domingo, 14 de febrero de 2016

La esplendorosa familia de Nicolás Maduro.



Amigos invisibles.  Por andar muy lejos de los dimes y diretes de la política en un país donde esa simbólica pero no mágica palabra mueve montañas o botaderos de basura, para decir lo menos, por mi condición de hombre  amante de la Historia y por ello esculcador de sus entresijos puedo recordar  etapas acaecidas de que tengo conocimiento desde 1952, cuando salió de imprenta el primer libro que yo editara en París. Y luego de esa ya lejana fecha pero siempre presente  a lo largo de una vida íntima plena de hechos subyacentes, he ido atesorando infinidad de datos conservados en la memoria  de los cuales algunos he aportado en este blog y otros espero entregar a mis lectores  para el debido conocimiento. Pues bien y como el tiempo ha llegado en esta ocasión nada calva quiero referirme a la cara y sello de nuestro actual Presidente Nicolás Maduro, tan traído y llevado en cuanto a su conocimiento biográfico, que no debería ser así por su condición de Presidente, sino que algunos portavoces y con ese estilacho tan sublimado en política para embrollar cosas que no se deben conocer ganando así indulgencias pecaminosas, mantienen en el limbo de tal conocimiento a tantas mentes no adentradas en esos saberes necesarios cuando se es Presidente de un país,  debido a lo cual  salió impreso mi libro “Los Presidentes”, en cinco volúmenes útiles (Editorial Domingo Fuentes, 1996), volúmenes agotados que hoy no se encuentran ni a precio de revendedores.

            Para enfocar, pues, la vida de este a quien tocó en suerte para manejar bien o a contrario sensu los destinos de nuestro país, que ya el tiempo lo dirá, analizándolo la vindicta pública en justa medida,  sería preciso no adentrarnos en tantas especulaciones objetivas y menos subjetivas que en cierta forma desnaturalizan la realidad de tantos hechos presidenciales, sino que con cierta sutileza y para no herir reputaciones consagradas bajo el palio  de la política distorsionadora de la realidad sobre todo en el campo de la mentira llevada  al extremo de inculcarla como verdad extrema,  iremos andando y desandando dentro de esa manera de comportar al personaje en tantas de sus facetas controvertidas o no, peripatéticas por desiguales, que le dan ubicuidad escénica y hasta controversial sobre este político hecho de la nada y formado en ese pedestal por hechos simbólicos de la suerte mortuoria y de un mandamás que no quería morir, porque entre los entretelones de la agonía se despertó el subconsciente, que del susto le hizo paralizar el corazón y hasta la vida.

            A nuestro actual Presidente Nicolás Maduro Moros se le conoce poco y como secreto de estado, como aconteciera con Stalin, Mao,  y otros de ese calibre  andariegos de la escena internacional, de donde parecido a un cuento de hadas maravilloso diremos que el pariente del santo Nicolás sin que lo pueda desdecir vino al mundo en cuna humilde colombiana  no entre la mula y el buey que niño conocimos del pesebre sino con un padre ocañero picapleitos  (y aquí comienzan las dudas tan sutilmente bordadas) y una madre al parecer reinosa (o sabanera de Bogotá), aunque dentro de esa sabiduría rabínica de que desciende por lo del apellido judío holandés de Curazao si aplicamos entrelazando  el árbol genealógico experto de coleccionista jerosolimitano, sus ancestros entraron a las islas neerlandesas por el mercado de esclavos que allí se mantenía para hacerse de buenos doblones áureos que circulaban en aquellas francachelas del comercio africano por los andurriales tristes de ese comercio humano e insular. Desconocemos igualmente de su biografía por ser algo secreto cual fue su formación infantil, que se dice entre bocas sueltas y miedosas cucuteñas que se formó a tientas y locas en la polvorienta y estrecha de entonces capital colombiana del Norte de Santander, donde una tía abuela que lo recogió (que murió no hace mucho en Cúcuta, con la ausencia y pobreza de aquella suerte de madre que pudo protegerlo entre escaseces que acaso moldearon su manera de ser entre la pobreza y la rabia consustancial de un para decir lo menos huérfano. Y si tuvo otros parientes consanguíneos que claro, debió tener entre aquella familia escasa por desunida (en Caracas, cerca de la Iglesia de San Pedro de Los Chaguaramos vivían dos hermanas que parecen mudas por obligación, que jamás han permitido ser interrogadas, aunque hace poco y acaso por descuidos de sus escoltas fueran vistas y fotografiadas dándose la gran vida en locales de lujo europeos).

            Nicolás, o Nicolasín o Nicolasito, como entonces le decían, dentro de aquellos apremios en que iba formándose pudo aprender a leer y escribir, sin que se sepa nada de ello, como secreto de estado y así vagando en la activa ciudad cosmopolita y fronteriza cucuteña fue creciendo entre aquel mundo de hostil apariencia, donde los amigos compañeros fueron pocos y desconocidos hasta ahora en que me he internado en los meandros distintos de su vida juvenil, y fueron tantas su calamidades para el trote diario y la subsistencia que como es de suponer buscó lugares amplios para el ejercicio de la pobreza, sin llegar a conocer desde luego, si era lustrador de zapatos o portador de encomiendas, o muchacho de mandados y por ese camino difícil en su andar se introdujo en el mundillo cucuteño  del Terminal de Pasajeros, lugar poblado de cantos y esperanzas tantas veces frustradas, pero que al fin dieron en el clavo, pues alguien de aquel escenario tan cambiante y peligroso  de un terminal de pasajeros pudo haberle ofrecido algo tan minúsculo  como vocero o colector  de un autobús que atravesaba con pasajeros la estrecha vía de Cúcuta a San Antonio del Táchira, con los gritos sordos de Nicolás ¡San Antonio!, y hasta también ¡San Cristóbal!, con que el jovenzuelo sin destino podía saciar algún apetito y llevando de comer a su olvidada abuela que lo crió (no hace mucho muerta) con harta dificultad.

Pasaron así muchos años con la vida presente, engañosa y adolorida de lo que Nicolás pudo presenciar en esa juventud tan compleja que se puede llevar sin conducción  ética y moral suficiente como para entender el quid de la penosa existencia, la causa y consecuencia del existir, sin aplicar aquí las razones del conocido infante Don Fulgencio, por lo que entre vueltas y revueltas y acaso con un mostacho incipiente el revoltoso Nicolás dispuso de su ser en las tinieblas confusas de los seres que le dieron otra vuelta entendible a su personalidad, porque a sus manos llegan algunos escritos “anti”, olorosos a pólvora, con ejemplos desaforados de la construcción socialista en el mundo que ya huele a caída fatal con Gorbachov y la extremaunción de Juan Pablo Segundo, pero que se mantiene con falsías acomodadas de verdades en Korea y Vietnam, en la misma Colombia conocida  por Maduro, en los desastres post comunistas asiáticos tan exaltados al revés por el aparato publicitario de un llamado socialismo leninista, y otros parámetros ideológicos  para nosotros como la revolución cubana, cuyos cascarones y momias aún perviven guapeando y acomodándose a los nuevos tiempos imperiales dictados sotovoce desde los cuarteles ideológicos americanos. Entre tanto nuestro joven Nicolás imbuido de las sabias consejas marxistoides que le entregan voceros especialistas de esas ideas en verdad decimonónicas, en la mente del joven con trance de ser líder se reúne en Caracas, donde ejerce su campo de batalla juvenil, con líderes de barrio que han basculado por distintas camaraderías con el éxito o reconocimiento requeridos, y así a las trancas y largas por los años ochenta baja de los escondrijos habituales y se acerca con o sin éxito a líderes ya existentes (Petkoff, Pompeyo, etc) que lo aceptan o exilian de sus mentes y mientras el aparato publicitario del Kremlin aún mantiene cerca de la caraqueña Plaza Capuchinos en el sube y baja de sus destinos personales a muchos agraciados o desgraciados de esos columpios vitales.

