con mucho dolor eso sí porque toca las fibras más íntimas del alma
puesto que se refiere al lugar apacible de mi nacimiento en Venezuela y donde por múltiples sucesos enhebrados con fina puntería de tres años
largos para acá se ha producido un hecho antinatural, como de bestias salvajes
dominadas por la obsesión del dinero en que cayeran con trampa algunos
perturbados ora por el exceso de una funesta mente directora llena de venenos
dogmáticos y drogas alucinógenas, con que se domina más el entendimiento, ora
por seguir los caminos del odio sembrados de anticipo para recolectar cosechas
en una posible, inalcanzable y consumida revolución, a pesar de los buenos
deseos que se pudieron esperar.
Todo ello viene a suceder precisamente en Trujillo, por antonomasia la Ciudad de la
Paz, urbe por esto internacional que alberga en su entraña montañosa y por
todos vista de día o de noche, una
fabulosa estatua de la Virgen de la Paz, de 47 metros de altura, más elevada
así que el Cristo de Corcovado de Río de Janeiro, con lo que recibe y como se
dice en los bajos fondos que provocaron la infamia, una puñalada trapera. Pero el
desconocimiento inicial de los hechos acaecidos me llevó a considerar la acción
delictiva como algo secundario, aunque luego y con el estudio a fondo del caso,
al tener suficientes bases de cómo se manejan estas circunstancias delictuales,
que muchas no prescriben por atentar contra patrimonios de la humanidad, por
ser protegidas mediante leyes internacionales que implican a la UNESCO y dado
que son de carácter invalorable, como el caso de las estatuas de Buda en
Afganistán, me fueron poniendo en un razonamiento cada vez más profundo del
horrible escenario planteado por quienes corruptos desde arriba en la autoría
intelectual dirigieron la operación y a sabiendas de su contenido calificado,
aunque luego de los hechos traídos a la escena imborrable y de sus
consecuencias que algunos por razones diversas quieren ocultar entre una
tolerancia o mejor complicidad delictiva (no sé, no ví, etc.), buena parte de
la población pensante trujillana (ense) conoce a escala y con detalles el grupo maléfico que intentara y con
previo éxito emular las hazañas del atraco al tren postal inglés de Glasgow, en
1963, que realizaran 17 delincuentes amaestrados durante tres años estudiando en
los pormenores tal asalto, por lo que se le conoce como “el robo del siglo”,
con un “cerebro maestro” por detrás, de donde con el tiempo exacto cargaron 126
bolsas grandes conteniendo dos millones seiscientas mil libras esterlinas
(algunos 50 millones de euros actuales), lo que puede ser convertido para la
historia en un film que debiera servir también de recuerdo a lo horrendo de
Trujillo, en el ejemplo del crimen
organizado y castigo permanente para
aquellos que muy pobres de la infancia, con arrabales y odios soterrados de la
juventud y mediante indigestiones de librería especuladora logran inmiscuirse
en algunos medios propensos al engaño para hacer capital de tales fechorías,
ahora sin límites.