Y como los últimos 40 años de nuestra democracia representativa auspiciada por fenómeno y político Rómulo Betancourt se fueron malgastando entre discusiones estériles y pleitos banales, aquel diablillo pertinaz que llevan los venezolanos con el querer cambiar los escenarios al estilo de Méjico (a lo macho), estigma que se lleva desde finales del siglo 19 hasta ahora, cualquiera que se ponga a leer para interpretar nuestro sangrado siglo debe caer en cuenta  que si bien desaparece la Venezuela rural con el caudillo Gómez, de seguidas proviene entre un paréntesis la figura de otro mandón de espuelas y negocios turbios, o sea Pérez Jiménez, pero a raíz de la defenestración diversa de esos amantes del dinero nuevos personajes aparecen con la debilidad del régimen imperante, y entre ellos la casta militar tan dañina de antiguo al concepto de patria, que es donde aparece por carambola y empujado por su ángel seráfico Cilia Flores, el futuro Presidente de la República Nicolás Maduro Moros.

Cuando el relamido y dicharachero experto en falsedades y mago de la mentira entregado ya en manos castristas Hugo Chávez Frías, fue y viene de La Habana diciendo cuanta excusa existe para desmentir su vocación  rebelde que le produce la miseria en que se forma con su familia y el interés por adueñarse de Venezuela como único e indiscutido jefe llanero, al estilo de Páez, ya el Presidente Maduro con su alter ego que penetra en las interioridades de la cárcel contentiva de  los sublevados militares de 1992, es decir con la abogado Cilia Flores, por ser un hombre callado, meditativo, entonces insípido al estilo de “El Diente Roto” cuento de nuestro costumbrista Urbaneja Achelpohl, pronto ante los servicios “gratuitos” que le presta al brabucón prisionero, entra en su confianza personal volviéndose así una suerte de sirviente especial para el servicio exterior mientras Maduro observa con ciertas habilidades aprendidas de su padre político que trajera de los conciliábulos sin paro que sostuviera  en La Habana a puerta cerrada con el vivián (vividor) Fidel.  Y así Maduro pronto logra escalar para sentarse a la Diestra del Dios Padre, mientras ya ha sido enviado por la cátedra comunista a La Habana (se dice que por dos años), de donde viene más rabioso en sus convicciones de ideas trasnochadas, pero siempre mudo, como es ya su estilo personal. Mientras tanto y ya con Chávez en el poder Maduro se maneja tras bambalinas, trayéndole café permanente a su jefe amado, que le da instrucciones por horas  a puertas cerradas y mientras van cayendo en la desgracia todos los jerarcas iniciales del régimen chavista, de Miquelena y Olavarría abajo.

Así las cosas ya Chávez envuelto en una fantasía malsana que le despiertan los adláteres y líderes paupérrimos que cada vez más lo visitan, el país va cayendo en una verdadera tragedia griega, insondable, donde su familia llanera se hace superrica, los sobrinos de Cilia Flores ahora andan presos por narcotraficantes confesos en los Estados Unidos, y el país continúa cayendo en la miseria, a la vista de todos y sin contemplación alguna, de lo cual nada objeta todavía el señor Maduro y se tienen engrasadas las miles de armas Kalasnikoff adquiridas en Rusia. Entretanto para más desgracia de Venezuela vivimos el ocaso del régimen con el Presidente Chávez que entra en lenta agonía y jura que no se va a morir, y cuando la guadaña se lo lleva en contra de su voluntad ya Maduro está presto para cruzar el telón y salir como nuevo caudillo amaestrado al frente de los acontecimientos y como Presidente de la República, que es cuando desenvuelve su capacidad oratoria y sin saber qué contar ni menos exponer  como se dice toscamente  cada vez mete la pata, mientras su fiel Cilia le agarra la mano del orador y lo detiene para que no continúe desbocándose. En total durante el período presidencial (casi tres años) de Maduro el país está en bancarrota, las divisas se acabaron, la actividad está en cero, no hay con qué pagar la inmensa deuda al extranjero y los precios del petróleo se fueron al carajo, para expresarlo en lenguaje coloquial, un millón de personas se ha exiliado y acaso otro millón hambriento esté en ese andar, la moneda no existe, mientras Maduro dice en largas peroratas sin sentido que eso es conspiración burguesa de las trasnacionales, no hay comida, medicinas, pago de pensiones, el 270% la comida ha subido por un año, los militares juramentados nada hacen a favor y no sigo porque usted puede llorar.

Lo demás es cosas por sabidas o por saberse, porque este personaje se casó con la llanera Cilia Flores, “Primera Combatiente” y en un dechado nepótico ella introdujo a casi toda su familia en la categoría de Funcionario Público, con las venalidades consiguientes.    

Y ahora vamos a lo último de este trabajo que es la esplendorosa familia de Nicolás Maduro, porque aquí voy a referirme a un caso muy importante y singular, puesto que nadie sabe sino detalles aislados de esa vida familiar, que a todos los venezolanos nos interesa.




           Pues bien y como les anunciaba, apreciados bloguistas, recientemente estuve de visita en la dinámica ciudad colombiana de Cúcuta, tan estrechamente unida a Venezuela por lazos familiares y económicos de toda índole y categoría que mueve diariamente una gran capital de negocios que se realizan diariamente entre las fronterizas San Antonio del Táchira y San José de Cúcuta.  Y andando por esas calles tan agitadas  de dicho centro de negocios donde ya se cuentan con edificios de  veinte y tantos pisos (vía San Antonio a Cúcuta), por la imperiosa necesidad  de cambiarle la tarjeta a nuestro celular para efectividad del código allí imperante, con ese fin el diez de diciembre de 2.015 antes del medio día entramos en un edificio especializado en asuntos  de accesorios para llamadas de largo alcance llamado por cierto  “El Palacio Rojo” (situado a dos cuadras del céntrico Parque Santander, edificio de tres pisos, pintado de rojo por fuera y especializado con muchas tiendas interiores en la tenencia de esos accesorios,  donde pronto inicio en conversación cordial con el joven que nos atendía, y de seguidas un poco más liberados en el trato paso a exponerle sobre el tema recurrente de Nicolás Maduro, de quien por cierto todos o casi todos están enterados sobre los pormenores de este personaje cucuteño, y lo digo así porque nadie desconoció de lo que preguntara  sobre la oriundez citadina del actual Presidente de Venezuela (por cierto en junio de 2.014  en este mismo blog de “Venezuela y el Mundo”  publiqué un artículo referido al tema circunloquial   recurrente e intitulado “UN VENEZOLANO PRESIDENTE DE COLOMBIA”). Y en vista de que dicho amigo ahora más franco para conmigo en los deseos de conocer sobre el aspecto natal que le planteaba de pronto y como si tuviera algo en la garganta por contar me dijo “Mire  hacia el otro local que está  al frente de nosotros y vea al fondo esquinero del mismo a un hombre sentado sobre un trabajo que realiza.
Pues bien, ese señor que allí labora es primo de Nicolás Maduro, y se lo digo yo que lo conozco muy bien por ser su amigo y aquí compañero, aunque también le agrego que si le pregunta sobre este tema de su nacimiento le dirá igualmente que es incierto, porque acaso y para no entrar en detalles así está entrenado para contestar. Mi corazón entonces latió a millón por la alegría de encontrar a alguien que pudiera así expresarse, con tanta holgura y sensatez. Sin embargo también terminó la frase diciéndome con franqueza que si quería hablar con él lo podía hacer, pero que en verdad nada iba a conseguir a mi favor. A pesar de todo y como las esperanzas son lo último que se pierde y más en estos menesteres  de la Historia venezolana, volví a insistir sobre interrogarlo en cuanto a lo que buscaba con ansia, mientras él queriendo más conocer sobre el enigma planteado me expresa: “Oiga, para no perder el tiempo y como tiene cámara voy a llamarle la atención a objeto de que mire hacia acá, mientras usted  toma una foto  de él a la escondida, y de seguidas con el argumento de visitarlo se tomaron dos fotografías más, mientras yo me encaminaba con dicho amigo hacia el local donde este trabaja, encontrándome así con alguien que no podía negar  (aunque igualmente lo negó cuando sobre ello le preguntara) sobre su proximidad familiar, o sea primo en primero o segundo grado, por las expresiones de su cara. Este señor Maduro de que hablo estaba sentado frente a un mesón largo trabajando con empeño sobre algún accesorio o reloj de su especialidad (allí se venden accesorios de celulares).  Entonces el dicho señor Maduro se levantó, que fue donde ya pude estudiarlo con detalles, o sea en su complexión alta y atlética, en su cara bastante parecida al Presidente Maduro, en gestos y ademanes con el poco lenguaje utilizado, de modo tal que mirando tan de cerca y con las fotografías tomadas caí en conclusión y porque así me lo había recalcado el amigo conversador del local colindante (aunque se abstuvo de darme el nombre de este joven quizás para evitar consecuencias y otros regaños), blanco, de algunos treinta años de edad en apariencia, grueso como el Presidente Maduro, con la misma expresión, pelo negro crespo y la cabeza de quien vengo señalando, y por otros detalles extraídos mediante esa pequeña conversación sostenida con él, que estaba sin lugar a dudas parado frente a un familiar cercano al Presidente Maduro, aunque el interrogado lo negara dentro del mutismo de un principio absoluto que mantenía.  Estaba vestido de franela negra y pantalones de bluejean, cadena al cuello, lentes apropiados al aire, boca proporcionada, orejas proporcionadas igualmente y un mutismo desgarrador que poseía.  Este es el recuerdo imperecedero que he querido dejar sobre alguien vinculado a Maduro, según se los cuento en esta historia detallada y para la posteridad. Ojalá  se disipen tantas trabas que aún tenemos en nuestro medio ambiente para que podamos ver el fin del túnel en que andamos, en bien de la felicidad y contento de los venezolanos y hasta de los colombianos cuyos detalles les interesa.   

TRABAJO HISTÓRICO DIGNO DE RECORDAR.



Amigos invisibles: En mis lecturas sobre nuestra Guayana Esequiba, de la que  llevo un rato de trajín, escarbando noticias cayó en mis manos un trabajo alusivo  que considero de importancia por la facilidad y hondura de conocimientos con que se trata este álgido tema nacional como es también el siempre presente asunto esequibano,  que anda en manos de gente erudita por sus varios saberes como lo demuestran en el mismo, ajeno pues a la simple rectitud académica y a un entender adquirido por la fluidez de los conceptos  y la profundidad de su conocimiento, de modo que al terminar ese estudio tan acabado  y claro como nutrido sobre dicho tema consideré hacer un alto en el camino que tal trabajo despegó, para así penetrar  en la senda oscura y dantesca con que algunos enmarañan este texto fundamental tocante a Venezuela, por encima de los proyectos imperiales que con saña pululan alrededor desde varios siglos atrás y dado que en el estudio se reitera con argumentos sólidos el interés que tenemos porque nuestro país salga adelante con la verdad  y los documentos probatorios necesarios que allí se exhiben con lujo de detalles precisos e indubitables.


Entrando pues en la materia que vamos a tratar me refiero al reciente ensayo del académico profesor Manuel A. Donís Ríos, docente de la caraqueña Universidad Católica Andrés Bello e  intitulado “Bases históricas de la controversia entre Venezuela y Guyana sobre el Territorio Esequibo”, que en sus 46 páginas de claro entendimiento puedo decir dentro de lo condensado de este estudio que expresa como el mejor una sapiencia para entender sin obstáculos el porqué y el cómo de tan delicado tema referido a nuestra propia identidad y que ahora mediante los descubrimientos de riqueza inesperada que se han realizado huelga decir que los apetitos internacionales  se escapan para medrar en tal porción de nuestro patrimonio que la naturaleza nos ha dado,  por lo que ahora esas aspiraciones silentes se desbordan de muchas maneras para aprovecharse de este don divino, si así podemos tildarlo, que debemos cuidar con mayor razón en bien de nuestros hijos y la patria. En vista de que nuestro interés es señalar su aparición, de otra manera podría abarcar un trabajo de mayor tamaño, de donde aquí vamos a irnos por el camino de la síntesis para que otros aborden y se consustancien con el tema fundamental en bien de nuestro país y sus habitantes, que desde el inicio de la Colonia  defiende con altura lo que es nuestro e imperecedero.