Pero a lo que debe enfilar su búsqueda científica con
tantos sistemas detectores que ahora existen, sicológicos, bancarios, registrales,
prueba del polígrafo, indiciarios, de lavado de dinero en este caso aquí y en
Colombia, principalmente, a pesar del terror que se imponga, al estilo Pablo
Escobar, es mediante el recabamiento de verificaciones suficientes a través de
técnicas elaboradas para seguir las numerosas pistas (testimonios, peritajes,
inspecciones, huellas dactilares, presunciones, grafotécnia, detector de
mentiras, evidencias, etc.) como el caso de los expertos cuanto precisos interrogadores
y de la búsqueda de los cuerpos del delito general, que con sabuesos
conocedores a fondo de su materia (¡Elemental!, Waston) puedan descubrirse en constantes
interrogatorios cruzados (cuando se agarre a un pillo los demás se detendrán
cantando) para romper destruyendo la fuerza defensiva de los culpables, que
allí medran entre Trujillo y Caracas, principalmente, como pude darme cuenta en
un viaje reciente a esa capital andina. Para desmontar este andamiaje de corrupción,
bandidaje o conchupancia bien sostenida donde el que calla otorga, es necesario elaborar un cronograma de trabajo
para la cacería de los culpables directos e indirectos, colaboradores, cómplices,
aguantadores, beneficiarios y otros de tal pelambre a ser llevados tras rejas
en cárceles de seguridad como la de
Sabaneta, en Maracaibo y ya en vías de extinción, mientras se elabora con detalles
una pirámide contentiva de hechos donde
luce arriba la troika de los guantes de seda o ejecutores principales, como lo
afirma todo mundo en aquella ciudad, compuesta del exgobernador “gay” de ese estado
andino, que permitió toda suerte de excesos y compadrazgos y desde luego que
robos descarados a compinches bien conocidos manejados por el Director de
Educación, por cuya vía vox pópuli se dio como obsequio de lucro al cronista
citadino involucrado al extremo en estos delitos, y quien aún goza de un alto sueldo directivo, se dio, repito, tres
apartamentos de regalo o pago de fechorías en el sitio La Muralla, cerca de
Trujillo, rumor colectivo al estilo de Fuenteovejuna, para ahondando en la
pesquisa probar los hechos (caiga quien caiga, cero tolerancia), que tomará muy
en cuenta el Fiscal escogido del Ministerio Público, abogado Alfonso Bustos
Cohen, capaz funcionario que con otros subalternos se encarga de la
averiguación exhaustiva de estos actos ilícitos, repito, con imputados incluso,
como es mi parecer, igualmente criminales.
Dentro de la pirámide de los acontecimientos existentes y
su calificación necesaria, sin dejar nada en el olvido o mediante tácticas
dilatorias, del expediente, en que se decidirá entre otras cuestiones sobre los tres cabecillas ya determinados en
aquel pueblo donde todo se conoce a pesar del entramado encubridor que se
realizara, aparece ahora una cuarta figura fundamental que es el verdadero
cerebro de la organización y por cuya influencia y conocimiento pudo saberse el
valor exacto de los haberes robados, perdidos o como se les quiera calificar,
porque sin esa tasación de los valores de mercado bien a través de Venezuela o
de Colombia (y acaso de Liechestein, frontera con Suiza), que es ahora un país
con buenas operaciones mercantiles y que este susodicho rufián de cuello blanco
conoce por haber vivido allí aparentando mansedumbre, donde hizo amistades comerciales a montón de
soporte de las presuntas fechorías, todo a dilucidarse desde luego en
tribunales capacitados, con probidad y evidencias suficientes para los autos de
detención posibles y de donde, por consiguiente, conoció el manejo de los
libros viejos de valor, desechando lo inservible o de precio vil, como el
supuesto comercio con muebles y otros artículos de valía (medallas, monedas,
etc.) que ahora tienen buena salida en el mercado colombiano. Esa labor de zapa debió ser preparada de
tiempo atrás, desde cuando el dicho negociante inescrupuloso se dio perfecta
cuenta del material único y de gran valor que existía en Trujillo, casi a la
mano de cualquiera, por lo que en forma
milimétrica y al amparo del tiempo fue preparando el terreno (por ejemplo se
hizo muy chavista de fachada a fin de no despertar sospechas) para mover sus mañosas
habilidades financieras, cuando las agallas le crecieron y montó propiedades de
mucho precio en Venezuela y Colombia.