El temario, pues, de esta síntesis histórica que en el prólogo presenta el padre Francisco José Virtuoso sj., está basado en 25 capítulos concernientes, que se inician (I) con el descubrimiento del navegante Alonso de Ojeda sobre el litoral venezolano en aquella parte oriental de nuestro viejo país, con el paso marino  subsiguiente del sevillano Juan de Esquivel, y luego enfoca la amistad hispano-aruaca (2), sobrevenida  de un comienzo, cuando los españoles inician el descubrimiento del río Esequibo y su región, incluida la amistad y el entendimiento comercial con los naturales aruacos de la región, por lo que “muchísimo tiempo antes de la llegada a Guayana  de holandeses, franceses e ingleses, los españoles poseían un conocimiento cabal del río Esequibo”. El capítulo (3°) de la investigación es referido  al dominio hispano  en Guayana  y la presencia holandesa,  donde sale a relucir el segoviano  Antonio de Berrío, integrando en aquella formación a Guayana y el Caura con Trinidad, dentro de la famosa  provincia de “El Dorado”, que en tres expediciones rumbo al Atlántico acerca este territorio a la actividad conquistadora del Nuevo Reino de Granada. Testigo como relata de este acontecimiento es el inglés Laurencio Keymis, cuando ya encontró a españoles  navegando hacia el Esequibo, según deja escrito. Toca, pues, a  este segoviano  Berrío ser el descubridor de la inmensa Guayana, como se explica en el importante trabajo que reseño. Posteriormente otros  países europeos trataron de establecer colonias en Guayana, como los franceses e ingleses, pero sumidos entre rivalidades  de poco entendimiento lo que hicieron fue desacreditar la existencia del rico “El Dorado”, perdiéndose así el interés en esa penetración geográfica.  Sin embargo los porfiados holandeses  lograron establecer pequeños poblados en aquellas costas de las tierras guayanesas, al este de la desembocadura del río Orinoco, que llamaron por sus características propias “La Costa Salvaje”, y más tarde (1623-24) dichos europeos se propusieron colonizar  en aquellos contornos, creando algunos establecimientos  a efectos comerciales en  el Esequibo, Demerara y Berbice, pero sin penetrar de veras en el hosco territorio, aunque en 1632 por su improductividad aquellos neerlandeses deciden abandonar la minúscula colonia esequibana. Y luego volverán de pasada en busca del tinte comercial llamado onoto, para uso en la manufactura textil.  Lo que quedaba entonces  de esa supuesta presencia holandesa se limitó a una isla llamada Kykoveral, en la desembocadura del río Esequibo, en el negocio provechoso del azúcar brasileño, aunque luego que Holanda  consigue su independencia de España, por esta razón dejó de existir aquel interés comercial, cuando los hispanos con la compleja europea “Guerra de los treinta años”  otorgan a Holanda  la posesión oficial de sus colonias en Guayana, incluida La Costa Salvaje, aunque con la expresa renuncia territorial (“tierra de nadie”), o sea que Holanda reconoció el derecho español que esa potencia tenía sobre este enclave, por poseerlo previamente al aceptar Holanda  que el resto del dicho territorio era español, comprometiéndose también a no expandir, comerciar ni avanzar sus posesiones en las mencionadas regiones hispanas.


Luego el pretendido esfuerzo holandés  de establecer una colonia en el Esequibo se dio al traste, a pesar de que estos neerlandeses trajeran del Brasil a judíos portugueses con esa intención, como expertos en el cultivo del azúcar, lo que terminó en fracaso tanto la intención de levantar una fortaleza llamada Nueva Zelanda, como otro asentamiento  con el mismo destino, que llamaron Nueva Middelburgo, de donde ante tantos reveses la emprendedora Compañía de los Indias Occidentales abandona la región del Pomeron. De estas resultas los holandeses muy debilitados  militarmente entregan un establecimiento en Norteamérica (New Amsterdam), conformándose apenas con las pequeñas posesiones en el Caribe y las zonas coloniales  del Esequibo y Berbice  en Guayana.  

En el siglo XVIII  los holandeses también sufrieron del fracaso al intentar erigir un puesto comercial  arriba del río Pomaron, más cerca del Esequibo y la ocupación del Barima, pero esta Compañía de Indias  a dicha cuestión planteada no la aprueba, “por considerar  que el río Barima estaba  en territorio y bajo la jurisdicción española”. Luego la conquista temporal del río Orinoco por extranjeros  se debió a otras condiciones o meros intentos por levantar estos intrusos postas o lugares para comerciar con los españoles en el Orinoco, lo que se elimina al expulsar los hispanos del río Barima a los fieros indios caribes que comerciaban  con los holandeses.

4) MISIONEROS Y AGENTES DE FRONTERA.

La conquista y colonización del territorio interior venezolano fue encomendado por la Corona española a las denominadas Misiones, en la segunda mitad del siglo XVIII, con un sistema mixto evangelizador  y escolta de soldados,  que permitieron entradas  idóneas en busca de naturales para reducirlos a poblados. Y en esto desde 1686 fueron pioneros  los capuchinos catalanes de la Misión de Guayana, quienes luego fundaron la misión de Suay, entre el Caroní y el Orinoco, haciendo así posible el autoabastecimiento  de tal Misión, con un inicial hato de ganado, cuyos excedentes  se pudieron exportar  como bases de aquel éxito emprendido, avanzando y poblando ese territorio  en sitios estratégicos y cerrando además el paso a las intenciones dañinas de caribes hostiles, holandeses (compradores de esclavos indígenas) y portugueses. De esta manera se fundan 28 pueblos indígenas y dos villas de españoles, con lo que así gira el desarrollo económico de la provincia de Guayana dentro del avance realizado de un plan estratégico para dominar las confluencias fluviales usadas por caribes manejados éstos por holandeses, dentro de un contexto defensivo aprobado desde España. Así las cosas los pueblos fundados en la hoya del Yuruari-Cuyuni contaron con hatos activos  y autosustentables en lo agrícola y pecuario, lo que alarmó al Gobernador del Esequibo, de donde este Laurens Gravesande pide a sus superiores  fijar un límite entre el Esequibo  y la provincia de Guayana, por el peligro de tener en su cercanía a las misiones capuchinas, al tiempo que dentro de su incapacidad sobre el tema al efecto ordena levantar un mapa  de la colonia, a realizar con harta  prudencia en este cometido.

Ya para 1792 y bajo presión de los capuchinos se erige un fortín  en la boca del conectado río Curumo (cuenca del río Cuyuni), hoy en sitio que se usurpó  a Venezuela (laudo arbitral de Paris, 1899), que por la situación estratégica de estos cursos navegables  de los señalados  ríos Esequibo y Caroní, como del Cuyuni también, junto a otras fueron importantes vías de ingreso por el que a la chita callando penetraban caribes y holandeses a esta  Guayana  española.

Para finales del siglo XVIII la Guayana venezolana con desarrollo propio crecía expandiéndose en cooperación con las misiones capuchinas catalanas, bajo un control territorial y marítimo ubicado en Angostura, mientras las colonias holandesas  del Esequibo y Demerara se mantienen en penosa situación “de fachada marítima sin poblados”, al tiempo que se intensifican ataques corsarios contra bienes ingleses  y se pierde en manos inglesas la isla de Trinidad (1797), tiempo en el que piratas holandeses desembarcan en territorios del Demerara y Esequibo con los consiguientes daños materiales y comerciales. Mientras tanto las colonias holandesas decaen, entre otras razones por los vaivenes  guerreros europeos  en tiempos de una revolución larga y sangrienta (francesa), que inciden en la vida de las colonias americanas con disensiones diversas entre colonos ingleses y holandeses, e incluso mediante cierta  rebelión de esclavos en Demerara y en la vecina Surinam, que llegan a crear “una  república cuasi independiente”.  Y como la vida en Demerara y Esequibo entonces era miserable, los ingleses aprovechan para irse introduciendo en esas tierras, y  luego ya en 1760  la mayoría de los colonos fueron británicos, quienes pronto presionan a Inglaterra para que ocupara de forma definitiva a tales colonias. Así, sin disparar un tiro Inglaterra tomó a Stabroek, “cambiando de inmediato la nacionalidad de nuestros vecinos orientales”, de donde  desde 1814 esos asentamientos holandeses pasan a manos británicas  por un suscrito convenio británico-holandés.