En esta tercera parte de la crónica que en un mañana se
tomará como base y ejemplo de fechorías y corrupción solapada en América Latina
y defendida por inescrupulosos y cómplices dirigentes que hasta en el plan
social han manchado por siempre el
nombre trujillano mediante sus orgías sexuales y otras calamidades horribles
que ustedes podrán entender, bueno es ahora plantear cómo vino a generalizarse esta suerte de
virus existencial que acabó prácticamente con las vivencias del Centro de
Historia del Estado Trujillo y del Ateneo de Trujillo y su imponente edificio,
instituciones ambas de suma, variada y específica calidad dentro de la cultura
del Occidente venezolano. Pues bien, a favor del maléfico plan elaborado en forma
milimétrica lo primero fue introducir un grupo anarquista de gente humilde y al
principio querida, para ser los motores
de la conspiración patrimonial, valiéndose para ello del cronista local enfermo
de una mente correcta e inventor de fantasías históricas y acaso empujado por
el consumo de estupefacientes baratos que con su pandilla ideológica
cartelizada de cultura malandra (cuyos nombres bien se conocen), cada vez más
insensata y violenta desestabilizó primero el Ateneo de Trujillo, cómodo y bien
proporcionado edificio construido en administración anterior, que le había dado
amplio cobijo en sus desaforadas elucubraciones intelectualoides de ensalada
mental, en que todavía no pasaban a la acción, mientras ya en conocimiento de lo
que allí existió se fue elaborando el plan macabro que incluía el hurto
descarado de muebles valiosos como el fino piano de cola y sobretodo el robo o
desaparición de alrededor de sesenta (sesenta, repito sesenta) óleos o pinturas
propiedad de dicha institución cultural (como Trompiz, Piquer, y los demás a
describir que ya agrupados debidamente deben reposar sus datos en los
interrogatorios fiscales y recaudos policiales que con cuido se habrán
realizado). Todo este inmenso patrimonio cultural que se
formó en más de 50 años ha desaparecido y sería demasiado pueril y
comprometedor hacerse de la vista gorda, ocultando realidades o evidencias como
también incongruencias, porque a través de las pistas y los interrogatorios técnicos
estoy seguro se descubrirán a los culpables. Además se perdió una colección completa y
numerosa de las obras del extinto pintor y abogado Rosales Albano, cedidas por
su autor en propiedad al Ateneo de Trujillo, como consta, y según es vox pópuli
en Trujillo algunos autores del latrocinio ofrecieron algunos de esos cuadros a
terceros, cometiendo otro delito condenable en este sentido.
Pero donde quiero más profundizar en esas apreciaciones recogidas en el viaje antedicho es con
respecto al Centro de Historia del Estado Trujillo, institución oficial que
guardaba invalorables tesoros históricos, y lo que conocía más por mi vinculación
al ser Miembro fundador del mismo, Individuo de Número y Decano de dicha
Institución al que dediqué tiempos de mi vida intelectual con cariño especial
porque dicho histórico inmueble perteneció a nuestra familia y desde pequeño lo
vi reconstruir por parte de mi padre. De allí el cariño especial y el tesón que
siempre puse en su progreso, al extremo que a él entregué piezas de mi
colección particular que deben constar en los inventarios respectivos
verbigracia, documentos vaticanos y
franciscanos de Washington y Roma sobre los obispos Alonso Briceño y González
de Acuña, medallas iraquesas, piezas del primer acueducto de Trujillo, monedas,
la colección de libros colombianos, la colección sobre literatura de
guerrillas, cuatro acuarelas únicas y mías pintadas en Europa, etc., etc.). Pero esto es nada en comparación con lo que
sucedió luego que la citada troika aparentemente bajo la batuta de un cronista
oficial bien conocido y quien con zafio desparpajo aspira a su reelección, como
intenta ser Alcalde trujillano otro bandido de esta troika que emula en el
delito a los famosos “caprencos” citadinos, quien por una u otro forma se han
enriquecido y no sé si, salvo testaferros, declararon su patrimonio antes y después de
los cargos aludidos, como la manda la ley. Es aquí en este Centro de Historia donde
se cometieron los mayores vandalismos, una vez que según comentario vox pópuli,
se tuvo conocimiento del valor de todos y cada uno de los bienes comerciables
que fueron saqueados lentamente (delito continuo) a través de grandes bolsas
negras de basura, para nadie ver el contenido y que se trasladaron con
nocturnidad al Ateneo de Trujillo, habilitado para ello (vox pópuli) a fin de
ser enviados fuera de Trujillo, supongo yo que con valor ya establecido. Así
desapareció entera la Biblioteca 24 de Julio, cuyos libros deben reposar en
alguna parte, como se estila, para luego y pasado un tiempo de su ocultamiento,
venderse en oportunidades a compradores especializados. Tengo además entendido,
por vox pópuli, que deberán averiguar las autoridades encargadas de elaborar el
o los expedientes, que los libros no
interesantes para el negocio lucrativo se vendieron por quilos a una empresa recicladora
de este material para hacer nuevo papel o cartón (ello se constató fehacientemente
e infraganti en el vertedero de nombre Sector Domingo, cerca de Pampanito, según
refiere Rafael Salas), donde pudieron incluirse las insustituibles colecciones
hemerográficas, que no eran negociables de otra forma. Todo este inmenso
patrimonio cultural se perdió en el delito, aunque buenas piezas a la larga
saldrán a la venta (al estilo La Odalisca, de Matisse, del Museo Contemporáneo
de Caracas), aquí o en Colombia, oportunamente, según el mercado negro lo requiera
o determine.
Y siguiendo sobre el tema del Centro de Historia, que considero
dará forma para un grueso expediente policial, en varios tomos y cuadernos,
sabrán ustedes que el expolio de los cuadros de esta institución fue grande (yo
obsequié cuadros de Pacheco Maldonado, sobre Andrés Linares y del Trujillo antiguo, que recuerde, como una
colección de numerosas fotografías trujillanas) y por un odio visceral se
rompieron otros, como bajo el comando de la troika comercial se destrozó el
valioso obsequio español a Trujillo en su cuatricentenario, del busto en tamaño heroico del fundador
García de Paredes (obra del valorado escultor Juan de Avalos, artista perennizado
en el monumento hispano del Valle de los Caídos, que una noche negra lo bajaron a mandarria
para vender por quilos su preciado bronce), así como enfermos de rabia oscurantista
e inquisitorial rompieron y desaparecieron el valioso óleo grande del mismo
fundador, obra del reconocido y valorado pintor extremeño Solís Ávila, que
presidía el Ayuntamiento trujillano de Venezuela. Igualmente en el frenesí
desapareció el busto del ilustre Sancho Briceño, de quien casi todos los
trujillanos descienden. Con respecto a la Biblioteca de Mario Briceño
Iragorry, el mejor escritor trujillano y uno de los grandes pensadores
venezolanos, que por algún trauma escondido odia el cronista señalado, con
rabia agresiva de ignorantes fue desaparecida y sus libros llenos de
dedicatorias y empastados (alrededor de tres mil), están a buen resguardo
escondido del caco, lo que implica muchos millones de bolívares, del supremo
autor de estos desmanes que pobre de nacimiento ahora vive de manera lujosa, pavoneándose
con otro compinche de su pueblo y reclamado por la justicia venezolana por
estafador diverso en mucho dinero (millones) de los haberes públicos y de quien (vox
pópuli) por el estilo usado engañoso y
subliminar ese capo escribió en Google un artículo laudatorio que da vergüenza
y tristeza de las mentiras o falsedades allí insertas, convirtiéndose en
cómplice y compadre de estos hechos en distorsión, a ser investigados
formalmente.
Y volviendo al tema del Centro de
Historia, agregaremos que todo fue saqueado (recordar las bolsas negras sacadas
en horas nocturnas), de las computadoras para abajo, que desapareció por arte
de magia otra importante biblioteca allí existente, toda la colección valiosa
pero muy valiosa en el mercado internacional de piezas de la civilización
faraónica egipcia adquirida por el gobierno regional y obsequiada en algún
comodato para el Centro de Historia, mediante negociación oficial con el
embajador Antonio Martín Araujo, que ya debe reposar en anaqueles extranjeros. Igualmente desapareció un juego de muebles
enchapados con nácar, de alto valor. De igual forma desapareció, según tengo
entendido, la mascarilla mortal de Briceño Iragorry, monedas, medallas, y algunas piezas indígenas acaso fuera de
catálogo (algo semejante al robo indígena ocurrido hace poco tiempo en San
Lázaro, de la colección Adelis Valecillos), como lo más grave, sumando a ello
la pérdida del cuadro enorme debido al excelso pintor Antonio Herrera Toro (es retrato
de un Pimentel y Roth), tan valioso en precio y calidad como los de Arturo
Michelena, y lo más grave también, que recuerde, es la pérdida del augusto y
gran retrato al óleo que plasma al sereno y victorioso general (pintado en traje
civil, creo que por Hulk) y luego Presidente de los Estados Unidos, Ulisses S.