5) GRAN BRETAÑA RECONOCE LA FRONTERA EN EL RÍO ESEQUIBO.

En 1822  el libertador Simón Bolívar ordena al comisionado José Rafael Revenga que gestione ante el gobierno británico el desalojo de los colonos ingleses de la zona Moruca-Pomeron, o sea la orilla izquierda del río Esequibo, o que de lo contrario reconozcan la soberanía de Colombia en esa zona, lo que conlleva a que en 1825 Gran Bretaña acepte  como frontera entre Colombia  (y Venezuela por formar parte de ella), a la Guayana Británica  en el río Esequibo, hecho por tanto de gran referencia histórica e importancia por ser limítrofe del país con Gran Bretaña.


(6) ROBERT SCHOMBURK Y SUS LÍNEAS DE FRONTERA.

En 1835 el prusiano Robert H. Schomburk, al servicio de intereses británicos obtiene de la Real Sociedad Geográfica de Londres la comisión de explorar  en la denominada Guayana Británica, por lo que pronto presenta un mapa de esa Guayana de su antojo, separada de Venezuela mediante el frondoso río Esequibo, salvo la región del Pomeron y Moruca, abarcando entonces un área  de 4.920 kms2 al occidente de dicho río, desconociendo por tanto el reconocimiento británico hecho de la frontera existente  en el río Esequibo.  Mas en vista del descubrimiento reciente  de importantes yacimientos auríferos en dicha Guayana Esequiba que despiertan sin duda  el interés británico de los negocios por la rica zona, el atrevido y pintoresco fabulador  Schomburk  al  terminar su exploración de 1839 hizo avanzar esta línea cleptómana nada menos que en 142.000 kms2 (o sea de 4.920 saltó a 142.000kms2), partiendo así  de la boca del río Amacuro y siguiendo una dirección norte-sur hasta concluir en el monte (tepuy) Roraima, lo que en 1840  Gran Bretaña  califica de “frontera tentativa”, para después adoptarla como “máxima reclamación territorial”, mientras Schomburk sigue en los intentos geofágicos  (1841-1844) para demarcar terrenos hurtados, de donde provisto de una exageración colonial irritante a su llegada al río Barima este malabarista prusiano izó el pabellón británico en la Punta Barima al tiempo de levantar hitos señaladores nada menos que con el anagrama de la igualmente geófaga reina Victoria, aunque por la pronta protesta venezolana el gobierno británico decidió retirar los postes afincados por Schomburk, iniciándose así la controversia sobre los límites de que hablamos.  Entretanto la situación económica de  la Guayana Británica se agravaba,  por lo que Londres ve como alternativa salvadora de la crisis el cercano oro venezolano que se contiene en el río Yuruari, de donde los ingleses piensan incluso apoderarse del Orinoco (recordar aquella canción oportuna “El Callao to night, Tumeremo tomorrow night”), aunque con la campaña de la opinión pública venezolana contra esas pretensiones imperiales el gobierno británico recula y propone a Venezuela bajar la tensión manteniendo el “status quo” sin ocupar el territorio en disputa, según Acuerdo firmado en 1850, lo que a poco los ingleses irrespetan dicho Acuerdo porque lanzan colonos hacia el occidente del río Esequibo, buscando la cuenca aurífera del Yuruari, y adulterando incluso los mapas originales del pérfido ya muerto Schomburk.  Mientras tanto la también pérfida Albión no contenta aún con el despojo de sus miras en 1887 traza a favor otra línea fronteriza, que contiene nuevas aspiraciones territoriales (“frontera indiscutible” la califica) pasando sin tapujos a aspirar 167.830 kms2 más de suelo venezolano.  Pero como buena e irrespetuosa timadora de fronteras, poco después la ya conocida en los anales de la Historia Gran Bretaña y en época de esa temible reina Victoria, hizo avanzar otras escondidas aspiraciones sobre suelo venezolano fijándolas en las cercanías de Upata (Estado Bolívar), con una enésima nueva línea danzante  que abarcaba hasta 203.310 kms2 de territorios igualmente venezolanos, con la conocida desfachatez y arrogancia del British Empire.

Ante ese despropósito británico Venezuela hizo grandes esfuerzos para impedir  la ocupación del Estado Bolívar sumándolo a las garras inglesas (territorios Yuruari y Caura), mientras Venezuela asegura sus terrenos patrios y recursos necesarios en profundidad y fronteras, que en parte yacían despoblados  por varias circunstancias como en el olvido del gobierno central.  Por esta digámosla apatía subvenida en 1890 el gobernador federal Pérez García mediante Decreto crea una Comisión especial para los ríos Yuruari, Cuyuni,  Mazaruni y Esequibo, “hasta nuestros límites con la Guayana Inglesa”, a fin de colonizar aquellos lugares que fueran ocupados en sus intenciones nacionalistas, asumiendo la  vigilancia necesaria y el cuido de los indígenas residentes, impidiendo actos  de jurisdicción por extraños en las pertenencias de la República, y designándose un Comisionado especial para explorar la región limítrofe.  El Comisionado Briceño para cumplir sus funciones parte de El Callao al frente de una expedición en veces fluvial  (ríos Botanamo, Cuyuni, Mazaruni y Esequibo), incluyendo explotaciones mineras  particulares del Demerara y refiriéndose Briceño a incursiones de colonos ingleses con deseos de establecerse (igual en Cuyuni, Mazaruni y sus afluentes) o sea en territorio venezolano, autorizados por Demerara y los británicos, protesta que dicho Comisionado presenta ante la autoridad británica en Georgetown (24-5-1890), donde incluye los límites de Venezuela en ese territorio.


                    7) EL LAUDO ARBITRAL Y ARBITRARIO DE 1899.

Como consecuencia de las cuatro líneas arbitrarias del funcionario británico y presunto naturalista Schomburk (recordar que las casas reales germana e inglesa eran casi hermanas, en lo político y geográfico), y por las sucesivas invasiones de nuestros territorios  Venezuela rompe relaciones con el Reino Unido (Gran Bretaña) para buscar una decisión arbitral, a lo que se niega el poder inglés, suscitándose incidentes en Venezuela con policías ingleses arrestados (ríoYuruán,1895), mientras nuestro país hace gestiones para una intervención estadounidense en el conflicto (recordar la doctrina Monroe, “América para los americanos”), y porque los americanos se preocupaban con el giro mundial y las agresiones del expansionismo británico, de donde el Presidente americano Grower Cleveland toma cartas en el asunto e interviene  para defender lo que en derecho pertenece a Venezuela.  Pronto en 1895 el Congreso norteamericano exige a Inglaterra aceptar el referido arbitraje, reclamando Cleveland  el derecho a intervenir en la disputa por la doctrina de Monroe.  Analizado este interés americano en la dicha disputa veremos que con ella los Estados Unidos pretendían salir de su aislacionismo pasando al plano de gran potencia frente al poder inglés actuante, así afincando la doctrina de Monroe como instrumento valedero para el predominio exclusivo en todo el Continente americano. De aquí que en 1896 los británicos y americanos (que representan éstos a Venezuela) abrieron las negociaciones pertinentes, con la firma del Tratado Arbitral entre Venezuela, el Reino Unido y la Colonia de la Guayana Británica, celebrado en Washington el 2-2-1897.

El Tribunal fue presidido por el ruso Federico de Martens, tan cercano y al servicio de las coronas zarista (Asia Central) y germana, por vinculaciones familiares e imperiales desde luego. Ningún jurista venezolano formó parte de ese Tribunal de compadres, cuando se consideraba a Venezuela entre los países semisalvajes, que quería mucho decir, con el expresidente americano Benjamin Harrison  en calidad de defensor de la causa venezolana, de cuyas actividades por demás objetables y dañinas he escrito con amplitud en mi blog (“Ramón Urdaneta. Venezuela y el mundo”).   En síntesis el  Laudo ausente de motivación en la sentencia, como cuajado de mentiras y medias verdades  (admite las líneas adulteradas de Schomburk) se dicta en Paris el 3 de octubre de 1899, entre el miedo y la presión, con exceso de poder y ciertos detalles jurídicos fundamentales donde Venezuela perdió otros 159.000 kms2, con una sentencia vil comprometida, arreglada, con la coacción del juez De Martens (votos cinco a cero a favor de Gran Bretaña), sin votos salvados de antemano entre los jueces que atendían intereses oscuros y sin considerar los títulos exhibidos por las partes (por cierto hubo ausencia de títulos británicos), con vicios en la forma y en el fondo, de donde dicha supuesta sentencia era totalmente nula e írrita, incurriéndose además en “ultrapetita” de asuntos no inherentes al fallo y otorgando así en dicho caso la navegación internacional del río Barima.  Sobre esta  farsa famosa en los anales del Derecho universal  es bueno recordar la Memoria post mortem suscrita por el Secretario de dicho Tribunal, americano Mallet Prevost, donde se demuestra por demás claro la ignominia de tal juicio vendido.

         8) LA RECLAMACIÓN  DEL TERRITORIO ESEQUIBO: 1899-1966.

La brutal decisión de 1899 fue rechazada por Venezuela mediante nuestro agente  José María de Rojas y el Presidente del país Ignacio Andrade, asustando entonces Gran Bretaña a Venezuela con fijar fecha para una demarcación unilateral si nuestro país no lo hacía a la conveniencia del supuesto ganador. Pues bien, hechos los análisis respectivos solo en 1903 Venezuela denuncia estas manifestaciones de terror judicial  en la Corte Internacional de La Haya, comenzando a exigirse su revisión una vez aclarada la marramucia desde 1944, 1948 y 1949, y publicándose entonces  por el gobierno venezolano el invalorable Memorandum del doctor Mallet  Prevost.  Igualmente en 1951 y ante los  Ministros de Relaciones Exteriores americanos en Reunión de Consulta, el Canciller de Venezuela Gómez Ruíz solicita una justa reparación sobre nuestra frontera oriental por los desafueros ocurridos de que hablamos, mientras el Consultor Jurídico de nuestra Cancillería en 1954 aclara que Venezuela no aceptará “nada que pudiera menoscabar los derechos” correspondientes al caso, ni renunciar a los mismos, ratificándose tal posición indubitable en 1960, en la Cámara de Diputados caraqueña y ante una delegación parlamentaria del Reino Unido.

La reclamación sobre el territorio Esequibo se formalizó en 1962 durante el gobierno de Rómulo Betancourt, planteando el Canciller Marcos Falcón Briceño dicha cuestión de límites  con la Guayana Británica en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde da a conocer las interioridades  dañinas del Laudo de 1899. Estas  demostraciones jurídicas documentales logran finalmente que Gran Bretaña  acepte una revisión de tales papeles comprometedores, realizándose así tres conferencias (Londres, 1963 y 1965, y otra en Ginebra, 1966), de donde se rubrica un Acuerdo para resolver la controversia de ambas partes en conflicto sobre la frontera entre Venezuela y la Guayana Británica, firmado en Ginebra (Suiza) el 17 de febrero de 1966.  Este Acuerdo con la Guayana Británica ya independiente (hoy llamada República Cooperativa de Guyana) sobre lo firmado entonces con Gran Bretaña como potencia colonial, establece  la creación de una Comisión Mixta para buscar soluciones prácticas referidas a la controversia surgida a raíz  del Laudo arbitral nulo e írrito de 1899.


9) EL ACUERDO DE GINEBRA. Por consecuencia de la contención venezolana y los deseos de las partes para una solución satisfactoria de la controversia, dicha Comisión creada venía a representar  para Venezuela el reconocimiento explícito e implícito de su alegato, como resultante de lo alegado en pruebas por nuestro país  y la impugnación del laudo de 1899.  Esta Comisión tenía el carácter de paritaria, o sea compuesta por dos venezolanos y dos guyaneses, sin la presencia de otro comisionado árbitro ajeno  a los intereses debatidos. De no llegarse a un pacto  para la solución buscada, los dos gobiernos  respectivos deberían entonces escoger  la solución pacífica prevista en el artículo 33  de la Carta de la ONU, mediante los métodos allí contenidos, y hasta otros medios pacíficos, a elección de las partes en pendencia (verbigracia acudir a un organismo internacional apropiado, o al Secretario General de la ONU, para que escoja otro  de los procedimientos pacíficos estipulados en el citado artículo 33, hasta resolver o agotarse todos los medios de solución). Además el artículo 5° de la Carta  contempla que dicho Acuerdo pueda ser interpretado bajo ningún concepto  como  renuncia o disminución  de la reclamación territorial, y que cualquier  acto  o actividad en el territorio reclamado  por nuestro país conllevara o representara menoscabo alguno de nuestros derechos ni apoyo de las pretensiones de Gran Bretaña o de Guyana, reconociéndose expresamente cualquier reserva venezolana hecha sobre concesiones (petroleras, auríferas, etc.) otorgadas o que pudieran adjudicarse en la zona en reclamación.  Por manera que más claro no canta un gallo y en especial sobre las violaciones al tratado suscrito en los últimos tiempos por la sinuosa Guyana y sus entretelones ilegales.  La independencia de la Guayana Británica representó un avance en la reivindicación de la Guayana Esequiba y por su posición anticolonialista nuestro país se apresuró a reconocer el nuevo Estado de Guyana (Nota del 26-5-966), apoyando de seguidas su ingreso en la ONU. Por su parte la Ley Aprobatoria de este acuerdo ginebrino fue aprobado por nuestro Congreso  el 17-2-1966.


10) EL PROTOCOLO DE PUERTO ESPAÑA.