Grant, valorado según se especuló en 100,000 dólares americanos (una verdadera
joya de la corona), de lo cual no se dejó ni rastros. Otro desatino nefasto de quienes tomaron a
gritos y palos el Centro de Historia, ahora vuelto a su razón de ser mediante la
oportuna ingerencia del Gobierno regional, fue la implantación de una fingida
generala de los ejércitos de Venezuela, parienta supuesta del cronista conocido
y de quien el atarantado de marras inventó una absurda biografía (como técnicas
obsoletas de izquierda desaforada) sin ninguna probanza documental a quien en
elucubraciones de parranda la hace aparecer en el campo de Carabobo (la batalla
de Carabobo es uno de los hechos más estudiados a conciencia de nuestra
Historia nacional), junto a ocho generalas (¿?) de Trujillo y de quien nadie,
pero nadie, con tres dedos de frente ha sabido nada, y el gobierno local de la
troika publicó el adefesio inconsulto, trajo de Caracas a la ministro León y
formó una alharaca con ello, en medio del mayor desconcierto y risueñas
quijotadas de este iluso enfermo. Ah, y
es buena prueba para dilucidar estos hechos aquí denunciados, que se robaron
también una importante carta firmada por
Simón Bolívar, como antes habían querido vender con alto precio a la Academia
de la Historia tres cartas también bolivarianas, que resultaron falsas, todo
ello en componendas con la corrupta institución oficial FOGADE y sus extensos y
mafiosos tentáculos directivos.
Bueno, este trabajo para la Historia de Trujillo se ha extendido, porque
en condición de historiador y bajo dolor por ser mi patria chica debía dejar
ante el mundo constancia con datos ciertos cuanto manejables de lo que se ha
cocinado y se ventila en los bajos fondos canallescos y hamponiles de la
delincuencia organizada, como la complicidad en los niveles de actuación, que
deberá servir de ejemplo y condena en el futuro. A lo aquí expuesto, a fin de
abrir campos objetivos al expediente en
marcha (por cierto la doctora Diana Rengifo, expresidenta del Centro de
Historia, aportó recientemente muchos datos de inventario y fotos a color
demostrables de algunos objetos perdidos, que señalan fehacientemente la actitud ilícita de
quienes deben ser inculpados), según lo
he afirmado en aquella ciudad, no espero que mediante negligencia se le eche
tierra de olvido porque eso también comprende un delito, que llaman de omisión,
o de cooperación, ya que aquí he sostenido conclusiones en forma clara y sencilla
sobre la trama y la autoría de la troika y del cerebro por encima que debió
manejar tan orquestada manipulación criminal.
En lo
demás y por ahora, espero que con esta “notitia criminis” aportada
suficientemente el o los fiscales asignados y los tribunales penales y civiles
sin cortapisas familiares cumplan con su deber de imponer la verdad justiciera
y la defensa del patrimonio nacional. Esto lo afirmo a cuatro vientos porque
recién graduado fui cofundador de la Policía Judicial en Venezuela, en 1958,
órgano del Ministerio de Justicia, junto a mi gran amigo y Director Rodolfo
Plaza Márquez, encargándome de poner en marcha todo el Occidente de Venezuela
una vez acabada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, con algunos 25 jóvenes
abogados más, donde se destacaron dos futuros Ministros de Justicia, mis amigos
y colegas Pedro Arturo Torres Agudo y Reinaldo Chalbaud Zerpa. Y
para colofón de lo escrito, además de otras distinciones recibidas soy autor de
la letra del Himno del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, con música excelsa
del maestro Juan Bautista Plaza, que en coro entonaron los antiguos petejotas y
ahora cantan con solemnidad miembros que
en la eterna lucha contra el delito los sustituyeron, o sea los funcionarios de
la policía científica o del CICPC. Que
Dios y San Judas Tadeo, patrono de las causas difíciles y desesperadas, pueda
traer la verdadera paz a los trujillanos y a sus familias.
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