La Comisión Mixta designada como hemos señalado desde julio de 1966 hasta febrero  de 1970, con un plazo agregado (4 años) por las discusiones emprendidas con los tercos británicos, funcionó en 17 reuniones aceptadas, mientras Guyana ponía objeciones diversas, sin discutir posibles soluciones. Para dejar bien claro Guyana nunca ha reconocido la nulidad del bastardo Laudo de París, yéndose por las ramas en este caso por considerar “motu proprio”  como aceptado por Venezuela, mientras que nuestro país considera a este Laudo como inexistente  porque surge de un hecho doloso, fraudulento y falso que vergüenza origina al comprobarse  la componenda dañina de los jueces participantes  en dichol vergonzoso juicio arbitral.

Y se pregunta entonces el autor de este estudio “¿Porqué razón Guayana aceptó el Acuerdo de Ginebra, abriendo así un caso cerrado  en 1899?”, respondiendo de seguidas para eliminar dudas, que “ello obedeció a las fuertes presiones del gobierno británico sobre la firma del Acuerdo”, de donde el joven abogado Linden Forbes Burnham y Primer Ministro guyanés sin otros miramientos coloniales aceptó la propuesta británica, que con una segunda intención y para mejorar los británicos sus relaciones con Venezuela (oro, petróleo, etc.) vieron esa manera  lavarse las manos dejando solos a nuestro país y Guyana en la solución de la controversia, aunque Guyana tras corrales  “pretendió neutralizar los efectos del Acuerdo” llevando las negociaciones a un punto muerto sin alcanzar cualquier avenimiento, mientras Venezuela insistía llegar a un arreglo práctico de la controversia. Pero la rebelión interna del Rupununi (ya tratada en este blog), las disparidades de criterios para el término de la Comisión Mixta (4 años), el escenario de la entonces política caribeña, la guyanesa agitación creada contra Venezuela, y las negociaciones nuestras sobre el Golfo de Venezuela condujeron por fin a la firma del Protocolo de Puerto España, el 18 de junio de 1970, que significó una posposición sobre el acuerdo de Ginebra (mecanismos previstos), mostrándose como otra manifestación de entendimiento hacia la solución de la controversia.


XI) VENEZUELA Y GUYANA EN EL MAR.

Para reforzar  la reclamación esquibana en los aspectos político y jurídico como nuestra soberanía  marítima en la zona el guayanés Presidente de Venezuela  Raúl Leoni  emitió el Decreto  N° 1152 (9-7-1968) sobre el Mar Territorial, trazándose así una línea de base recta  en las costas venezolanas, entre la línea divisoria  del río Esequibo  y Punta Aguarapiche, del actual Estado Delta Amacuro, con expresa reserva de soberanía de esa zona de mar que se reclama a Guyana (faja de tres millas de ancho entre la boca del Esequibo y el llamado Guainía, como las aguas interiores de la zona delimitadas por la base fijada en el decreto, y que la base recta en la boca del Esequibo será la que oportunamente se acuerde con el  Estado vecino.

Venezuela fijó su mar territorial  en doce millas náuticas, incluyendo las aguas interiores ya delimitadas y sobre el tratado  de la línea de base recta en lugares costaneros e insulares  que lo requieran.  Guyana entonces respondió proyectándose en el Caribe, “para cercar a Venezuela, o al menos para que los países del área no se colocaran bajo su esfera de influencia”, tratando en ello de atraer al interesado Brasil, que siempre ha buscado comunicar a su territorio interior con el océano Atlántico. Por otra parte acaso agresiva en lo que compete,  en 1977 Guyana promulgó una Ley de Fronteras Marítimas, extendiendo la anchura de su Mar territorial  de 3 a 12 millas náuticas, mientras establece una Zona de Pesca hasta las 200 millas náuticas y definiendo también su Plataforma continental.   Sobre estas decisiones y bien atento  el gobierno venezolano emitió la respuesta oficial correspondiente.   En 1978 nuestro país creó una Zona Económica Exclusiva para sus costas continentales e insulares, aclarando que la jurisdicción y soberanía  sobre las áreas marinas y submarinas en el litoral del estado Delta Amacuro corresponde a la Armada Nacional.  Igualmente nuestro país en 1990 firmó con Trinidad & Tobago otro Tratado importante de Delimitación de Áreas Marinas y Submarinas, que le aseguró a Venezuela una salida libre hacia el Océano Atlántico, pues define los límites físicos  hasta alta mar en el Atlántico y la zona  de los fondos marinos, asegurándose así esta navegación libre atlántica en caso de una solución ambigua de la controversia esequiba que tratamos.

XII) GUYANA SACÓ PROVECHO.

En 1982  cuando venció el primer plazo de 12 años de vigencia del Protocolo de Puerto España, el gobierno del presidente Herrera Campíns decidió no renovarlo, lo que Guyana igualmente acepta la no renovación de dicho protocolo, agregándose proposiciones que entonces hace Venezuela a Guyana para optar a una reapertura de negociaciones directas, que son negadas por Guyana, insistiendo en este caso acudir  a la Corte Internacional de Justicia (1982), que como sabemos no presta seguridad a los intereses en juego de Venezuela. Ante la laguna que se presenta, el gobierno  venezolano en consideración al Acuerdo de Ginebra en septiembre del mismo año comunica a Guyana su propósito de elevar este asunto al Secretario General de las Naciones Unidas, por lo que Guyana mediante Nota enviada igualmente  decide aceptar la propuesta de Venezuela (3-1983), y el Secretario General también admite la proposición, lo que inicia la escogencia del funcionario para adelantar tales negociaciones.  En 1986 la cancillería venezolana convino proponer la fórmula de los Buenos Oficios, que Guyana luego acepta. Para atender nuevas atapas del trabajo se conformó una Comisión Nacional Asesora sobre el tema de la Reclamación, y la Asamblea Nacional Guyanesa aprobó un Comité Parlamentario para la Integridad territorial de Guyana, aunque Guyana sin otros miramientos y debilidades  ocupa (sic) el territorio en disputa  otorgando concesiones  en esta Zona reclamada, sin que sepamos cual fue la respuesta defensiva de Venezuela (pág. 35 del escrito estudiado).  Andando en esos excesos de la contraparte para 1995 22 compañías mineras multinacionales conocidas operaban allí, en su mayoría canadienses y bajo el amparo de Inglaterra, según supongo, mientras Venezuela en 1991  dentro de la Zona Económica Exclusiva  amplió su competencia en la Zona de Pesca.  En 1996 se produjeron apresamientos de embarcaciones pesqueras del Territorio Esequibo y en aguas de jurisdicción venezolana, por lo que protesta oficialmente nuestra cancillería sobre  dicha intromisión.

De otra parte Guyana haciéndose la desentendida dio concesiones petroleras internacionales en áreas acuáticas dentro de nuestra zona reclamada y en Delta Amacuro, por lo que Venezuela protesta oficialmente (7-1999), y como cuestión grave  también Guyana decide, de manera unilateral fijar el límite  occidental de esos otorgamientos permisivos  (a las empresas Exxon y  Century)  con la delimitación marítima de nuestras aguas alcanzada entre Venezuela y Trinidad, pretendiendo así colocar una barrera a la prolongación marítima del Estado Delta Amacuro y su gran plataforma continental producto de los sedimentos arrastrados por el río Orinoco. Y adelantándose con estos excesos limítrofes, protegidos por alguna potencia extranjera que no es de mencionar, en agosto de 2.000 el canciller guyanés  Rohee tuvo el atrevimiento, cuanto  osadía  inigualable de señalar que el Territorio Esequibo  era parte integral de su país y que Venezuela debía demostrar lo contrario, o sea que el Laudo de París era nulo e írrito. El presidente Hugo Chávez entonces respondió que  el Esequibo “era histórica y legalmente venezolano”, por lo que muy pronto dicho canciller visitó a Caracas, para limar asperezas.

El año 2000 ante la pretensión de  una compañía americana de obtener cierta concesión territorial en la zona reclamada para desde allí enviar satélites y cohetes al espacio, el gobierno venezolano aplicando el Acuerdo de Ginebra se opuso a dichas pretensos deseos, extensivo a empresas transnacionales en dicha zona, aunque el Gobierno Nacional presidido por Hugo Chávez (3-2004) negando lo  antedicho declaró que “no se opondría a que Guyana diera de manera unilateral concesiones” siempre que favorecieran el desarrollo de la región.   De esta manera y como opinara el ex embajador Sadio Garavini nuestro país así debilitó las armas de la negociación y Guyana obtuvo mayor razón para no negociar. Cosas de la política y de los hombres, puesto que desde entonces Guyana ha radicalizado su posición colonialista expresada a través de otros interlocutores.

XIII). GUYANA Y LA AMPLIACIÓN DE SU PLATAFORMA CONTINENTAL.

En 2.011 la guyanesa Canciller Rodríguez Birkett anunció con cierto cinismo diplomático  desde luego entre grandes potencias, que su país solicitaría a las Naciones Unidas  la extensión de la Plataforma Continental  en 150 millas náuticas colindante con la Zona Económica Exclusiva correspondiente a Venezuela, mientras la Agencia de Noticias guyanesa Gina agrega abundando que “la costa afuera  de Guyana  es considerada la segunda  cuenca petrolera más atractiva en el mundo, con un potencial calculado  de 15,2 millones de barriles de crudo petrolero.  Los cancilleres de ambos países se reunieron en Trinidad con el buen oficiante designado Norman Girvan para estudiar la crisis ocasionada por Guyana, lo que luego terminó en una declaración formal conjunta sin mayor trascendencia, o sea seguir negociando sobre la delimitación de las “fronteras marítimas”.  El tema de la Reclamación venezolana volvió a encenderse en 2.013 por la detención en aguas de nuestro país (zona exclusiva) del barco  de exploración petrolera Teknik Perdama, operado por la compañía estadounidense Anadarko Petroleum, cuando el Ministro guyanés Persaud confirma que la Esso y Anadarko participan  en la exploración petrolera de Guyana, movilizando incluso equipos de perforación para realizar trabajos, mientras el gobierno venezolano por esta violación del espacio marítimo expresó “profunda preocupación” de la irrupción de barcos autorizados por Guyana y no por Venezuela, en el mar territorial  y zona exclusiva venezolana.  Guyana respondió con airada Nota de protesta, mientras hace presión contra Venezuela en foros internacionales. Y el 16-7-2013  se informa por la prensa nacional que Guyana decidió “ejercer su soberanía en los espacios marítimos venezolanos, lo que no pasó a mayor escándalo porque la cancillería venezolana enmudeció sobre el grave acontecimiento (ya indicamos que el gobierno de Chávez protegía junto con Cuba los intereses guyaneses).   En consecuencia las hermanas Exxon y Esso  iniciaron su exploración petrolera en el bloque marítimo Stabroek (costas del estado Delta Amacuro), sin notificarse previamente a Venezuela, como estaba pautado por el Acuerdo de Ginebra. Y siguió complicándose el diferendo porque con los colonialistas guyaneses  que no respetan fronteras ni tratados, el 8-12-14 la canciller guyanesa Rodrigues  Birkett aseguró, además, que los Buenos Oficios escogidos para solucionar el conflicto desde 1966, “no había dado resultados”.

La situación por tanto se ha hecho crítica para Venezuela, que en otro tiempo hubiera tomado medidas más severas. Pronto y siguiendo su abuso consumado  Guyana hizo saber la partida de la plataforma Deep Water desde Luisiana  hasta el bloque costa afuera Stabroek para iniciar estudios  geológicos y geofísicos con todo el apoyo guyanés requerido, encontrándose  un inmenso depósito de petróleo en el lugar,  lo que en otro tiempo se hubiera considerado “casus belli”, mientras para más resaltar este conflicto  de gran dimensión Guyana guapa y apoyada advirtió al gobierno venezolano que “desista  de tomar cualquier acción que obstaculice el desarrollo de Guyana y de su gente, lo que estaría en contravención del derecho internacional”. En todo caso ya sabemos quienes tras bambalinas manejan los negocios y el poder en aquel sufrido país por botas militares e imperiales. Entretanto el gobierno de Caracas para precaver un conflicto mayor tipo islas Malvinas guarda cierto silencio diplomático evitando desatar huracanes y mientras las Naciones Unidas y otras instancias internacionales colaboran en el cumplimiento de los acuerdos firmados.

XIV. SE ENCONTRÓ PETRÓLEO.

Como hemos dicho la Exxon en el bloque citado halló petróleo significativo, a 192 kilómetros de la costa y evaluando su viabilidad comercial en este primer pozo del bloque. Pero ante la pasividad del gobierno de Guyana  en los hechos reclamados por Caracas nuestro gobierno crea cuatro Zonas de Defensa Integral, con operaciones de patrullaje y resguardo de estos espacios, incluyéndose a la fachada atlántica  en dicha Zona de Reclamación.  Dentro del poco intercambio de misivas  Guyana de manera tosca ha respondido a Venezuela que ésta pretende anexarse espacios marítimos que no le corresponden, y que el decreto de las Zonas viola el derecho internacional, desconociendo siempre la frontera de nuestro país, que es el del írrito Laudo de 1899 con otras parafernalias  que se arguyen  al efecto, exponiendo además que “cualquier intento de aplicar este decreto emitido por Caracas será vigorosamente resistido (rechazado) por Guyana”. A buen entendedor, pocas palabras. Por su parte nuestra canciller Delcy Rodríguez invoca la paz y la espera a la resolución de la controversia, recordando que la agredida ha sido Venezuela al permitir Guyana a una transnacional incursionar en nuestro territorio reclamado.

Como punto final del importante escrito al que me refiero el autor del mismo alude  que el reclamo del Esequibo es de orden político y que es la tierra firme la que genera espacios marítimos, estando pendiente el previo arreglo de la frontera terrestre, en el entendido que la integridad del territorio es inalienable, y reafirmándose además  que la salida al Atlántico no es negociable, todo ello desde luego  sin interferencia de terceros.

Y como también el asunto Guyana es de lege ferenda en cualquier otra oportunidad volveré sobre el mismo tema, donde existen muchos intereses y riquezas futuras. Mientras tanto espero  se hayan informado lo suficiente con el trabajo que reseñamos (o en visitas a este blog)  y sus  enredos diplomáticos e intrínsecos que aquí están presentes.